Listado de la etiqueta: Columna de Astor Vitali

(Por Astor Vitali) Es el el primer disco de la cantautora y guitarrista Natalia Freibrun. Participan de esta producción Florencia Ruiz, Carlos Michelini, Claudio Turica, Cesar Silva, Patricio Pietreck, Tomás Babjackuk y Nina Freibrun. El EP contiene seis canciones propias compuestas y grabadas en tiempos de pandemia.

Según reza la difusión del material, “su estética sonora se acerca a la canción urbana y algo del pop, aunque también refleja ciertos aires de folklore y de jazz, por lo que resulta una propuesta difícil de encasillar. Son composiciones surgidas a partir de la guitarra y la voz que, al ir tomando vuelo, dieron un lugar valioso a la improvisación, destacada en los solos de los grandes músicos que participan del álbum”.

“Natalia Freibrun nos propone un viaje colorido a través de 6 músicas con perfume a jazz, folklore y canción de rock y de ese modo nos envuelve para hacernos entrar en su mundo. Cada track es una invitación al placer, un punto de encuentro de la palabra con la melodía y todo lo que ahí se construye. Jaula y delirio tiene todo lo que me gusta encontrar en un disco: ideas, profundidad, corazón, sutilezas, matices y mucho sentimiento. No se pierdan de escucharla y de compartirla”, sostiene Florencia Ruiz, acerca del disco.

A su vez, Raúl Delgado, sostuvo: “como si con un puñado de trazos un cuadro nos contara una vida entera, las seis canciones de Jaula y delirio resumen una trayectoria musical, un recorrido vasto y enriquecedor y, a la vez, un rumbo nuevo a seguir, un camino a explorar. Es PRESENTE, punto de encuentro entre todo lo vivido y esa puerta que se abre a lo por venir. Es foto y es retrato, en cuanto nace en lo tangible y se proyecta en el deseo. Es carta de presentación, carta de navegación, carta astral, de una artista en búsqueda permanente. Natalia Freibrun libera sus canciones para que nos cuenten, nos canten, nos digan cómo se deshacen las jaulas, cómo se apaciguan los delirios”.

Es curioso cómo a partir de la escucha de la producción las sensaciones fueron coincidentes con los comentarios anteriores: este disco, sin duda, es un viaje. Un viaje por sentidos, imágenes, sabores y sensaciones ligadas a lo esencialmente humano. Las guitarras que cantan y las voces que cuentan recuperan lo mejor de la canción rioplatense y del rock argentino. Los vientos juguetean y los bajos dialogan. Los arreglos no son artificio de destreza individual sino conjuro a las entrañas de la música de la autora. Reminiscencias del jazz y ecos de las sonoridades originarias, es decir, de la primera vez que cantamos por amor. Por amor a un otre que nos conmueve y que nos moviliza, por amor al arte que nos expresa y por amor al devenir que nos mece a veces como la música de Natalia y nos atorbellina otras veces como las emociones de las cuales nace la música.

Hemos dicho en otras oportunidades que el hacer es una manera de decir y de posicionarse: hacer música en medio de esta circunstancia tan particular, pandémica, hacer esta música, seguramente defina a esta artista de manera más precisa que cualquiera de estas líneas.

(Por Astor Vitali – Foto: Gustavo Pirola) Ayer murió un hombre importante de la cultura en Bahía Blanca: Omar Morán. Podría haber dicho que se fue un fotógrafo, pero no sería la lente adecuada para describir lo que representa su figura y lo que significa en el acervo local.

¿Qué es un fotógrafo? Un artista, un laburante y una persona con oficio. Pero también un periodista de lenguaje contundente y discurso infalible: una imagen vale más que mil volantas. Se pueden decir muchas cosas de las fotografías de Morán y hay mil anécdotas publicadas y no publicadas, conversadas con este personaje que podías cruzarte en la calle. Pero en otro momento daremos lugar al anecdotario, nos interesa ahora hablar de su mirada.

La voz tibia de Morán en medio de la calle -que es la inmensa casa de los fotógrafos-, era reveladora: era una actitud consciente que responde a una elección de discurso. ¿Por qué se es fotógrafo? Tal vez para otorgar menos importancia a la opinión propia que a lo que ocurre. El registro de lo que pasa es un testimonio cargado de subjetividad porque es el fotógrafo quien elige qué registra y cómo lo hace. Pero es a su vez la elección de un discurso de altura filosófica y ética: elijo hablar a través de terceras cosas, a través de expresiones de otros. Por eso hablaba cálido y amistoso: lo que quería decir estaba dicho y revelado.

Un fotógrafo es un artista, un laburante y una persona con oficio que elige hablar a través del registro de lo que ocurre, mostrando su mirada del mundo a través del mundo. Morán tenía una mirada del mundo. La mirada y la lente. La conciencia y el papel de foto. La mano es el trípode y el dedo un gatillo que en cada relámpago ilumina y castiga; alumbra el mundo una imagen que rebelada y fustiga al consorcio de los injustos el efecto de una imagen verdadera.

Un fotógrafo de Villa Mitre y peronista es un artista, un laburante, un hombre de oficio que elige hablar a través de sus imágenes. Las imágenes son iguales a los hechos consumados. Más que palabras; más que lo que puede significar que Omar Morán es un fotógrafo de Villa Mitre y peronista con oficio y arte que habla iluminando cosas y disparando centellazos; capturando instantes, fragmentos del alma de las cosas.

Sí, las imágenes son hechos consumados. No se trata del registro de lo que es sino de cómo se es y cómo se está siendo. Hay maneras de ser fotógrafo y maneras de ser peronista. Morán fue del pueblo. Podríamos decir más: ser fotógrafo es una manifestación de la conciencia de un pueblo. Aquí nos vamos acercando.

Ser fotógrafo en Bahía Blanca y ser peronista y amigo de la revolución cubana y de la Casa de Amistad Argentino Cubana y del cooperativismo y registrar desde esa perspectiva del mundo implica una decisión ética fundamental: se está concretamente en un sitio, mirando desde ese sitio a otros sitios. Hacia el poder, hacia los que pagan bien, pero no quieren fotógrafos. Porque un fotógrafo no es una máquina, no es el dedo del patrón enviado a gatillar a cualquier sitio.

Los patrones actuales prefieren selfies porque no quieren fotógrafos. Sí, claro: hay una cuestión económica, pero no es sólo eso: un fotógrafo (si hablamos de Morán, de ese fotógrafo) es, como vamos viendo, la conciencia de un pueblo que camina por las calles con mirada atenta, capturando señales para avanzar de la mano de su pueblo hacia un lugar mejor, archivando registros necesarios para saber qué nos fue pasando, qué nos hacen quienes no nos dejan hacer y qué hacemos desde aquí, con todo ese acervo. ¿Qué hacemos?

No ha muerto un fotógrafo: porque no ha muerto –sigue vivo en su obra- y porque hablamos de un fotógrafo pero de un artista pero de un amigo de muchos pero de un compañero pero de un caminador por otros pero de un hincha pero de un pedazo de nuestro pueblo y este párrafo podría ser completado por cientos de bahienses con muchos aspectos de todo lo que significa Omar Morán.

Pero además hay otras que cosas que hay que decir de las elecciones de este artista, amigo, compañero, laburante y fotógrafo. Morán era un caminante con la mirada en alto y perfil bajo. Hay mucha sabiduría en la posición del fotógrafo. Camina, piensa, analiza, busca, captura momentos, conmueve. En todo esto siempre destaca a otra cosa o a otras personas. Este es un mundo en el que se nos enseña a exteriorizar y a expresar lo que pensamos; en las redes, en las conversaciones, en los vínculos hay que hablar de uno y desde uno. Mucha cháchara y poca escuchar.

Fotografiar es parecido a escuchar: es la atención puesta en el mensaje que está en un lugar diferente a mí, es poner los sentidos al servicio del otro. Omar Morán era también, entonces, un gran escucha. Un gran observador es un gran escuchador.

¿Cuál es el pensamiento de un fotógrafo? Hay algo en aquello de que una fotografía se queda con parte del alma de su objeto, que puede ayudarnos a pensar. Pero no es la máquina la que retiene, es la persona: lo que se absorbe no queda guardado en el aparato sino en la retina del fotógrafo. El pensamiento del fotógrafo está hecho de todo lo que vio, es decir, de los pensamientos de todos aquellos a los que escuchó en imágenes. Por eso habla poco, el fotógrafo, porque conoce mucho, y la cautela es sabiduría frente a la verborrea que proviene de la estupidez.

Quien ha visto cosas admiradas, conoce su propia dimensión.

Omar Morán es muchas cosas y sobre todo es alguien cuyo pensamiento –pensamiento de pensamientos- nos acompañará siempre porque ya estamos afectados en nuestras retinas, en nuestros oídos y en nuestras memorias por su mensaje que parecía silencioso y era cauto y sereno: Omar Morán es un lugar de la conciencia del pueblo, revelada, publicada y archivada, para siempre.

Está en nosotros.

Desde la columna cultural de En Eso Estamos definimos oponer reflexión contra la reacción que genera la violencia organizada. Por eso, FM De la Calle invitó a debatir al escritor, poeta y docente Mario Ortiz, a la actriz y delegada general de la Asociación Argentina de Actrices y Actores Belén López, y al actor, director, integrante del Centro Cultural La Panadería y militante por los derechos humanos Alberto Rodríguez.

¿Qué análisis hacen a partir del atentado?

Belén López: Es algo que conmueve, o debería conmover, esto que sucedió, a lo que le doy el nombre de atentado. No cualquier atentado, porque por ahí hay chicos o chicas que salen o atentan contra la propiedad privada y escriben un grafiti… sino que esto tiene un tinte político más ligado a lo terrorista porque está estrechamente vinculado con un partido político, hacia un sector político y casualmente es el que está gobernando, al menos a nivel nacional y provincial. Y que acá en Bahía Blanca tendrá su trabajo en torno a la política.

Levantarme a la mañana y escuchar esta noticia me dejó perpleja. Es algo que no se puede permitir en democracia y no hay que minimizarlo diciendo fue un grupo de dos o tres loquitos que no saben en qué ocupar el tiempo y están enojados con la cuarentena. Hay que tomarlo con la seriedad que esto amerita porque vivimos en democracia, porque las ideas no se deben imponer mediante la violencia, porque para eso están las urnas: para decidir qué rumbos tome el gobierno que fuere.

Me dejó perpleja y a la vez con este estado de alerta que se expresa en el cuerpo; ponerse la piel de gallina, quedarte anonada. Nosotros conocemos del terrorismo de Estado, no queremos repetir. Estamos atravesando un nuevo período de juicios en Bahía Blanca y pensar en la posibilidad de que puede haber este tipo de atentados nos ubica en un lugar en que hay que tener mucho cuidado, hay que ser muy cauteloso y sobre todo no minimizar la situación.

En un contexto, además, de pandemia donde seguramente se tomen medidas que no son agradables para nadie pero que tenemos que poner por delante, preservar la vida de la gente. Sabiendo que la situación económica se viene atravesando y se arrastra hace más de cuatro años. Es una situación muy compleja en términos económicos y laborales, nadie lo discute, pero la salud y la vida de las personas tienen que estar por encima de cualquier mezquindad política, personal de algún sector. Creo que lo ocurrido tiene que estar profundamente analizado y que la sociedad tiene que tomar conciencia de que estas cosas no pueden ocurrir. Esto tiene un tinte mucho más político y profundo que no podemos naturalizar.

Mario Ortiz: Ante todo, coincido con Belén. Lo que hemos sentido, en primer lugar, ha pasado por el orden de lo corporal. Por esa sensación de escalofrío, de angustia. Porque, para los que ya peinamos algunas canas, esto nos hace retrotraer a viejas épocas. Yo lo primero que sentí es estamos retrocediendo cuarenta casilleros. Porque es pasar ya a la política por el hecho, a la política por el acto, a la acción directa.

Desde otro punto de vista, es la materialización, la puesta en acto de un estado de violencia que ya está instalado y lamentablemente muy instalado. Lo que pasa es que hasta ahora esa violencia es verbal, es simbólica. Por ahora no ha pasado mucho más allá de las palabras. Sin embargo, hemos estado viendo una escalada de violencia. Efectivamente, lo hemos visto ya en las pintadas del Frente de Todos el año pasado. Pero esto es algo que no se da solamente aquí, es algo nacional e internacional. Lo hemos visto en las pintadas en la escuela hebrea.

Pero esto es algo que estamos viendo cotidianamente en todos lados. En los comentarios de las redes sociales, en los diarios. No nos asombremos que ocurran estas cosas cuando los periódicos, los principales portales de noticias de Bahía Blanca habilitan sus espacios para que los lectores escriban las bestialidades más horrorosas que en otras épocas le hubiese valido la cancelación del diario o la apertura de un juicio por instigación a la violencia. ¿Cuántas veces hemos escuchado o visto carteles qué se muera la yegua o que hay que limpiar el país de kakarulos, etcétera? Esto está. Era cuestión de tiempo para que esto pasase a la acción. Y es lo que hemos visto.

Bahía Blanca lamentablemente siempre es como un laboratorio político del país. No sé si esto va a desaparecer tan rápido. Si en las próximas horas no hay un esclarecimiento completo y absoluto de la justicia eso va a ser una señal de que aquí va a haber un modus operandi al que lamentablemente vamos a seguir viéndolo en el tiempo.

No quiero ser derrotista o dramático con esto. Pero estos son lamentablemente los modos de hacer política que se están instalando en Latinoamérica y en el mundo. Ayer o antes de ayer, en México, mataron a una precandidata a intendente y, en los últimos años, ya llevan cien muertos políticos. Recordemos lo que ha ocurrido en Colombia. Esto es parte de un clima de recalentamiento social.

Alberto Rodríguez: Comienzo por adherir a lo que dijeron les compañeres. Mi solidaridad con los compañeros de La Cámpora. Y siguiendo con las reflexiones que termina de exponer Mario, creo que Bahía Blanca todavía no ha juzgado lo que sucedió hace más de cuarenta y seis años. Cuando la justicia no llega, deja el camino abierto a que esos grupos sigan operando con total libertad.

