(Por Francisco Tavaglione*) Las palabras que el Excelentísimo* Intendente de la ciudad de Bahía Blanca profesó durante el acto del 25 de mayo en conmemoración del 206 aniversario de la conformación de la primera junta y el surgimiento del estado argentino, sobresaltaron hasta los restos de los dinosaurios más extintos. Nadie podía imaginar que cuarenta años después del golpe de estado genocida de 1976, alguien iba a repetir –aunque sería más certero hablar de resignificar- las palabras que enmarcaron la situación argentina durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional. Pero todavía más llamativo que eso, que el hecho de que aparezca en boca de un intendente homófobo y ultraconservador un discurso recalcitrante, perteneciente a un pasado no tan lejano, que sigue respirando en algunos sectores que se mantuvieron incólumes en su postura (por ejemplo La Nueva Provincia, Rex, El Polo Industrial, la iglesia católica, entre otros), todavía llama más la atención la prolijidad con que repitió un discurso fechado nada menos que un 24 de mayo de 1976, en conmemoración al mismo hecho. Las frases que voy a copiar a continuación, nos hacen preguntar seria, muy seriamente, si acaso Hector Gay no preparó su discurso para este acto, inspirándose en las palabras que otrora profesara aquel otario, a quien sin que nadie nos lo diga, podemos deducir que admira apasionadamente. Si no, ¿de qué modo explicar las siguientes coincidencias?
Videla: “A 166 años de nuestra gesta emancipadora… resulta conveniente reflexionar sobre el pasado, el presente y el futuro de la Patria.”
Gay: “…en el año del bicentenario de nuestra independencia… los invito a reflexionar… para repasar los días de la historia… pero también sobre los desafíos que tenemos… ¡Viva la Patria!
Videla: “El vacío de poder reinante hasta el 24 de marzo último, los enfrentamientos internos y el descontrol generalizado, amenazaban con la desarticulación de la República…. En el orden cultural fue evidente… el trastrocamiento de los valores… pérdida de identidad. Se favoreció así a la subversión…. “
Gay: “…ayer y ahora, hay enemigos importantes. De adentro y de afuera. Los que responden a intereses personales, y también los que integran grupos perfectamente organizados que no tienen patria ni banderas, pero sí quieren subvertir valores, y adueñarse fundamentalmente de nuestros ideales y de nuestra juventud…
Videla: “…el duro sacrificio que las circunstancias nacionales imponen… será la norma esencial… a lo largo de todo el proceso; un proceso a cuyo término avizoramos un destino de grandeza…”
Gay: “Frente a aquellos que no nos quieren ver unidos… con coraje, con lucha y con valores, tendremos, como dice nuestro himno, un destino de grandeza.”
Videla: “Nuestra generación vive una crisis de identidad, que se manifiesta en un permanente cuestionamiento de los valores tradicionales de nuestra cultura…. Las fuerzas Armadas saben que el esfuerzo que hoy realizamos todos, tiene un natural heredero: la juventud argentina.
Gay: es un tiempo de unión de los argentinos que queremos construir y no destruir… que queremos restaurar valores, de los argentinos de bien. Pero que tenemos que estar unidos frente a esos ataques. Frente a aquellos que no quieren que nuestra juventud crezca en los mejores valores.
Videla: “El camino a recorrer no es corto ni fácil. Estamos, no obstante, dispuestos a recorrerlo con firmeza.
Gay: “…no son tiempos fáciles, pero tampoco son tiempos para tibios.”
Quizá no haya mucho más que agregar, aunque sí mucho que preguntarse. Creo que no quedan dudas de que preparó su discurso tomando notas del pronunciado cuarenta años atrás por Videla. Pero nuestro intendente ¿A qué enemigos se refiere? Si hablaba de los narcotraficantes, como expresó hoy, intentando atenuar la conmoción social que generó ¿Necesitaba hacerlo justo en esos precisos términos? La cultura tiene memoria y nadie desconoce el origen, y el sentido de menudas afirmaciones. ¿Puede haberlos pronunciado inocentemente? ¡Imposible! Queda por tanto otra pregunta ¿Puede ser tan cínico, como para expresarse de este modo? Y las preguntas nos llevan todavía más lejos. ¿Fue un acto individualista, un rendimiento de pleitesía de parte de nuestro intendente, hacia un jerarca apenas aclamado por pocos, muy pocos, o fue este acto impune una manifestación de los tiempos que se vienen, de la ideología que está imperando y se está impregnando en muchas instituciones sociales, laborales y políticas? Podríamos preguntarnos si se mandó solo en esta veneración casi suicida, o si hay una estructura social, política y económica de fondo que lo sostiene, lo impulsa y lo pregona, en cuyo caso, además de hablar de un ex periodista e intendente abominable (doble mérito por sobresalir en ambas labores con una calificación insuperable), hablaríamos de un gravísimo retroceso social en materia de derechos humanos. (No nos olvidemos que al día siguiente de asumir Cambiemos, La Nación sacó una nota que hasta sus mismos empleados repudiaron, afirmando que el proceso de reorganización nacional había sido necesario. Tras el rechazo generalizado, retrocedieron, pero ¿lo harán definitivamente, o aquel atisbo de fascismo fue solo una prueba, un tanteo, del estado social y su receptividad con respecto a un tema tan sensible? ¿No será este discurso de Gay, parte de un plan que entonces decidieron demorar, pero lentamente vuelven a darle ruedo? ¿Estamos ingresando en un periodo en que aquel discurso falaz, vuelve a estar –o quieren que lo esté- legitimado? Las preguntas siguen, y cada quién tiene las suyas. Responderlas todas sería lo mínimo que debería hacer, para atenuar aunque sea un poco el daño moral –y afectivo: sobre todo afectivo- que ocasionó, reviviendo tan nefastas palabras de la tumba de aquel pasado monstruoso que le costó la vida a tantos miles de argentinos, y el sufrimiento eterno de otros varios millones.
Una cosa más, estimado Intendente: no es solo la oposición quien salió al cruce antes sus afirmaciones setentistas, como usted, La Nueva, La brújula y un puñado de fascistas más intentan hacernos creer: es toda la sociedad civil, es todo el país el que repudia enfática y determinantemente su actitud soberbia, vil y sarnosa. Así que tenga la discreción, al menos, de cuando responda las preguntas que el pueblo le exija –usted solo se metió en esto- de bajar ese tono altanero, arrogante, jactancioso, con que respondió hoy cuando fue interpelado, asegurando que iba a seguir diciendo lo que dijo porque así creía que era la cosa.
¡Uf! Lo olvidaba. ¿No fue Videla quien afirmó que de nada se arrepentía, y que de tener que hacerlo volvería a concretar el golpe? Podremos discutir muchas cosas, menos una: Su veneración al castrismo, por aberrante que nos resulte, es de una pureza indiscutible.
*Lic. en psicología graduado en 2013 en la Universidad del Salvador. Escritor de ocio.
*De este modo se hace referencia al General J. R. Videla, cada vez que fue presentado en un acto o conferencia de prensa.