(Por Mauro Llaneza) “Sueño con un asfalto, tener una linda casa, unos lindos árboles, unas lindas plantas y decir puedo salir y entrar cuando quiera, llueva o no llueva, que el colectivo pase y lleve a mi hijo cerca de la escuela, que una ambulancia pueda entrar en cualquier urgencia, han pasado desgracias y no han llegado, poder tener una mejor forma y calidad de vida. Con eso soñamos”, responde Gisel Roche en el estudio de la FM De la Calle.
Vive en el Barrio Evita, en el sur de Bahía Blanca. Casi 300 familias asentadas entre las calles Baeza, Juncal, Chile y Santa María. Trabajan en rubros vinculados a la construcción, hacen changas y “hay hasta policías”. “Peleamos por una vida digna. Peleamos por decir tenemos un derecho o queremos ser incluidos socialmente. Se necesita una urbanización, un entoscado, luz y agua, serían las cosas básicas para poder vivir normalmente como cualquier familia”.
Hace diez días integrantes de la asamblea vecinal participaron de la presentación de los resultados de un relevamiento de las condiciones socio-económicas de la comunidad que coordinaron docentes del Departamento de Economía de la UNS en el marco del proyecto VERSE, con la articulación de la agrupación Sureando.
Gisel Roche, Barrio Evita.
Años atrás comenzaron a instalarse las primeras familias a partir de “una toma pequeña” y hoy avanzan las construcciones de material. “Se pelea entregando cartas diciendo, por ejemplo, necesitamos la luz, el agua, urgente. Hace ocho años que no tenemos. Todas las conexiones son precarias, estamos hablando de caños precarios, ahora tenemos en tres calles caños rotos. Está trabajando la pala de la Delegación pero no puede porque esas calles intermedias son imposibles, sabemos que esto es una manteca, por eso también se pide un entoscado”, dice Gisel.
Cuenta que “en invierno el agua es poca porque se nos congelan los cañitos y en verano no tenemos agua porque todo el mundo abre las canillas, hay veces que nos vuelve a las 12 de la noche o a las cuatro de la mañana y tenemos que estar con un tarrito juntando por lo menos para la comida, ni siquiera para la ropa”.
-Ahora todos estamos con velas, estos días se nos cortó muchísimas veces la luz. (…) Estamos peleando por un generador hace mucho tiempo. Hay uno en calle Italia que abastece a algunas familias pero falta el resto del barrio.
Políticas integrales
El relevamiento indica que más del 50 por ciento de las familias tiene alguna necesidad básica insatisfecha. “Algún problema serio o grave con respecto al acceso a la salud, a la vivienda, a condiciones sanitarias adecuadas, al trabajo, estamos hablando de indicadores a partir de los cuales se evalúa la pobreza”, explica Francisco López Corral de Sureando.
El índice de hacinamiento crítico -“cuando hay demasiadas personas viviendo en una sola habitación”- es del 46 por ciento. “Excesivamente alto” si tenemos en cuenta que el de la ciudad es del 6 por ciento. “Eso está asociado a estas características que tiene el barrio, no solo con problemas económicos, de ingreso, sino muchas veces con estos problemas estructurales”.
No tienen derecho a la ciudad. “El derecho asociado a la posibilidad de acceder a todas las ventajas que tienen que ver con la vida urbana y que buena parte de la sociedad goza por vivir en una ciudad. Tiene que ver con los servicios públicos, con las calles transitables y todo lo que implica el acceso, poder concurrir a la escuela, a un hospital, que ingrese a una ambulancia, un remis, un patrullero”, dice López Corral.
“Al estar la situación dominial comprometida no hay un espacio público reservado, por ejemplo, para una sala médica. Los centros de salud están realmente lejos y hay que acceder por estas calles que son imposibles de transitar, estamos hablando de una transversalidad de derechos que requieren una política integral”.
“Somos como el foquito quemado”
La educación es otro tema. “Las criaturas no pueden ir a la escuela. Todo el barrio está lleno de chicos, todos estudian. Mi hija, por ejemplo, -dice Gisel- sacó notas muy altas en las pruebas, estamos hablando de 9,80 y 9,50, notas lindas. Ahora en los boletines tiene todo 7 por el tema de las faltas. ¿Cómo las justificamos? Yo le digo a la maestra que es porque el barrio se inunda. (…) Tampoco pueden ser abanderadas ni nada por el estilo porque el promedio no da”.
En verano es villa mosquito. Cuenta. Las ratas les meten miedo a los gatos. Los camiones de Sapem Ambiental tampoco quieren entrar. “La recolección diaria se canceló y no era diaria porque eran dos o tres veces por semana que juntaban del tachito y de tres contenedores que tenemos en el barrio y abastecen a las casi 300 familias”.
En las reuniones de los foros de seguridad piden que los patrulleros recorran el sector. “El barrio no tiene luz pública, en todo el barrio hay cuatro o cinco brazos, son muchísimas cuadras, también nos afecta la inseguridad, estamos rodeados por todos los servicios y nosotros somos como el foquito quemado, la noche es la boca del lobo”.
