El ex dirigente estudiantil y militante del Partido Comunista, Juan Larrea, denunció durante su declaración en el juicio contra integrantes de la Triple A que el imputado Juan Carlos Curzio intimidó a otra testigo, hija de una víctima del terrorismo de Estado.
“Curzio no tuvo problema en levantar el teléfono, llamar a María Cristina Leiva y decirle: ‘mirá, yo todo lo que hice, lo hice por plata, ¿por qué no me dejan de molestar? Eso ya pasó hace tiempo, yo nunca tuve que ver con nada’. En un tono amenazante, ‘terminenlá conmigo'”, contó Larrea a FM De la Calle.
Leiva debe declarar en la causa. “Es el colmo de la impunidad. Hay un sentido común que indica que este señor después de 50 años de los homicidios terribles, pueda llamar a una señora que ha sido víctima -porque su familia ha sido perseguida- y tener el descaro de llamarla. Eso quiere decir que el hombre se considera en condiciones de intimidar y, si tuviera espacio, no se qué otra cosa haría”, agregó .
El sentido común del “algo habrán hecho”
Anteriormente, Larrea aseguró que “la sociedad bahiense fue construyendo el sentido común que permitió que todas estas cosas ocurrieran. Me preguntaría: si volvieran a cometerse estos crímenes qué diría el hombre y la mujer común de la calle, ¿estarían dispuestos a convivir, temor de por medio, con esta situación?”.
Este modo de vida “se construyó desde hace varios años cuando se consintió que la fuerza aérea naval fuera y bombardera la Plaza de Mayo, matara más de 300 personas y nadie respondiera por eso. Entonces, con ese clima se empezó a vivir en las escuelas secundarias, con ese clima de persecución contra adolescentes judíos que era una rémora de lo que se había vivido durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque los nazis habían sido derrotados había mucha gente que pensaba como ellos”.
“A principios de los 70 ya los vimos en acción, nunca me olvido de lo que pasó en el Salón de los Deportes, en el Encuentro Nacional de los Argentinos. Era el clima que se vivía a pesar de que la UNS y el movimiento obrero estaban en lucha por sus reivindicaciones. Había un sentido común en la sociedad bahiense que fue tomando cuerpo y se expresó en el ’74 , ’75 cuando esta ola de terrorismo con amparo estatal tuvo su cumbre con los asesinatos de Negrito García y Watu. Hubo decenas, entre 25, 30 jóvenes asesinados en la época, hubo un consentimiento silencioso”.
Respecto al rol colaboracionista de La Nueva Provincia, el testigo mencionó que la represión “tenía un comando. Estaba básicamente en los servicios de Inteligencia donde jugó siempre un papel central el Servicio de Informaciones Navales, su vinculación permanente con LNP y la dirección general de la política de la embajada americana, gente que tenía una conexión fenomenal”.
Destacó “el papel central y la conducción personal de Diana Julio, una mujer de una brutalidad personal, con una definición política e ideológica determinante. Eran fascistas”.
“Esta sociedad es responsable de que 50 años después tengamos que estrujarnos la memoria para hacer justicia”
Larrea puntualizó que “en el 75 había orden constitucional, los que van a reclamar por un crimen terminan presos, eso era lo que se vivía y se consentía. Esto ocurría no solo en un Estado terrorista en ascenso, esto fue con consentimiento. Era la sociedad la que toleraba esto, y era la sociedad la que los aceptaba”.
“Yo les decía a los abogados que reconocía la importancia de lo que están haciendo pero llega tarde. Tan tarde que nos resulta ridículo que nos pregunten detalles de lo que todo el mundo conocía. Teníamos que demostrar, como si tuviéramos una cámara, que el que apretó el gatillo disparándole por la espalda (a Watu) fue Argibay y de un lado estaba su hijo Pablo y Aceituno del otro”.
Larrea destacó que “esta sociedad es responsable de que 50 años después tengamos que estrujarnos la memoria para hacer justicia pero también esta sociedad disfruta de la posibilidad de que se haga justicia”.
“Le reclamamos, no solamente al Poder Judicial sino a la sociedad que se haga cargo, que se masacró a una juventud. Lo reclama la historia. Fue un crimen fenomenal del cual la sociedad se va a tener que encargar no solo de decir Nunca Más sino de un suceso práctico, esto es terrible no puede volver a ocurrir”.