Acá se ha tratado de pasar al olvido y cuando una sociedad quiere olvidar hechos trágicos como los que nos sucedieron en Bahía, vuelve como un grotesco a reproducirse con los mismos métodos. Para colmo, en una situación donde escucho a políticos decir que ojalá haya sido un loquito. Otros que me sorprendieron diciendo que Bahía Blanca es una ciudad armoniosa, que no ha tenido nunca sectores fascistas. Entonces, si dos políticos de distintos lugares hablan de esta forma, yo ya me estoy preocupando y mucho. Creo que no va a ser con ellos con los que vamos a tener que contar.

Para colmo, la justicia federal, en un primer momento, dice que no tiene nada que hacer. Así que más me preocupo. Quien va a investigar es un fiscal con el cual evidentemente no tengo muchas garantías, un fiscal que ha dejado a los genocidas en libertad.

Y recuerdo que en la época, como decía el amigo Mario hace cuarenta casilleros atrás, voló el Teatro El Tábano, en calle Estomba, le pusieron otra bomba a la Caja de Crédito Bahiense. Hoy toca a La Cámpora. La justicia esperemos que lo resuelva. Todavía no ha resuelto lo de hace cuarenta casilleros atrás, pongámosle fichas para que este casillero lo pueda cubrir.

Yo tengo mis dudas porque esta es una ciudad donde los grandes sectores de poder han tenido mucho que ver con los atentados de otras épocas, han sido los que pusieron plata y pusieron ideas. Es más, yo tengo la certeza de que los alegatos de la defensa de los imputados en el juicio de la Triple A los escribió un ex juez e imputado también por pertenecer a esa organización. Por lo tanto, es muy difícil dar una sensación de seguridad a una sociedad que no ha sabido llevar adelante un hecho de justicia durante cuarenta y seis años, ni ha exigido como sociedad, no digo como organizaciones políticas que sí lo hemos hecho.

Es un llamado de atención a los sectores populares que todavía miramos de reojo a los compañeros que tenemos al lado. Creo que es un momento donde la necesaria unidad de los sectores que vamos a ser atacados estemos juntos.

Creo que hay que tener en cuenta a la Constitución, que dice que como ciudadanos tenemos derecho a defender la democracia frente al ataque que estamos teniendo. No confío en algunos políticos, no confío todavía en la justicia, en lo único que confió es en mis compañeros. Por eso los invito a conformar una unidad férrea para que podamos indicar y señalar dónde están los culpables.

Han señalado en distintas intervenciones la presencia de la violencia con un grado de plafón social. Pensando desde la cultura, que suele ser un lugar en el que se reflexiona con la mente, con el espíritu y con el cuerpo, donde se interviene en lo que va aconteciendo socialmente, una pregunta es recurrente ¿qué hacer con esta cuestión? Porque lo primero que aparece es la bronca ante la violencia y la bronca suele ser fuente de reacción que es el estímulo al que nos están llevando a jugar. A una reproducción de un modo de la política que va en sentido contrario a la necesidad de unirse en la diversidad. El interrogante abierto, una vez que hemos analizado qué significa este atentado es qué hacer en estas circunstancias y, obviamente, en una situación de poder muy dispar, situados en la cultura.

Belén López: Escuchaba lo que decía Mario con respecto a que son situaciones que no son aisladas o que no son privativas de nuestro país. Hay una escalada a nivel mundial de una ultraderecha que está queriendo pedir pista y que en algunos lugares viene aterrizando con efectividad, si lo pensamos en cuánto a lo que ocurrió hace poco en Madrid con la alcaldesa que ganó las elecciones. La ultraderecha hizo un trabajo muy delicado utilizando el discurso de la pandemia.

Yo creo que, como lo hemos venido diciendo desde el sector cultural en Bahía Blanca, la pandemia no es lo que vino a generar la crisis sino que la pandemia fue para muchos la excusa ideal para establecer desde allí un discurso del odio. Agarraron la idea de la pandemia para que estas ideologías de ultra derecha surjan con un discurso acerca de las libertades y de la democracia en estas épocas cuando en realidad ellos nunca fueron proclives justamente a hablar de libertad y a defender las democracias. Esta condición de pandemia es una bandeja de plata que vino para soportar y dar lugar a este tipo de discursos, donde la gente se envalentona y sale a replicar por las libertades individuales: yo en democracia hago lo que quiero.

Me parece que tenemos que pensar que en democracia tampoco es que se puede decir y hacer lo que se me antoja sin consecuencias. Porque lo que no se miden son las consecuencias. Yo hago y digo lo que quiero total no me hago responsable de lo que pueda provocar en el otre. Y ahí me parece que tiene que estar la justicia.

Lo estamos viviendo en la Argentina. Los medios de comunicación hegemónicos salen y dicen lo que se les ocurre. Inventan mentiras sobre las fantasías más impensadas en estas épocas y no hay consecuencias.

Pasamos cuatro años de un gobierno que contrajo la deuda más grande, que generó un quiebre total en la sociedad argentina, desde el punto de vista que lo mires, y no hay consecuencias de todo esto. El tipo que afanó se puede ir y no va a pasar nada. El tipo que quebró un país y se apropió de infinidad recursos y no pasa nada. Personas que salen en los medios a decir barbaridades y no pasa nada. Y este no pasa nada se replica socialmente, se reproduce en las diferentes clases sociales y no se reflexiona.

Entonces, desde el sector de la cultural, desde el sector de la educación tenemos también una fuerte responsabilidad en cuanto a cómo llevamos nuestro mensaje, en este caso a los adolescentes, a los chicos y chicas de las escuelas, a la gente en los espacios culturales. Me parece que en las futuras generaciones es donde tenemos siempre que aportar en la reflexión, en la construcción de un pensamiento crítico.

No podemos pensar que hacemos y decimos lo queremos sin que haya consecuencias. Las consecuencias son gravísimas y las estamos viviendo día a día con ese discurso del odio. No puede ser que pensemos en términos monetarios solamente. Lo que ocurrió con el decreto del presidente hace un tiempo atrás, que se lleva a la justicia, se judicializa la decisión de un presidente que tiene la facultad para definir destinos de su país en situación de catástrofe. Un intendente, viene y dice yo las escuelas las abro igual y me cago en lo que diga un presidente… me parece que estamos mirando de manera muy parcial y no hay responsables de las consecuencias de esas decisiones.

Culturalmente tenemos que llamar permanentemente al diálogo pero también a la firmeza: hasta acá se llega. Si no hay una reflexión desde el conjunto de la sociedad de ponernos a pensar que tiene que haber un límite a esta escalada de violencia y de discursos del odio, me parece que no nos va a alcanzar con que un sector salgamos y tratemos de abrir los ojos.

El individualismo se instaló y muy fuerte. Digo y hago lo que quiero, total yo pago mis impuestos. No puede ser todo gratuito. Hay gente que se está muriendo, que está pasando hambre, hay gente que no tiene trabajo. Hay que cuidar eso y hay que cuidar las fuentes laborales. Tenemos, como sociedad, que empezar a reflexionar que nuestras acciones tienen consecuencia y no podemos salir de esto solos. La salida siempre será colectiva o no será.

Mario Ortiz: Coincido completamente. Yo creo que a los que somos trabajadores, trabajadores intelectuales, artísticos, los que estamos en el campo de la enseñanza, de la educación, del arte, nos compete una responsabilidad y una tarea muy grandes. Porque precisamente en estos momentos de profunda irracionalidad –y el fascismo es tremendamente irracional, apela a lo peor, a lo más visceral, el odio del ser humano- nos toca la misión de llevar una cuota de racionalidad, de reflexión y de docencia.

Ayer, en las clases que tuve, lo primero que hice fue destinar diez, quince minutos a reflexionar sobre esto. Les decía: chicos, ustedes que son jóvenes tienen que empezar a agudizar el pensamiento crítico y no prenderse en la locura de los adultos porque los adultos están locos, estamos todos locos.

Desde la educación hay una tarea, desde el arte también. Pienso en Alberto que han hecho desde La Panadería obras de Bertolt Brecht, que hacía teatro didáctico, para hacer reflexionar a la clase trabajadora. Ellos hicieron la obra Arturo Ui, sobre como asciende el fascismo. Yo creo que una de nuestras principales tareas en estos momentos es precisamente la de movilizar la reflexión. Como bien se dijo, el primero impulso es de bronca, pero no. Porque eso es entrar en la lógica de ellos, es responder lo que ellos querrían que uno haga, entonces uno reduplica.

Ahora, al mismo tiempo hay que exigir también a la clase política que haga una suerte de pacto. Si no hay entre ellos un pacto de convivencia democrática, si ellos mismos no les hacen bajar los decibeles a sus referentes nacionales, vamos hacia un enfrentamiento cada vez peor. Y estoy pensando en las vociferaciones de los referentes políticos que ya conocemos todos. Basta con las arengas porque si todo sirve para hacer una mínima diferencia de voto, entonces la política está yendo muy mal. ¿Qué es lo que quieren? ¿Qué volvamos a épocas antiguas en donde en la mesa de negociación política poníamos muertos arriba? No. Pongamos argumentos, pongamos intereses en pugna, en liza, pero no pongamos muertos en la mesa de negociación.

Alberto Rodríguez: Es así, partiendo de esto último que decís, entonces, falta decisión política. Pero ellos la tienen. Mencionabas México, Belén a Madrid, yo agrego Colombia. Entonces reflexiono, pienso, y digo Chile. Ese es el camino.

No quedan más caminos que buscar una nueva forma de pensar, no solo el pensamiento en la política sino también en la acción. ¿Cuál va a ser nuestro pensamiento desde lo político para la unidad y la unidad en acción para frenar a esta locura?

A la derecha no le importa: llamarlos a una reflexión, si no es con la gente en la calle no lo veo. La reflexión la podemos hacer en una mesa, en un ámbito de compañeres, donde analicemos y obtengamos cuáles son nuestros errores y cuáles son las virtudes de esta derecha fascista. Ustedes han puesto sobre la mesa las virtudes de ellos. Falta que analicemos cuáles serían nuestras virtudes para frenar esta situación. Creo que eso todavía no lo tenemos claro. Sabemos que somos buena gente, de todos mis compañeres, sé que cuento con excelente gente. Pero lo que nos falta es tener claro por dónde y con qué ideas llevar adelante la acción. Y creo que ahí es donde ellos nos van ganando esta batalla.

Espero que los muertos no aparezcan. Espero que los Facundo tengan justicia. Espero que los Watu tengan justicia. Y espero que aquellos que hoy están avanzando nuevamente, podamos frenarlo, pero que reflexionemos, que analicemos y que luego accionemos. De otra forma vamos a ser muy buena gente en las mesas de diálogo pero no vamos a frenarlos si no es en la movilización y en la unidad.

Les propongo hablar a aquellas personas que no se sienten politizadas, que laburan todo el día, que no están haciendo lecturas de la política, fuera de los microclimas, que están estudiando y no encuentran la vinculación entre su estudio y la política, el que está changuendo y el sonido de las tripas le resulta un sonido más fuerte que el estruendo de esta bomba o las resonancias de la discusión política.

Belén López: Hay que pensar en este juego del hartazgo al que nos están llevando, con esta reproducción constante en los medios. Pero no nos olvidemos que estamos en pandemia y hay que ser muy respetuosos de la vida del otro. Porque el contexto nos está también dando los tiempos para decir cuándo y cómo. Yo creo que el día que sea posible, nuestro pueblo va a salir a la calle. Pero también nuestro pueblo es muy consciente de lo que está pasando.

Creo que también la charla uno a uno, con el vecino, con la escuela, con el familiar, con el amigue, con quien nos vamos cruzando, permitirnos ese debate que a veces nos resulta desgastante.

Y también pensar en que no necesariamente está todo perdido. Quiero ser optimista, porque lo que ocurrió me tiró abajo un montón de estanterías. Me parece que es no bajar la guardia, tener una defensa de nuestros principios ante quien quiera venir a hablar en este contexto de pandemia.

Algo que a mí me sostiene es pensar en la defensa de la alegría. Siempre me queda en la mente tintineando esta frase de defender la alegría como trinchera, como bandera. Le agregamos la democracia, los derechos del pueblo, el arte, la cultura. Defenderlas como un destino que necesitamos, parafraseando a Mario Benedetti. Esta gente viene para instalar en nuestras mentes el cansancio, el hartazgo, la frustración. No nos olvidemos que Mauricio Macri quería crear el Ministerio de la Felicidad. Es muy retorcido lo que dijo. Manejan las emociones y las sensibilidades de la gente con sus manipulaciones.

Coincido plenamente con Alberto y con Mario con la idea de sostener una unidad. Llevarla adelante porque cuando se nos diga, el pueblo va a estar donde tiene que estar. Allí seguramente nos encontraremos, nos abrazaremos porque sabemos que esto es entre todes y no de manera individual.

Mario Ortiz: A mí me parece que es el momento en que hay que hablarle mucho a la juventud, a los adolescentes. Hoy, lamentablemente, lo progresista, lo fashion es ser libertario, es Milei, es Espert. Cuidado con eso. Porque en su momento, no nos olvidemos, los muchachos de las camisas pardas también fueron muy populares en la juventud. No me refiero a los boy scouts: me refiero a las juventudes hitlerianas. Lo que pasó una vez, puede llegar a pasar.

Es decir, que el progresismo pase a la retaguardia, a ser lo conservador, y que lo progresista ahora sea Milei lamentablemente puede ocurrir. Tenemos que estar atentos a esto. Tenemos que hablar. En las juventudes tiene que haber un compromiso muy importante. De todos los partidos, porque todos los partidos tienen sus militancias juveniles. Si no hay un acuerdo político de base, que ellos mismos presionen a sus dirigentes, ahí sí estamos complicados.