Por qué
Para López Corral las políticas respecto a los asentamientos deben “empezar a entender por qué sucede eso, es una dinámica que viene pasando hace mucho tiempo, hace décadas. Cualquier organización social también lo sabe, en los setenta iban a Nocito, luego a Caracol, Villa Miramar. Siguen siendo barrios precarios pero con el paso del tiempo han logrado alguna que otra obra pública que ha mejorado las condiciones de vida, siempre en rezago con relación a la ciudad y otros barrios nacidos a partir de un emprendimiento inmobiliario o en una zona que está en mejores condiciones y en la cual vive gente de mayores ingresos. Estamos hablando de una desigualdad en el acceso a la ciudad en base al ingreso y a la zona en la cual se vive”.
En este caso se trata de tierras privadas pertenecientes a diferentes titulares. La Asesoría Letrada de la Municipalidad dictaminó durante el gobierno del actual diputado nacional Gustavo Bevilacqua que debían expropiarse. “Faltó decisión política”, recuerda Francisco.
Francisco López Corral, Sureando.
Con la llegada de Héctor Gay a la intendencia la oferta de diálogo es tan habitual como el agua en las calles pero “cuesta que en ese diálogo se comunique cuáles son los avances y retrocesos que se van teniendo en la materia, en algunos casos da la sensación de desorganización”. Según Planeamiento Urbano se estaría avanzando. Dicen.
Un día en la vida
-Empezamos desde las seis de la mañana, tempranito arriba todos -describe Gisel-. Mi hijo va al secundario que queda saliendo como dos o tres barrios más atrás, se va caminando, sale de una patinada o nadando hasta Esmeralda y de ahí se va con los compañeros. Yo llevo a mi hija, a las siete y media ya salgo caminando para Villa Rosas, la escuela del otro lado, salgo patinando para el otro costado.
Dejo a la nena en la escuela, vuelvo, y rutinariamente trabajamos. Hacemos churritos caseros, de ahí ya con mi marido. Después él sale a vender, mis hijos vuelven de la escuela, se cocina algo rápido. El otro nene va a la escuela. Y el bebé. Tenemos un bebé chiquito de dos años, es el amor de la casa y lleva bastante trabajo.
Así todas las familias porque ya cuando salgo están todos saliendo a trabajar a las patinadas con las motos, con las bicicletas como pueden se sale, las mujeres con los changuitos que se traban a cada rato, hay que estar levantándolos para ayudarles a salir. Así que bueno, días de trabajo, de estudio. A vela. El que fabrica las velas debe estar feliz. La mayoría estamos comprando siempre o me prestás una velita que me quede sin velas. Desesperada.
Un nuevo consenso social
Presentación del relevamiento en el Centro Histórico Cultural de la UNS.
López Corral tiene la sensación de que “la mayoría de las fuerzas políticas no están mirando problemas fundamentales, muy básicos” y que les “falta patear más la ciudad”.
“Es insostenible que naturalicemos que la ciudad crezca así, que haya vecinos que al no poder acceder al mercado legal de la tierra o a programas de tierra por parte del Estado ocupen -en algunos casos que se vendan esas tierras- puedan asentar su casa de chapas, lentamente empezar a construir, estar diez años viviendo sin servicios (…) no solo a nivel estatal sino a nivel social, el debate que necesitamos excede la denuncia al Estado o a tal o cual gestión, requiere un consenso social, la apuesta nuestra es contribuir y acelerar acciones apuntando a ese consenso”.
¿Cómo es el barrio de tus sueños?
-Veredas armadas imagino. Caños que estén a unos metros debajo de lo que sería un asfalto. Chicos, yo sueño con asfalto -confiesa Gisel-. Ya no tener que estar con el agua pasando los tobillos para arriba a las patinadas. Y decir salgo caminando con un paragüitas y voy y me tomo un colectivo que hoy tampoco tenemos. Me llamo un remis y que pueda entrar hasta mi casa y no que quede esperando del otro lado del puente porque no puede entrar por la laguna gigante que ya podemos hasta pescar.
Todas las casas cada cual con lo que pueda, con una linda vivienda, una linda forma de vida, normal y natural, es todo lo que pedimos. Obviamente soñamos con tener los papeles de nuestras tierras, poder pagarlas y que sea nuestro. Es lo que todas las familias soñamos. Sabemos que la vida hoy está difícil. Nadie puede ir y comprar un terrero, es una locura lo que salen, y el que no puede optar por pagar una locura de plata por un pedacito de tierra recurre a comprarlos de esta manera, porque la mayoría compramos estos terrenos.
Este martes a las 9 representantes de la asamblea vecinal del Barrio Evita mantendrán una reunión con las autoridades de la Secretaría de Infraestructura del municipio. Esperan que por lo menos se atienda “una” de las problemáticas.
Fotos: Sureando.