(Por Astor Vitali) Esta mañana el intendente Héctor Gay tuiteó “¿Sabés cuánto invertimos en obras en escuelas?” Días después de que la comunidad se enterara del cierre de salas maternales, el jefe comunal prefiere desplegar tácticas duranbarbistas a buscar recursos genuinos para solucionar los problemas que su propio gobierno genera.
Su publicación continúa diciendo: “En los últimos tres años realizamos construcciones y mejoras por 262 millones de pesos, con fondos del Municipio y del gobierno de la Provincia, en 123 escuelas y jardines de infantes” .
La propaganda barata estuvo acompañada además de un grafico en el que se discrimina a qué sectores fueron destinados los recursos.
Así, el dinero habría sido utilizado para refaccionar 19 escuelas secundarias, 27 jardines de infantes, 9 escuelas especiales, 66 escuelas primarias, 2 establecimientos de educación superior.
Pongamos en contexto. Paro docente de 72 horas. Denuncias de pésimo estado de infraestructura a nivel provincial. Oferta única de cláusula gatillo sobre un salario devaluado y aumento relativo del 5 por ciento para enero próximo. A nivel local, cierre de talleres barriales por decenas, puestas en escena de inauguración de salas refaccionadas al lado de otras que se caen a pedazos, cierre de salas maternales, cierre de orquesta infanto juvenil y por si fuera poco la preocupación aguda de que quienes han realizado este daño serán las mismas personas encargadas de administrar los comedores en la ciudad.
¿Cómo responde el jefe comunal? Con publicidad. No con política.
En primer término, decir que en 3 años se invirtieron 262 millones de pesos a secas es apenas señalar un número que no hace referencia a cuál sería la cifra que muestre cuál es la necesidad. Si la necesidad fuera de 200 millones, entonces habrían invertido más que con justicia. Pero a juzgar por el estado de situación de los establecimientos es claro que esa inversión es insuficiente.
Si yo digo que compré un millón de sachets de leche para la niñez argentina podría parecer significativo y generar un golpe de efecto. Pero si compré un millón y lo que se necesitaba para cubrir la necesidad eran tres millones de litros entonces mi compra de apenas un millón deja afuera a dos tercios de los niños y de las niñas. Es decir, un número a secas, por grande que parezca, si no hace referencia a la cifra que hace falta para solucionar el problema, no me dice nada. Más bien, me habla de la manipulación política sobre un tema sensible para miles.
Es al menos desagradable que en este contexto el intendente haga uso proselitista de un dato abstracto como si ese dato hubiera servido para revertir una situación gravísima.
Aún no han respondido por el daño realizado en el sistema de educación informal para Bahía Blanca.
Para colmo de males, la publicación fue acompañada del hashtag #EmpezaronLasClases
Probablemente el intendente sienta, cuando publica esta publicidad proselitista y maniquea, que está disputando contra su oposición en contexto de año electoral. Sin embargo, quienes van a las escuelas públicas son los hijos y las hijas de los y las laburantes. De esta parte de la ciudadanía se está burlando publicando un número que parece grande pero que resulta claramente insuficiente.
Si el #DesastreCambiemosEnEducaciónBahíaBlanca busca reconciliarse con la comunidad debe comenzar por reconocer el perjuicio realizado a miles de niños y niñas de la ciudad y por supuesto reparar el daño.
Claro está que para esto no deberían ser las mismas fórmulas aplicadas y mucho menos las mismas funcionarias quienes se pongan al frente del proceso.