Es como decir, bueno, marquemos una cancha, un territorio, los límites. ¿Cuáles son los límites dentro de lo que vamos a jugar y cuáles son los que no tenemos que pasar? Este tiempo he estudiado algunas cuestiones históricas de la masonería y tiene una cosa que se llaman los Landmarks, las reglas, los límites, qué es lo que define qué es masonería y lo que no lo es. Tenemos que definir en qué territorio, en qué cancha vamos a jugar: quien se pase de aquí, listo, este es el límite más allá del cual comenzamos a hablar otras palabras… ya no hablamos palabras sino que empezamos a hablar de acción.

Alberto Rodríguez: Las personas que hoy van cayendo en la acción individual, en el sálvese quien pueda, son el caldo de cultivo de aquel fascismo, del ascenso de Hitler, y también de la dictadura en nuestro país.

Hoy la dictadura no va a llegar a través de las fuerzas armadas, quiero pensar. Pero la metodología con la que se maneja esta gente tiene mucho que ver; endeudaron al país para someterlo económicamente y ahora comienzan pequeñas acciones de eliminación de aquellos que no van por el camino que ellos quieren.

Hoy es una bomba. Está bien, que investiguen, pero no seamos ingenuos. Yo le diría a mi vecino o a los jóvenes, que no seamos ingenuos: ellos no vienen para darte la libertad, ellos vienen justamente para atar tus pensamientos, para hacerte obedecer a aquellos que el poder pretende instaurar, que es un poder económico. No vas a salir beneficiado, monotributista, te vas a cagar de hambre, sos una herramienta de la mano de obra que ellos necesitan tener ahí afuera.

Van a venir por achicar el mundo sindicalizado. Vienen por el fin de los sindicatos, el fin de los trabajadores en relación de dependencia. Todo aquello que le va a dar mayor ganancia a los grupos más concentrados del poder económico.

Lo que pretenden los Milei y los libertarios no es libertad, es sometimiento. Estoy seguro que el freno no va a ser solo charlar sino unidad, con estos límites que planta Mario, en el pensamiento, con esta fuerza que plantea Belén, pero en la acción.

No sé cuánto tenemos que esperar. Yo no estoy loco ni quiero el contagio de mis compañeros pero en algún momento tenemos que decirle a nuestros dirigentes dónde están los límites, qué esperamos de ellos y que no se hagan los tontos en Bahía Blanca, por lo menos.

No se puede mirar al costado: hay que decir nombres, hay que decir de dónde viene esta bomba y qué es lo que pretende. Bahía Blanca no es una ciudad armoniosa, en Bahía Blanca el fascismo ha hecho escuela. Aprendamos, por favor.

Más de un año de vida pandémica introdujo cambios en las prácticas sociales, entre ellas, en el arte. Consultamos al escritor y poeta Marceo Díaz, al actor Lucas Sánchez y al músico Hugo Vitali ¿qué aprendiste de la pandemia? ¿Crees que lo aprendido influye en tu manera de concebir el arte? ¿Cómo?  

Marcelo Díaz

La pandemia movilizó muchas cosas en mí porque la vida de uno se desordenó absolutamente. La primera es la ratificación de una convicción: que la sociedad no es una colección de individuos objetivos, prácticas, ideas asilados sino que es más bien una red de fenómenos interconectados e interdependientes. Lo hemos podido ver, particularmente en Bahía Blanca, en cómo las organizaciones han podido sostener la vida pública y la vida de muchas personas que se estaban cayendo de la sociedad, afectados económica y anímicamente.

SI no existe un sujeto colectivo, una conciencia de comunidad es muy difícil la vida en sociedad y eso es algo que está en este momento bajo ataque en el mundo completo, en la Argentina y en Bahía Blanca donde el discurso que tiende a predominar es primero yo, después yo y tercero yo y mis intereses. Pareciera que si mis intereses van primero que cualquier otra cosa, eso por algún motivo que nadie se detiene a explicar, eso sería bueno para la sociedad. Esa idea de que el egoísmo es una especie de virtud, en este momento, para mí es muy difícil de entender.

Otra cosa que la pandemia aceleró es la inmediatez en la circulación de mensajes, sentencias y debates. Una cosa que sí puedo decir que aprendí es a correrme un poco de la inmediatez. A salir de esa situación que nos atrapa a todos en algún momento que es esa especie de tener una suerte de movilero imaginario todo el tiempo al lado que te pone un micrófono y para el cual vos tenés que tener respuestas para todo. A mí me parece sano en este momento no tener respuesta para todo, poder decir: no sé, de esto no sé, no sé no lo pensé lo suficiente. No dar la misma respuesta para todo. Tomarse un tiempo para pensar las cosas porque los cambios son vertiginosos. Y porque también el hecho de poder decir no sé, que creo que es algo que no hace nadie… el que dice no sé es el boludo de la sociedad. Porque todos tienen que tener una respuesta para todo y eso a mí me parece malo porque también decir no sé habilita a que ingrese la voz del otro que es fundamental para poder construir el sujeto colectivo. Poder decir, yo puedo saber de esto… de esto no sé, necesito que otro lo diga y necesito escuchar, no hablar siempre.

En cuanto al arte y a mi manera de concebirlo y practicarlo, si bien a mí me interesa el hecho de decir, tengo más tiempo de sentarme a leer un libro, escuchar música, viendo una pantalla y que el arte ha sido muy importante en sostenernos a cada uno en el desorden que genera la pandemia, también como artista digo que a mí no me termina de interesar el arte como productor terminado: como artista me interesa el proceso. Y si bien la escritura es una actividad más bien solitaria yo creo que de todos modos los procesos son colectivos porque la temperatura del lenguaje la tomás estando en grupo, charlando, escuchando otras voces. Y eso se ha visto afectado, estamos muy mediados a la pantalla y no es lo mismo.

Yo creo que uno de los desafíos del arte es encontrarle una solución a que el proceso creativo vuelva a darse en el centro de la comunidad o encontrar alguna manera de generar una especie de símil de eso en la pantalla que hasta el momento creo que no se consigue. Más allá de experiencias de creación colectiva a través de la pantalla, que es distinto porque lo hacés con gente de distintas partes del mundo, creo que hay algo del proceso de que ingresen otros elementos que no sean solo artísticos… Si yo me pongo a escribir con amigos escritores en el mundo es interesante porque ingresan otros modos de escribir, otras tradiciones, pero no dejo de salir del ámbito de la literatura. En cambio cuando yo me muevo todo el día en la ciudad mi práctica está imbricada con un montón de otras cosas que hoy están o interrumpidas o atenuadas. Creo que eso nos pasa a todos. Me parece que hay que generar una resistencia a la tentación de pasarse totalmente a la pantalla. Tratar de no perder ese contacto con el hacer diario, que en mi caso, es lo que más me interesa en cuanto a la generación de arte.

Hugo Vitali

No tengo conciencia de lo que voy aprendiendo en esta época en que transitamos y voy viviendo el día a día con gran ojo observador y cuidándome lo más posible. De las contingencias que se nos presentan supongo que en algún momento se hará consciente ese aprendizaje que nos dejará.

Sobre el arte, en estos tiempos y cómo lo concibo -acudió a la irónica frase de múltiples interpretaciones- yo cambiaría el artículo que precede a la palabra arte y pondría una h, sería en estos tiempos algo así como como morirse de frio”.

Tengo la esperanza de que el mismo confinamiento de estas manifestaciones podría decir que es como una semilla que puede haber caído de algún lado y en un futuro no sé si cercano, próximo o lejano puede llegar a dar algún fruto nuevo.

Lucas Sánchez

“La pandemia me enseña a valorar mucho más lo construido colectivamente, a reparar en las pequeñas cosas, en lo verdaderamente importante, a asimilar herramientas, conocimiento hasta el momento en que nos tuvimos que aislar, valorar esa caja de herramientas con las que me encontré y tratar de hacer con eso, que nunca es poco, y buscar cómo potenciarlo.

Por sobre todas las cosas creo que no hubiese sido posible sin la red de vínculos y afectos.

En cómo concibo el arte, por supuesto que también influyó. Quizás animarme a hacer eso que tenía muchas ganas de hacer, que nunca había hecho, aunque considere poco es, y tratar de profundizarlo. A valorar eso insipiente y poder desarrollarlo.

El músico y compositor presenta dos discos en las últimas semanas, “Cuartito Eléctrico” con el grupo homónimo y “Tauro” (lanzado el 23 de abril) en trío junto a Hernán Jacinto y Pablo González, editados por Club del Disco.

“Siempre tengo ganas de trabajar, de hacer música. Si tengo tiempo de ocio y un poco de energía, me dan ganas de hacer eso”, dijo el músico a FM De la Calle, en un contexto signado por la situación de pandemia por COVID-19, que a muchos artistas les llevó a producir menos.

 “Los dos grupos son formaciones inusuales. En el caso de Cuartito Azul no hay instrumento armónico. Especialmente en vivo. Trabajamos una serie de composiciones inspiradas en las cartas del tarot, pensando en la simbología que cada una proponía”.

Según la producción del disco, “la sonoridad del grupo mezcla elementos de la improvisación del jazz, el pulso del funk o del rock y diversos elementos texturales de diferentes músicas, incluida la música académica”.

De este proyecto participan Sergio Wagner en trompeta, Ramiro Flores en saxo alto, Barítono, piano y composición, Hernán Segret en bajo eléctrico y Carto Brandán en batería.    

Por otra parte, Tauro es el primer disco de Mapu, el trío integrado por Ramiro Flores, Hernán Jacinto y Pablo González.

“Es un proyecto con el que venimos tocando hace bastante. Con Hernán tocamos juntos desde el 2005. Hicimos muchas cosas en dúo y en otras formaciones. Hace un par de años armamos el trío. Tenemos un repertorio en común muy grande. En este caso revisitamos varios temas y hacemos algunos nuevos. Tiene el espíritu de la tocada en vivo, como una cosa más jazzística y de improvisación”.  

Este disco fue grabado en vivo por streaming. A lo grabado en vivo se le agregaron algunos colores  sonoros para la salida del disco. Además del repertorio mencionado, hay una versión de “Parlante”, de Luis Alberto Spinetta.

Como solista grabó cinco discos: Flores, Son Dos, El Jardín de Ordóñez, Cuartito Eléctrico y Tauro, ampliamente elogiados por la crítica especializada y, algunos de ellos, seleccionados como disco del mes por el Club del Disco. Se presenta en la gran mayoría los festivales de jazz de Argentina, en Lollapalooza 2018, incluyendo giras por Latinoamérica y Europa.

Colaboró en los proyectos y los discos de artistas nacionales e internacionales como Gustavo Santaolalla, Javier Malosetti, Illya Kuryaki and the Valderramas, Hernán Jacinto, Santiago Vázquez, Juan Cruz de Urquiza, Fito Páez,  Francisco Fattoruso, Los Fabulosos Cadillacs, Wos, Lisandro Aristimuño, Loli Molina, Mariano Otero, Akiko Pavolka, Robby Ameen y André Marques, Enrico Pieranunzi,  entre muchos otros.

Como compositor, arreglador y productor compuso y dirigió música para diversas presentaciones de building mapping, entre ellas la obra de cierre por los festejos del Bicentenario Argentino, dirigida por Esteban Sapir.

Produjo discos de jazz de artistas como Mariano Otero y Luis Nacht. Arregló para Illya Kuryaki and the  Valderramas, Mariano Otero, Loli Molina y Los Fabulosos Cadillacs, entre otros.

Recibió el Premio Clarín 2007 como revelación de jazz.

La primera edición del Festival Puntal, el violonchelo en las músicas populares, se lleva a cabo de manera virtual, libre y gratuita desde ayer hasta el sábado. Se realizarán 8 presentaciones de violonchelistas con sus proyectos, 5 participaciones en ronda de canto y chelo, y 3 talleres para violonchelistas.

Su director, Rafael Delgado, dijo a FM De la Calle que quisieron “hacer un festival lo más federal posible, lo más diverso y que además tuviera una perspectiva de género”.

“Para el próximo festival, en el 2022, pensaremos un formato mixto. Es muy difícil, no hay festival que se sostenga, al menos de forma independiente. Muchos artistas se quedan afuera de los circuitos. Trabajamos contra eso”.

Rafael es chelista desde que tiene “uso  de memoria. Empecé muy chiquito. A los cinco años ya estaba con un chelo en la mano, jugando mucho. Después hice mi carrera. Empecé en Perú y luego en Argentina. Hice toda la carrera clásica pero yo siempre tuve esta inclinación de explorar músicas populares. Siempre quise hacer folclore peruano, jazz, rock”.

“La formación convencional del chelo es tradicional. Hay que tocar muchas obras muy importantes, que son muy hermosas, que hay que aprender a leer e interpretar. Pero es una formación que no implica el desarrollo de la estrategia para improvisar, para leer cifrados. Es tan específico que hoy en día tenemos conservatorios, escuelas de arte donde esto sí se estudia. Ha sido todo un proceso: como toda militancia implica un proceso de lucha hasta consolidar algo y después sostenerlo en el tiempo”.

Según la organización, el encuentro se realiza “con la intención de dar cuenta de la diversidad de músicas populares abordadas desde el violonchelo, en esta oportunidad el festival contará con la participación de violonchelistas locales reconocidos y emergentes: Flor Sur Chelo Trío (Córdoba), el dúo Chechelos (Neuquén, BA), Rafael Delgado Trío (BA), Violeta García (BA), Claudio Peña (BA), Pablo Enelotromundo (BA) , Leila Cherro (Chubut); y como invitados especiales el grupo Viajeros, música y camino (Medellín, Colombia). Además, se realizará una sección a manera de ronda de chelistas-cantantes en formato solista: Lucrecia Carrizo (Córdoba), Sofi Quiroga (BA), Celia Eymann (Neuquén), Nacho Mena (Roma) y Lucía Espeche (Neuquén)”.

Las comunicaciones al público se realizan desde la página de Facebook e Instagram del festival y la transmisión de las presentaciones se realiza de manera libre y gratuita desde el canal de Youtube del festival cada día de 20 a 21 hs (ARG GMT-3).

