(Por Mauro Llaneza) La periodista Irina Hauser dialogó con FM De la Calle horas después de la muerte del ex juez Carlos Fayt y días antes de la publicación de su libro “Los Supremos”, la “historia secreta de la Corte” que estará disponible desde este viernes.
La cronista de Página/12 analizó el aporte del ministro que estuvo más de treinta años en el máximo tribunal, el viraje del tribunal de la mayoría automática menemista hacia el de la ampliación de derechos, la constitución del poder y las ambiciones de Ricardo Lorenzetti y la reconfiguración de las alianzas internas con la llegada de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti.
“Mi impresión es que los dos nuevos jueces son personajes con personalidades muy fuertes, sobre todo Rosatti es un jurista muy solvente y esto jaquea un poco la hegemonía de Lorenzetti adentro de la Corte. (…) Hay una nueva dinámica adentro de la Corte que imagino que seguirá cambiando en estos próximos tiempos”, afirmó.
-“Extendió tanto su estadía, que dejó en evidencia la pulsión de eternidad que tienen muchos jueces, basada en el dato real de que sus cargos pueden durar de por vida. Como si fueran semidioses, una palabra que a Fayt le gustaba en especial. Semidioses”, dice el libro de Irina Hauser Los Supremos. ¿Cómo es ese mundo de la Corte y cómo lo era en relación a Fayt que estuvo tantos años allí?
El mundo de la Corte es muy complejo, para conocerlo tienen que comprar Los Supremos, pero esto que yo digo sobre la pulsión de eternidad de los jueces es algo bastante común, los jueces de la Corte pueden durar en sus cargos hasta los 75 años pero como ustedes saben Fayt se quedó hasta los 97 y logró hacerlo gracias a un fallo que en su momento sacó la propia Corte, cuando todavía estaba la mayoría automática, donde de alguna manera declaraba inconstitucional la Constitución para permitir que Fayt continuara en el cargo.
Después otro juez, Petracchi, que también se quedó en la Corte después de los 75 años a pesar de lo mal que se llevaba con Fayt, porque se llevaban pésimo, se aferró a esa doctrina y se quedó con esa pulsión de permanecer en el cargo y de usufructuar este poder que da ser juez.
En el caso particular de Fayt una no puede desconocer los aportes que hizo en sus 32 años en la Corte y además, como leía hoy al constitucionalista pampeano Gustavo Arballo, que hace un análisis muy interesante, Fayt tuvo una característica, en algunos casos, muy dócil o por lo menos una persona predispuesta a revisar su propia doctrina, sus propias posturas habiendo estado tantos años en la Corte. Eso es valioso de parte de un juez.
Ha tenido fallos o votos que a mi modo de ver fueron cuestionables. Por ejemplo, en el caso de la ley de Medios postuló la inconstitucionalidad, fue un voto en minoría. Cuando se discutió la validez de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida las avaló, lo que de alguna manera apuntaba a obstruir el avance de los juicios, por ahí no era lo que tenía en mente porque sostenía una postura jurídica. Pero también en el caso de la discusión sobre la tenencia de droga para consumo personal, esto es lo que marcaba Arballo, Fayt que estuvo tantos años en la Corte había votado de una manera en los años noventa avalando el castigo a quienes tienen droga para consumo personal y en 2009 cuando la Corte sacó el fallo Arriola aceptó resolver su postura admitiendo que no tenía ningún efecto que el Estado castigara a las personas que tienen droga para consumo personal sino que debía apuntar a otra cosa.
Su rol adentro de la Corte era bastante peculiar porque era una persona con un humor bastante ácido y era el que en general desacartonaba los acuerdos, así serio como se lo veía, siempre era el que introducía los temas más ríspidos o más controvertidos, les hacía chistes a sus colegas, siempre era el que rompía el hielo.
-¿Cómo era ese último tiempo cuando se comenta que Lorenzetti recurría a su firma pero negociaba con su esposa o la propia reelección de Lorenzetti donde hizo una movida para tratar de contar con ese voto antes de su retiro?
El movimiento más claro de Lorenzetti fue lograr su reelección anticipada como presidente el año pasado. Anticipó ocho meses la elección de autoridades en la Corte, todo en función de que necesitaba justamente el voto de Fayt para garantizarse el cargo porque ya se veía venir que Fayt se iba a tener que ir porque ya no estaba bien, porque era una persona que necesitaba ayuda para caminar, iba por ahí a los acuerdos una vez cada tanto pero no podía participar del debate, era notable, se veía venir el desenlace y había ya instalada una discusión pública sobre su permanencia a los 97 años.
Efectivamente Lorenzetti aprovechó o por lo menos intentó obtener la firma de Fayt para cosas cruciales como su reelección anticipada pero también para otros tantos casos que sacaron el año pasado. Entre ellas el tema de la coparticipación justo antes de que se fuera.
