(Por Helen Turpaud Barnes) En el año 1991 fue tema bastante difundido en los medios de comunicación el debate por la llamada Ley de Cupo Femenino que finalmente estableció la obligatoriedad de un mínimo de 30% de mujeres en toda lista de candidaturas para funciones públicas. La ley pretendía compensar legislativamente el hecho de que la presencia de mujeres en cargos políticos tenía una legitimidad muy inferior a la que se le reconocía a los hombres. Más allá de que la ley finalmente se aprobó, el debate en verdad está lejos de haber sido zanjado porque el problema de las desigualdades sociales de base incluye no solo la cuestión de género sino muchos otros aspectos que exceden por mucho el ámbito de la aspiración a cargos públicos estatales.

Fue lanzada en Argentina una publicidad de Chevrolet llamada “Meritocracia”: el spot apela a la idea de que el mero esfuerzo y la superación personal son ingredientes suficientes para el “éxito” social y económico. Sin embargo, las desigualdades estructurales en la sociedad vuelven ilusoria toda noción de que la prosperidad económica y el reconocimiento laboral son solo producto del esfuerzo individual.
¿Y qué sucede con las mujeres en este escenario? Cuando se habla de los estereotipos de género se olvida que esto implica también diferencias económicas grandes, lo cual acarrea una distribución diferenciada en el arco social según estemos hablando de hombres o de mujeres. Hablar de “feminización de la pobreza” tiene que ver con que, por un lado, las mujeres suelen tener trabajos menos remunerados, y por el otro lado, también suelen tener a su cargo las obligaciones familiares. Por eso la mayoría de las personas pobres son mujeres(alrededor del 70%).
Cuando se habla de los estereotipos de género, también se olvida que el mero cuestionamiento de estos roles estereotípicos por parte de cada mujer no implica necesariamente un cambio de lugar en la sociedad. Es cierto que es preciso ampliar las representaciones sociales de lo que puede ser hecho por mujeres, valorizar el trabajo que habitualmente es realizado por mujeres y dejar abierta en las escuelas la idea de que la propia condición de mujer puede sufrir corrimientos de acuerdo con los modos de identificación de género. Sin embargo, todo esto no necesariamente trae aparejadas mejoras materiales, porque las mujeres siguen teniendo muchas dificultades para acceder a determinadas oportunidades laborales más allá de las decisiones personales que ellas realicen. El hecho de que ingrese una cantidad masiva de mujeres en el mercado laboral “masculino” implicaría una amenaza radical para la hegemonía de los varones en ciertos trabajos. Hegemonía que incluye privilegios económicos que de haber mayor competencia estarían en peligro. Y el patriarcado no tiene ninguna intención de ceder espacios.
Hay una rápida comprensión de las dificultades que tiene un obrero o un campesino. Sin embargo, otras circunstancias completamente habituales pasan desapercibidas para la gran mayoría de la población. Es el caso de la ausencia casi total de mujeres como conductoras de camiones, albañiles, taxistas, colectiveras, traumatólogas, cirujanas, gerentas de empresas internacionales, lideresas sindicales, gobernadoras, plomeras, electricistas, pilotas de avión, empleadas municipales de manutención de arbolado público, etc. Quienes no ven el elefante en el bazar de la discriminación sexista en ese tipo de trabajos ostentan sin embargo una capacidad de observación increíblemente aguda a la hora de registrar el casi invisible porcentaje de mujeres que se desempeñan en trabajos considerados “de hombres”: saben de la existencia de UNA plomera que trabaja de modo independiente (jamás empleada por Camuzzi) en Villa Mitre. La mención de excepciones con el solo objeto de invalidar la denuncia revela un fuerte conformismo con la desigualdad: un solo ejemplo es“suficiente”: “ahora mujeres y hombres hacen lo mismo”, “¿qué más quieren?”. Hasta la extrañeza frente al propio lenguaje da cuenta de estas ausencias: “chofera”, “lideresa”, “peona”, etc. Y cuando sí encontramos mujeres en estos ámbitos poco “comunes” para ellas, es probable que cobren menos.