Para participar de los talleres para violonchelistas se requerirá una inscripción previa al mail [email protected] hasta completar el cupo de 100 participantes.

Este festival forma parte de las actividades organizadas desde las cátedras de Violonchelo Popular de la Carrera de Música Popular Argentina (Tango y Folclore) del Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla (BA), a cargo de Rafael Delgado.

*El puntal es la vara metálica que al extenderse desde la parte inferior del violonchelo permite apoyarlo en el piso brindándole la inclinación necesaria para poder tocarlo sentado, a diferencia del resto de los instrumentos de la misma familia (violín, viola o contrabajo).

La Comedia Municipal de Bahía Blanca tiene peso histórico y densidad social. Mariela Asensio asumió la dirección de la obra  El Arrebato, con plena consciencia y valoración de estas características.

Este sábado 3 de abril estrena en El Cultural de Tiro Federal (Newton 1180). La artista habló con FM De la Calle acerca de esta propuesta, el teatro en nuestra ciudad y el arte como herramienta de deconstrucción social.

¿Cuál es tu origen, tu lugar de creación en el teatro?

No puedo evitar nombrar a mi primera maestra de teatro que fue Laura Bove. Creo mucho en la importancia de las y los maestros. Me transmitió la prepotencia de trabajo.

Yo me considero una persona muy abierta en términos teatrales. Puedo circular por distintos espacios, puedo trabajar con gente diferente y eso me enriquece. Puedo dirigir en el ámbito académico, ir al teatro independiente, ir al teatro oficial, incluso estar en el comercial.

Hay algo en mi manera de relacionarme con el teatro que para mí no tiene límites ni fronteras: cuanto más se pueda expandir, mejor. Mi casa es el teatro y el teatro acontece en tanto haya un cuerpo en escena y otro espetando. No es un espacio físico ni conceptual sino el teatro como entidad.

El teatro te atraviesa y vos lo atravesás, en todo caso, según la circunstancia…

Exacto. Es más: a mí me interesa mucho descentralizar la idea del teatro. Por eso soy tan fan de la comunidad teatral de Bahía, porque me parece que es una con mucha capacidad autogestiva, con mucha impronta del hacer y muy asociada a su lugar de residencia. Y eso me encanta porque este es un país muy centralizado donde pareciera que todo pasa por el mismo lugar y para mí eso, desde las políticas públicas, hay que empezar a tratar de cambiarlo para que cada artista desde su lugar de residencia pueda crecer, desarrollarse y vivir del teatro.

Hay mucha expectativa sobre este regreso de la Comedia ya que, en los últimos años, las políticas culturales locales afectaron su funcionamiento negativamente. La comunidad en general –más allá de la teatrista- conoce la comedia, está acostumbrada a que pase por su barrio, por su escuela, por su sociedad de fomento. ¿Esos públicos te desafían como directora?

Es el público al que más me interesa llegar con este espectáculo. El Arrebato es un musical de Hip Hop que tiene un lenguaje absolutamente linqueado con los jóvenes. Todas y todos los jóvenes se van a sentir identificados y van a empatizar con esta obra escrita por Emiliano Dionisi, que además tiene mucho impacto en el público adulto porque retrata un mundo muy crudo con mucha potencia a través de la música.

Hay algo ahí que se genera con el público que para mí está buenísimo. Es una obra recontra abierta, para llegar a todo el público. Es un espectáculo ideal para romper las fronteras de lo que sería el espectador de teatro.

“Somos todos iguales, hijos de una ciudad rota”, dice el texto. Ahí aparece un lenguaje accesible, muy profundo y poético. Y luego una apelación insoslayable: “si hay algo en lo que somos todos buenos, es en hacernos lo giles”…

Sí. La obra cuenta la historia de Mateo que es un niño que nace producto de un embarazo adolescente en un barrio vulnerable en un contexto de absoluta desigualdad y falta de oportunidad. Se va encontrando con todo lo que se encuentra un chico que no tiene ningún tipo de oportunidad de nada. En medio de todo eso también encuentra el rap.

Entonces, te muestra lo que puede pasar con un chico si no tiene ninguna coyuntura favorable, si no hay estructura que lo sostenga pero también cómo el arte puede abrir un camino posible. Lo que tiene de interesante la obra es que problematiza una realidad social muy concreta, que a veces nos pasa por el costado y que es hora de empezar a tener una conciencia social mayor.

Esto que planteás del rol del arte, no aparece mediáticamente como un elemento central para la modificación positiva de en una sociedad cada vez más violenta. No se habla tanto de políticas públicas en este sentido pero sí de más patrulleros. ¿Tiene el arte algo distinto que aportar que otro tipo de herramientas?

Creo que el arte lo que tiene es que nos permite la posibilidad de reflexionar y problematizar determinadas cuestiones que están naturalizadas en términos culturales y sociales. Permite la posibilidad de sensibilizarnos y despertar sentidos que hacen que empecemos a tener otra percepción de todo lo que nos rodea. Eso nos hace personas mucho más conscientes y empáticas.

Y me parece que tiene como valor agregado que no es un bajador de línea el teatro: te entra por lugares mucho más sensoriales, intuitivos, genuinos. Es como una gran máquina deconstructora.

Alguna pregunta va a surgir. Uno no debería irse igual que como entró…

Exactamente. Si yo me pongo a hablarte de la desigualdad social quizá no empatizás pero si ves El Arrebato  seguramente por algún lugar te va a entrar y hay algo que ya no va a ser lo mismo. Eso me parece que es la capacidad que tiene el arte.

¿Qué podés decirnos del autor Emiliano Dionisi y del musicalizador Martín Rodríguez?

Emilano Dioniis es un colega querido alucinante. Yo vi el estreno de El Arrebato  en CABA, y me pareció un espectáculo super potente. Siempre tuve la sensación de que podía hacer algo con eso. Quería hacerla yo y ponerle mi impronta.

Cuando se habría la convocatoria de la Comedia… siempre que cuento que es la tercera vez consecutiva que me presento para dirigirla… dije este es el espectáculo ideal para presentar. Porque no es solo estrenar en un teatro, es todo lo que pasa después, ir por las escuelas, etc.

Martín Rodríguez es un genio. Yo lo conocí en este material. Compuso las músicas y también escribió las letras. Cuando llegué a Bahía lo primero que hice fue llamar a la comunidad del hip hop bahiense. Tenemos a Víctor Fuentes y a Ariez Fresh. Cuando vino este último a ver el ensayo, se emocionó y dijo: cualquier persona del rap se va a estremecer viendo esto. Yo dije: listo, ya gané la batalla. Martín tuvo la capacidad de comprender ese mundo.

Funciones

5 funciones, gratuitas y abiertas

Serán los sábados a las 20hs, y los domingos a las 20:30hs (3, 10,11, 17 y 18 de abril)

Cupo limitado. Concluido este ciclo inicial, la obra se presentará en distintos espacios de la ciudad que serán comunicados oportunamente también gratuitas y abiertas a todo público.

Lugar

El Cultural de Tiro Federal (Newton 1180)

Entrada

Gratuita con inscripción previa

Actúan

Rocío Avondet – Camila Bresciano – Anabella Degásperi – Lucas Sánchez – Santiago Navarrete – Matías Sanders – Damián Cegarra Anze

Asistente de dirección

María Virginia Pezzutti

Asistente técnico

Mauro Oteiza

Coreografía

Cintia Nievas

Breakdance

Victor Fuentes

Arreglos vocales

Gisela Arosteguis

Grafitis

Ariez Fresh

Fotografía

Emilio Orbe

(Por Astor Vitali) Astor Piazzolla se plantó. Astor Piazzolla fue un piantado. Se lo quiere (o se lo odia) “así, piantao”. Las cosas tienen un contexto: este columnista se llama Astor. Y se llama Astor por Piazzolla. Por este artista universal que nació un 11 de marzo, hace cien años. Su trabajo hizo que otro artista de un pueblo ignoto del sur de la provincia de Buenos Aires, General Daniel Cerri, -mi padre- haya decidido pelearse con la administración pública nacional para que su hijo sea nombrado de esa y no de otra forma. Astor. Sin segundo nombre ni diminutivos. Hasta los tres años, quien suscribe, no tuvo autorización del juez para su bautismo civil. Era nadie pero era Astor, quisiera o no el Poder Judicial. Astor no sólo no era reconocido en el ámbito del tango: Astor era considerado “nombre extranjero”. Curiosidades de un país que es conocido en el mundo por su música, entre otras cosas, y particularmente por la música de Astor (Piazzolla).

En el libro El mal entendido de Diego Fischerman y Abel Gilbert -cuya lectura recomendamos- se da cuenta de las complejidades que constituyen un emergente como Piazzolla. Recuerdan que el crítico literario Harold Bloom sostuvo que “imaginar es malinterpretar”, refiriéndose a la poesía y aseguran que “esa idea es perfectamente aplicable a la música y a algo que ha definido a Piazzolla en sus asimilaciones del jazz y de la primera ola modernista de la música de tradición escrita: actos únicos de ´incomprensión creativa´. Si Piazzolla hubiera tenido una actitud mecánicamente epigonal y mimética hacia Stravinsky o Bartók apenas habría sido un reverente catalogador de técnicas. Su lectura ´errónea´ fue siempre creativa. Al buscar una genealogía de esa ´malinterpretación´ como apertura al espacio creativo, Bloom se encuentra con el clinamen, el nombre en latín que dio Lucrecio a la impredecible desviación que sufren los átomos en la física de Epicuro. El apartamiento como modo de fidelidad cifrada. A veces se habla de influencias, lo que lleva de alguna manera al mismo lugar. La influencia, añade Bloom, siempre ´procede de una mala lectura´, es ´un acto de corrección creativa´, de ´distorsión´ que, por otra parte, es intrínseco a una pretensión de progreso artístico. Y vaya si Piazzolla la tuvo”.

Durante una entrevista televisiva, el propio Piazzolla daba las claves para interpretar su práctica: “El problema mío es que yo estoy en contra de todo lo que se repite y de todo lo que es fácil. Porque es mucho más fácil para una persona tocar El choclo, La comparsita, Uno o Adiós pampa mía. Temas que se escribieron hace cuarenta años atrás pero que son muy lindos. Pero estamos viviendo en el año 84, yo no puedo tocar salir a tocar el choclo o uno. Yo no puedo olvidar las grandes orquestas de tango como tampoco podré olvidar a Duke Ellington, porque tocaba en el año 20 en Nueva York. Al contrario: yo jamás podré olvidar a George Gershwin como jamás olvidaré yo a Aníbal Troilo. Lo que pasa es que yo no debo tocar de esa manera porque todo ha cambiado. Tengo el deber, mi obligación… yo tengo 63 años y yo tengo que escribir con la mentalidad de un chico de 20 años”.

Dicen los autores del libro señalado: “Hoy entendemos, posiblemente mejor que cuando éramos más jóvenes, lo difícil que debe haber sido ser Piazzolla en tiempos de Piazzolla. Y vemos con mayor claridad que, con independencia de las palabras que los propios músicos utilicen, de la precisión técnica con que estas sean usadas, y, también, de las apelaciones a formas, géneros o ámbitos cargados de prestigio simbólico (la fuga, la sinfonía, lo ´clásico´, ciertos premios, el Teatro Colón), lo que importa, finalmente, es lo que suena. Casi nadie revisa como elemento probatorio concluyente si Bill Evans escuchó o no a Luigi Nono o cuán epidérmica es la cita de Stockhausen de Hymmen en ´Revolution 9´, de The Beatles. Las obras de arte y las palabras que intentan dar cuenta de ellas a veces corren por carriles distintos y hasta divergentes. Los propios músicos no siempre son claros acerca de sus intenciones y logros. La verdad no habita en sus explicaciones o apologías sobre las obras. Para acercarse a ellas, ir sobre sus pasos como si se tratara de cazar la propia sombre, está, ante todo, la música. Después, solo después, se pone en funcionamiento una máquina interpretativa, afloran los discursos, con sus paráfrasis y analogías, los análisis y los contextos, la ponderación y la crítica. Este libro siempre ha tratado de ser un puente (uno más) con aquello que nos legó Piazzolla, un modo reflexivo de acercamiento a lo que, primero, llegó como una vibración: el aire de Buenos Aires en movimiento”.

Acerca de los datos biográficos de Astor Piazzolla está todo a mano. Pero en el contexto de este aniversario nos parece interesante sugerir una síntesis poética: la canción Balada para Astor Piazzolla de Fernando Cabrera. Una manera de conocer una vida a través de una canción. Bella manera de conocer una vida.

Volviendo a su arte, “alguien en el mundo piensa en mí”, dice la canción de Charly García. Fue Nadia Boulanger quien, cuando Piazzolla estaba cansado de su situación en la escena porteñay su el tango, y fue a profundizar estudios para avanzar en la música académica, le dijo que como músico “clásico” sería uno respetable pero que Piazzolla era ese que estaba amagando con bajar los brazos. Siempre hay oídos adecuados: hace falta encontrarlos y no siempre es tarea fácil.  

Hay muchos Piazzollas, siempre en diálogo y tensión con las épocas que le tocó atravesar y ser atravesado por cada una de ellas. Hay Piazzolla de película, tanguero, sinfónico, electrónico, clásico, nuevotanguero. Hay Piazzolla intentando adaptarse a las formas del futuro con la memoria abigarrada en la historia sonora de su Buenos Aires, que no siempre lo quiso.

También queremos recomendar, por estos días, el trabajo que se está llevando adelante desde el Teatro Colón. Varias miradas sobre Piazzolla conviven allí.

También el Centro Cultural Kirchner ha trabajado una propuesta para abordar la obra del Maestro.

En Bahía Blanca, la influencia de Piazzolla sobre el Grupo Volpe Tango Contemporáneo es innegable. También en la música de los bandoneonistas históricos, en la inspiración de arregladores y cantantes, y también en diferentes abordajes de intérpretes, como el que puede escucharse en el disco de Alberto D´Alessandro.

