(Por Juliana Gonçalves) El pasado 25 de Julio, las calles de varias ciudad de Brasil fueron ocupadas bajo el grito “Mulheres Negras e Indígenas por nós, por todas nós, pelo Bem Viver“. En lucha contra el machismo, el racismo y la violencia, miles de mujeres participaron por segundo año consecutivo de la Marcha de Mujeres Negras que se realiza en torno al Día Internacional de la Mujer Negra Latinoamericana y Caribeña y en el Día Nacional de Tereza Benguela.

El 25 de julio restaura a las mujeres negras la ancestralidad de lucha y fuerza que no queda en el pasado. La ancestralidad que nos acompaña como fuerza vital activa en el presente. El ejemplo de Terezade Benguela, define que nosotras, mujeres negras de la diáspora de hoy, somos los sueños más osados de nuestros antepasados.

Tereza de Benguela era llamada de reina. Sin embargo, fue conocida por su estilo democrático y parlamentario de liderar el quilombo del Quarter, en Mato Grosso, alrededor de 1740. Desafió la corona portuguesa y el sistema esclavócrata por más de 20 años, hasta ser capturada y asesinada por el ejército, en 1770. Es por ese icono de la resistencia negra en el Brasil colonial que, en 2014, el 25 de julio se convirtió en el Día de la Mujer Negra, en consonancia con la fecha internacional que se estableció en 1992.

Las mujeres negras en movimiento están hermanadas en la construcción y defensa de un nuevo marco civilizatorio de sociedad. Y esa lucha gana aliento en la articulación nacional que llevó a la Marcha de las Mujeres Negras contra el racismo, el machismo, la violencia y el Bien Vivir en 2015.

Por primera vez en la historia de Brasil, 50 mil mujeres ocuparon las calles de Brasilia para cobrar políticas públicas y reparación por las desigualdades estructurales enfrentadas por nosotras.Desde la marcha de Brasilia, el concepto de Buen Vivir viene siendo cada vez más reivindicado por los movimientos de mujeres negras. Se hace urgente explicar las raíces del Buen Vivir, ya que el término puede ser fácilmente desvirtuado ignorando la fuerte crítica contra el modelo desarrollista de la sociedad que vivimos. El Buen Vivir no tiene nada que ver con la prosperidad financiera.

Por ello, traeré algunas definiciones sobre el término a partir de la óptica de las mujeres negras en diálogo con los conceptos trabajador por el político y economista ecuatoriano Alberto Acosta en su libro O Bem Viver – Uma oportunidade para imaginar outros mundos a raíz a partir de las ideas del economista  Pablo Dávalos.

El Buen Vivir sueña otros mundos posibles

La teoría del Buen Vivir nació de la práctica histórica y de la resistencia de los pueblos originarios de América Latina. Ella presenta una forma diferente de relación entre los seres humanos, las sociedades y la naturaleza.

Alberto Acosta afirma que el ” Buen Vivir es una filosofía en construcción, y universal, que parte de la cosmología y del modo de vida amerindio, pero que está presente en las más diversas culturas”. Y cita la ética y la filosofía africana del ubuntu – “yo soy porque nosotros somos”.

La noción de Buen Vivir propone también abandonar la idea de progreso, porque considera que esa noción es discriminatoria y violenta. Sus principios son relacionalidad, complementariedad, reciprocidad y correspondencia. El Buen Vivir surge para descolonizar la democracia y devolverle su sentido original, de gobierno del pueblo y para el pueblo. Los autores proponen el Buen Vivir para evitar la destrucción provocada por los mercados, el capitalismo y la modernidad. Alberto Acosta, en su libro, presenta el Buen Vivir no como una alternativa, sino como la única vía que de hecho puede contraponerse al capitalismo. A diferencia del socialismo, que presenta la diversidad mientras recorta dentro de la lucha contra el capitalismo, el Buen Vivir trae la diversidad como fundamento.

El Buen Vivir se contrapone a la base eurocéntrica de nuestra sociedad

El Buen Vivir parte del principio que un lugar más igualitario y justo sólo puede existir sin la presencia de elementos como el racismo, el machismo y las formas de opresión que son estructurantes del capitalismo. Como nos recuerda la intelectual feminista bell hooks (que pide que su nombre sea escrito así, en minúsculas, por creer que lo más importante es lo que escribe, no quién es), una sociedad balizada por la ideología de la supremacía blanca, imperialista, capitalista y patriarcal nunca va a ser justa.

Las sociedades eurocéntricas, basadas en las ideales de la blancura, tienen como base de su desarrollo la concentración de poder, la acumulación de riqueza, la explotación como sustento de la sociedad, el dominio de otros pueblos y la masacre epistémica de todo lo que no es blanco.

Estos elementos se traducen en la construcción de un estado desigual. Un estado que desconoce las alteridades y la transforma toda y cualquier diferencia en desigualdad.

‎El Buen Vivir exige otra economía, sustentada en los principios de solidaridad y reciprocidad, responsabilidad, integralidad. El objetivo es construir un sistema económico sobre bases comunitarias. Esta nueva sociedad se aleja de los valores de las sociedades eurocéntricas y más cercanas a los valores civilizatorios amerindios y africanos, como el cooperativismo, la ancestralidad, la memoria y la oralidad.

El Buen Vivir y las mujeres negras

En una sociedad regida por el capital, basada en el racismo y el machismo, las mujeres negras no tienen visibilidad, a no ser como un recurso a ser explotado. Aquí vemos cómo la lucha de todas las mujeres contra ese sistema es también la lucha de los pueblos indígenas y negros. En ese sentido, la gran intelectual Lélia Gonzáles, en construcciones con las mujeres latinoamericanas e indígenas en la década de 1970, ayudó a crear diálogo entre el Buen Vivir y las mujeres negras. Lélia supo garantizar el espacio para que mujeres negras e indígenas se encuentren, en lo que ella llamaba los amefricanos, en la búsqueda de prácticas políticas descolonizadoras. Este diálogo fue retomado y fortalecido en el proceso de construcción de la Marcha de las Mujeres Negras de 2015. En esta nueva sociedad pautada en la unión de mujeres lo que prevalece es el sentido de comunidad. El Buen Vivir permite soñar otros mundos y da base para una práctica política que busca la deconstrucción de las opresiones estructurales a partir del rompimiento de prácticas colonizadoras. Es importante resaltar que las mujeres (todas) siempre estuvieron a la vanguardia de esas construcciones. A ejemplo de lo que nos enseñó Lélia Gonzales, la unión femenina es fundamental para la construcción de un proyecto feminista efectivamente transformador en Brasil.

—–Traducción: María Julia Giménez

En el marco de la investigación desarrollada por los fiscales Horacio Castaño y Marcelo Colombo el empresario y ex presidente de Huracán, Víctor Hugo Iglesias, quien se encontraba prófugo desde el pasado 7 de julio, se presentó el martes ante el Juez Federal N°2. Fue encerrado en una sede policial de Azul hasta tanto se lo traslade a una cárcel federal.

La Fiscalía había solicitado una serie de medidas de investigación para dar con el paradero del hombre, sobre quien pesaba un pedido de captura en virtud de que se le imputa el delito de trata de personas con fines de explotación sexual en una serie de prostíbulos y locales ubicados en Ingeniero White.

La investigación se inició en abril de 2016, cuando 25 mujeres fueron rescatadas durante una serie de allanamientos realizados en los locales “La Esquina”, “Broadway” y “El chaparral” y un domicilio particular ubicado en Bahía Blanca. La profundización de la pesquisa permitió identificar a los responsables, quienes ya eran investigados por delitos similares.

En junio de 2016, los fiscales Castaño y Colombo, a cargo de la Fiscalía Federal N°2 y de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX), respectivamente, solicitaron el procesamiento de cuatro personas: Iglesias –principal imputado-, Eduardo Horacio Gutt –oficial de la Prefectura Naval Argentina-, Alfredo Ismael García –oficial retirado de la Prefectura- y Alberto Martín Vargas.

Tanto García como Iglesias están imputados en otras investigaciones, ya elevadas a juicio oral, por el delito de trata de personas con fines de explotación sexual en los prostíbulos bahienses “Night Club Kaos” y “Las Vegas”.

El pasado 7 de julio, la Cámara Federal de Bahía Blanca ordenó la prisión preventiva de Alfredo Ismael García, Alberto Martín Vargas, Eduardo Horacio Gutt e Iglesias, quien se mantuvo prófugo hasta el martes, cuando se presentó con su abogado en la sede del Juzgado Federal N°2 de Bahía Blanca.

La Fiscalía está a la espera de que el Juzgado le remita la causa para formular el pertinente requerimiento de elevación a juicio.

