(Por Paula Ércoli) 26 horas discutió la Cámara de Diputadxs la despenalización y legalización del aborto. Sesión maratónica. La sociedad entera transformada en ágora teñida por la presencia embravecida del movimiento de mujeres y del feminismo construyó un sí masivo y contundente a la interrupción legal del embarazo.
Marcela Serrano, escritora chilena, hace algunos años escribió una historia de mujeres que habla fundamentalmente de las mujeres. El contexto de la novela estaba situado en el retorno a la democracia luego de la dictadura de Pinochet. La novela se tituló “Nosotras que nos queremos tanto”. Cuatro mujeres amigas se reunían en una casa junto a un lago y se contaban sin tapujos qué había sido de sus vidas durante años anteriores. En el medio de las conversaciones se entremezclan sus opiniones sobre sexo, parejas, emociones, relación con sus hijos e hijas y sobre la política. Un paréntesis en el trajín de la vida de estas mujeres, una especie de desahogo, un socorro necesario para continuar.
Hace unos días en el contexto previo a la histórica victoria de las mujeres en el Congreso, asistí a una reunión casi similar a la que relata Marcela, una sesión más maratónica que la de lxs legisladores/as, no por la extensión, sino por la tarea que llevan adelante las mujeres que allí estaban presentes; la tarea de socorrer a otras mujeres. Esta era una plenaria de Socorristas en Red de Bahía Blanca.
Si se pudiera expresar la diversidad del feminismo en la comida y en los gestos, allí estaba. Frutas, cereales, pan casero, mate, café, dulce, salado, todo dispuesto para pasar una larga jornada de discusión y reflexión bajo la más sana y sorora lógica del cuidado de las otras mujeres que nos propone el feminismo. Cuidarnos para querernos. En el medio de la reunión sonaban los teléfonos de batalla, algunas se levantaban a atender y volvían al rato para contar novedades del caso. Parecía una comitiva, como las que podría llegar a tener un equipo de atención sanitaria, donde semanalmente se juntan a comentar y a aconsejarse sobre nuevas situaciones que llegan a la institución. Pero podría llegar a haber una diferencia con ésta situación homóloga que imaginamos: aquí los casos tenían nombres propio y eran socorros, el tiempo no era un elemento apresurador y las opciones de actuación se evaluaban todas. Las socorristas socorren y (se) socorren mutuamente, piensan y repasan sus estrategias todo el tiempo, no dan nada por sentado, son audaces en sus decisiones y corren los límites de lo posible para llevar adelante lo que a veces, parece casi imposible.
Es extraño pensar que en el andar de los días, mientras algunxs van al trabajo, comen, duermen, discuten, mientras otrxs tienen sexo, se pelean, meriendan; hay una mujer con la decisión de abortar y hay socorristas entretejiendo horarios, excusas, circunstancias para socorrer. En el andar de los días hay un submundo violeta y verde atento al socorro. Preguntar qué es ser socorrista se puede resolver con entrar a su página oficial, preguntar que se siente ser socorrista, no, eso te lo pueden contar ellas nomás.
¿Qué se siente ser socorristas?
S: A mí el socorrismo me mueve. Es este deseo de la libertad que nos merecemos las mujeres, esa libertad que es propia que es decisión de cada una. Que no es solamente la decisión de abortar o maternar, sino de desear, de poder hablar de nuestros deseos, de lo que ha nosotras nos implica la vida. Pensando en nuestras madres, abuelas, en nuestras generaciones parece que venimos como en un “ritmo patriarcal”, en el que nosotras decimos basta. Sentimos que es práctica revolucionaria. Es un acto político para nosotras; para mí el socorrismo es una expresión del feminismo concreta.
S: También tenemos la decisión de construir una confianza entre mujeres, que es política, porque siempre nos enseñaron a desconfiar de la otra, a que la otra es mi competencia, esas boludeces que nos inculcan de chicas. El socorrismo también está conectado con la escucha desprejuiciada, que nos lleva a poder ser cómplices en un buen sentido de esas mujeres y también nos lleva a poder devolverles “su primer lugar”. Las mujeres siempre nos ponemos en segundo lugar, yo lo siento así. Y si yo tuviera que abortar diría: este día me lo dedico a mí, me voy a poner calentita, me voy a preparar mi comida favorita, como un mimo, recuperar eso que nos hace falta: que es poder conectarnos con nosotras mismas.
¿Cómo impacta en cada una de ustedes ser socorristas y cuáles son las complejidades de la tarea?
S: Yo creo que no nos sentimos más solas, muchas veces hemos pasado por situaciones donde se nos carga por el hecho de ser mujeres y el socorrismo hace que esas soledades desaparezcan. De repente en los talleres nos confiamos cosas que son de las fibras más intima; una mujer me está contando cosas de ella, no me conoce, no es una decisión fácil y vamos a empezar una situación juntas. Yo me siento hermanada con mis compañeras.
S: Una de las cosas más frustrantes es no poder ayudar a una mujer. Una mujer que se comunica con nosotras, que deposita confianza, que le proponemos un acompañamiento, y que por variables externas no se puede concretar, eso es doloroso. Nos preguntamos también porqué algunas van a los talleres y no vuelven. Hay un límite fino en el acompañamiento. Cuando arrancamos el socorrismo a veces lo entendíamos como maternar, por ejemplo, en mi caso yo no quiero que ninguna mujer pase por un embarazo no deseado como yo, pero hay límites y reconocerlos a veces es difícil. Por eso nosotras no nos creemos heroínas, porque sabemos que llegamos a muchas mujeres, pero que no llegamos a todas. No poder ayudar a una mujer es todo lo contrario a lo que nosotras nos proponemos y a veces pasa. El socorrismo tiene mucho de creación y pienso que nosotras habitamos un mundo donde siempre se nos interpretó, se nos disciplinó y ésta es una de las experiencias donde se nos permite situarnos desde otro lugar. Somos arriesgadas.
