FM De la Calle recorrió las instalaciones de la Escuela Secundaria N°33 de Caseros al 2900. Su matrícula es de 106 alumnos y alumnas de sectores vulnerables. El colegio está construido con “aulas modulares de chapa”, es decir, containers. De las cinco ventanas de cada sala, solo una abre. Por protocolo podrían asistir siete chicos y chicas por cada una de las cinco aulas.
Docentes y no docentes coinciden en una cosa: no se puede garantizar la presencialidad de las clases en estas condiciones.
La escuela abre para que las familias de la comunidad retiren bolsones alimentarios cada quince días. “Ahora, cuando nos tenemos que poner en marcha y garantizar presencialidad no es posible hacerlo porque es una escuela que funciona en aulas modulares de chapa, son tan antiguas que las aberturas no se abren ni se cierran correctamente, entonces, una parte fundamental del protocolo que es la ventilación no se puede garantizar”, comentó la secretaria Sandra Glebocky.
La obra para reformar el edificio está aprobada pero no llegan ni los materiales ni la mano de obra. Todo está frenado.
“Los productos de limpieza llegaron y tendríamos para todo el mes de marzo. Por el tamaño de las aulas podríamos garantizar siete alumnos y un docente y ya se está subdividiendo cada curso”, agregó.
En relación a las y los docentes, la secretaria mencionó que tuvieron varias materias que se discontinuaron por la incapacidad de cubrir cargos en los actos públicos. “Si un docente de tercer año tenía licencia y no pudo ser cubierta su materia, esa cartilla va sin la actividad de esa materia”.
Glebocky agregó: “Cuando escuchamos por los medios a referentes educacionales, ministros que dicen que cada escuela se ocupe, que cada escuela vea, eso marca un individualismo, perdemos de vista el reclamo colectivo. Es un desafío para este año, el reclamo colectivo desde el no vernos”.
Cuando el Estado no está, la comunidad se organiza
“Trabajamos con una matrícula que ronda la marginalidad total, la escuela no tiene cooperadora o familias que paguen una cuota y naturalizamos esas cosas que tenían que venir desde otro lugar”, comentó Glebocky.
Para la impresión de los cuadernillos “hubo una colecta de dinero voluntario, se compraron diez resmas de hojas, cuatro toner. Vinieron a organizar la impresión, ponían nombre y apellido y el día de entrega de bolsones también venían los docentes a atender las necesidades de las familias”.
El año pasado egresaron once chicos y chicas, para el Día de la Familia docentes vendieron plantines para juntar el dinero para comprar un desayuno para cada pibe. Se juntaron en la plaza de la vuelta del colegio y organizaron un acto donde entregaron diplomas y medallas.
El comedor de les pibes
La escuela no tiene infraestructura de comedor, antes de la pandemia contaban con presupuesto para diez alumnos y, con ese dinero, “los días de educación física se daba el refuerzo de almuerzo. Ellos mismos se cocinaban panchos, pizzas, para todos. Eso es una experiencia de autogestión de ellos”.
Sandra enfatizó que “en la escuela el fuerte es pedagógico y eso se tiene que garantizar y si eso implica cuidar al hijo de una alumna, se hará; si hay que salir a reclamar, se saldrá y si hay que permitir que chicos y chicas tengan ideas como estas, se acompaña y se hace lo mejor”.
“Cartonear” para pagar las resmas de hojas
“Durante el año empezamos a traer cartones para vender en forma particular, terminamos con un aula llena. Esa plata se usa para proyectos educativos, queremos pensar que si hay que volver a la virtualidad esta plata es para comprar hojas y tintas para imprimir los cuadernillos. El año pasado lo hicimos pero de nuestros bolsillos”, comentó Karina, la profe de biología.
Jorgelina, profe de literatura, mencionó que “este año está complicado, tenemos ganas de empezar y de poder verlos aunque sea un ratito por día. Es una comunidad donde los chicos tienen un nivel socioeconómico de medio tirando a bajo, hay muchas falencias y los chicos toman a la escuela como un lugar de resguardo”.
“El primer encuentro apenas nos veamos va a ser enseñarles a armar su correo electrónico. No funcionó el classroom ni zoom, solo WhatsApp y a nuestros teléfonos particulares. Si vamos a volver a la virtualidad nos gustaría enseñarles lo básico, usar un word, correo electrónico, enseñarles el contacto por zoom”, dijo.
Finalmente, destacó que “habíamos armado grupo a y b y al no tener patio, ni preceptoras porque dispensadas, iría el grupo a las primeras horas, se iría a a su casa y el grupo b, viene y se vuelve a ir. Las aulas no dan y tenemos que agregar un grupo c”.
“¿Cómo vamos a hacer? No sabemos”.