Verónica Bajo, integrante de Acciones Feministas, conversó con ¿Quién te juna? a raíz de las amenazas recibidas luego de emprender una campaña para que el espectáculo de Yayo no se presente en Bahía Blanca debido a que reproduce violencia simbólica, tipificada en la ley 26.485 de Protección Integral de las Mujeres.

“Cuestionar el arte porque, como una actividad humana más, no está exenta de reproducir patrones racistas, antisemitas, misóginos, sexistas, y en ese sentido con la llegada de este personaje, sencillamente lo que hicimos es escribir una visibilización de la violencia simbólica que viene irradiando en sus espectáculos hace ya más de veinte años, escribimos unas líneas  en la página”.

“A partir de ahí las Mujeres Autoconvocadas de Punta Alta tomaron esto, ellas agregaron algunas cosas, porque también Yayo se presentaba allí,  formalizaron este pedido enviando una carta al municipio de Punta Alta y después ya es conocido que la productora de este espectáculo y el teatro Don Bosco, anunciaron que por razones de agenda  se suspendían los shows”, relató Bajo.

Desde ese momento la agrupación comenzó a recibir amenazas en su página de Facebook: “Nos dijeron que íbamos a terminar como Ángeles Rawson. Más allá que un perfil sea falso o trolls, hay un ser humano atrás escribiendo estas cosas. Hay una persona que esta tipeando detrás de un teclado eso”.

Bajo aseguró que el director del Instituto Cultural, Ricardo Margo, “hizo unas lamentables declaraciones, vinculándonos a los grupos feministas y autogestivos como somos las Mujeres Autoconvocadas o Acciones Feministas, a la censura. Subirse a esta ola de agresiones, que censuramos, que somos extremistas, con el panorama que tenemos en Argentina de violencia hacia las mujeres, es lamentable”.

Desde la agrupación creen que el descargo de Baby Etchecopar en su programa de radio también tiene que ver con las amenazas recibidas: “Él enseguida salió a decir barbaridades en su programa en una radio, que tiene una audiencia muy grande. Entonces, a partir de ahí también se ha desatado esta ola de ataques”.

“La comedia también puede ser violenta, racista, antisemita. Yo siempre me hago una pregunta: ¿qué sucedería si un humorista dijera esto en relación a la colectividad judía? ¿Saldría Radagast rápidamente a decir “es comedia”? Bueno, habría que ver si no se cuidarían un poco más”, afirmó Verónica.

María Julia Eliosoff es economista de la Universidad Nacional del Sur y expuso sobre el rol de las mujeres en la economía social en el marco de las 11º Jornadas de Economía Solidaria Bahiense organizadas por el Corredor Productivo y Cultural.

Eliosoff es investigadora de FLACSO, trabajadora municipal en la oficina de Estadísticas Sociales y docente de Economía Social en la carrera de Trabajo Social. Integra además el Espacio de Economía Feminista de la Sociedad de Economía Crítica y es activista por los derechos de las mujeres.

Destacó la coincidencia entre la economía social y la economía feminista en la construcción de una crítica a las actuales formas de producción y a la búsqueda de caminos que las alejen de la lógica de acumulación capitalista.

“No nos guía la ganancia en nuestros proyectos productivos sino poder reproducir nuestra vida lo más satisfactoriamente, lo más decentemente, sin que signifique estar ganado dinero por el solo hecho de hacerlo”, afirmó.

La economista explicó que lo que aporta la economía feminista es una mirada sobre la esfera de la reproducción. Es decir, todo lo que hacemos en nuestra vida por fuera de la producción para poder volver a trabajar al otro día.

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Son las tareas de “gestión del hogar”: comprar, cocinar, limpiar, cuidar niños, niñas o personas mayores. Gran cantidad de horas destinadas a trabajos invisibilizados y no remunerados que si fuesen tercerizados o abonados por los empleadores harían colapsar el sistema económico.

(Por Helen Turpaud Barnes) Por algún azar poco feliz, las discusiones sobre los estereotipos de género muchas veces suelen deslizarse hacia los más remotos tiempos de la Humanidad. Hablar sobre la posibilidad o no de que varones y chicas hagan Educación Física de manera conjunta en la escuela, o sobre el derecho de las mujeres a trabajar fuera del hogar, o sobre maternidad y aborto, puede llevarnos sin escala hasta el Paleolítico, o al menos sumergirnos en datos más o menos traídos de los pelos pero innegablemente descontextualizados sobre la vida en el Neolítico (a nadie le importa si en lo que hoy es Europa, la Polinesia o alguna remota isla del Atlántico). Con suerte, se alejarán tan poco como a la Grecia clásica. No obstante, es increíblemente alta la probabilidad de que buena cantidad de charlas o planteos sobre el machismo en nuestra actual sociedad se ancle durante un buen tiempo en este tipo de referencias.

Se puede agradecer –eso sí- que estas referencias al menos permanezcan dentro del espectro del homo sapiens, ya que otras discusiones derivan directamente al reino animal y cuanta situación sirva de ejemplo ad hoc para intentar deslegitimar al movimiento de mujeres: fantasías biológicas para discusiones estériles.

Es que a menudo los reclamos feministas reciben objeciones del siguiente tipo: “en la Antigüedad los hombres iban a la guerra y las mujeres se quedaban cuidando a la prole”, o “cuando surgió la humanidad, los hombres salían a cazar y las mujeres se quedaban semanas en la cueva esperando que los hombres volvieran”, o chicanas del tipo “si las mujeres hoy tuvieran que salir a cazar un ciervo, se morirían de hambre”. La opinología machista echa mano de datos de manera asombrosamente impune como si quienes esgrimen dichos datos fueran especialistas en paleontología, historia antigua y/o antropología.

El problema con estos planteos es la perspectiva que implican: conectar dos períodos de la humanidad sin tener una clara justificación para ello es por lo menos descontextualizar. Pero no solo es eso, sino que también se apela a datos aislados que en sí mismos no dicen mucho. ¿Qué implicaba la guerra hace cinco mil años? ¿Qué implicaba “cuidar a la prole” en el Paleolítico? ¿Cómo creemos que se vivía en cuevas en algunas áreas del planeta? ¿Qué creemos que hacían las mujeres cuando los hombres de un clan o pueblo se ausentaban por largas jornadas? ¿Realmente quienes “salían” eran siempre los hombres?

Que la apelación a semejantes extrapolaciones se acepte con tanta naturalidad en paneles académicos, programas televisivos o aulas escolares es casi cómico. No solemos discutir el actual sistema democrático diciendo “la democracia es absurda porque hace cinco mil años gobernaban los faraones”. Tampoco decimos “está mal dar pensiones a las personas con discapacidad porque hace siglos se las encerraba en asilos”. O “no usemos anestesia en los hospitales porque en la Antigüedad la anestesia no existía” (curiosamente el único ámbito donde se apela a comparaciones absurdas como estas es en el obstétrico, donde las pacientes son principalmente mujeres…). O “no cuidemos a niños y niñas con enfermedades porque hace miles de años se les dejaba morir ya que eran una carga”.

Olvidemos por un momento que la división entre lo público y lo privado es solo propia de algunas culturas, que en muchas culturas las mujeres guerreaban, hacían caza mayor, domaban animales, o que había claras diferencias entre ciertos tipos de hombres y ciertos tipos de mujeres e incluso sociedades que no tenían divisiones binarias de género. Tengamos en cuenta por lo pronto que las fantasías antropológicas usadas en muchas discusiones son más parecidas a representaciones de glamour hollywoodense que otra cosa. El hecho de que en muchos casos las mujeres “se quedaran” en una cueva o choza esperando a los hombres que salían de caza no quiere decir que esa cueva o choza era la réplica de un departamento de clase media bahiense. Se sabe bastante fehacientemente cuáles eran las “tareas femeninas” en contextos de largas ausencias masculinas: las mujeres podían estar sometidas a todos los rigores de un clima gélido, inundaciones, sequías, debían ellas mismas cazar animales para sustentarse, construir sus propias herramientas, y hasta sus propias casas, movilizar objetos de gran peso sin la ayuda de transportes que hoy en día son comunes, pastorear ganado, cultivar la tierra, defenderse de atacantes y otro gran conjunto de trabajos considerados “pesados” que buena cantidad de hombres en la actualidad no realizan ni realizarán jamás para su sustento cotidiano (sin considerar además que el hecho mismo de tener que cuidar a niños y niñas ya es una tarea muy ardua).

Asumir que “quedarse en casa” es “no hacer casi nada” no responde solamente al actual imaginario que desconoce que las tareas domésticas son trabajo, sino que también responde a otros dos imaginarios. Lo que deben hacer las mujeres pobres en sus casas puede ser considerablemente duro por la falta de medios, de “ayuda”, de herramientas, o en condiciones climáticas duras. Si trasladamos estas dificultades de por sí grandes a otros períodos históricos en que no existían ciertas opciones incluso para quienes tendrían los medios económicos para costearlos, parece apenas un reproche a las mujeres decirnos que en otras épocas “lo femenino era quedarse en su hogar con sus hijos”.