Ahora bien, la mención de estas excepciones como modo de visibilizar posibilidades laborales “diferentes” para las mujeres sí es importante. (La científica argentina Andrea Gamarnik, internacionalmente galardonada por sus trabajos de investigación sobre el dengue, ha comentado de la dificultad que tienen las mujeres para posicionarse en los ámbitos de investigación científica.)
Sorprendentemente, se sigue apelando al argumento tan inadecuado de la diferencia de fuerza física entre varones y mujeres para justificar estas desigualdades laborales cuando en muchos casos lo físico no es un tema prioritario. Curioso que cuando incluso en los casos en que sí lo es no parecen preocuparse por la fuerza física a la hora de recurrir al trabajo infantil en muchas obras en construcción o campos, ni de emplear varones visiblemente “pequeños” o de asignar tareas excesivamente pesadas, lo cual lleva a accidentes y problemas de salud (basta con ver una clínica de rehabilitación de ART). De hecho, es este argumento sexista de la “diferencia de fuerza entre los sexos” uno de los principales legitimadores del trabajo infantil. Nuevamente no parece ser un problema la fuerza física a la hora de asignar a las mujeres pobres la “maternal” tarea de tener que cargar en brazos con un crío de unos quince o veinte kilos durante varias horas al día.
Por otra parte, no hace falta aclarar que entre trabajadores varones existen grandes diferencias físicas que sin embargo no son evaluadas en casi ningún trabajo. Además, buena cantidad de trabajos que hace décadas requerían de una gran capacidad física, hoy con los avances técnicos son más fáciles y livianos. Se podría argumentar que pocos hombres suelen ser empleados en tareas “femeninas”: en el trabajo doméstico o el magisterio. Pero estos ámbitos no son precisamente bien remunerados con respecto a otros trabajos que piden igual calificación a uno u otro caso. Y el ingreso en la docencia no tiene impedimentos administrativos ni simbólicos para los varones. Más bien al contrario: un maestro de escuela es llamado “profesor” mientras que su colega mujer es llamada desprofesionalizantemente “señorita”, y la mayoría de los dirigentes sindicales de la docencia son hombres.
La cuestión de la calificación académica no parece ser más alentadora. Diarios como The New York Times o The Guardian han dado cuenta de un creciente fenómeno mundial: quienes obtienen las mejores notas en todos los niveles educativos incluyendo el universitario son mayoritariamente mujeres. Sin embargo, esto no se expresa en mejores oportunidades laborales. Se suele argüir que esto es a causa de que muchas mujeres en algún punto renunciarían a sus carreras profesionales para “hacerse cargo” de una familia o de que los hombres serían más “ambiciosos”. Nos preguntaríamos si esta “renuncia” y esta “ambición” deben tomarse como un mero dato de la realidad, o si más bien deberíamos combatir semejantes mandatos sociales que ponen a las mujeres claramente en una desventaja profesional respecto de los varones. Se suele menospreciar la calificación profesional de las mujeres más allá de su currículum o se cambia el eje al tema del “aspecto personal”. Cabe agregar la hostilidad del acoso sexual o la consideración de que las mujeres son “sensibles” e “irracionales” (lo cual mina su credibilidad). Lamentablemente, el imaginario social prefiere reproducir la idea de que “las mujeres son muy competitivas” o “muchas mujeres en un trabajo son problemáticas” (curioso que estos estereotipos convivan con la idea de que los hombres son “agresivos” y “competitivos”). En cambio, la discriminación sexista, el acoso sexual o la desautorización de la palabra femenina no parecen ser problemas demasiado graves.
