La Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, dependiente del Ministerio de Economía, elaboró un informe que mide el aporte económico que el trabajo doméstico y de cuidados realiza al PBI.
“El sector de cuidados es el que mayor aporte hace al PBI. Es aproximadamente del 15,9%. En relación al aporte de otro sectores, es el que más contribuye y sería más importante que la industria o que el comercio o el sector inmobiliario, que son los que encabezan el top 3. Si pudiéramos remunerar el trabajo doméstico sería más importante que eso”, destacó Maria Julia Eliosoff, en su columna de economía en FM De la Calle.
La economista mencionó que “este informe también muestra que el 75% lo realizan mujeres y solo el 24% los varones. Es muy importante para visibilizar y darle efectivamente importancia a la cantidad de tiempo. O debería tener importancia para tener políticas públicas para mejorar la distribución de esas tareas. También muestra cómo los trabajos de cuidado se distribuyen desigualmente no solo entre mujeres y varones sino que también en las otras esferas: el Estado, el mercado y la comunidad”.
Agregó que esto contribuye a seguir pensando un debate álgido hacia adentro del movimiento feminista: “tiene que ver con la cuestión de remunerar o no el trabajo doméstico y el trabajo de cuidados. La frase de trabajo de Silvia Federici, ‘esto que llaman amor es trabajo no pago”, es una consigna que nos permite reflexionar acerca de las posibilidades del trabajo doméstico, es una fuente de debate”.
En torno a este debate Eliosoff citó a la economista Corina Rodríguez Enríquez, quien señala que “en países como el nuestro, donde las condiciones del mercado laboral son tan frágiles y precarias, el pago por el trabajo no remunerado podría contribuir a perpetuar la feminización del trabajo de cuidado, permitiendo que las mujeres se sostengan en este tipo de tareas, en vez de contribuir a la redistribución de los cuidados”.
“Es un nudo con infinidad de hilos”, explicó nuestra columnista, ya que “hay varias políticas públicas que, aunque no se pensaron de esa manera, abordan esta temática”. Respecto de la AUH, “si bien es un derecho para niñes, el ingreso lo percibe mayoritariamente la mujer, es un ´pago´ en cierta forma, de un trabajo que hacen las mujeres en garantizar que sus hijos vayan a la escuela y tengan las mínimas condiciones de salud”.
“El IFE también podemos pensar que funciona de esa forma, lo reciben muchas mujeres que se encargan de esas tareas. El Potenciar Trabajo, que tiene líneas para remunerar el trabajo de cuidado comunitario que hacen muchas mujeres”.
La pregunta obligada que se realiza la economista es si solo remunerar los trabajos de cuidado es suficiente para pensar una distribución igualitaria. “Tiene que ir acompañado de muchas cuestiones, desde fortalecer la ESI para desentrañar estereotipos que contribuyen en que las mujeres terminemos trabajando en la extensión de cuestiones vinculadas a los cuidados, hasta que las empresas privadas se hagan cargo de tener espacios de cuidado para que padres y madres puedan tener dónde dejar a sus hijos, así como ampliación de licencias de maternidad y paternidad que están por debajo de lo que recomienda la OIT, aumentar dispositivos de cuidado, que las vacaciones escolares tenga coherencia con vacaciones de padres”.
“Hay muchas cuestiones que se pueden pensar que no son solo remunerar el trabajo de cuidado, que en cierta forma hay estrategias que ya se dan en ese marco, y que sin lugar a duda las organizaciones sociales siempre llevan la vanguardia en eso”, finalizó.