S: No contaban con nuestra astucia… (risas)
La consulta de una mujer sobre cómo interrumpir un embarazo puede llegarles a ustedes o a un/a efectora de salud ¿qué diferencia hay entre un socorro y una urgencia?
S: Estamos pensando en aborto de calidad, en el acompañamiento. Los acompañamientos feministas son acompañamientos cuidados, amorosos, vos pones todo ahí con esa mujer con la que no conoces pero de repente te identificás. Es bastante diferente a lo que se vive en el sistema de salud.
S: La primera diferencia es el acompañamiento feminista. No solo pensamos en el acceso sino también en cómo es el trato, cómo se va resignificando también en los estudiantes/as, profesionales de la salud comprometidos, porque nos hace pensar que hay también un cambio en esos espacios y creo que el feminismo ha sido uno de los motores en ese sentido y el socorrismo en gran parte.
S: En una consulta médico-paciente te van a decir qué es lo que tenés que hacer y cómo lo tenés que hacer, muy esquematizado, y se termina en esa circunstancia. En este caso no, podemos dialogar e incluso hasta construir otro tipo de herramientas y crear hasta nosé… cómo le mentís a un tipo que te cagó a palos y no querés que se entere que os vas a atravesar un aborto, cómo te vas de tu casa porque no tenés lugar y tu mama no sabe… Todo lo que a veces tenés que hacer porque tu alrededor no te permite poder abortar o no te deja estar tranquila con esa decisión, quizá suceda en algunas consultas médicas, pero no es lo general. Nosotras aprendemos desde la experiencia.
¿Qué se les viene a la mente cuando desde los sectores provida se arrogan la defensa de la vida? La integralidad de la vida pasa también por lo digno, por lo que fue decidido…
S: Se me vienen palabras como hipocresía, ignorancia… Las socorristas decimos que nuestra mejor respuesta es el hacer. A mí me encantó cuando Marta Alanis dijo “si en Argentina, en un estado supuestamente laico, y hay tantas mujeres católicas y hay tantos aborto por año bueno no dan los números. ¿Quiénes son las mujeres que abortan en Argentina? Las creyentes”. El año pasado el 63% de las mujeres que acompañamos eran mujeres practicantes entonces, de repente decís bueno… se caen algunos mitos alrededor de esta idea. Por eso nuestra respuesta es el hacer. Quien llame la acompañamos.
S: En algunas circunstancias ya no lo consideras un interlocutor ¿no? Subestiman muchas veces a la sociedad, a las mujeres. Creo que también hay un atraso del discurso que por más fuerte que parezca que está hoy…mmm, nosé. Pensaba en estos días qué nivel de llamados tenemos ahora que hace tres meses que está el debate ¿habrá menos? ¿Habrá más? … Y me doy cuenta que nosotras seguimos trabajando de la misma manera.
Antes de terminar… ¿qué hay del goce en la militancia socorrista?
S: Hay un montón, hay mucho placer. Creo que ésta militancia no se puede hacer si no la disfrutás. Para mí lo más lindo es un taller, es conectarme con las mujeres y poder decirles “estamos nosotras” y que quieran volver o te digan que les gustaría escribir algo. Es como una alegría que te llena. Es un poco inexplicable, a veces faltan las palabras.
S: En esta sociedad maternar es lo que supuestamente ‘debe ser’ y de repente poder decir ‘yo deseo maternar o deseo abortar’, o cuando una tiene información, tenés todas las cartas arriba de la mesa y podés con libertad, eso ya es placer. Es sentir que tenés las riendas de tu vida. Estás cambiando el rumbo de los mandatos.
S: También se goza cuando ves la red, siempre decimos que somos una red de socorristas. La red existe! (Risas). Creo que el socorrismo es un acto de humanidad muy grande, no lo digo porque yo lo hago, sino porque lo es, es muy humano. Y a veces nosotras nos disfrutamos en ese sentido y cuando ves que las compañeras van creciendo y se van animando es hermoso. Y tiene algo interesante el socorrismo que es que nunca deja los malestares de lado, tratamos de no escaparle al conflicto y a las crisis. Es una militancia que no está pensada desde el sacrificio, sino desde la amorosidad, incluso algunas decimos que el socorrismo nos salvó primero a nosotras para después ayudar a otras mujeres.
S: Es una cadena de cuidado, cuando una acompaña a una mujer, en realidad está toda la grupa acompañándola porque detrás de esa socorrista hay una red que también está. Nos estamos más solas.
Última: ¿cuál es el aborto que las socorristas quieren?
Todas: Un aborto libre, seguro, cuidado, feminista, de calidad y gratuito. Un aborto acompañado, con autonomía. Sin prejuicios. Que sea un día de reafirmación para esa mujer. Un vuelvo a empezar. El aborto feminista es el que una lo pueda contar, lo pueda decir.
Si se aprueba la ley de despenalización y legalización, ¿va a seguir habiendo socorrismo?
Todas: ¡Por supuesto! ¡Más vale! Mas allá de que una mujer pueda acceder a un aborto en el hospital, toda esta ingeniería feminista ¿dónde va a estar sino? Además trasciende Argentina nos encontramos con las chilenas, con Las Comadres de Ecuador, con las compañeras de Brasil… Que se legalice el aborto en Argentina es un puntapié para toda Latinoamérica. Va a haber socorrismo para rato….