Por último, se encuentra el tema de la transmisión de los conocimientos. El hecho de que habitualmente se presenten los conocimientos técnicos y las tareas pesadas como “cosa de hombres” lleva a problemas materiales concretos. ¿Qué sucede cuando una niña decide que quiere adquirir conocimientos técnicos de electricidad o jugar al fútbol? Sucede que esa niña o mujer NECESITARÁ APRENDER aquello que se le había dicho que no debía interesarle. Y es este eslabón de la trasmisión del conocimiento donde habitualmente entran en juego otros métodos de imposición del sistema patriarcal: en mi experiencia como docente he observado incontables veces que los varones (tanto adolescentes como adultos) suelen negarse a “explicarle” a las mujeres cómo hacer ciertas tareas que creen que son solo “masculinas”. A veces, de darse la trasmisión, esta se realiza acompañada de comentarios descalificadores o sexuales que buscan incomodar o desalentar a las mujeres. También hay una fuerte resistencia masculina a pedir asistencia física de las mujeres, por lo cual muchos hombres prefieren irse a la otra punta del colegio a buscar a otro varón o romperse la espalda antes que pedir ayuda de una mujer. Si es una mujer quien agarra una herramienta o se dispone a realizar una tarea física pesada, es muy habitual que los varones que no tienen su masculinidad deconstruida intenten sacarle de las manos la herramienta, estorbarla o “ponerla a prueba” (“a ver, hacelo sola si sos tan orgullosa…” es el tono habitual). O bien los varones dicen “dejar” ciertas tareas a las mujeres, y luego adoptan el lugar de “corregir” lo que estas hayan hecho en vez de hacer una evaluación conjunta con ellas. No es nada habitual (sobre todo de parte de adultas) ver una resistencia paralela a trasmitir conocimientos de tareas consideradas como “femeninas” a los varones. Sí en cambio es muy fuerte la resistencia de los varones a aprender de parte de mujeres tareas consideradas “de hombres”.
Todos estos mecanismos de obstaculización y monopolización de prácticas y saberes difícilmente sean realizadas conscientemente por la mayoría de los varones: no hablamos de “malas intenciones” sino de prácticas sociales específicas que forman parte de un sistema. Pero no hay que olvidar que el proceso de deconstrucción de la masculinidad hegemónica que han de hacer los varones no basta con mostrarse “abierto” sino que incluye hacer suya la tarea de disminuir y cuestionar los obstáculos que ellos u otros habitualmente generan para las mujeres.
Así, se habla de la “carrera hacia delante” en materia académica que obliga a tener cada vez más títulos universitarios para poder sobrevivir. Pero también existe una “carrera hacia delante” en el tema de la división sexual del trabajo asalariado que reserva todas las ventajas de los avances técnicos para los varones, excluyendo a las mujeres de estos cambios. Esta expropiación material y simbólica no es una “falencia accidental” en la educación de las mujeres: es parte estructural del sistema capitalista y patriarcal, y por eso no se cambia con que haya algunas mujeres que simplemente decidan estudiar Ingeniería Eléctrica o ser taxistas pensando que llegarán “por mérito propio”. Como dice la pensadora feminista Eve Sedgwick, “la ignorancia no es neutra”, no es un estado “original”, sino que es “el producto de un modo particular de conocer”.
A modo de apéndice, querría aclarar una cuestión. Silvia Federici, autora del libro Calibán y la bruja, advierte que la incorporación de las mujeres al mercado laboral asalariado no es una “liberación” para las mujeres sino que es funcional al desarrollo del capitalismo. Su advertencia no implica, por cierto, que la solución sea seguir marginando a las mujeres de muchos puestos laborales (cosa que tan solo acentúa el poder patriarcal), sino que nos recuerda en qué sistema vivimos. Un cambio social no se hace pidiendo “sacrificios” a los sectores oprimidos sino reconociendo las potencialidades que están a mano para realizar el cambio de sistema que diluya toda opresión. Y si vamos a criticar el clasismo del ideal meritocrático, bien vale criticar su machismo, su racismo, su colonialismo también. 