-El libro entiendo que parte de aquella cadena nacional de Néstor Kirchner en la cual insta al Congreso a terminar con la mayoría automática del menemismo y a conformar incluso con algunas reglas interesantes una nueva Corte Suprema.
Sí, el libro hace un recorrido desde el año 2003 que a mi modo de ver fue un año de refundación de la Corte. Efectivamente aquella cadena nacional de Néstor Kirchner fue memorable porque nunca nadie había cuestionado de esa manera la mayoría automática del menemismo, lo que sucede es que Kirchner en ese momento se encontró con un escenario muy complejo que es que lo tenía al presidente de la Corte de entonces, que era Nazareno, extorsionando con que iban a sacar un fallo para revalorizar prácticamente la economía y esto fue una amenaza inesperada para el gobierno que recién asumía.
La decisión más rápida que tomó, y que la hizo en el momento justo, fue esto de pedirle al Congreso que interviniera y generar así el clima de cuestionamiento que nunca se había dado con tanta claridad porque históricamente se sabía que la mayoría automática fallaba a favor del menemismo, las privatizaciones de las empresas y demás. Hubo un intento de juicio político que hizo Duhalde durante su gobierno de transición pero fracasó y ahí aparece Kirchner con esta decisión porque además se le venía la economía abajo si sacaban ese fallo, podía ser un desastre, el gobierno podía durar meses.
Para mí es un momento de refundación donde empieza un proceso que con los nombramientos que fue haciendo el gobierno cambió completamente el cariz de la Corte y comenzó una Corte que realmente dejó marcas para la historia, fallos impresionantes de ampliación de derechos de todo tipo, que además fue la Corte que permitió que se reabrieran los juicios de lesa humanidad como una de las cuestiones más simbólicas.
Lo que hago en el libro es recorrer todo el proceso que se inicia en ese momento y que empieza a hacer un viraje en el 2008, 2009, cuando se empieza a notar la acumulación de poder y el posicionamiento de Ricardo Lorenzetti como un personaje fuerte adentro de la Corte que hace un juego propio. Y quizá el tema que termina dividiendo agua es la discusión sobre la ley de Medios donde Lorenzetti si bien en un principio decía que era anticonstitucional después termina fallando a favor de la constitucionalidad de la ley pero hace todo lo posible -y logra que sus compañeros lo apoyen- dilatando la decisión durante casi cuatro años que es lo que le permitió al Grupo Clarín tener mucho aire y finalmente zafar de la aplicación de la ley. Sabemos cómo termina esto totalmente diluido con el decreto del gobierno de Macri. Es evidente que la Corte colaboró con esta posibilidad de que el Grupo Clarín no tuviera que hacer un solo movimiento de desprendimiento de licencias concreto.
-Un ejemplo del mecanismo de Lorenzetti para avanzar en sus propios fines y ambiciones.
Exacto, lo que sucede es que la forma de acumulación y de ejercicio del poder de Lorenzetti no es únicamente a través de los fallos sino a través de un trabajo muy fino que fue haciendo dentro de la propia corporación judicial. Lorenzetti llega a la Corte como un abogado desconocido, ni siquiera él sabía dónde quedaba la Corte, para darles una idea. Todo el mundo preguntaba de dónde salió, quién es, le decían el abogadito de Rafaela medio despectivamente.
Con mucha astucia empezó a hacer un trabajo de hormiga, de ir fortaleciendo y logrando el apoyo de toda la corporación judicial. Ahí inventó un evento que hace cada dos años que es la Conferencia Nacional de Jueces que por ahí a los simples espectadores nos resulta algo aburrido, uno dice ‘se juntan los jueces qué plomazo’ pero es uno de los grandes mecanismos de Lorenzetti para lograr apoyos dentro de la corporación.
Además, en momentos en que se empezaron a notar diferencias. No nos olvidemos que en el pico de discusión sobre la ley de Medios surge Justicia Legítima. Marcaba que había diferencias ideológicas dentro de la propia corporación judicial. Lorenzetti también lidiaba con eso pero logra una base de sustentación fuerte entre sus propios colegas de todos el país usando algo que es también un elemento histórico del manejo en el poder judicial que es el reparto de cargos, de presupuesto, de empleados cuando algún tribunal lo necesita, en algún momento le renueva los autos oficiales a los jueces, les concede a algunos los autos que están secuestrados en causas de drogas. Ahora están ordenando un poco eso pero pasaron muchos años.
Hace que el resto de los jueces queden en deuda con él y se genera así un circulo de deudas permanentes donde sale fortalecido.
-Hablemos de “las supremas”, ¿qué le apostaron a la Corte Argibay y Highton de Nolasco?