No lo sería si tal fuera el caso. Sin embargo, ni siquiera es el caso. En un reportaje, la revulsiva y controvertida académica estadounidense Camille Paglia critica la sugerencia feminista de que a las niñas y mujeres hay que animarlas a “levantar la voz” en el trabajo, la escuela, la pareja. Observa que tal incitación no es más que una aspiración burguesa, totalmente ajena a las costumbres pasadas y presentes de mujeres pobres de zonas urbanas súperpobladas o de campesinas y comerciantes callejeras, y de culturas no occidentales. Son las mujeres burguesas, acostumbradas desde hace siglos a guardar silencio y decoro, sujetas al secreto familiar en casas bien provistas, las que necesitarían “aprender a levantar la voz”. En cambio, las campesinas, las obreras, son más bien denostadas por ser “gritonas” y “malhabladas”. Esta contraposición entre la circunspección femenina (y no solo femenina) burguesa y la ruidosa condición de las clases bajas, esclavas o campesinas no es ninguna novedad.

Podríamos objetar que la idea de silenciamiento no puede ser desconocida en tanto mecanismo con que las clases dominantes y los hombres ejercen su poder sobre las clases dominadas y las mujeres, respectivamente. Sin embargo, sorprende que la repetición de la metáfora de levantar la voz olvide que ya muchas tienen la voz levantada hace rato por pura adscripción de clase.

Del mismo modo, la estadounidense Sojourner Truth (quien en 1827 había huido de la esclavitud) irrumpió en 1851 en una convención sobre derechos de las mujeres en Ohio donde se discutía cómo “proteger” a las mujeres de ciertas violencias y rigores. Según el testimonio de una asistente al encuentro (hay varias versiones del hecho), Truth subió al estrado, mostró su voluminoso bíceps de dura trabajadora al público y espetó “Ain’t I a woman?!” (“¡¿Acaso no soy una mujer?!”) y dio un breve discurso. Era evidente para una ex esclava negra que no tenía sentido hablar de vulnerabilidad puesto que ella hacía el mismo trabajo que cualquier hombre. (Por cierto: las esclavas negras sufrían especialmente la violencia sexual, pero esto no era una debilidad intrínseca de ellas sino un método de dominación impuesto desde fuera.) Así, el planteo sobre las “debilidades” femeninas venía dado por un sector social que solo pensaba en las mujeres burguesas. Hasta el siglo XIX siempre estuvo claro: las “otras” simplemente NO ERAN MUJERES. Si la modernidad nos impuso el modelo del ciudadano como hombre blanco, heterosexual y burgués, también nos presentó el modelo de la mujer como blanca, heterosexual, burguesa y débil(itada).

Es decir que, desde los albores de la Humanidad hasta el día de hoy, la división entre “salir o quedarse en casa” no necesariamente representa/ba una oposición en materia de dificultades físicas, y en los casos en que sí, su contraparte doméstica sería vista como muy dura desde los estándares burgueses actuales. Que una opción implique mayor o menor rigor físico pierde sentido si se lo compara con la comodidad burguesa tanto de hombres como mujeres que tienen trabajos mucho más protegidos que los sectores populares o cuyas tareas pesadas en muchos casos están facilitadas por los avances tecnológicos que no existían para hacerles las cosas más fáciles a mujeres u hombres hace décadas o siglos.

Es entonces una combinación de machismo, clasismo y falta de perspectiva histórica lo que abona la fantasía antropológica de que debía ser cómodo “quedarse en la cueva/choza/aldea”.

Cada vez que escucho que alguien dice que las mujeres no deberían hacer tal o cual trabajo, “porque en la era de las cavernas las mujeres se quedaban en la cueva”, pienso en cuánto tardaría el hombre o mujer que me dice semejante cosa en siquiera prender el fuego para calentar el agua que trajo de una fuente a dos kilómetros de distancia y cocinar el ave o roedor que debió salir a cazar toda la tarde mientras protegía a sus criaturas de ser atacadas por alimañas.

No parece realmente un buen argumento.

(Por ¿Quién te juna?) En el marco del día de lxs periodistas y el #NiUnaMenos, se realizó en salón fundadores de la Universidad Nacional del Sur la charla-debate “Mujeres en el medio”. Allí las comunicadoras Sandra Crucianelli, Gisela Estremador y Virginia Calzada Frache, disertaron sobre la realidad que vive el periodismo y la sociedad en general.

En este sentido, las periodistas hicieron hincapié en la estructuración de la agenda mediática de Bahía Blanca. “Básicamente la agenda, está dominada por la agenda de gobierno. El gobierno municipal gasta una fortuna en publicidad oficial y se cubre mayormente la oficina de prensa de la municipalidad, porque esto es conveniente para el medio. Y luego está lo policial, que ocupa una buena parte”, mencionó Crucianelli, a quien no le tembló la voz al mencionar las exorbitantes sumas de dinero que algunos medios de la ciudad se llevan en pauta oficial.

“Hay medios que son FM y que se llevan en lo que va del año más de medio millón de pesos en publicidad, estamos en junio, LU2 Radio Bahía Blanca sin ir más lejos, se lleva en lo que va del 2017, un millón de pesos en publicidad municipal ¿es necesario? Gustavo Elías que es dueño de La Nueva Provincia, ¿no tiene el dinero para bancar lo que hoy es La Nueva? Bueno, sin embargo el dinero público que aportamos de nuestros impuestos va para este tipo de medios, y esto hace que estos medios se vean en la necesidad de cubrirle toda la agenda noticiosa”.

En relación a la fuerte tendencia que existe actualmente en los medios locales de cubrir temas policiales, Crucianelli sostuvo: “Lo que le estamos trasmitiendo a la gente es más inseguridad de la que hay. Una vidriera rota en los ’80 no era noticia cuando yo trabajaba en La Nueva Provincia, yo pasé por policiales y no era noticia. Lo que hacía una mechera no era noticia. Tenía que ser un robo importante, que se llevaran mucho dinero, que ingresaran por la fuerza. Tenía que tener ciertas características un hecho policial. Hoy un ratero es noticia, y así estamos”.

Siguiendo esa misma línea, la conductora del noticiero de Canal 4, Gisela Estremador agregó: “Hoy también se da una situación muy particular, en donde, ese ratero es noticia porque, a través del grupo de WhatsApp, la policía pasa las fotos que le sacó cuando lo detenían, el parte y demás; que me imagino eso en otra época no existía. Entonces claro, está todo cocinado, escribimos lo que dice el parte policial y se terminó”.

Además, Estremador hizo referencia a cómo vive el día a día dentro del medio para el cual trabaja: “Yo trabajo en un canal de cable muy pequeño que tiene una trampa en sí mismo. En donde nosotros, la verdad que la presión de ‘esta nota tiene que estar por si la tiene determinado medio’, yo no la vivo. Pero, si yo quisiera hacer algo distinto, tendría que contar con recursos que no los tengo para nada: ni el tiempo, ni lo editores, ni lo camarógrafos”. Crucianelli por su parte sostuvo: “Es cierto eso, muchas veces la gente nos dice: ‘¿Por qué no investigan esto? ¿Por qué no investigan lo otro?’ y vos vas y se lo propones a tu jefe y te dice: ‘No, eso a quién le importa’”.

ADEPA y los ataques a la libertad de expresión

Cuando se les consultó cómo se arma la agenda de los medios locales, la periodista Virginia Calzada Frache destacó los ataques que sufrieron el fotógrafo Claudio Videla y su acompañante en el marco de la reunión de ADEPA, celebrada semanas atrás en nuestra ciudad. “El viernes pasado hubo un hecho, a propósito de la visita de la gobernadora María Eugenia Vidal, en donde terminaron llevando detenidos a dos camarógrafos: un hombre y una mujer. La pregunta que les hago es: ¿Dónde lo leyeron? ¿Lo escucharon? ¿Salió en algún lado?”.

Crucianelli agregó: “Hubo una descalificación absoluta de parte de los colegas hacia estas dos personas. Te digo la verdad yo no los conocía, pero me parece terrible lo que les pasó. Discutí con un colega sobre esto porque me decía: ‘¿Quiénes son? ¿Serán militantes políticos?’. No me interesa, hoy les pasó a ellos, mañana nos puede pasar a nosotros. No importa si son buenos o malos, si son camarógrafos o no. El tema es que les pasó”. Y redobló la apuesta al agregar de forma contundente: “También es grave que se los echó tomando como argumento que se trataba de un evento privado. Las películas privado. A ver, estaba la gobernadora. Es un escenario público el Teatro Municipal, que estaba presidido por la máxima autoridad de la provincia de Buenos Aires. Eso de privado no tenía nada”.