(Plan B Noticias) La periodista pampeana Yanina Lofvall (35) falleció este mediodía en la ruta nacional 205, cerca de la localidad bonaerense de Roque Pérez, cuando por causas que se tratan de establecer, el Chevrolet Corsa en el que viajaba chocó de frente contra un Chevrolet Ágile.

El siniestro se produjo en el kilómetro 142 y fallecieron además otras 2 personas que iban en el otro vehículo. Las demás víctimas fueron identificadas como Rodolfo Cardoso (73 años) y Liliana Noemi Pesaresi (54 años de edad). En ese mismo auto viajaba Aldana Pereyra (22), quien resultó con heridas de gravedad.

La periodista pampeana se movilizaba junto a un amigo, Pablo Ramos (35) que resultó con heridas. Recorrían el trayecto de Santa Rosa a La Plata.

Yanina Lofvall fue una de las víctimas del Instituto Católico Servis Trinitatis y la experiencia fue contada en el libro “Siervas Trinitarias” donde denunció los casos de servidumbre y humillaciones que debió soportar en su permanencia durante siete años en la institución católica.

Era docente de Educación primaria, periodista y licenciada en Comunicación Social, con Orientación en Periodismo en la Universidad Nacional de La Plata. Trabajaba en 7 Sellos Editorial, fundada por la Cooperativa Gráfica Visión 7 de Santa Rosa.

Estuvo en situación de virtual detención en la “secta católica” por lo que la justicia pampeana investigó y exculpó, por considerar que se trataba de un acto de entrega de fe, a los curas Antonio Martínez Racionero y Ricardo Latorre.

Junto a Yanina hubo decenas de jóvenes que ingresaron a la secta que les retenía todos sus ingresos, las obligaba a realizar ayunos extendidos y las conminaban a no mantener relaciones con la sociedad porque aseguraban que habían elegido el camino de “entrega a Dios”.

Aunque fueron absueltos, la Iglesia pampeana tomó nota de su situación y desplazó al obispo Bredice por Poly, actual Arzobispo de Buenos Aries tras la asunción de Bergoglio como Papa.

Más información:

Siervas Trinitarias: otra forma de trata

 

Escuchá cuentos que liberan

 

Mañana se conmemora el Día Internacional de la Lucha Contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia en memoria del 17 de mayo de 1990, cuando la Organización Mundial de la Salud desclasificó la homosexualidad como trastorno mental. En Bahía Blanca una marcha partirá de Plaza Rivadavia a las 18:30. “Porque queremos igualdad, basta de discriminación. Somos libres de amar, vive y deja vivir, ama y deja amar”, es la consigna.

Cecilia Serafini es una de las organizadoras del encuentro en el cual se reclamará la incorporación de la discriminación por orientación sexual o identidad de género al texto de la Ley Antidiscriminatoria Nº 23.592.

“Están expresados específicamente algunos actos discriminatorios hacia algunos tipos de personas, por religión, por nacionalidad, por ideología, pero esa misma ley -que es bastante útil obviamente- dice aplicación para discriminación por sexo primero, no dice en ninguna parte discriminación por orientación sexual o diversidad de géneros lo cual en un país que tiene leyes de matrimonio igualitario y de identidad de género bastante avanzadas a nivel mundial es una deuda pendiente importante”, dijo a FM De la Calle.

Otro punto destacado este año es la alta tasa de travesticidios como el que recientemente tuvo como víctima a la militante Diana Sacayán. “La edad promedio de las personas trans es de alrededor de 35 años, es bajísimo, en Latinoamérica y el Caribe el promedio no sube mucho más, es más o menos 40 años y el 80 por ciento de las muertes violentas a personas trans se dan en América Latina y el Caribe. La realidad es que las personas trans son las que más sufren esta problemática de violencia y de fobia, de no tolerancia”.

“Bueno, eso es otra cosa, la tolerancia no es algo que estamos buscando sino la aceptación y ya. Somos personas  igual que todas y en este país todavía los crímenes de odio a las personas homosexuales, trans y de cualquier tipo de orientación sexual o de género que no se aplique a las normas regulares, sigue siendo moneda corriente”, dijo Serafini.

Finalmente, consideró “totalmente repudiables” las declaraciones del intendente Héctor Gay, quien días atrás habló de un “orden natural de las cosas” en una entrevista radial. “Da a entender que no hay una aceptación al colectivo LGBT de ninguna manera de este gobierno local”.

En el mundo hay alrededor de ochenta países que todavía criminalizan la homosexualidad y en diez llegar a condenarla con pena de muerte. En 2013 la Asociación Americana de Psiquiatría modificó el “Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales” eliminando el término “trastorno de la identidad de género” y recién en marzo de 2016, la Organización Mundial de Psiquiatría publicó un comunicado oficial repudiando las “terapias de conversión” y reconociendo que, tanto ni orientación sexual ni la identidad de género deberían ser tratadas como enfermedades.

Con una exposición sobre la promoción de la equidad de géneros en los medios audiovisuales comenzará hoy la cuarta edición de la Cátedra Abierta de Violencia de Género, que organizan la UNS y la Red local de Violencia de Género, con entrada libre y gratuita. Será a las 19:30 en Colón 80.