Desde el punto de vista político tuvo flancos criticables, como su cena con Videla o sus disculpas ante el menemismo triunfante.

En una entrevista realizada por Crstian Vitale (publicada en Página 12 en 2001) a Diana Piazzolla, su hija escritora y militante del Peronismo de Base durante parte de los setenta, cuenta que nunca quiso saber nada con la portación de apellido: “Mi papá me decía ´querés que hable con Neustadt, este aquel o el otro´ y yo me negaba. Entonces, trabajé en fábricas de galletitas, limpié fábricas, etc. Quería mi propia vida. Pero la cosa se fue poniendo cada vez más jorobada. Papá no estaba políticamente de acuerdo con lo que yo hacía y el colmo fue cuando detuvieron a mi esposo, que era dirigente gráfico. Nos allanaron todo y nos vimos obligados a irnos al exilio.

–¿La posición de su papá en ese momento era la misma que cuando empezó a militar?

–No. Había cambiado. De golpe, él y mi hermano decían que eran de derecha. Pero lo decían con cierta ironía: Fidel y Menem, para él, eran parecidos. Jamás se lo perdoné.

–¿Nunca?

–En aquel momento no. Hoy sí, pienso que alguna idea tenía que tener el viejo. Pero en ese momento, yo estaba exilada en México y pasaba hambre. Y él no me ayudaba económicamente. Cuando yo estaba afuera, nadie, excepto mi vieja, me dio una mano. Todos se hicieron los osos. Tengo un resentimiento muy grande sobre aquel pasado. No tenía ni qué ponerme para ir a trabajar. Ellos me mandaban ropa usada, rota. Pero, como positivo, me queda el hecho de haber mantenido mi dignidad.

–¿Qué sintió cuando su papá se sentó a comer a la misma mesa que Videla?

–Yo trabajaba en el diario Excelsior de México y, cuando la prensa se enteró, vinieron todos a hacerme preguntas. Jamás le voy a perdonar que haya cenado con aquellos que habían allanado el domicilio de su hija, mandado preso a su yerno dejando dos hijos en manos de mi primer marido, que me los había robado. Pasaba todo eso, muy doloroso, y mi viejo sentado con los asesinos. Cuando le dijeron que yo no lo quería ver nunca más, se puso a llorar y me vino a ver a México. Ya estaba casado con Laura Escalada.

–¿Cuál fue la excusa que usó para que lo perdonara?

–Me pidió disculpas y me dijo que lo había hecho por miedo. Una respuesta facilista, porque todos teníamos miedo. Yo lo quería con toda mi alma al viejo y esa vez me había defraudado totalmente.

–¿Qué pasó de ahí en más?

–Borrón y cuenta nueva”.

El carácter revolucionario de Astor Piazzolla en lo artístico no tiene reflejo en sus reflexiones políticas de manera directa. ¿Tiene por qué tenerlo? Este tipo de eventos genera decepción para quienes intentan ver integralidades en los individuos que gozan de algún prestigio público por diferentes actividades (que nada tienen que ver con lo político en sentido del sistema de gobierno).

Ocurre lo mismo con Borges: quien tome en serio las opiniones revulsivas sobre los aspectos políticos de la vida pública –bastante más a la derecha que su pretendido anarquismo individualista- de Borges, se pierde su literatura.

En la versión radiofónica de esta columna podemos escuchar una composición dedicada nada menos que a Salvador Allende, como contracara y pocos meses antes. Se puede también escuchar sus defensas del alfonsinismo.  

Una vez le preguntaron al Maestro Osvaldo Pugliese qué podía destacar del trabajo de Piazzolla. “El empuje. Se ha distinguido siempre Astor por ser un muchacho muy inquieto y buscador de nuevas formas. Tal es así que ahora mismo presenta un sexteto nuevo. Espero que siga siempre con ese poder revolucionario que tiene en la sabiola”, dijo Osvaldo Pugliese entrevistado en Amsterdam, en ocasión de compartir escenario. No en Argentina. Esto habla de Argentina, y de las broncas de Piazzolla con su país, o con quienes manejan la maquinaria cultural.

Osvaldo quería a Astor y Pugliese reivindicaba el carácter revolucionario de Piazzolla en lo musical. No parece poco.

Astor Piazzolla fue un músico nacido en una sociedad y en un contexto de mucha competencia. Durante su niñez forjó su personalidad rodeado de mafiosos y luego, en Argentina, se hizo músico de orquesta en medio de una cultura de perspectiva liberal que se desarrollaba -para completar el estofado- en el contexto de despliegue del llamado Estado de Bienestar. Mientras se producen grandes cambios en el mundo, su pelea estética se suma a las corrientes transformadoras. Un músico que intentó hacer del tango un arte que no estuviera restringido a los lugares comunes.  

La discusión de si Piazzolla es o no tango no tiene lugar en esta columna porque carece de sentido.

“El nombre Astor no existía. Mar del Plata, apenas un puerto de pescadores y, a una cierta distancia, unas pocas manzanas aristocráticas y un balneario de madera, casi tampoco. En 1921, Vicente Piazzolla, aquel que más tarde será conocido como Nonino, bautizó a su hijo con un nombre inventado. Quiso homenajear a un amigo italiano que así se hacía llamar. Lo que no sabía era que ese nombre provenía de la abreviatura con la que, simplemente por capricho, el amigo había reemplazado al original Astorre” dicen los autores de El mal entendido –libro que seguimos recomendando.

Hoy, el nombre Astor aparece en todas la bateas reales y virtuales del mundo. Este nombre sigue moviendo a miles de personas a buscar un lenguaje personal dentro de la música. Su legado es revolucionario. Hacer Piazzolla como lo hacía Piazzolla, puede decirse, es a todas luces antipiazzolleano.

El legado de Astor es plantarse. Plantarse, en una sociedad que pide repetición y pingui pingui, mecanicismo, consumismo autómata y voraz, en una actitud contraria, musical, inteligente, crítica es quitarse la sujeción a la norma de la cordura y las sagradas costumbres. Plantarse, en esta sociedad, es piantarse.

Piazzolla nos lega una manera de ejercer la locura a través de la belleza.

Ilustración: María Florencia Laiuppa

El Centro Cultural La Panadería reabrió sus puertas con un espectáculo que surge de la creatividad de Matías Morelli, un artista especializado en percusión, conocido por públicos diferentes. Hay quienes lo han escuchado como solista en percusión de la Orquesta Sinfónica de Bahía Blanca, otras audiencias por su participación en grupos históricos de la ciudad y hay quienes han presenciado sus propuestas de características contemporáneas. También es docente, entre otras cosas. A grandes rasgos, una figura que se mueve en diversos ámbitos de la música y del arte. Si la música es una sola –como reivindicamos desde este espacio- y, en todo caso, se expresa en distintos formatos, su práctica requiere de músicos integrales. Es el caso de nuestro convocado.

La propuesta que tendrá lugar –última función- este sábado a las 21:30 parte de una propuesta estética personal. “Siempre digo que si durante cinco minutos dijimos algo que solo nosotros podíamos hacer, de la hora que estamos tocando, salvamos la noche”, cuenta Morelli a nuestro medio.

Sobre el escenario participan otros y otras artistas que arroja una mixtura sonora y subjetiva. “Mi idea original era hacer un concierto solo. Yo tengo un ejercicio cotidiano de juntarme con gente a tocar y a improvisar. En un momento en el devenir de organizar este concierto, fui comentándoles y se fueron sumando. Al final armé un concierto donde en una primer parte toco solo y luego en un ensamble con músicos que por primera vez tocamos juntos, antes tocábamos por separado”.

El concepto no tiene que ver con la ejecución de una obra escrita. “Todos conocen la manera en la que se toca y no hay una pieza que hay que tocar: hay que estar en ese estado para poder tocar. Requiere un estado mental. El concierto quiere reflejar un estado de improvisación que cuando no nos debemos a un público, estamos como una hora sin parar donde pasamos por distintos momentos. La idea es reflejar esa espontaneidad pero controlada. Y ahí lo que hay que hacer es saltearse todo el tiempo aquel lugar común en el que sabés que podés…”.

Tocar esta música, rechazar todos los lenguajes que uno ya conoce, responde a la situación que estamos viviendo. Por lo menos en el arte me rebelo”.

Marcos Marchegiani, uno de los artistas invitados, dijo a FM De la Calle que “desde la perspectiva de quien está en el escenario, el concepto musical que se trabaja es el concepto de la búsqueda constante. Es la sensación de que lo que encuentra uno arriba en el escenario no es el fin sino que el fin es la búsqueda. Cuando alguien encuentra algo, los demás estamos buscando cómo profundizarlo. Es una aventura a través del campo auditivo y de las emociones, sin la necesidad de un preconcepto”.

“Es una propuesta muy ambiciosa. Venimos de un año en el que es muy necesario que trabajamos nuestras emociones. Tenemos que saber valorar que exista gente como Mati en Bahía Blanca que pueda trabajar en este campo con conocimiento y experiencia para poder llevar adelante este tipo de propuestas que no son comunes pero son necesarias”.

El concierto está dedicado a Diego Maradona, en un gesto que no refiere a la literalidad de su presencia en el espectáculo sino más bien a una manera de percibir el mundo. “Sin ser futbolero ni necesariamente maradoneano, cuando murió, dije: cambio de era. Guardé todas las partituras y las archivé. Me puse a improvisar y encontré cosas muy interesantes. Cuando dejás de leer y estudiar terminás escribiendo. Me parece que es un poco el gesto maradoniano: cortarte solo y jugártela por ahí. Y asumir el riesgo”.

Fotos y video: Título en construcción

(Por Astor Vitali) Se trata de un sencillo de Manu Angelini con la producción artística de Sebastián Schachtel  y la participación de los músicos Javier Casalla, Lisandro Diez y Diego Díaz. Fue producida y grabada durante el 2020, cuenta con una particular historia sobre su nacimiento y desarrollo, que el artista cuenta a FM De la Calle durante esta entrevista, en la que además se refiere a la situación de la música independiente frente a las nuevas plataformas y el monopolio discográfico.

La canción discurre sobre un rimo muy bello ¿Cómo surge?

Fue muy natural. La canción surge de un melodía ternaría, el estilo más conocido es el vals. Es uno que a mí siempre me gustó mucho y debe estar instalado en mi bagaje.

En cuanto a la sonoridad, se refleja un concepto contemporáneo pero también referencias tradiciones cálidas, por ejemplo en la toma de la guitarra.

En ese sentido hay una decisión bien clara de mantenernos en un sonido tradicional en lo que es la instrumentación. Tenemos dos guitarras, un violín y un contrabajo. Esto podría ser una milonga y sus músicos tocando en vivo.

La búsqueda que tuvimos con el productor artístico que es Sebastián Schachtel, fue pensarlo como si la persona que escucha estuviese ahí con nosotros y fuésemos los músicos que estamos tocando en una peña o una milonga.

¿Cuál fue el origen de la inspiración?

El disparador en particular es que estaba trabajando en Monte Hermoso, en una temporada de verano, durante unos meses. Caminando hacia el trabajo, mi amigo Santiago Iglesias me llamó para darme la noticia de que él iba a ser padre. Ni bien terminó la conversación telefónica, todo el resto del camino empecé a componer esta melodía y a grabarme con el teléfono. Llegué del trabajo, le puse una letra. Esto mismo es lo que hoy es la última estrofa de la canción final.

Después quedó abandonada bastante tiempo. Nunca más la desarrollé.

El año pasado, en plena pandemia, se conectaron dos situaciones: por un lado, tenía ganas de regalarle algo a Lola y que me encuentro con ese fragmento y así fue el desarrollo.

Tenés un trabajo en distintitos géneros como intérprete. A partir de esta posibilidad en las plataformas de no editar discos enteros ¿pensás en un repertorio propio como autor?

Me hice esa pregunta a mí mismo. Si bien lo pensé como un regalo, como una dedicación, para mí terminaba ahí. Pero también pensaba en hacer un trabajo integral: si voy a hacer una canción hay que trabajarla a full en todo sentido, en lo instrumental, en lo compositivo, en lo musical. Y me parecía que quedara en un archivo enviado por mail era desperdiciar un trabajo.

Yo no tengo una carrera solista, y por el momento, respondiendo a tu pregunta, no me pienso así. Pero de todas maneras está la posibilidad de tener canales en las redes sociales y dije, yo largo esta canción.

Me empieza a pasar ahora que tengo canciones desarrolladas o en desarrollo y que no van con las bandas que integro. Ahora tengo esta vía de poder presentarlas por ahí y hoy no tenemos la necesidad de hacer un disco con doce canciones. Está la posibilidad y si surge otra canción lo haré.

Aparece también una decisión estética que es la animación, muy orgánica con la propuesta musical. ¿Cómo la trabajaron?

Eso está bueno porque también tiene que ver con esta naturalidad con que se dio la composición musical. Como la canción es algo que no es tangible, no es un objeto, yo me quedaba con la sensación de que quería darle algo, un objeto. Entonces me apareció la idea de hacer un soporte, y empecé a dibujar una cajita para hacer con cartón y regalarle unas semillas.

Le conté esto a Leo Perrotta y me devuelve un boceto que me encantó: esta cajita la covirtió en un objeto animado. Como los grandes artistas me dio mucho más de lo que yo me imaginaba y complementó la canción de una manera inigualable.

Spinetta decía que los artistas son como un banco pero al revés: “no ponés guita y te dan guita”…  

Pasa lo mismo con los músicos que formaron parte de la grabación. Uno como compositor iba con sugerencias para los instrumentos pero siempre lo que venía era mucho más de lo que yo me había imaginado.

¿Cómo funciona tu cabeza a la hora de pensar determinada obra musical? ¿Pensás también en todo lo aledaño, en cómo se va a presnetar, dónde, en qué formatos?

Sí, cada vez me está pasando más que no puedo separar la producción del dispositivo o la plataforma donde se va a presentar. De alguna manera, me está pasando que el pensamiento es integral, casi a pesar de lo que yo quisiera. Porque a veces pienso que lo ideal es generar el producto artístico y después ver cómo adaptarlo a la plataforma.