Gisela Estremador mencionó conocer a Claudio de otros espacios y, en relación al hecho sostuvo: “Esto para mí, habla de una perversidad en este sistema en donde la pauta está jugando muy fuerte; con estos números que vos estás diciendo (a Sandra), para determinados medios y para determinados periodistas “independientes”, que están marcando una gravedad institucional que no la vamos a ver en todos lados. Pero hoy, con las redes sociales, estas cosas no pasan como agua debajo del puente. Quizás lo más grave es que no tengan ninguna repercusión puntal. Digo, no escuché al intendente decir nada, ni hablar de ciertos medios. Todos los partidos políticos, todos los funcionarios que estaban ahí, por lo menos podrían haberse solidarizado con el compañero y la compañera, o haberse asombrado de lo que había pasado. Porque aparte, nos damos cuenta que le pasó a él, le pasa a cualquiera”.

Por otro lado, las comunicadoras hablaron sobre la falta de compromiso y solidaridad por parte del Sindicato de Prensa de Bahía Blanca con lxs compañerxs atacadxs en la reunión de ADEPA, en donde el gremio local ni siquiera emitió un comunicado.

En este sentido, Estremador sostuvo: “La verdad que me parece lamentable. Sobre todo, digo, es políticamente correcto, hay que hacerlo. Por lo menos tiene que salir un comunicado. Yo no estoy en el Sindicato de Prensa, no estoy afiliada, entonces también muchas veces, cargar contra los sindicatos cuando estamos afuera, a mí mucho no me gusta”, y finalizó diciendo: “Sí me parece que carece de cierta fuerza y de cierto compromiso público y visible en la defensa activa de los y las trabajores que, en este momento en particular, estamos viviendo todos. Hoy, día del periodista y la periodista, la noticia fue que la revista veintitrés va a dejar de salir y demás. Entonces, estamos en una situación y en un escenario laboral muy precario”.

De igual manera, Crucianelli se expresó al respecto, siendo más dura a la hora de hablar del rol que cumple el gremio en nuestra ciudad: “Voy a ser sincera, el Sindicato de Prensa en Bahía Blanca responde a la patronal”, y aprovechó para contar cómo había sido su experiencia cuando estaba afiliada. “De los 17 años que yo trabajé en La Nueva Provincia, 14 estuve afiliada, y en los últimos años recibí tres suspensiones en el trabajo por negarme a cumplir órdenes que consideraba indecentes. La última suspensión fue de 29 días, que me puso al borde del despido. El Sindicato no movió un sólo dedo. Me desafilié. Después, cuando entré a televisión éramos monotributistas, autónomos. Cuando pasamos nuevamente a manos privadas, me volví a afiliar y después de un incidente que ocurrió hace un año y medio, donde me volví a dar cuenta que respondía a la patronal, me volví a desafiliar y sigo sosteniendo lo mismo. Nunca defendió los intereses de los trabajadores”.

La política actual y el rol de los medios

Hoy en día, los medios de comunicación ocupan un rol fundamental dentro de la política actual. Asimismo vale destacar que el miércoles 7, el intendente le ofreció el desayuno a lxs comunicadorxs de nuestra ciudad. En este sentido, las periodistas dieron su opinión al respecto sobre cómo es la relación entre lxs colegas y lxs funcionarixs.

Sandra Crucianelli, fue la primera en tomar la palabra. “Hay que empezar a ir a los desayunos y a las conferencias de prensa. Yo lo hablaba hoy con mi marido, y le decía a un colega: no hay que dejar estos espacios en blanco”. Gisela Estremador por su parte, sostuvo: “Yo creo que ahí muchos de ellos son más papistas que el Papa, por esa cuestión de agradar. En las conferencias de prensa no hay un solo minuto de incomodidad, que se supone que es el rol de los y las periodistas”.

Al mismo tiempo, Crucianelli recordó cómo era hacer periodismo en otros tiempos, y además tratando de explicar la falta de costumbre que tienen hoy lxs funcionarixs a ser interpeladxs. “No están acostumbrados a la interpelación. Yo siento que en los ’80, por lo menos lo que me tocó cubrir de Cabirón, y de las tres intendencias de Linares, hubo un periodismo que interpelaba al poder y que hacía las preguntas que había que hacer en el momento que era necesario”.

Por su parte Estremador, se tomó un momento para hablarle directamente a las futuras generaciones de comunicadorxs. “A mí lo que también me parece que está bueno, sobre todo de los y las estudiantes de periodismo, que por ahí arrancan en algún medio, es que se animen a preguntar. Yo sé que es muy difícil, no me hago la canchera, porque todos tuvimos nuestro primer momento, pero pregunten. Porque de última son los que menos tienen para perder, créanme”.

En el marco de la charla- debate organizada por ¿Quién Te Juna? junto a FM De la Calle y el Frente Julieta Lanteri, disertaron las comunicadoras Sandra Crucianelli, Virginia Frache y Gisela Estremador  reflexionando acerca del rol de las mujeres periodistas en los medios de comunicación locales.

“Cuando se arma una rutina desde un noticiero o desde un producto periodístico, lo primero que el responsable te pregunta es ¿y cuál es la noticia? Entonces tenemos dos tipos de productos periodísticos, el informativo -propiamente dicho- y los programas de opinión de naturaleza periodística. Ninguno de estos dos productos está liderado por mujeres en la ciudad de Bahía Blanca. Ni los programas de naturaleza eminentemente política están conducidos por mujeres; ni ninguna sala de redacción está, hoy, liderada por mujeres. Entonces la perspectiva de género, obviamente, está ausente. Las que estamos por afuera, que no tenemos ni voz ni voto en la decisión de la agenda informativa, podemos sugerir, podemos pedir, podemos acercar una fuente, pero las decisiones pasan, todavía, por lo masculino”, expresó Sandra Cucianelli.

La semana pasada un grupo de mujeres integrantes de la Fuerza Artística de Choque Comunicativo se desnudó frente a edificios públicos bajo la consigna “Femicidio es genocidio”. Al respecto, Virginia Frache opinó que “cuando los cuerpos de las mujeres están producidos, o los medios los producen para ser objetos deseables, objetos de venta, está todo bien. Cuando está presentada como un objeto sexual, apetecible, está todo bien. Ahora, cuando hacen una intervención de estas características, está todo mal. Cuando nosotras decidimos usar nuestros cuerpos como un arma para interpelar a la sociedad”.

Gisela Estremador afirmó que “en el tratamiento de los medios, sobre todo los medios hegemónicos, entendemos que hay una postura políticamente correcta sobre todo el 3J donde el cartel del Ni Una Menos, y en donde decir que matan mujeres está bien,  con ese grado de obviedad, todos lo dicen, sobre todo los varones comunicadores, después ya al segundo o tercer día donde se empieza a desmenuzar la noticia y pasan otras cosas de la marcha o de que está muy politizada y demás, ya ahí se empieza a dibujar el sentido”.

Redes sociales: “El que trata de puta a una víctima, de mi página se va”

El debate también giró en torno a la responsabilidad que tienen los medios de comunicación digitales en la producción de contenidos y en el filtro que se realiza (o no) en los comentarios de los portales.

“En los comentarios de las notas de los medios digitales, se leen verdaderas barbaridades. Pero barbaridades. Que expresan de parte de mujeres un machismo y una discriminación que, desde mi punto de vista, no deberían permitirse. Cualquiera no puede decir cualquier cosa en una red social. Cualquiera no puede insultar, menospreciar, socavar en la intimidad, la dignidad de una madre que está pidiendo justicia por su hija. Yo empecé a tomar acciones. En mi página de facebook cualquiera no dice cualquier cosa. El que trata de puta a una víctima, de mi página se va. Lo invito a irse. Y si no se va voluntariamente, yo lo bloqueo”, señaló Crucianelli.

“Hay que demostrar todo el tiempo que una está capacitada”

En un breve recorrido por la trayectoria laboral de las comunicadoras todas expresaron un punto en común: “Hay que demostrar todo el tiempo que una está capacitada para hacer lo que está haciendo”.

¿Qué se comunica y de qué manera?

“En esa construcción como periodista y como mujer, el feminismo para mí fue muy importante porque me hizo un click en la manera de contar las historias y en la manera de mirar la realidad a partir de ese lugar y lo primero que fue importante para mí fue el tema del lenguaje, darme cuenta que no nos nombrábamos, que no estábamos visibles ahí, bajo ese rotulo de usar los genéricos. Para mí desmontar eso fue un trabajo, lo sigue siendo aún hoy, porque tengo el chip de haber sido formada bajo esas consignas”, dijo Virginia Frache.