La exposición estará a cargo de la profesora Romina Coluccio, integrante de la Dirección de Capacitación y Promoción de la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, y docente del Programa de Actualización en “Comunicación, Géneros y Sexualidades” de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

“La Defensoría tiene una serie de recomendaciones para los casos de violencia contra las mujeres que principalmente tiene que ver con pensar que esas coberturas tiendan a brindar información socialmente útil para la ciudadanía sobre cómo prevenir la violencia contra las mujeres, cómo denunciarla, dónde acudir en caso de estar atravesando una situación de violencia”, dijo Coluccio a FM De la Calle.

La comunicadora agregó que se pretende además que “haya una diversidad de fuentes, que además de las de las fuerzas de seguridad o judiciales, estén presentes fuentes vinculadas a las organizaciones de la sociedad civil que trabajan la problemática, que pueden poner en contexto la situación para que se dé cuenta que es una problemática social y no un caso individual y aislado, que se inserta en un modo de subordinación de la mujer y por eso los varones ven la posibilidad de cometer una agresión”.

 La “Cátedra Abierta de Violencia de Género” consiste en siete exposiciones durante el cuatrimestre a cargo de expertas y expertos, que este año tendrá como algunas de sus temáticas a las acciones en la promoción de la equidad de género en los medios audiovisuales, los delitos sexuales en las redes sociales y los derechos de las mujeres migrantes, entre otros. Los interesados pueden anotarse de manera libre y gratuita para obtener certificado.

El jueves comenzará un nuevo ciclo de charlas en el marco de la Cátedra Abierta de Violencia de Género que organiza la Universidad Nacional del Sur con entrada libre y gratuita. En esta ocasión, se tratarán temas tales como las acciones en la promoción de la equidad de género en los medios audiovisuales, los delitos sexuales en las redes sociales y los derechos de las mujeres migrantes, entre otros.

Las charlas serán los días 12, 19 y 26 de mayo; 2 de junio, 9, 16 y 23 de junio, a las 19.30. La mayor parte serán en el Aula Magna de Colón 80 y contará con la presencia de disertantes de Capital Federal, La Pampa y Bahía Blanca. Las inscripciones se reciben a través del formulario http://goo.gl/forms/FLd6xaqnej. Para consultas, al mail [email protected] o al 4595036.

Esta es la cuarta edición de la Cátedra, que se replicó además en Punta Alta. Se trata de una de las actividades de Extensión con mayor convocatoria que realiza anualmente la UNS.

Programa:

12 de mayo: “Deconstruir para construir desde un enfoque de Derechos; la promoción de la equidad de géneros en los medios audiovisuales”, a cargo de la Dirección de Capacitación y promoción de la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual”.

19 de mayo: “Diagnóstico de la Violencia de Género en la provincia de La Pama, a cargo de funcionarios del área de Familia de la citada provincia.

26 de mayo: “La defensa de los Derechos Humanos con perspectiva de género”, a cargo de los abogados Viviana Lozano, Leandro Aparicio y Fernanda Petersen.

2 de junio: “Los derechos de las mujeres migrantes y refugiadas”, a cargo de especialistas de la Asociación AMUNRA.

9 de junio: “Masculinidades plurales desde la perspectiva de Género”, conferencia de integrantes del Consejo Nacional de las Mujeres.

16 de junio: “Delitos sexuales y redes sociales”, exposición del fiscal Mauricio Del Cero.

23 de junio: La violencia de género en todas sus dimensiones”, por la presidenta del Consejo Nacional de la Mujer, Fabiana Túñez.

La Sala III de la Cámara Penal de Tucumán dio a conocer esta semana los argumentos de la condena a ocho años de prisión por un supuesto aborto transformado en “homicidio agravado por el vínculo y alevosía” sufrido por “Belén”, joven de 27 años detenida desde marzo de 2014.

Su nueva abogada, Soledad Deza, pidió el “inmediato cese de prisión” hasta que el fallo quede firme. A contramano de la defensa, el tribunal aseguró que “hay tantas pruebas que no hace falta ADN” para relacionar el feto con la mujer y que su anterior representante legal nunca planteó su inocencia sino su inimputabilidad. La lectura de los fundamentos fue acompañada por protestas del movimiento de mujeres en Tucumán y Buenos Aires que se sumaron al pedido de libertad.