Yo a veces me confundo un poco con esta situación porque también las plataformas son muy demandantes para el artista, en relación a la cantidad de material que hay que generar para abastecerlos. Por ejemplo, YouTube es claro que hay que subir un material visual, no alcanza con subir una portada estática. Pero a la vez tenés Spotify, que es sólo musical. Después tenés las redes sociales, donde uno convocaría al público a esas otras plataformas y también hay que pensar el contenido que uno sube ahí en relación a la obra y para mí esto no puede estar desprendido de la obra.

Creo que la obra debería estar circulando en todos lados a la vez, como si tuviese distintas cabezas y no sea un solo objeto que está en un solo lugar. Entonces eso te lleva a la necesidad de estar actualizado, por eso digo que es muy difícil y demandante porque esas redes se viven actualizando.

Por decir algo concreto, cada red social tiene sus medidas muy exactas de imágenes, para que se vea bien. A una red subís la imagen de una medida y esa misma imagen no sirve en otra plataforma. Es un laburo muy grande que nos pesa un poco pero hay que hacerlo porque es la manera de que finalmente la obra sea consumida.

Se suele decir que a veces -producto de esta exigencia que mencionabas-, el artista está pensando en todo menos su arte. A su vez, hay un discurso dominante que difunde la idea de que las nuevas tecnologías y plataformas “democratizan” y permiten que todo el mundo acceda a difundir sus obras. ¿Son efectivamente una herramienta que ayude al sector independiente o en rigor terminamos cambiando de milonga pero el repertorio es el mismo en otro escenario, teniendo en cuenta que las grandes empresas también juegan en esas plataformas con batallones publicitarios y otros recursos inaccesibles para el común?

En la medida en que haya monopolios, es todo sarasa lo que podemos construir alrededor de eso. Yo puedo dar algunos ejemplos concretos de artistas independientes que tienen una gran llegada y que han podido hacer una gran carrera. Pero, de alguna manera, lo que está pasando es lo mismo que pasaba con la era del cd o la era del disco.

Hay multinacionales que siguen teniendo la capacidad de instalar artistas, de difundir a gran escala ciertas músicas. Y no tiene que ver con calidad, estamos hablando de otra cosa. Tiene que ver con que el circo funciona para pocos y el resto lo que estamos haciendo con este tipo de tecnología en la que se dice que todos tenemos posibilidad es en realidad pelearnos por esos diez lugares que hay de mainstream de esas grandes empresas.

Y de hecho es lo que pasa. Hay un estudio muy interesante que se hizo creo que en 2013. Un licenciado de apellido Torres le preguntó a músicos independientes de Capital Federal qué relación tenían con la industria, es decir, con lo que es llamado el mainstream. El cien por ciento dijo que ninguna. Sin embargo, la materia prima del mainstream son los artistas independientes. O sea que el mainstream no genera sus propios artistas. En alguna época sí lo hacía, desarrollaba un artista, lo inventaba, lo formaba, le enseñaba a bailar a cantar, etc…

Invertía…

Invertía. Ahora espera. Lo que hace es esperar qué artista emerge. Cuando llega a 15 mil seguidores y lleva gente, lo agarra y nadie puede resistirse a un contrato porque tampoco hay limitaciones artísticas. Por lo tanto, la relación es directa porque el mainstream se nutre del sector independiente.

El problema es el monopolio. El 80 por ciento de las ganancias que generar en la Argentina se las quedan las discográficas. Del 20 por ciento restante, 15 se lo queda una empresa de Buenos Aires. Nos queda el 5 por ciento para el resto del país. Es nada.

Con tu rastro

Disponible en plataformas digitales (YouTube, Spotify, iTunes, Deezer, Pandora, iMusica, Amazon Music, Napster, entre otras).

Lyric Video disponible en el canal de YouTube Manu Angelini: https://www.youtube.com/watch?v=QJ6xjJLhBjg

Enlace a la canción en Spotify: https://open.spotify.com/album/43Tt517zg1luRYfkaJxWJP?si=juWSqDxJSDSvaW-GngxjbA

Cantora se llamó el último disco (doble) de Mercedes Sosa, editado en vida. El término es una referencia ineludible para pensar el canto de las mujeres del sur del continente. Como tantas veces sostuvo Liliana Herrero: “no se puede cantar como si Mercedes Sosa no hubiera existido”. Por la producción Cantoras.Ar evoca, sin querer queriendo, la profundidad de la voz americana del sur.

“Dudé cuando pensé en esto. Lo hablé con Lucía Guanca y le pedía ayuda porque a una le puede parecer un nombre fantástico pero no quería que se confundiera con ese disco. Pero yo decía: lo que pasa es que son cantoras”, dijo Alejandra de Lazcoz Producciones -sello editor- a FM De la Calle.

“Muchos pensaban que Cantoras era solamente folclore. Para mí Cantoras es todos los géneros musicales, y la música es una sola. La idea era poner a todos los géneros musicales y está muy bien armado el disco porque pasás de un género al otro. Me ayudó Ana De Marchi. Tardes enteras para armarlo y que quede así”, agregó.

Para este colectivo, el disco se trata de un “acto estético e histórico” ya que “nunca se hizo un disco así. Va a ser un antes y un después en la manera de presentar la música. Discos hace todo el mundo, si bien en el 2020 no se estaba haciendo nada. Yo me preguntaba qué podía hacer y esta me pareció la manera”.

Cantoras recoge expresiones de gran parte del país. “A mí me interesaba que estuviera todo el país. Las provincias que no están, es porque no han podido salir a grabar por las dificultades del año anterior. Pero hay un tema que dice ´no soy de aquí ni soy de allá´: todas representamos a todas”.

Respecto de la letrística, Alejandra explicó que “la idea era que sea libre, ya que la libertad es una palabrita que decimos pero que es difícil. Siempre nos callaron la boca, dije: tiene que ser libre. Por eso no dijimos tiene que ser sobre tal tema”.

“Los temas le cantan a todo. Lo interesante del disco, que abre con nuestra madrina que es Patricia Sosa, que nos bendice a todas, con ´La paz´ y cierra Silvia Palumbo con ´Ni una menos´. Ojalá no tuviéramos que cantarlos, pero cada vez hay más casos y el tema de Silvia hace referencia a eso. Le cantan a todo”.

Maite Valiente, del dúo Las Charabonas, es una de las artistas de Bahía Blanca convocada por el proyecto: “El año pasado, nos llamó Alejandra Lazcoz para invitarnos a participar de un disco federal, con tres canciones. Elegimos una chacarera, una zamba y un chamamé canción. Es un disco de todas autoras, músicas, intérpretes y cantantes mujeres músicas de todo el país. Le dijimos que sí, que nos encantaba la idea y en seguida nos pusimos a elegir los temas”.

Para elegir repertorio definieron no “repetir ritmos” que les gustara mucho el arreglo vocal así como el acompañamiento instrumental. “Elegimos la zamba ´La pomeña´ de Leguizamón y Castilla. Habla de Eulogia Tapia que vivía en la Poma. El folclore tiene eso que habla de historias que son cotidianas, que habla de trabajadores y de las distintas geografías que hay en nuestra país”.

“La otra que elegimos es ´María Va´ de Antonio Tarragó Ros, que habla de algunas tradiciones y mitos argentinas. En este caso se menciona el pombero y justamente dos mujeres”.

Además, “queríamos elegir una chacarera y nos gusta mucho el arreglo de guitarra de ´Cuando muere el angelito´ de Carlos Inchausti y Marcelo Ferreyra”.

“Nos encontramos con la sorpresa linda de que una de las 46 participantes es la hija de Antonio (Tarragó Ros), esperamos que le guste. Y respecto a Cuando muere el angelito, le llegó la versión al autor, nos llamó, le gustó mucho y estuvimos un rato charlando. Fue una experiencia muy hermosa”.

Como invitando al mate, Maite cierra diciendo: “esperamos, con Araceli Fernández, que disfruten del disco y sigan el proyecto porque tiene mucha sonoridad y mucha sororidad”.

¿Quiénes participan?

Cantoras.ar está compuesto por:
Jujuy: Banda Coya, Hermanas Simón, Eugenia Mur; Salta: Mariana Baraj, Lucía Guanca, Luciana Palavecino,
Marianela Domínguez, Martha Pino; Santiago del Estero: Las Mulleris, Andrea Bustamante, Claudia Pallarez;
Tucumán: Nancy Pedro; La Rioja: Gloria de la Vega, Johana Santillán, Lía Gómez Castellanos, Antonella
Torcivia, Mily Juarez, Flor Castro; Misiones: Aurazul; Chaco: Ayelén Francou, Valeria Palacios; Entre Ríos:
Marcia Müller, Ornela Taffarel; Santa Fe: Angeles Deló, Viviana Barrios; Córdoba: Carolina López, Victoria
Alfonsina; San Luis: Cecilia Giménez; Buenos Aires: Irupé Tarragó Ros, María Eugenia Díaz, Cecilia Baraz,
Cecilia Roldán, Gaby La Voz Sensual del Tango, Ana De Marchi, Las Charabonas, Silvia Palumbo y DesBandadas,
Romina Benito; La Pampa: Laura Paturlanne, Leticia Pérez; Neuquén: Adriana Focarazzo, China Town,
Estefanía Durán, Lorena Riquelme; Río Negro: Toly Hernández; Invitada especial: Patricia Sosa

(Por Astor Vitali) Irene Ruth es tecladista y cantautora. A principios de noviembre editó Fuga de Capitales, un disco con obras propias.

La producción amanece con una canción vespertina, sonidos que atrapan a quien se dispone a escuchar una nueva obra: hay una autora que tiene algo para decir y está dispuesta trabajar con los sonidos para hacerlo.

Luego, mira a través de unos lentes filosóficamente críticos, en Cóncavo. Toda apreciación depende del lente con que se lo mire, dicen. Pero no siempre quien mira es la misma persona. Más bien, cambia el lente y también cambia la mirada. Avanzamos escuchando sonidos y preguntas. Sonidos y preguntas. Diagonales que a veces se tocan y, casi siempre, apenas se reconocen como accidente, sombras de futuros olvidos.

Luego viene La demora. Y no es que hayamos esperado tanto. Es bueno que la demora no tarde en manifestarse. La sombra como demora, los ecos que se adelantan como rumor de lo que se sabrá perdido. Y a esta altura, uno dice, que bueno que las letras de la autora sean más que una palabras que digan cosas y que, más bien, le hablen a las cosas que se desfondan, a las que ocupan el tiempo libre; más bien, el tiempo en que logramos sentirnos libres. Un camino que se elige. Los vientos que suenan aquí confunden la materia ¿es el río o son los vientos?

Ahora todo, todo que entra en un punto como en El Aleph. Un punto que guardamos en un lugar olvidado, a la vista. Un abismo que nos pone en peligro. Por eso vamos por otros callejones más livianos, menos oscuros que el silencio, ese espejo del espíritu, abombado de pantallas y publicidades. ¿El tiempo se va o se esconde? ¿Cuándo atinaré? ¿En qué baldosa estaré pisándome los fracasos por venir? La sorpresa y lo inmenso son cosas demasiado grandes para que nos entren en el cuerpo, como el otoño que se le fue metiendo en el cuerpo de la Tonada del viejo amor.

Desatar luego 15 nudos. Es tan difícil como escuchar el crujir de las cuerdas que nos atan las alas y las comisuras de la sonrisa franca.

El agua es cosa seria. Se requiere cierta rigurosidad artística para referirse a ella. Mojar el tiempo y el espacio con una canción no se parece a la lágrima, ni un escupitajo; ni siquiera a beso engominado. Por eso el arreglo musical se va moviendo, como el agua: vibra, según el cosmos.

Pero claro, Que rieras es inevitable. Porque hay algo jocoso en este drama que nos atraviesa y que nos excede. Sólo por reír, reír. Cuando dos miradas se reconocen tiernamente diminutas, se llama risa.

En última instancia, como todes, Lo dejo en tus manos, porque la voluntad es un mito. Y esta música sirve para reconocerlo, para reconocernos, para llorarnos y para festejarnos.

Nuevamente, lo dejo en tus manos, porque escuchar puede ser una forma sustancial del tacto en otra dimensión.

Ficha técnica

Composiciones originales de Irene Ruth.

El sexteto, surgido en 2018, está integrado por Irene Ruth en teclado y voz, Cecilia Dottore en saxo alto, Gabriel Sainz en trompeta, Manuel Calvo en trombón, Axel Filip en batería y Carlos Quebrada en bajo.

Irene Ruth en teclas, piano, voz, coros

Cecilia Dottore en saxo alto

Manuel Calvo en trombón

Gabriel Sainz en trompeta y bandoneón

Carlos Quebrada en bajo

Axel Filip en batería

Músicxs invitadxs

Victoria Lo Giudice: voz en “Ahora todo”

Juan Sarda Lerotich: guitarras en ” Canción vespertina”

Composición música y letra de todos los temas a cargo de  Irene Ruth, excepto la letra de “El Agua”, de Leopoldo Castilla.

Preproducción Irene Ruth y Carlos Quebrada

Post producción:

“La Demora”, “15 Nudos”, “Cóncavos” y “Devenir de los días”: Irene Ruth y Darío Jalfin.

“El agua”, “Ahora todo”, “Canción vespertina” y “Que rieras”:  Irene Ruth y Andrés Marino.

Mezcla: Mariano Miguez

Mastering: Pablo Lopez Ruiz 

Grabado en Ideo Music por Pablo Lopez Ruiz y Mariano Miguez

Homestudios por Darío Jalfin y Andrés Marino

Arte visual y diseño gráfico: Josefina Chevalier 

(Por Astor Vitali) La semana pasada comenzamos a preguntarnos ¿cómo nos entretenemos? Nos referimos, en primer lugar, a las formas en las que escuchamos música. Esbozamos entonces que habíamos pasado de una actitud de búsqueda activa (salir a buscar discos, sintonizar un programa de radio, comprar una revista) hacia una actitud pasiva (recibiendo lo que nos envían las plataformas y rehenes de logaritmos). Hoy nos dedicamos a lo audiovisual.