Gisela Estremador se preguntó si realmente las mujeres pueden hablar de todo en los medios hegemónicos: “Nosotras tenemos reservados determinados lugares y es hablar de tareas  de cuidado, de notas de color: moda, belleza y por ese lado. Y política y economía y otros temas  nada tienen que ver con nosotras al igual que el deporte. Aspectos que parece no estamos capacitadas para hacerlo, aun hoy si bien hay muchas compañeras que lo hacen con un profesionalismo impresionante tienen que estar a los codazos”.

“Encargadas de descubrir la verdad en los rincones más oscuros de la historia. Con su valiente trabajo, las periodistas nos colocan un espejo ante los ojos, donde se reflejan nuestro presente vertiginoso y el verdadero rostro de nuestra sociedad”.

Isabel Allende

(Por Bahiensas Feministas) Este Primero de Mayo, mujeres trabajadoras feministas queremos poner en común nuestras demandas específicas, que están vinculadas con una explotación por partida doble: la del capitalismo y la del patriarcado.

En muchos lugares esta fecha todavía está asociada solo al mundo de los hombres y se suele hablar del ‘Día del Trabajador’ excluyendo a las mujeres trabajadoras que también fueron protagonistas de esta historia. Si bien se ha avanzado en la construcción de nuevos sentidos para pensar también el día de las trabajadoras, por ejemplo desde el lenguaje, pensamos que aún falta mucho camino por recorrer.

Las mujeres hemos trabajado desde que tenemos existencia: hemos sido costureras, sombrereras, urdidoras de telares, peinadoras, entre tantos otros oficios, muchos de ellos ligados a las actividades domésticas; pero también, hemos sido campesinas, herreras, mineras, deportistas, periodistas… aún en esas épocas donde la historia oficial mostraba que las fábricas eran sostenidas sólo por varones. Hemos luchado dentro y fuera de la fábrica y nos hemos organizado para que las imágenes de mujeres referentas aparezcan en los supuestos grandes relatos. Nuestra historia como mujeres trabajadoras está plagada de esfuerzos, sacrificios y organización, porque cuando los acontecimientos les atribuían derechos a los varones nosotras todavía batallábamos para que se nos considerara también sujetas de derecho.

El capitalismo profundizó las estructuras patriarcales, devaluando nuestros salarios en comparación con el de los varones y responsabilizándonos de las tareas de cuidado que aseguran la reproducción de la vida y garantizan la producción de los bienes y servicios en la sociedad. Es así como las mujeres sufrimos una doble explotación: la del capital, compartida con todxs lxs trabajadorxs y la que nos relegó al ámbito privado haciéndonos cargo de cuidar: parir, criar, pensar comidas, hacer compras, lavar, limpiar, y otras innumerables obligaciones que implica organizar la vida en el hogar en general. En Argentina los datos muestran que casi 9 de cada 10 mujeres participan en actividades del hogar, mientras que sólo 5 de cada 10 varones lo hacen y esas tareas ocupan en promedio 3 horas más de trabajo para las mujeres. La organización social del cuidado es injusta, se deben redistribuir las tareas no remuneradas, no sólo disminuir la responsabilidad de los hogares, sino al interior de estos entre mujeres y varones. Esta distribución de los cuidados profundiza las desigualdades y puede dar lugar a la tercerización de estas tareas recayendo siempre en otras mujeres.

El contexto actual de precarización general de la vida consecuencia de las políticas neoliberales implementadas por el gobierno de Macri profundiza las desigualdades de género en diversos ámbitos de nuestras existencias. La situación de empleabilidad de las mujeres está históricamente marcada por peores condiciones laborales: en la actualidad existe una brecha salarial del 27% en sectores registrados, pero que alcanza el 39% en los no registrados, techos de cristal que nos impiden alcanzar puestos jerárquicos, o paredes de cristal que nos relegan a determinadas tareas dentro del mercado laboral, que justamente se vinculan con las domésticas. Sumado a esto, la situación cotidiana de acoso laboral ejercida por parte de compañeros varones, que sufrimos muchas mujeres en nuestros lugares de trabajo. Además, mientras los indicadores de desempleo en la argentina superan el 7% (y el 9% en Bahía Blanca), para las mujeres jóvenes este dato supera el 19%.

El recorte presupuestario que se muestra en la disminución del gasto público en servicios esenciales como el cuidado de la salud, la educación, el transporte, el alimento, delega responsabilidades del Estado y los gobiernos a los hogares, y especialmente a las mujeres que son las que se ocupan de estas tareas en la división sexual del trabajo.

El pasado 8 de marzo transformamos el Día de la Mujer en un paro internacional de mujeres. Mujeres de más de 40 países nos unimos bajo la consigna ‘si nuestra vidas no valen, produzcan sin nosotras’ para luchar por los derechos que el estado patriarcal se resiste a garantizarnos tales como la legalización del aborto, la libertad sobre nuestros cuerpos y la erradicación de las violencias económicas y los crímenes machistas.

En Bahía Blanca la fecha nos permitió a mujeres organizadas e independientes crear nuevos vínculos a través de la organización: difundimos el paro en barrios, escuelas y sindicatos; escribimos un documento común en el que plasmamos todas nuestras reivindicaciones; pintamos una bandera para encabezar la marcha con la consigna internacional y marchamos todas juntas en un día de lluvia torrencial. Organizar el paro también implicó que nos diéramos el tiempo para preguntarnos y reflexionar, por ejemplo: ¿quién para la olla cuando nosotras paramos? Ahí aprendimos que nuestra fuerza de trabajo es funcional al sistema ya que al ocuparnos de las tareas domésticas, el capital explota a los varones contemplando ese tiempo que no dedican al hogar.

Por otra parte, pudimos pensar la unidad de las mujeres en un contexto en el que nuestras vidas corren peligro cada 18 horas. Por tal motivo, participamos de multisectoriales para organizar estrategias de intervención, que incluyen la demanda al Estado en su responsabilidad sobre los femicidios y la gestión de las políticas necesarias para erradicar la violencia hacia las mujeres y combatir la cultura de la violación como parte fundamental de la cultura patriarcal.

Este 1° de mayo exigimos:

  • Revalorización, redistribución y socialización de las tareas de cuidado. Esto implica más políticas públicas: hogares, jardines, formación de personal y que el Estado exija a las empresas guarderías y lactarios.
  • Ampliación de licencias por maternidad y paternidad.
  • Reglamentación de la licencia por violencia de género.
  • Representación equitativa en las organizaciones gremiales.

Por último queremos compartir una declaración de Flora Tristán de 1843, que a pesar del paso del tiempo continúa aún vigente:

«A vosotros, obreros que sois las víctimas de la desigualdad de hecho y de la injusticia, a vosotros os toca establecer al fin sobre la tierra el reino de la justicia y de la igualdad absoluta entre la mujer y el hombre. Dad un gran ejemplo al mundo (…) y mientras reclamáis la justicia para vosotros, demostrad que sois justos, equitativos; proclamad, vosotros, los hombres fuertes, los hombres de brazos desnudos, que reconocéis a la mujer como a vuestra igual, y que, a este título, le reconocéis un derecho igual a los beneficios de la unión universal de los obreros y obreras».

«La mujer es la proletaria del proletariado (…) hasta el más oprimido de los hombres quiere oprimir a otro ser: su mujer».

¡Que viva el 1 de mayo! ¡Que viva la lucha de las trabajadoras y los trabajadores!

(Por NiUnaMenos) No en nuestro nombre. Ni demagogia punitiva ni garantismo misógino ¡Ni Una Menos!

Las enormes movilizaciones que atraviesan el país desde el 3 de junio de 2015 cuando salimos a las calles con la consigna de Ni una menos no piden más penas, no piden menos libertades. Piden más prevención y más cuidado, más igualdad y más justicia. La demanda al Estado fue muy clara y puede resumirse en políticas integrales de prevención de la violencia machista y respuesta adecuada a las víctimas. Dos años después, seguimos pidiendo lo mismo. Nos matan al ritmo escalofriante de una por día: cada 18 horas una mujer es asesinada por el hecho de ser mujer en Argentina.

Las respuestas como la que busca ahora el Poder Legislativo no modifican en absoluto las violencias en que vivimos. Como Ustedes bien saben, el derecho penal llega tarde: se activa cuando estamos muertas. El proyecto de reforma que se tratará en el Senado busca aumentar la cantidad de tiempo que tiene que estar una persona detenida para lograr salidas transitorias, libertades anticipadas y condicionales, y en algunos casos se busca incluso prohibirlas. Pedimos políticas que eviten los asesinatos: que refuercen la educación con perspectiva de género, la capacitación de agentes judiciales y de seguridad, la velocidad de la respuesta estatal ante las denuncias. El endurecimiento de la penalización y la ampliación de condenas no disuade los crímenes contra la vida. Es demagogia punitiva ante la indignación social.