Horas antes, Elsa Schvartzman, integrante de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito dijo a FM De la Calle que “lo que está en juego es la posibilidad de autonomía de los derechos de las mujeres como ciudadanas” y que “en este caso no hubo una condena legal sino una condena moral, hay un prejuzgamiento, una discriminación, Belén es una mujer pobre con poco acceso a los derechos porque no hay políticas de Estado que garanticen su difusión (…) el acceso a la justicia es tan restringido como el derecho a la salud en determinados lugares, aunque haya ya una inequidad de base”.

Belén es el nombre ficticio que protege la identidad de la mujer que a los 25 años concurrió al Hospital Avellaneda de San Miguel de Tucumán con dolores abdominales. Allí fue revisada y el médico de guardia le diagnosticó un embarazo de veinte semanas con aborto en curso. “Se siente mal, pide ir al baño, vuelve, dice que parece ser que expulsó algo, no sabe exactamente qué pasó. Ante la hemorragia deciden hacerle un legrado, la internan en la sala de operaciones y cuando se despierta está rodeada de gendarmes, de policías, que entre otras cosas la revisan, la someten a malos tratos, a torturas”.

“Esta joven no había sido informada de nada de lo que estaba pasando, se acerca una enfermera con una caja que transportaba un feto -que después diagnostican de 36 semanas- y dicen que es hijo de ella, que fue lo que expulsó en el baño y acá es donde empezamos a marcar la vulneración de derechos y lo irregular de toda esta situación. Primero es la diferencia entre las semanas diagnosticadas en primer momento y el feto que traen, al que no se le hace ADN, por lo tanto no está probado que sea expulsado por Belén, también hay una violación de secreto profesional, del derecho a la intimidad, porque los médicos que la atienden ya internada hacen la denuncia policial y la obligan a declarar contra sí misma”, comentó Schvartzman.

Desde entonces Belén está presa. El 8 de abril fue condenada a ocho años, “una caratula que cambia de aborto a homicidio agravado por vínculo y alevosía, figuras que no se entiende la contradicción y la condena porque por esa carátula sería reclusión perpetua y por aborto son cuatro años, entonces estos ocho años tampoco se entiende en base a qué están dados”.

Las organizaciones que acompañan a Belén reclaman además de su libertad que la Corte Suprema de Tucumán revise la condena y deje sin efecto la sentencia por estar basada en la violación del secreto médico, que la ministra de Salud tucumana ordene un sumario administrativo para determinar la responsabilidad de los efectores de salud y la capacitación de derechos humanos en los hospitales y en el Poder Judicial.

Según publicó Notas.org tras la lectura de los fundamentos del fallo, la abogada Soledad Deza afirmó en el pedido de libertad, que la prisión preventiva “no ha residido en el fundamento de peligro de fuga o de que se obstaculice la averiguación de la verdad”, el único válido para una coerción. “La investigación contiene graves y serias irregularidades”, explicó Deza, “que además de violar el debido proceso, han consolidado un proceso sin garantías y han favorecido una condena sin pruebas”.

En la presentación judicial, Deza se explaya: “Se intima primero, se imputa después y luego se enjuicia a mi defendida por un hecho sobre el cual no hay pruebas”. “De hecho”, continúa, “no solo no hay constancia de que el hecho sea imputable a mi defendida, sino que no hay constancias fehacientes ni siquiera de que el hecho ocurrió”.

La abogada, en el material presentado en el juzgado, se pregunta también: “¿Qué mala praxis estarán tratando de cubrir usando el cuadro clínico de una paciente que aborta? ¿Qué otros abusos de poder ejercerán sobre sus pacientes solamente porque tienen el poder de hacerlo? ¿Por qué el Poder Judicial los deja hacer?”

En paralelo, Deza reflexiona y cuestiona: “Lamentablemente la etiqueta de ‘asesina’ estaba moralmente puesta en la paciente por el equipo de salud y la Policía al inicio de la atención sanitaria, pero –agrega- mucho más lamentable es que el Poder Judicial consolide esta tríada criminalizadora sin ni si quiera interiorizarse acerca del contexto, el espacio y las probabilidades de certeza de las acusaciones, sobre todo en vista a las pobrísimas pruebas recolectadas”.