Argibay y Highton eran personas muy distintas. Una las veía así como “las dos mujeres de la Corte” pero Argibay era una mujer que salía y decía lo que se le cantaba, lo que quería, desafiaba permanentemente al Poder Ejecutivo. Y Highton es el polo opuesto, es una mujer muy precavida en sus dichos, en sus comportamientos. Highton ha tenido una característica en los últimos años, a contramano de la actitud de la mayoría de la Corte, que es que abogó permanentemente porque los fallos no pusieran ni en peligro a la gobernabilidad ni generaran ningún peligro de desestabilización económica. En general fue la que más cuidó los intereses del Estado a través de sus decisiones.
Tanto Highton como Argibay como mujeres sí dejaron una marca importante al crear la Oficina de la Mujer en el caso de Argibay y la Oficina de Violencia Doméstica conducida por Helena Highton de Nolasco.
Yo cuento un poco en el libro que hay como un mito de que hicieron una gran cantidad de cosas y que entraron a la defensa de los derechos de las mujeres. Es cierto que hicieron un montón de cosas, pero también es cierto que cedieron a grandes resistencias y que tampoco es un trabajo que haya fluido cien por ciento. Te diría que incluso en la Oficina de la Mujer, quienes terminaron dejando su huella fueron mujeres que no son conocidas.
La oficina hizo y hace un trabajo muy valioso que es de alguna manera intentar cambiar la cultura patriarcal que hay en todo el poder judicial, es un desafío gigantesco, esto sí fue una idea de Carmen Argibay, muy alentada por algunas mujeres que trabajaron con ella. Y lo empezaron a hacer con talleres en todos lados dirigidos a varones y mujeres como para ver con qué se encontraban, con qué pensamiento, imagínense que el Poder Judicial -que tiene que resolver casos incluso de violencia de género- se encuentra muchas veces reproduciendo los patrones de violencia simplemente por los principios y las ideas que rigen en la sociedad y más en el Poder Judicial que es muy conservador.
La Oficina de la Mujer ha tenido esa función primordial de, como decía Argibay, intentar cambiarle la cabeza a los jueces, un trabajo bastante complicado pero muy valioso.
Argibay tenía una cosa, un rasgo de una mujer muy aguerrida, muy de decir lo que pensaba, de mostrar sus principios, pero al momento de tomar decisiones en los fallos sorprendentemente era una mujer muy formalista. Entonces en sus fallos una no va a encontrar grandes decisiones de la historia de la Corte. Esta fue una decepción grande para la gente que trabajaba con ella porque tenían una apuesta fuerte a que se lograran fallos interesantes.
Argibay muy a menudo lo que hacía es aplicar algo que en Derecho se llama 280 que es un artículo del Código Procesal Civil y Comercial que le permite a los jueces rechazar sin dar sus fundamentos un planteo. Ella decía que la Corte recibía demasiados planteos heterogéneos, de todo tipo, y que no tenía que tratar todos esos temas. Es un mecanismo que muchas veces los jueces usan para sacarse cosas de encima. Entonces por ahí en casos trascendentes se encuentran con votos de Argibay que eran 280, que no fundamentaba nada o que apelaba a tecnicismos. Pero era una mujer sumamente querida por toda la gente que trabajó con ella y por toda la Corte.
-¿Cómo ves la Corte actual y su reconfiguración con Rosenkrantz y Rosatti? ¿Qué será del futuro de Lorenzetti, es posible o sigue insistiendo en aquella chicana que le hacía Fayt de que él quería ser presidente pero no de la Corte si no de la República?
Es la pregunta del millón. A mí me da la impresión de que Lorenzetti se preparó para cualquier eventualidad de alguna situación de gravedad institucional que pudiera llevarlo a la presidencia de la Nación pero no me parece que esté ni en condiciones ni que esté buscando ahora ser presidente. No digo que no se le haya cruzado por la cabeza, me suena a que es muy posible que sí.
Me parece que con el desembarco de Rosenkrantz y de Rosatti se están reconfigurando las relaciones adentro de la Corte y habrá que estar atentos a la próxima elección de su presidente. Lo que sucede es que falta bastante porque el mandato dura tres años.
Mi impresión es que los dos nuevos jueces son personajes con personalidades muy fuertes, sobre todo Rosatti es un jurista muy solvente y esto jaquea un poco la hegemonía de Lorenzetti adentro de la Corte.
Si uno mira cómo se resolvieron por ejemplo los fallos referidos a las tarifas, el primero que fue el del gas, Maqueda -que solía estar aliado con Lorenzetti- trabajó junto con Rosatti, se aliaron y de hecho impusieron ellos la postura que finalmente terminó resultando en fallo sobre el gas donde obligaron a hacer las audiencias públicas y frenaron el tarifazo. Lorenzetti empujaba en contra de esa decisión o por lo menos tenía una postura distinta respecto a lo que se podía o no discutir en las audiencias públicas. Él decía que el precio del gas en boca de pozo no debía estar ahí, lo que marcaba una gran diferencia, pero finalmente triunfó la postura de Rosatti. Esto muestra una nueva dinámica adentro de la Corte que imagino que seguirá cambiando en estos próximos tiempos.