Claro que hay jueces y fiscales que no toman en serio la voz de las denunciantes o que no se preocupan por la especificidad de violaciones y femicidios. Esa sospecha sobre nuestra propia voz es parte de las complicidades que fundan un garantismo misógino que trivializa y minimiza las violencias que nos afectan, y que está en la base de denuncias no consideradas y en las excarcelaciones apresuradas. El punitivismo no es menos machista: al grito de más cárcel evita el análisis oportuno y preciso que permitiría estrategias de prevención y cuidado que efectivamente salven vidas. Cuando la familia de Micaela fue a denunciar su desaparición a la comisaría, le dijeron que podía tratarse de un suicidio, el fiscal siguió esa hipótesis. Esas son las respuestas judiciales que nos encontramos cuando pedimos ayuda. Hoy buscamos a Araceli Fulles en San Martín, desaparecida hace 15 días. La fiscalía de San Martín no aceptó la ayuda de la Unidad especializada de Trata de personas para descartar esa hipótesis. En otras palabras: nos ningunean, y todas las medidas que efectivamente existen para prevenir y erradicar la violencia machista son desoídas una a una.

Se elude sistemáticamente la desigualdad estructural que imponen las jerarquías de género. De esta forma no se incorpora una dimensión de análisis más necesaria para erradicar la violencia machista: el carácter particular de los delitos sexuales. Entonces nuestros legisladores optan por la respuesta fácil, aquella que no mejora nuestras vidas, y con manifiesta facilidad realizan anuncios punitivistas con una ligereza sorprendente que demuestra la falta de compromiso que tienen con el bienestar de mujeres, niñas, adolescentes y personas trans.

Reformas que ya existen

En 2004, tras el secuestro y asesinato de Axel Blumberg y las marchas que encabezó su padre, el Poder Legislativo tuvo una respuesta igual de súbita e igual de ineficaz. El ejemplo de la actuación en este recinto hace trece años es pertinente porque ya en ese momento se limitaron las salidas de prisión de quienes habían cometido delitos: homicidios criminis causa, delitos contra la integridad sexual seguido de muerte, secuestro seguido de muerte, homicidio en ocasión de robo.

Ocho años después, en diciembre de 2012, ante la conmoción que generó la violación seguida de femicidio de Tatiana Kolodziej, se promovió una extensa reforma a la misma ley 24.660, con el objetivo de restringir la posibilidad de conceder libertades anticipadas a quienes resultaran condenados por la comisión de delitos contra la integridad sexual. Esto mismo que se alega hoy, usando el femicidio de Micaela.

Esa reforma de 2012 reguló, además, distintos dispositivos para evaluar la situación de los condenados por violencia sexual y someterlos a un seguimiento específico, junto con el cumplimiento de su condena. Entre las exigencias previas a la concesión de una libertad anticipada para condenados por agresiones sexuales, se estableció la necesidad de elaborar un informe especial por parte de una comisión interdisciplinaria y se estableció el acompañamiento de un equipo especializado durante el periodo en que la persona se encuentre en libertad.

El proyecto que hoy se discute no dice nada de los resultados de esta reforma. No sabemos si se implementaron estos mecanismos, cuántos agresores sexuales fueron incorporados a ese régimen y si fue efectivo. La necesidad del establecimiento de políticas específicas para ofensores sexuales durante su condena resulta central a la hora de discutir el posible daño causado por los condenados al momento de recuperar su libertad. La reforma de 2012 los preveía.

Ahora, haciendo un uso oportunista y cínico del femicidio de Micaela, se busca extender prohibiciones que ya existen a un universo más vasto de delitos. El camino recorrido hasta ahora, y en el que se insiste, es el de descansar en el límite del sistema penitenciario. Se trata de un capítulo más de la banalización que hace el Estado, en este caso el Poder Legislativo, de la violencia machista y de los efectos que tiene en nuestras biografías. Si de verdad hay interés en resolver con eficacia la intervención penitenciaria, estas definiciones no pueden, no deben depender del límite del sistema penitenciario: no se trata de privilegios de quien es condenado/a sino de considerar adecuadamente cuáles son las condiciones por las que la violencia se perpetúa dentro y fuera de la cárcel.

Políticas de prevención ausentes

¿A quién le sirve responder con el Código Penal cuando estamos muertas y cuando al mismo tiempo se desmantela, desjerarquiza y desfinancia el Programa Nacional de Educación Sexual Integral? Le pedimos seriedad a las y los legisladores: no disfracen con modificaciones penales la inacción estatal respecto de la prevención y el cuidado, la falta de presupuesto adecuado, el deterioro de las líneas de atención, la escasísima formación con perspectiva de género de los agentes judiciales –que evitaría la sospecha sistemática sobre la palabra de las víctimas o sus familiares o amigos–, la destrucción de los programas educativos. Les pedimos seriedad y no actos publicitarios.

Queremos traer el debate que damos en las calles, que dimos en una asamblea abierta en la Plaza de Mayo mientras feminismos y grupos de mujeres, lesbianas, travestis y trans de distintos sectores nos dolíamos con rabia por contar un femicidio más y sin embargo ninguna pidió lo que en este proyecto de ley se propone. Creemos que dos años después de salir masivamente a las calles una y otra vez es hora de que llegue al Senado lo que se vive extramuros.

El femicidio de Micaela, como el de Chiara, Melina, Daiana, y las 329 jóvenes de 16 a 21 años que fueron asesinadas en los últimos 9 años son responsabilidad del Estado.

El Estado es responsable de cada voz que se apaga por una serie de faltas de acciones y omisiones. En primer lugar no hay políticas de prevención, la Educación Sexual Integral no se cumple ni tiene un presupuesto acorde, el 80 por ciento del Plan Nacional de Acción para la Prevención, Asistencia y Erradicación se va en ladrillos: con lo que a una necesidad real (la capacidad de resguardo y cuidado de quien debe salir del círculo de violencia machista) se la transforma en una respuesta que termina por considerarse erróneamente total cuando, como sabemos, es apenas una parte de un tratamiento integral al problema. También existe un patrocinio jurídico que aun convertido en ley no se implementa. Como si todo esto fuera poco, ni los operadores judiciales ni las fuerzas de seguridad reconocen que esta problemática es estructural. Y, tal como se colige de la propuesta que discute el Senado, reduce el problema a uno penal. Necesitamos licencias por violencia de género, acceso al trabajo para las personas victimizadas dentro del encierro doméstico, acceso a la vivienda. Ninguna mujer puede defenderse de la violencia machista si no puede sostener su autonomía económica y la soberanía sobre su cuerpo; pero de todo esto rara vez se habla.

Estamos acá porque no vamos a permitir que se hable en nuestro nombre ni en el de los feminismos. Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos.

Foto: Mariana Carbajal.

Más de una decena de organizaciones feministas y de mujeres repudiaron la presencia de Zambayonny en la FISA por considerarlo “un artista exponente de la violencia simbólica contra mujeres y niñas”. Afirmaron que “desde el Estado, no deberían financiar, promover ni auspiciar actividades que tengan este tipo de contenidos, sino adoptar una política activa, mediante acciones concretas que colaboren con la erradicación de la violencia machista”.

“Estamos seguros que esta será una feria superadora y va a representar todo el potencial de la ciudad”, dijo el intendente Héctor Gay al presentar la iniciativa de la Corporación del Comercio y la Unión Industrial en el marco de la cual se realizarán los actos centrales del aniversario de Bahía Blanca. “Solicitamos se considere, para próximas actividades, priorizar la participación de artistas locales que no promuevan ni reproduzcan contenidos misóginos, sexistas, violentos o que incurran en otros tipos de discriminaciones”, agregaron.

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En el comunicado sostuvieron que la obra del músico Diego Perdomo contiene “un alto contenido de violencia simbólica hacia las mujeres, presente en muchas de sus canciones, como ‘Electra es Magolla’, ‘La incogible’, ‘Volviste muy muy puta de Gesell’, ‘El día de la verga está llegando’ y varias más”.

Las agrupaciones advirtieron que “en un contexto de alarmante crecimiento de la violencia hacia las mujeres y niñas, con cifras escalofriantes y un femicidio cada 20 horas, en una ciudad con una larga lista de femicidios y el último caso del militar que prendió fuego a su ex pareja y a sus 3 hijas/o, creemos imprescindible que el Estado no promocione, auspicie ni financie a artistas y/o personajes que incurren en este tipo de violencia, tipificada en la Ley 26.485”.

“Entendemos que auspiciar eventos que contengan violencia simbólica (ya sean elecciones de reinas, concursos de belleza, artistas que incurren en dicha violencia, expresiones artísticas sexistas o misóginas, etc.) va contra las libertades y derechos de las mujeres y en incumplimiento de la ley 26.485, creada para erradicar las violencias que padecemos las mujeres. En este sentido estamos convencidas que las políticas culturales del Municipio deben trabajar en concordancia con esta ley y reconociendo la realidad de las mujeres en el país”.

