(Por Astor Vitali) Para quienes sostienen que el discurso de Alberto Fernández durante su asunción no contuvo medidas concretas para llevar adelante, cabe decir que no se han esforzado demasiado en buscar problemas a lo sostenido por el presidente recién asumido, porque pegarle por eso es sólo refrán de holgazán. Por otra parte, no podría hacer anuncios detallados ya que lo que ayer presentó, precisamente, apela a futuros acuerdos.
Un discurso de toma de posesión del poder es un discurso de un jefe político hacia su pueblo. No debe ser demasiado técnico pero tampoco puede ser insustancial. Debe expresar con claridad el rumbo general. Esto es lo que asumió hoy el presidente.
Comenzó con una reivindicación de la democracia, la convocatoria a la unidad en función de un “nuevo contrato ciudadano social” que sea “fraterno y solidario”. “Comenzar por los últimos”, ese sería el espíritu del tiempo que viene. La metáfora: “desarrollo con justicia social”. Derribar el muro del odio, el hambre y “el despilfarro de nuestras energías productivas”.
Respecto del negocio de “la grieta”, por el que pasaron a cobrar por caja quienes se la pasan cuestionándola, Fernández adelantó: “No cuenten conmigo para seguir transitando el camino del desencuentro”. Propuso la construcción una sociedad democrática que “aún nos debemos”, la “convivencia positiva” partiendo de que “toda verdad es relativa”. Y citó a Néstor Kirchner.
Sin negar la puja de intereses, planteó la búsqueda de prioridades en la convicción de que hay que crear una “ética de las prioridades y de las emergencias”. Nuevamente: “comenzar por los últimos”.
Allí avanzaría el “Plan Integral Argentina contra el hambre”. Habló de los abuelos y de las abuelas, las PyMES, de la capacidad productiva ociosa. Anunció un sistema masivo de créditos no bancarios que brinde préstamos a tasas bajas. Definió a la economía popular y al cooperativismo como “actores centrales” del eje económico. Se refirió al derecho al primer empleo.
El nuevo contrato supondría unir voluntades y articular al estado con “los sectores productivos, las confederaciones de trabajadores, los movimientos sociales, que incluyen al feminismo, a la juventud y al ambientalismo, sumando el entramado científico tecnológico y a los sectores académicos”. Lo planteó como contrapartida a “malas decisiones económicas” cuestionadas en el resultado electoral.
Fernández, anunció que convocaría a todos los sectores para elaborar puntos básicos de consenso ante la emergencia. Buscará “equilibrios” macroeconómicos.
No dará tratamiento parlamentario al presupuesto presentado por el gobierno saliente. Se realizará en función de la renegociación de la deuda y la puesta en marcha de las nuevas políticas económicas.
Promoverá “incentivos para producir y no para especular” y transformaciones en el ámbito tecnológico.
Respecto del delicado tema de la deuda eterna, sostuvo que “no hay pago que se pueda sostener si el país no crece. Tan simple como esto: para poder pagar hay que crecer primero”. A su vez, planteó que sostendrá una “relación constructiva con el FMI”. ¿Será esto posible, dada la naturaleza del organismo? Y aseguró que “el país tiene la voluntad de pagar”.
Aseguró que impulsará el federalismo a través de la descentralización de las agencias del estado con sedes centrales en otras provincias.
Declarará la “emergencia sanitaria”, cosa que urge, y restablecerá el Ministerio de Salud.
Fernández cree que “Argentina debe integrase a la globalización” a través de una “diplomacia comercial dinámica”. Hizo un giño a Brasil, pese a Bolsonaro. Mencionó a Chile y a Bolivia como corresponde, con alusión de que la sociedad del primer país cuestionó el modelo y que en el segundo hubo un golpe de estado.
Argentina defenderá la autoderminación de los pueblos y puso en un lugar de estado la cuestión Malvinas, a través del plano diplomático.
Promoverá una “política ambiental activa hacia el desarrollo sustentable bajo el enfoque de la encíclica Laudato si´. Allí anunció el Ministerio de Ambiente. No se sabe cómo esto irá de la mano de la centralidad de Vaca Muerta y los proyectos de explotación de los bienes comunes.
Se refirió al terrorismo de Estado y los frenos que la sociedad “fuerzas armadas comprometidas con la democracia”.
Se plantea como objetivo “superar la pobre capacidad institucional” de una “democracia con cuentas pendientes”. “Sin justicia e independencia, no hay democracia”. Nuevamente, la independencia de poderes como modelo supuestamente posible frente al lawfare.
Para los medios privados que son parte de los holdings que, al decir de Walsh, “son los dueños de todas las otras cosas”, dedicó un “Nunca Más” a una justicia “contaminada por servicios de inteligencia, por operadores judiciales, procedimientos oscuros y por linchamientos mediáticos. Una justicia que decide y persigue según los vientos políticos del poder de turno y una política que judicializa los descensos para eliminar al adversario de turno. “
El debido proceso en la centralidad de los derechos.