Mirar películas y series: hace algunos años veíamos las películas de la televisión abierta, quien tenía mayores recursos accedía a contenidos audiovisuales por cable o se alquilaban video cassettes. El cine era una alternativa, también.

De todas maneras, siempre es necesario contextuar cualquier comentario para referirnos concretamente a la cuestión: vivimos en Bahía Blanca. Argentina es un país nada federal en todos los ámbitos y el ámbito cultural no es la excepción. De manera que, por ejemplo, no podría compararse el nivel de acceso a tipos de películas que se estrenaban en los cines de Buenos Aires con las que en los cines de Bahía Blanca. Allí hubo y hay salas alternativas y aquí llega en general la porquería industrial (a nivel masivo, puesto que siempre hay instituciones públicas como las universidades o asociaciones civiles que militan el cine independiente o curan ciclos de proyecciones).

Esta diferencia que notamos al contextuar, ya es un punto de partida desigual y muestra, una vez más, que no todo el mundo corre con las mismas zapatillas.

Hace quince años la cosa pasaba por el DVD o quienes tenían computadoras ya comenzaban a descargar películas o ver propuestas cinematográficas o series a través de páginas web que iban subiendo contenidos. Se suponía que a partir de ese momento teníamos acceso a todo. Sin embargo ¿teníamos acceso a todo? En general, salvo en sitios especializados, las páginas que suben películas desde entonces no hacen otra cosa que subir las mismas películas que estrenan las compañías de la gran industria cinematográfica. En otras palabras, se empezaba a piratear no para tener acceso al cine más ingenioso, más creativo y más interesante sino para acceder al cine pochoclero que la industria quería imponer a través de los oligopolios mediante de los cuales lograban someter al cine independiente al ostracismo, la falta de financiación y los lugares de marginalidad.

En la actualidad, las plataformas han ganado un lugar central como hábito cultural de quienes consumimos contenidos audiovisuales. La lógica de los algoritmos vuelve a imponerse: “Astor, este contenido es para ti”. “Porque viste tal cosa te sugerimos tal otra”.

El otro elemento que aparece es la homogeneización: Netflix, como ejemplo de estas plataformas, se ha convertido en una maquinaria de imposición de criterios. Ahora, cuando una productora se propone hacer un contenido, en lugar de tener en su cabeza la pregunta ¿cómo hago un contenido de gran valor artístico? está invadido por la pregunta ¿cómo hago para llegar a Nétflix? Porque es una plataforma de alcance mundial y se supone que uno quiere llegar al mundo. Entonces, para eso hay que adaptarse a una serie de preceptos, formatos y premisas. Un problemón, porque esos preceptos, formatos y premisas están llenos de ideología. Así es como la vida de Trotsky se convierte en una surte de culebrón, por ejemplo.

En la confusión general, hay muchas personas que buscan en esas plataformas fuentes de información y de formación. Se asume que viendo una película sobre Bergoglio como jefe de Estado del Baticano o cualquier otra ficción sobre un proceso histórico lo convierte a uno en una persona curiosa y estudiosa de la Historia. Pues no: lo convierte a uno en el consumidor de propuestas de ficción que bajan línea a lo tonto y tienen intereses comerciales concretos con preceptos de entretenimiento. La cátedra de Historia sigue estando en la universidad, en las propuestas de educación popular o simplemente en los libros. Billiken trabajaba para convencernos de los buenos y de los malos. Ahora somos nosotres los que vamos con el cerebro abierto a recibir adoctrinamiento de baja calidad.

Mientras tanto, los estados que se autodenominan progresistas tienden a alentar esa construcción de la maquinaria simbólica: dan estímulo a las producciones para que produzcan como piden desde esos centros de poder. Manufacturamos ideología voluntariamente para encajar en ese sistema ideológico. ¿No sería conveniente desarrollar nuestros propios sistemas de distribución de contenidos basados en preceptos y criterios que definamos desde nuestros propios pueblos? Hay algunas experiencias como Contar pero siguen siendo marginales. ¿No sería un objetivo deseable que las estructuras de la Patria Grande acuerden estrategias de defensa de sus contenidos en lugar de pujar por entrar a la boca de la bestia?

En términos generales, además, se aplica el mismo criterio que señalamos para el caso de los modos de escuchar música: la actitud es absolutamente pasiva. En general miramos contenidos a través de esas plataformas deteniéndolos en los “estrenos” (o sea, las cosas nuevas que quieren que veamos) y en las propuestas generales de contenidos que otros deciden por el conjunto.

¿Pero cómo? ¿No es que hay más oferta y que puedo ver en portales y elegir entre los últimos lanzamientos? La ilusión de que uno elige es fundamental para este tipo de herramientas. “Elegimos” entre una gama de productos que impone la oferta absolutamente acotados. ¿Dónde está la producción independiente del mundo en estas plataformas? ¿Dónde estás las grandes creaciones disruptivas que me pueden ayudar a pensar y que no se adaptan a esos formatos por duración, por estética, por millones de variantes?

Para ver otro tipo de contenidos hay que acudir a festivales y lugares hiperespecializados. Lamentablemente, elegimos cada vez menos. Nos servimos la comida audiovisual de una sola fuente que parece grande. Pero es una fuente pequeña, muy pequeña, que le da de comer al mundo entero. Y le da comida chatarra. Podríamos hablar de malnutrición audiovisual en la actualidad sin temor a pifearle.

Mientras levantan millones, no desarrollan contenidos con el afán de mejorar los aspectos artísticos de la disciplina cinematográfica: desarrollan políticas de ganancia basadas en la homogenización de productos para sub alimentar a millones.

En síntesis: comemos porquerías en la pantalla y cada vez pedimos más.

(Por Astor Vitali) Tocaremos un tema que cambia nuestras vidas: el entretenimiento. ¿Cómo nos divertimos? ¿De qué manera nos entretenemos? ¿Qué hacemos el tiempo que no ocupamos en producir o integrar alguna parte de la cadena de servicios? ¿Y cuánto decidimos acerca de cómo nos entretenemos?

Cada persona, rodeada de pantallas, recibe estímulos a través de distintas “plataformas”. Son estímulos creados por la industria del entretenimiento. Son “contenidos” producidos por centros de confección de contenidos que definen cómo una buena parte de la humanidad va a pasar su tiempo libre.

Para no caer en generalizaciones que compliquen la comprensión de aquello sobre lo que estamos reflexionando es menester aclarar en este punto que una buena parte de esa humanidad está excluida de la conectividad. Así como está excluida de todo tipo de derecho, hasta el más básico. Esa parte de la población carece de recursos para el consumo, por ende, no aporta para el sistema de vida que rige la economía. Esto les pone en una situación de no ciudadanía (la ciudadanía está dentro de las normas de mercado porque los estados son de carácter capitalista) y quien no puede consumir carece de valor humano por lo tanto es descartable. Aclarado esto, para no generalizar, vamos a quienes pueden gozar de bienes de consumo y también estos como herramientas de consumo de bienes y servicios culturales. Son además, las personas que suelen ocupar lugares de decisión social.

Luego de esta aclaración, volviendo al tema: ¿cómo nos entretenemos y cuánto decidimos en ello? Veamos algunas actividades recurrentes.

Escuchar música: Uno pone por ejemplo Alfredo Zitarrosa en el buscador de YouTube y, antes de ir al contenido deseado, aparecen una o dos publicidades. Una de ellas puede ser una pieza pseudo musical de esas que llaman “latinas” (que carecen de toda estructura rítmica, armónica y melódica de las músicas populares latinoamericanas). Últimamente, unas voces homogéneas, sin ningún tipo de matiz regional ni de intensidad, que cantan como con la lengua anestesiada y usan todes, además, un efecto que uniforma más el canto –como el corte de pelo militar-: el auto tune.

En este sentido, cabe destacar que la lógica de los algoritmos no es tan lógica ni es tan algorítmica. La idea de “lo que le gusta a uno” funciona como un corral que no nos deja conocer más músicas y nos deja en el mismo lugar que siempre: podemos pasar la vida escuchando la música para la que fuimos educados –por el sistema formal y por el sistema en general- a los 15 o 20 años. ¿Pensamos igual que a los 15 o 20 años? ¿No aprendimos más nada? ¿Actuamos en la vida con los conocimientos y el pensamiento del momento de la adolescencia o maduramos? ¿Por qué culturalmente, en cambio, permanecemos anquilosados en ese lugar?

Esta atrofia cultural tiene un sentido de segmentación y de ubicación de mercados. Pero tanto la atrofia como los algoritmos son selectivos. ¿Cómo? ¿No me muestra siempre lo que yo quiero? Te muestra lo que vos querés según tus gustos de algún momento, sí. Pero siempre hay lugar para salirse de las lógicas algorítmicas cuando quieren enchufarte las novedades de la industria cultural: es decir, el bodrio del momento que necesitan ubicar como primero en los puestos.

¿Cuánta música nueva descubriste en los últimos 10 años? ¿Podrías decir que conociste más o menos música que en otras épocas de medios menos “a la mano” como el disco, el cassette o el vinilo? Si te preguntás a vos mismo, a vos misma: ¿podés mencionar diez artistas de corrido que tengas en la cabeza? ¿Recordás 10 melodías que te hayan conmovido? ¿Diez letristas que te hayan cambiado algo? ¿Alguna música que te marque?

Lo cierto es que con los inventos de turno en materia de aplicaciones, desde Napster hasta aquí no hacemos más que decir que “tenemos toda la música a la mano” y sin embargo esta posibilidad del todo nos lleva, paradójicamente, al corral cultural de los algoritmos que nos dan más y más de los mismo (con la excepción de mostrarnos lo que dos o tres empresas concentradas quieren que sí o sí conozcamos como “novedad”).

Arriesgamos que hay una actitud que ha logrado modificar la maquinaria de las industrias culturales: la activa por la pasividad. En la década del cuarenta, para conocer las novedades musicales había que sentarse a una hora determinada frente a la radio, tomando nota de lo que podía decirnos una persona frente al micrófono. Era una persona que investigaba y trabajaba para su audiencia y para las empresas. Había que salir al teatro para escuchar artistas nuevos ya que salían de gira por todos lados y la música popular estaba todos los fines de semana en vivo. Un hecho social formidable. Un galpón con una orquesta había en cualquier pueblo.

Treinta años más tarde, había programas especializados de radio y de TV y sobre todo revistas a las que íbamos a buscar información precisa. Los discos y posteriormente los cassettes pasaban de mano en mano. Las personas se reunían a escuchar y hacer apreciaciones sobre esas músicas que escuchaban. Es decir, había un proceso de socialización y un proceso educativo mediado por diferentes actores formarles e informales.

Podríamos decir que lo que se destaca de aquel momento es que había que salir a buscar la información, debía mediar un trabajo para conocer y escuchar clásicos y novedades. Por ende, lo que es lo mismo, había una actitud activa, curiosa, investigativa, casi detectivesca de las audiencias culturales.

En la actualidad, en cambio -y sin expresar juicio de valor aún sobre la modificación de activo a pasivo-, toda la música que no habría cabido en ninguna discoteca personal está adentro de nuestro celular. Recibimos información todo el tiempo. “Los lanzamientos de la semana en Argentina”. La música sólo existe en tanto: “Rock, Latina, Folk & Acústica, Metal, Nuevos lanzamientos, Cumbia, Hip Hop, Indie, Infantil, Dance electronic”. Por si fuera poco aceptar esta reducción a la etiqueta universal del código de barras, aparecen otro tipo de descripciones terribles que estigmatizan e imponen criterios en los que ya se educó una generación: “En casa”, “Bienestar”, “Estado de ánimo”, “Entretenimiento”, “Hora de la comida” o “Dormir”. Esto resulta especialmente espantoso por una razón muy sencilla: ¿en casa somos todes iguales? ¿La música se debe elegir siempre por estado de ánimo o puede existir la curiosidad como motor de búsqueda? ¿Cuándo estoy triste me gusta la misma música que a mi vecina o que a mí mismo en diferentes momentos de mi vida? ¿Me tiene que entretener lo mismo? Para hacer un “Asadito” (categoría de Spotify Argentina) ¿tenemos que escuchar lo mismo? Es un espanto estigmatizante por el que pagamos voluntariamente.

Ningún otro sistema de control y vigilancia había logrado antes lo que las industrias culturales han logrado hasta el momento. Incluso los y las artistas deben pagar para estar en estas plataformas en lugar de ellas comprar sus contenidos.

Ahora, con toda la música en nuestra mano, recibimos, recibimos y recibimos información. A diferencia de la actitud activa y curiosa de antaño, nos reeducaron para recibir, para tener los poros de la sensibilidad constantemente abiertos a múltiples estímulos con los mismos contenidos estéticos. ¿Cómo? La misma porquería industrial que te quiere imponer Spotify la vas a encontrar en la mañana de Longobardi y Lanata en Radio Mitre (principal radio en audiencia en Argentina) o aquí en Bahía en LU2 o en cada vez que busques algo en YouTube.

Este cambio cultural es notorio y podría representarse con una imagen: una persona sentada en la soledad de un cuarto conectada a unos tubos que le alimentan y a través de los cuales recibe estímulos como imágenes, sonidos, colores y sentidos a través de los que termina por percibir la realidad. Pero está adentro de un cuarto. Más o menos así se consume cultura hoy, en líneas generales, o así busca el sistema de producción simbólica que lo hagamos. De ahí que lugares como el Centro Cultural La Panadería o una guitarreada puedan resultar en sí mismos lugares de resistencia donde los saberes y los sentires se transmiten de otra forma a la que buscan domesticarnos.