El documento fue firmado por Bahiensas Feministas, Acciones Feministas, Desbandadas, Red Local de Violencia de Género, Puño y Letra UNS, Comunismo Revolucionario, Frente Julieta Lanteri, Mujeres Autoconvocadas Punta Alta, BrujaBrújula Producciones Feministas, Nido, Juntas y a la Izquierda – MST y Creer sí.

(Por Paula Ercoli) Diana Maffia es Directora del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires, docente de grado y posgrado e investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Universidad de Buenos Aires. Además es una feminista comprometida con el movimiento de mujeres desde hace ya muchos años. El viernes 31 de marzo, en el marco del Programa de Género, Igualdad y Derecho, Maffía llevó adelante el seminario “”Género y derecho: teoría y aplicaciones prácticas”.

Esta iniciativa organizada conjuntamente con la Secretaría de Extensión de la UNS, el Colegio de Abogados de Bahía Blanca y el Colegio de Magistrados es la primera entrega del Programa Género y Derecho, donde Maffía problematizó, desde una perspectiva feminista, los orígenes de la construcción de la ciudadanía dentro de un sistema patriarcal y androcéntrico, la discusión acerca de las representaciones de lo público y lo privado respecto al lugar de las femeneidades y las consecuencias que aparejan estos procesos en el actual acceso a la justicia.

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Problematizar esta cuestión desde una perspectiva feminista es para Maffía abordarlo desde tres principios. Uno descriptivo que da cuenta de la situación de las mujeres a través de datos innegables -estadísticas- de nuestra sociedad. Otro relacionado con aspectos prácticos y éticos que es que “muchos/as vemos que esta situación es injusta y no debería ser así donde hay un establecimiento de jerarquía de la diferencia” (de género) y por último un principio de actuación. “Una persona es feminista si a estos enunciados descriptivo y prácticos le agrega un compromiso de acción. Es decir un compromiso para revertir esta situación. Sin ese compromiso no diría que alguien es feminista”.

Tomando este análisis como punto de partida, la expositora abordó el acceso a la justicia dando cuenta que desde Aristóteles hasta hoy la concepción de ciudadanía, es decir quienes podían ser sujetos de derecho, ha sido construida desde un sistema androcéntrico donde “el todo del lenguaje no es el todo de la realidad, todos (universal y abstracto) somos sujetos de derecho no se corresponde con la realidad”. En la política, por ejemplo, solo el varón, adulto, propietario y blanco era el sujeto que podía ser parte de los espacios de decisiones y no así las mujeres que en un principio se les negaba el acceso por una supuesta emocionalidad excesiva. “Ser demasiado emocionales es una acusación actual hacia las mujeres, entonces éste como tantos otros ejemplos, nos ha separado de la política y también nos ha apartado del derecho, de nuestros derechos”.

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La doctora en Filosofía también expuso, producto de las investigaciones que llevan adelante desde el Observatorio de Género, las barreras epistémicas, subjetivas, políticas, geográficas, económicas y culturales que existen a la hora de que, por ejemplo, una mujer quiera acceder a la justicia para denunciar una situación violatoria de sus derechos. Expresando además el esfuerzo que debe tener esa sujeta de derechos para denunciar, sostener y ver cumplida la demanda realizada.

Por ultimo especificó las estrategias que se pueden proponer para garantizar un acceso justo a la justicia, siempre teniendo en cuenta una cuestión fundamental que es “el entrecruzamiento de lo diverso y la planificación de estrategias interseccionales, donde la diferencia, en algunos casos de géneros, sean tomadas en cuenta a la hora de hablar de derechos”.

(Por Paula Ercoli) En el marco de las actividades del paro activo del sector universitario, las agrupaciones estudiantiles La Crecida y Puño y Letra, ADUNS y el Departamento de Humanidades, organizaron la charla debate “Hacia la construcción de un protocolo contra la violencia de género en la UNS” de la mano Vanesa Vázquez Laba, directora del Programa contra la Violencia de Género de la Universidad Nacional de San Martín.

Con la asistencia de docentes y estudiantes con voluntad de conocer precedentes respecto a cómo crear protocolos de actuación frente a situaciones de violencia de género, Vanesa contó la experiencia de la creación del programa dentro de la Universidad Nacional de San Martín; proceso que tuvo como resultado la aprobación del protocolo en diciembre de 2015.

El programa en la UNSAM surgió luego del doble femicidio de Valeria Gioffre, estudiante de la institución y de su mamá Silvia Eiriz en San Martín. Desde entonces, llevan adelante a través de un equipo de trabajo la tarea de formar, sensibilizar, investigar y generar estadísticas sobre los casos de violencia que se dan dentro del ámbito académico. Además articulan a través de redes nacionales para que otras instituciones universitarias tomen la iniciativa . Ya se aprobaron 13 protocolos de actuación frente a estos casos.

Descargá el Protocolo contra la Violencia de Género de la UNSAM

“Somos muchas feministas que damos clases, que tratamos de dar seminarios de grado, de posgrado pero en las estructuras cuando hacemos un pantallazo de cuantas mujeres están en los cargos de decisión somos muchas menos. Y poco sabemos, sí de manera intuitiva, pero no con datos duros, qué es lo que pasa dentro de las universidades. Entonces para poder gestionar programas de éstas características es importante tener un diagnóstico y un panorama mas general”, comentó Vanesa sobre los fundamentos iniciales de estos procesos.
Además, la directora del programa expuso la importancia de que el protocolo esté enmarcado en iniciativas más amplias, ya que es un instrumento de intervención que necesariamente tiene que ser pensado con otras líneas de acción y de trabajo; incluidos otros programas provinciales como el de Salud y Procreación Responsable el cual, según la expositora, hoy está “sobreviviendo”.

La charla se interrumpió unos minutos ya que estudiantes de distintas agrupaciones expresaron su incomodidad ante la presencia de Silvia Francisco, Jefa de la Comisaría de la Mujer, avalados/as por el derecho de autonomía universitaria que prohíbe el ingreso de las fuerzas de seguridad a las universidades nacionales, ante lo cual la comisaria debió retirarse del establecimiento.

Vázquez Laba continuó relatando otros tres grandes logros: un seminario optativo de grado dentro de la UNSAM, una diplomatura en temas de salud sexual y que el tema de la violencia de género y hacia las mujeres sea considerado como una –falta grave- ante un tribunal académico, lo que habilita la actuación de las autoridades académicas ante una denuncia por parte de cualquiera de los tres claustros (estudiantil, docentes y no docentes). Sobre el final promovió a las docentes y estudiantes que asistieron a la charla a pensar las estrategias para iniciar, también dentro de la UNS, estos procesos: “El objetivo político es que el tema esté circulando todo el tiempo”.

Escuchá la exposición completa:

 