Anunció una reforma del sistema federal de justicia y la reformulación de la actuación judicial frente al crimen organizado. Además, la intervención de la Agencia Federal de Inteligencia para llevar adelante su reestructuración. La derogación del decreto 656/2016 que “significó consagrar el secreto para el empleo de los fondos reservados por parte de los agentes de inteligencia del estado”. Serán públicos y reasignados para financiar el presupuesto del plan contra el hambre en Argentina. Lo mismo ocurrirá con el resto de los fondos reservados que se emplean para otras fuerzas armadas de seguridad, con control parlamentario.
Se refirió a la transformación de la política de seguridad ciudadana que escape a “la lógica del gatillo fácil y justificar la muerte por la espalda”. Un tiro por elevación a Patricia Bulrich y al cambio cultural en la doctrina de los derechos humanos de nuestro país, cambio cultural que las huestes represivas lograron sólo parcialmente. Dijo que buscará una política “concertada” más allá del plazo de su mandato para evitar los “péndulos peligrosos”. Habló de la educación de las fuerzas armadas para “el cumplimiento de su objetivo central y sus objetivos secundarios”. Aplicar allí las herramientas científicas.
Sobre los medios de comunicación, comprometió a acompañar a consolidarlos como una “gran industria del conocimiento” y a “una convocatoria a una mejor calidad institucional” en ese vínculo. Se plantea una reforma en la distribución de la pauta publicitaria del estado. “Queremos una prensa independiente del estado”. No afectarán llamativamente el monto dedicado al rubro pero reorientarán la pauta de sus contenidos propagandísticos a otros educativos. Habrá también una convocatoria a las “organizaciones periodísticas”, en tal sentido. “No habrá pauta del estado para financiar programas individuales de periodistas. Sólo se destinarán a instituciones periodísticas”.
Respecto del sistema de medios del Estado, se orientará en el mismo sentido. Planteó una escuela de gobierno. No hubo referencia a la comunicación comunitaria, alternativa y popular.
Aseguró que habrá de “universalizar la educación de la primera infancia”. También extenderá la jornada escolar para enfrentar “las desigualdades de origen”. Promoverá un Pacto Educativo Nacional. Repondrá el Ministerio de Educación.
Respecto al movimiento obrero organizado centró su intervención en la capacitación para los cambios que vendrán en el marco de la competitividad de las nuevas exigencias patronales. Si bien lo definió como “columna vertebral”, no hubo mayor definición que una suerte de mensaje de actualización para el mundo que se viene. Uno cree que la columna vertebral esperaba más.
Luego habló de un primer plano para los derechos de las mujeres. Dijo que va a ponerse “al frente de sus demandas” para reducir las desigualdades de género. Habló de la noción de “trabajo doméstico” y reivindicó el NI una menos. Se refrió al “sufrimiento por estereotipos” sostuvo que Argentina abrazará a todos los que sean discriminados. La “discriminación debe volverse imperdonable”. No se refirió al aborto.
Luego hizo un llamado a quienes se han visto favorecidos por modelo económico para que no se les pida más a los que menos tienen. Redistribución. “Comenzar por los últimos para llegar a todos”.
Agradeció la generosidad y visión estratégica que Cristina Fernández “ha expresado en este tiempo de la Argentina”. Luego el recuerdo a su madre y padre, a Esteban Righi, y a Néstor Kirchner. A sus compañeros y compañeras del espacio político en un guiño a la unidad, ya que “unidos podemos cuidar mejor a nuestra gente”.
Quiere ser recordado por “volver a unir a la mesa familiar, dialogando en paz y en respeto, por haber sido ser capaces de superar la herida del hambre en la Argentina, de superar la lógica perversa de una economía que gira en la lógica de la desorganización productiva. Como un acuerdo estratégico para el desarrollo del cual todos nos sintamos orgullosos”.
Se preguntó: “¿Seremos capaces de atrevernos a construir esta serena y posible utopía a la cual nos llama hoy la Historia? ¿Seremos capaces como sociedad y como dirigentes?”
Estas preguntas son las fundamentales. Pero son preguntas que deben responder quienes han impulsado el modelo económico neoliberal. No se trata de Macri, se trata de una clase dirigente empresarial que ha tenido aliados en todos los gobiernos. El pueblo siempre ha sido capaz de dar todo. Los poderosos de este país, en cambio, se han distinguido por la especulación y el saqueo organizado. ¿Esa clase, que tiene los recursos económicos, es posible en el país de Alberto Fernández? Y en todo caso, ¿Qué hará Alberto Fernández con ellos si deciden cerrar sus oídos ante el hambre que desespera a casi todos, menos a quienes lo generan?