La pasividad nos lleva a saber cada vez menos, a pensar en términos cada vez más binarios, a tener menor capacidad de abstracción y de análisis, a esbozar pensamientos cada vez menos complejos, más torpes, a reproducir melodías que ya ni quiera son pensadas por artistas sino por científicos -según la tonalidad y la repetición que más puede “pegar”, es decir, vender-, a tener cada vez menos curiosidad, o sea, menos intención de descubrir.

¿Decir que tenemos menos intención de descubrir no es lo mismo que decir que tenemos menos capacidad de deseo? Si tenemos menos capacidad de deseo ¿no nos hace esto menos humanos y más máquinas?

Por el momento, hay otra imagen que puede ayudarnos. La imagen del gato y aquella frase que reivindica el deseo, la búsqueda y la inteligencia con autonomía. Porque curiosear puede dejar marcas y puede ser menos cómodo o lisa y llanamente incómodo. Porque como sabemos: la curiosidad mató al gato… pero murió sabiendo.

(Por Astor Vitali) Sin hacer consideraciones, en esta oportunidad, sobre el despliegue mediático, nos referiremos a la actitud que debe tomar el universo político democrático y quienes están en ámbitos de gobierno respecto de un caso de desaparición forzada y particularmente en torno del caso de Facundo Castro.

Cristina Castro, su mamá, es quien junto a Luciano Peretto y Leandro Aparicio, encabeza la campaña por pedido de Justicia. El miércoles se supo que el cuerpo encontrado en Villarino Viejo es el de Facundo. De más están todas las especulaciones hasta que los peritajes culminen. Mientras tanto, el reclamo de justicia por parte de la familia de Facundo y también por parte de la querella institucional, representada por la Comisión Provincial por la Memoria, sigue siendo desaparición forzada. Ahora se agrega, seguida de muerte. Todo lo demás es chimichurri.

Mientras lo que se está señalando es la responsabilidad de la policía bonaerense, permanecen en el gobierno dos actitudes que no tienen posibilidad de convivir. Por un lado, el presidente Alberto Fernández recibió la semana pasa a Cristina y es claro que a partir de allí se movieron los hilos para avanzar en una investigación que venía remolona y con ocultamientos hacia la querella. El gobernador de la provincia de Buenos Aires sostuvo públicamente que no va a encubrir a nadie. Sin embargo, no logró darle a Cristina ningún elemento sólido que inspire confianza durante la reunión que sostuvieron.

Por su parte, la misma provincia que gobierna Kicillof sostiene a su ministro de Seguridad, Sergio Berni. Aquí hay un problema de consistencia. Berni le dijo a Cristina, en principio, que iba a devolver a Facundo con vida. Cuando era la propia bonaerense la última que lo vio con vida. Luego, por presión militante, termina tomando el caso la Justicia federal, pero para ese entonces el entorno de Facundo ya había recibido presiones de la bonaerense de esta fuerza de seguridad y manipulado prueba.

No conforme con hacer ese tipo de declaraciones de show televisivo sobre un tema de tamaña gravedad institucional, Berni luego pasó a la ofensiva y se puso al frente de una campaña de desprestigio contra Cristina, contra la mamá de la víctima, púbicamente, con presentaciones diarias en canales de televisión y radios.

La campaña se basa en decir que no había elementos para involucrar a la bonaerense en un caso de desaparición forzada. Tesis que no sólo no estaba descartada en la investigación sino que fue ayer ratificada por los fiscales que hubo que sumar para que el caso no se tornara más bochornoso de lo que es. De hecho, en las últimas horas se emitió un comunicado oficial en el que se asegura de que la investigación “gira en torno a la desaparición forzada de Facundo Astudillo Castro seguida de muerte, con las connotaciones y particularidades que este tipo de causas conllevan y el trágico desenlace que, finalmente, se acreditó”.

La campaña de Berni desplegando falsedades y amenazando continuó con decir en todos los medios que los abogados de la querella iban a sufrir las consecuencias de la acción legal. Todo esto, ante algunos personajes periodísticos que sepultaron la herramienta de la repregunta, lo decía afirmando que “no tengo acceso a la causa pero la investigación asegura que” y una serie de vaguedades para desvincular a la bonaerense. Que se informa por Germán Sasso. Dio credibilidad a la testigo “H” que, causalmente, es incorporada a la investigación por efectivos bonaerenses. Y es el principal elemento que utilizaron para intentar correr el eje de la investigación. En otras palabras, en medio de la búsqueda de una persona cuya familia denuncia desaparición forzada por parte de la policía bonaerense, el ministro de Seguridad se abocó a llevar adelante una campaña de desprestigio, atacando a la familia de las víctimas. Todo esto mientras se investiga, con plena conciencia de que los funcionarios judiciales vinculados a la familia militar son susceptibles de influencia de contexto. Berni llevó adelante una campaña a lo Bullrich con Maldonado para interferir en la opinión pública y, como se sabe, la opinión pública influye en las investigaciones.

Frente a este cuadro de situación, la política democrática debe posicionarse sin dar lugar a interpretaciones débiles ni confusiones: debe retirar de su cargo al funcionario que encabezó una campaña contra la familia de la víctima. En este contexto, decir –como se dijo- que “ahora está investigando la justicia federal, no vamos a encubrir a nadie y a hay que esperar a que resuelva la Justicia” es una postura que tolera que un ministro castigue públicamente a la familia de un pibe que denuncia su desaparición forzada.

El gobernador de la provincia de Buenos Aires sostiene a Sergio Berni en su cargo y esto atenta con el compromiso que el estado argentino –y sus provincias- tienen en materia de Derechos Humanos. A esta altura la pregunta no es ¿por qué Berni debe ser desplazado? La pregunta es ¿por qué Kicillof aún sostiene a Berni?

Podríamos sumar sus declaraciones antipopulares respecto de la represión a las decenas de miles de familia que no tienen techo o las declaraciones que sumó esta semana contra las organizaciones sociales y el derecho universal a percibir un ingreso, declaraciones que lo ponen en un claro lugar de la derecha política. Sin vueltas.

Es insostenible la presencia de Berni en un gabinete provincial que se manifieste de corte democrático, sólo por el hecho de perseguir públicamente a una familia pobre cuyo pibe fue víctima de violencia institucional.

(Por Astor Vitali) Hacer música para cine es pensar universos. La creación no pertenece al orden de un aspecto del mundo concreto. Se trata de un despliegue sensorial de universos creativos que transportan el espíritu.

En la composición de música sinfónica es el universo de un ser humano el que transmite su subjetividad hacia el público destinatario: una versión del mundo, es decir, una visión del mundo. En la música para cine, si bien se parte de una pluma individual en la partitura, esa pluma viene cargada de tintas de todos los tiempos, las subjetividades de los hacedores del film, de un armado mucho más complejo, que a su vez está atravesado por millares de otras complejidades que habitan cada subjetividad –que su vez está delimitada por aquello que se ha leído, escuchado, comido, vestido, visto.

En la composición de música para cine hay que estar dispuesto a ser la voz de otros universos y, por un momento, dejar de sonar a uno mismo para pasar a sonar como suenen otros muchos.

Ennio Morricone hacía música para cine, en estos término. Cuando su música comienza a sonar el viaje ya empezó. Estamos en otro lugar. Más: estamos en otro universo o, tal vez, otro universo nos envuelve en el aire.

Unas melodías profundas, tan profundas como memorables (y cantables por cualquiera -cualquiera que habite por un rato esos universos-), una armonización sólida, universal, unos tempos a los que no corre nadie (ni siquiera la vorágine de esta época) sino que van al ritmo de su paso propio: el paso que necesitan para caminar. Unas orquestas de alta calidad para interpretar la profundidad. Unas cualidades recomendables para reconocer, una vez más, que la novedad no siempre está en lo que tiene etiqueta a estrenar sino en la capacidad de la originalidad artística en el ser humano.

Si bien las voces melódicas podían tener su preponderancia en el armado de su obra, la experimentación tímbrica iba de la mano de lo que requiriese el universo que se manifestaba a través de su obra.

Un artista no es otra cosa que alguien que logra o al menos intenta, a través de la experimentación, transmitir lo requiera expresar el universo que visita. Para lo demás están los deportes extremos y los consultorios para el control del ego.

Sí, es cierto, su confesa adhesión a las ideas comunistas le costaron el reconocimiento de ciertos monopolios de la industria. Pero a Morricone lo honra el reconocimiento de sus pares, del público y es su propia obra la que lo reivindica. Morricone tiene un lugar en la historia de la música, a diferencia de esos personajes oscuros que suenan a olvido.

Como cantaba Joan Béaz en “Here´s to you” (Sacco y Vanzetti):

“Tú vives, caminas, trabajas,

miras, hablas, cantas,

luego viene alguien

y te ata manos y pies

y te cierra la boca

y te cierra los ojos”.

Afortunadamente la obra de Morricone no soporta carcelero.

(Por Astor Vitali) Este viernes, el grupo Salmuera presentará el videoclip de El clasiquito, uno de los temas que integran el disco publicado el 1ro de mayo en tiendas digitales. Según sus creadores: “de carácter popular como aire de choro y samba, esta composición construida de manera clásica con melodía y acompañamiento, nos transporta al territorio brasilero y a su vez nos obliga a mover el cuerpo acompasando la música. Homenaje mulato a Gismonti, Oscar Alemán y Horacio Salgán”. 

El grupo nació en el año 2015 y está integrado por Francisco Noce (guitarra, voz y composición) y Nicolás Cianis (piano, voz y composición) como necesidad de explorar, a través de obras propias, distintos estilos musicales populares argentinos y latinoamericanos, sumado a estudios provenientes de la música académica clásica- contemporánea y el rock. 

De alguna manera, los timbres que componen el grupo sintetizan buena parte de la historia sonora de nuestra música popular. Desde la música rioplantense hasta la música de raíz folclórica. Además, Salmuera logró trascender la suma de los timbres hacia un color propio a través de sus arreglos.

“Música popular y ciudadana”, dice la portada del disco. En algún momento, ciertos intereses hablaron de tango y folclore como músicas diferentes. Uno cree que sus raíces populares son comunes y tienen origen en su devenir plebeyo en contacto con enormes artistas. El video que van a estrenar este viernes, con el tema “El Clasiquito”, abona a esta mención.

“No nos gusta casarnos con la idea de un género. Llevamos adentro toda esa música junta, mezclada. Al componer, todos esos lenguajes van confluyendo. A veces, decimos esto suena más tango o más folclore. No pensamos en mezclarlo pero se mezclan. En el caso de El clasiquito está pensado con melodía y acompañamiento. Es una forma que no solemos trabajar. Surgió de esa manera y por eso el nombre”, dijo Francisco Noce a FM De la Calle.

(Por Astor Vitali) El maestro Lucio Passarelli lanzó su nuevo disco: Avenida Colón Hora 5. Lo hizo en homenaje al autor de la obra que titula la producción, el pianista, autor y arreglador Luis Cicive. Fue grabado en el Auditorio del Conservatorio de Música de Bahía Blanca y Quntrá Estudio, mezclado por Federico Ursino, el propio Lucio y Julián Mansilla. Masterizado por Ursino.

El disco comienza a girar con la solemnidad arrabalera que imprime el maestro Passarelli a sus arreglos. El sonido cuidado, el estilo al servicio de la música y una orquesta pensando con sentido conjunto para grabar doce obras que nos traen una mirada del tango y una vehemencia estilística que canta en cada impulso de despliegue melódico alado, en cada marca en cada instrumento que empuja con la fuerza de la memoria de un pueblo arrabalero y sobre todo tiene al tango y a la calidad musical como estandartes filosóficos. Passarelli, además de un artista de destacada trayectoria, es una escuela filosófica del tango, un punto de vista con centro orbital propio.

En este sentido, podemos interpretar la evocación a Cicive como una actitud ética. En la música no se marca tarjeta, se trabaja siempre y aún en descanso. En un almuerzo aparecen unos acentos sobre las corcheas para el próximo arreglo, en la ducha un chasquido del agua sobre la pared se plasma como el sforzato en el puente que faltaba para terminar la partitura y una sonrisa amada brillará en la próxima línea melódica cantabile.

En el universo Passarelli cada organismo tiene su función determinada y se imprime sonoramente en su constelación sonora. La voz de Susana Matilla es para nuestra música ciudadana una estrella al revés: cuando la escuchamos no percibimos una luz de algo que ya no existe sino la textura de un sonido de futuro. Quién pudiera nacer para interpretar como Matilla. Si bien canta sólo dos obras en este disco, cabe señalar que el peso existencial de su decir invoca a la profundidad del sentimiento humano. Susana se sumerge en las vísceras ontológicas del llanto y de la caricia. El aire es un puente infinito cuando lo toca su canto: une dimensiones hacia la materia vital. El canto de Susana Matilla es un conjuro contra la muerte; es el tiempo detenido en ese instante en que el sentido nos tocó la tripa y aprendimos a llorar.

Troilo, Piro y Caldara. Stampone – Blazquez. Manzi. Valente. El repertorio definido como quien profesa convicciones sin alaraca. Incluye, en esta oportunidad, la obra Un día cualquiera en co-autoría con el bandoneonista Julián Mansilla.

Avenida Colón Hora 5 es la nueva oportunidad para escuchar un género vivo a través de la visión de uno de sus históricos hacedores. Nueva producción discográfica de Lucio Passarelli. Un sonido propio con algo para decir. Sólo hace falta escuchar.

Ficha técnica:

Violines: Alejandro Cuomo, Iván Prosiuk y Gabriela Iglesias.

Viola: Nicolás Domini

Faluta: Paula Oyhamburo

Violoncello: Diana Jakubowicz

Bandoneón: Julián Mansilla, Nicolás Pereyra, Alejandro Pereyra, Javier Mendigochea y Emiliano Maurino.

Contrabajo: Pinky Fernández

Voz: Susana Matilla

Piano, dirección y arreglos: Lucio Passarelli

Grabación: realizada en Auditorio del Conservatorio Provincial de Música de Bahía Blanca y Quntrá Estudio.

Mezcla y edición: Federico Ursino, Lucio Passarelli y Julián Mansilla.

Masterización: Federico Ursino.

Fotografía: Julián