Además de la nulidad que genera en toda la causa la violación del secreto profesional (art. 156 Código Penal), lo cual será motivo del Recurso de Casación, según informó la abogada, hay muchos elementos en el proceso que evidencian “una maquinaria simbólica al servicio de criminalizar a quien arriba a un hospital con un aborto”.

¿Por qué es un caso de violencia institucional?

Desde la Convención Internacional para la Eliminación de todas las formas de Discriminación de la Mujer (CEDAW), de carácter constitucional, hasta las 100 Reglas de Brasilia, elaboradas por la XIV Cumbre Judicial Iberoamericana, la argumentación de Deza explica con precisión los motivos por los que la condena y encarcelación preventiva de “Belén” son tanto un ataque a los derechos de las mujeres como un caso de violencia institucional.

En ese sentido, propone: “Un poder Judicial con Jueces/zas y Fiscales/as especializados/as en la materia y avocados/as a la materia, es lo que permitirá incorporar la perspectiva de género en la resolución de conflictos e impartir justicia a la vida de las víctimas que denuncian”.

La abogada sintetiza:

– “Belén” está presa por ser mujer.

– Nunca contó con el principio de inocencia de su lado, por el contrario, fue culpable desde que abortó. Primero de abortar y luego presuntamente matar. Y luego finalmente de matar a su hijo, aún sin pruebas de que lo fuera. Su condena fue antes moral, luego sanitaria, luego policial y finalmente judicial.

– Fue identificada como “homicida” a los pocos minutos de que su médico ginecólogo constate el “aborto espontáneo incompleto sin complicaciones”.

– “Belén” con etiqueta de “asesina” tuvo custodia policial desde que despertó de su legrado.

– Fue imputada de matar a su hijo por la Fiscalía, incluso antes de que estuviera la autopsia confeccionada. Incluso llegó a ser requerida para declarar como imputada, estando internada convaleciente en el Hospital donde yacía con custodia policial en una Sala Comunitaria.

– Hasta la defensora oficial halló culpable a Belén, y jamás se atrevió a afirmar que no la imputada no había cometido ningún delito.

– Siempre vincularon moralmente a la joven a un “feto encontrado”, sin importar que hubiera sido encontrado antes de que ella ingrese al Hospital (3 am) y pese a que hay confusión en el expediente acerca de si ese famoso “feto encontrado” fue uno solo o más, si era femenino o masculino, si era de una mujer de 35 años o si es de alguien más. Esa vinculación moral se convirtió en sospecha médica primero, acusación policial después, vinculación forense a posteriori, luego registral y finalmente jurídica, todo sin ninguna prueba.

– “Belén” nunca contó con el principio “in dubio pro reo” de su lado. El Presidente del Tribunal al momento de decidir su condena dijo “que este había sido el caso más complejo que le tocó resolver al Tribunal, pero que valoraron la vida del NN hijo de la imputada” (sic del 19/04/2014).

– No tuvo un Poder Judicial que incorpore una perspectiva de género en la investigación de su causa, por ello, está privada de la libertad desde hace 25 meses. Está presa por abortar y por ser mujer.

Los frentes de feminismo y estudiantil del Colectivo Pueblo en Lucha realizarán esta tarde un taller para “derribar” mitos en torno al feminismo. Será a las 19 en el aula de conferencias del octavo piso del Departamento de Humanidades de 12 de octubre y San Juan.

Griselda Cifuentes dijo en FM De la Calle que “estamos atravesadas por un sistema patriarcal que configura nuestra manera de pensar, nuestra manera de ser, nuestra manera de vivir y el feminismo está planteándote que lo que estás haciendo probablemente no esté bueno si pensamos en otro tipo de sociedad” y agregó que “hay toda una estructura social que va en contra de todo lo que el feminismo hace”.

“Creemos necesario en estos tiempos injustos, misóginos, femicidas, acosadores, volver a pensar juntxs ¿qué es el feminismo? ¿Cómo lo construimos en nuestra cotidianeidad? ¿De dónde provienen estos mitos que rodean al feminismo como idea y como praxis?”, proponen desde la agrupación.

En ese sentido abogan por “desmitificar/desnaturalizar/subvertir, para seguir construyendo una sociedad sorora, un pueblo de sexualidades y géneros libres; en fin una alternativa política feminista”.