(Por Bahiensas feministas) El conflicto docente desde una mirada feminista.
Sabemos que es mucho lo que en las últimas semanas se ha escrito, leído, opinado y tergiversado acerca del conflicto docente, por eso las mujeres organizadas también buscamos profundizar sobre el tema aportando miradas que muchas veces quedan por fuera de los discursos que se replican en los medios masivos de comunicación.
En primer lugar queremos poner de manifiesto la nula importancia que tiene la educación para éste y todos los gobiernos; aún cuando el abordaje de la paritaria docente, año tras año, marca el techo salarial sobre el cual negocian todos los demás gremios. Por lo menos, por esas dos cosas, debería ser central para todas y todos.
Centralidad además enmarcada dentro de una negociación que no sólo discute salarios, sino también las condiciones estructurales en las cuales se educan todxs lxs niñxs que van a la escuela pública. No se trata de una guerra entre educadoras/es y educandxs, ya que el vacío en las aulas es consecuencia de un estado que decide aumentar los salarios de diputados o futbolistas, pero no de docentes.
Creemos que hay que dejar de abonar a la idea de que el conflicto está generado únicamente por “intereses políticos”, como nos quiere hacer creer este gobierno, porque lo que este discurso intenta avalar es una persecución ideológica a las organizaciones gremiales y a sus líderes sindicales, así como a todo tipo de resistencia social. El rol de la educación es claramente político, porque de formar ideas se trata.
No vamos a ahondar en la operación mediática que hizo aparecer la figura del “voluntario” o “voluntaria” contribuyendo a la deslegitimación del colectivo docente bajo la idea de que supuestamente cualquier persona sin preparación previa puede realizar la tarea de compañeras que llevan años formándose en la teoría y la práctica educativas.
Habla por sí misma la hipocresía de quienes por un lado, persiguen a docentes amenazándoles con que prueben su preparación por medio de sistemas de calificación de una objetividad muy dudosa, y por el otro lado se encargan de erigir la figura de un sujeto sin ninguna preparación pero aparentemente “idóneo” para ocupar un lugar que es funcional a la política de vaciamiento de la educación pública.
De lo que sí queremos hablar es de las sujetas que están resistiendo, siendo que la mayor parte de las educadoras son mujeres, como reflejo de la segregación horizontal que las asigna incluso dentro del mercado formal laboral a las tareas relacionadas con los cuidados.
En el caso específico de la docencia, la feminización de la profesión aparece como una especie de “extensión natural” del rol de madres, que tiene su correlato en la mirada culpabilizadora que se proyecta sobre quienes deciden defender sus derechos aún si esto implica “abandonar” a lxs niñxs. Esta construcción de la docente movida esencialmente por la vocación es la que determinó desde un inicio, y continúa determinando, un salario que se concibe como complementario del de un compañero varón, sostenedor de la economía del hogar. Así lo expresaba hace unos días la vicepresidenta Gabriela Michetti cuando justificaba los salarios de miseria aduciendo que no son el único ingreso de los hogares.
Las mujeres que eligen educar, como cualquier trabajadora, eligen tener un salario digno. De lo contrario, ¿no será que ésta demanda se vincula con todo el trabajo no remunerado que se nos exige como mujeres en nuestras casas por “amor a la familia” y “cuidado del hogar”?
Hoy el hecho de ser docente implica vivir en la incertidumbre. Y no, no pensamos como el Ministro de Educación que la solución sea acostumbrarse a ella. Ser docente es sentir la angustia de estar pensando todos los días si mañana finalmente se podrá ir a trabajar, reencontrarse con el alumnado, poner en práctica tantas ideas y proyectos que están listos y esperando desde hace semanas.
Ser docente es saber que todos los años habrá que dar una disputa para lograr que los sueldos, que de por sí están entre los más bajos, no pierdan por goleada contra la inflación. Ser docente es haber transformado cada instancia de encuentro con compañeras de trabajo en un grupo de contención, porque no resulta fácil tratar de revertir las versiones de los medios de desinformación. Medios que se encargan de hacer llegar a miles las voces de quienes ningunean a las docentes cuando postulan que cualquiera puede hacer su trabajo, y las vuelven a ningunear en su capacidad de análisis y autonomía cuando atribuyen el paro a la decisión de un único referente sindical.
Ser docente no es estar feliz porque siguen las vacaciones. Ser docente es bancar la defensa de la educación pública con el cuerpo en la calle. Es ir de la asamblea a la marcha, y de la marcha al barrio a volantear. Es poner la cara con la comunidad, cosas que no hacen jamás lxs altxs funcionarixs ni lxs gobernadorxs, transformándose muchas veces en canales por donde se vehiculiza esa bronca mal dirigida.
Ser docente es tomarse un colectivo una noche y volver a la madrugada siguiente, para encontrarse en una movilización con compañeras de toda la provincia, a ver si así dejan de hacer como que no las ven. Es además bancar la defensa de la educación pública con el bolsillo, porque ante la amenaza de descuentos, sabemos que la incertidumbre se juega también sobre cuánto cobrarán y si llegarán a fin de mes. Es sentir la responsabilidad de sostener el paro por todo lo que depende de esa decisión, pero también sostenerse entre compañeras para continuar la medida que se vuelve más difícil conforme pasan los días. Es conmoverse cada vez que se encuentra del otro lado la comprensión, la solidaridad y el apoyo, porque ser docente hoy también es soportar el cuestionamiento desde hace un mes en varios de los aspectos que constituyen esta identidad, como profesionales, como parte de la ciudadanía y sí, también como mujeres.
Porque el cuerpo no “desaparece” en la tarea de la enseñanza. Los cuerpos de mujeres docentes luchan en el aula y en las calles por la reivindicación del trabajo docente como una tarea profesional, políticamente implicada y emocionalmente comprometida; no con cierta idea difusa de “amor y vocación” sino con sostener al alumnado que muchas veces sufre las violencias sociales más severas, con hacer de la educación una vía posible para aportar la transformación social. Se pone el cuerpo en las escuelas visibilizando las múltiples violencias machistas con estudiantes y colegas, en el sindicato en las discusiones con los compañeros varones, en la calle hablando de “feminización de la pobreza”. El lenguaje corporal es parte del modo en que se habita la tarea y la lucha docente. Por eso, la batalla de las mujeres trabajadoras docentes por el reconocimiento y un salario digno, se inscribe en la lucha de todas las mujeres por nuestros cuerpos generizados y por nuestras vidas.
El pasado 8 de marzo las mujeres paramos bajo la consigna “Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”. Hoy las trabajadoras de la educación continúan haciendo extensiva esta iniciativa, por eso aquellas que somos parte del movimiento de mujeres nos solidarizamos y acompañamos este reclamo legítimo reforzando la idea de que si nuestro trabajo docente no vale, también, eduquen sin nosotras.
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Un millar de docentes marchó este lunes por las calles del centro de Bahía Blanca en rechazo a la oferta salarial del gobierno provincial y exigiendo al gobierno nacional que cumpla la ley y abra la paritaria.

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(Por Acciones Feministas) El 7 de marzo de 2010 fue asesinada en Córdoba Natalia “Pepa” Gaitán. Fusilada por lesbiana. Pepa, la tortillera, la marimacho, la lesbiana, la chonga, la torta de cantito cordobés y sonrisa cuartetera, era esa “chabona” del barrio que hacía trabajo social con pibas y pibes con hambre.

A esa chonga le terminan su vida a los 27 años, tirada en el piso, desangrada, disparo seco pero muerte ahogada en sangre con un disparo de Daniel Torres, padrastro de su novia.

Mucha osadía a los ojos de los machos violentos, esos que creen ser jefes de la manada de mujeres o pastorcitos que, como los perros que cuidan un rebaño, cuando alguna se les va, la van a buscar. Lo que no hacen los perros es dar esa mordida letal, seca, certera y cobarde que dio su lesbicida Daniel Torres.

Pepa no quería volver al rebaño. No iba a volver. Ella quería bailar cuarteto. Manito a la cintura y esos tics con su pelo corto. “Che, pero esa chonga metía miedo!”, decían en los tribunales en medio de risas cómplices y guiños llenos de lesbofobia y odio de clase.

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En una oportunidad Graciela Vázquez, su madre, dijo: “Usó un arma para matar animales y después la dejó tirada como un perro. Yo no eché a mi hija a la calle como a un perro como hacen tantos padres y madres cuando tienen una hija lesbiana. Yo estoy orgullosa de haberla criado y acompañado. Pero me la mataron como a un perro, a lo mejor porque ella iba siempre de frente, nunca se ocultaba”.

En homenaje a la Pepa y como día referido a la visibilidad lésbica y/o del colectivo LGTBI, el 7 de marzo comenzó a tomarse como fecha emblemática en distintos puntos del país. En Bahía Blanca una ordenanza impulsada por Acciones Feministas  y presentada por la ex concejala Elisa Quartucci rige desde 2012 y declara a este día con carácter permanente, “Día de lucha contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género”, que incluye en su articulado que el municipio realice campañas contra este tipo de discriminación. Orden que ninguna gestión cumplió hasta el momento.

El pasado martes 7, y como iniciativa de la cantautora lesbiana feminista Silvia Palumbo, las agrupaciones Orgullo Disidente y Acciones Feministas, junto a BrujaBrujula Producciones Feministas, organizaron una jornada homenaje a la Pepa llamada: “En memoria de Pepa Gaitán: día de arte por la presencia lesbiana”.

Dicha actividad, inédita en la ciudad, contó con un singular segmento denominado “Canciones Lesbianas”, con la participación de renombradas cantantas locales como Irene Abreu (acompañada en guitarra por Astor Vitali), Patricia Galassi, Silvia Palumbo, Patricia Régoli (en guitarra Nicolás Soler Montero), Surcando Coplas, Ensayo de Señoronas y Gaby “la voz sensual del tango”.

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Participó la obra de Maia Venturini (historietas basadas en la vida de Pepa Gaitán) y también una obra de la artista plástica Olga Corrales.

Patricia Galassi aportó su arte poético, y las DesBandadas un alegre cántico lésbico a modo de apertura con sus “Óyeme, óyeme, que me gusta una mujer”.

No faltó el pedido de libertad para Higui, encarcelada por defenderse ante brutales ataques de un grupo de varones por su condición de lesbiana, quedando plasmado además en un stencil en la vereda.

Como hecho destacado de la jornada se sumó la inauguración de un mural realizado por Orgullo Disidente que irrumpe en una esquina del barrio Santa Margarita con una cara plena y sonriente de Pepa junto a la leyenda que dice: “Natalia PEPA Gaitán: asesinada por lesbiana”, entre los colores del arco iris perfectamente delineados.

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El evento fue conducido de forma impecable por la periodista María Gisela Estremador, y no hubiese sido posible sin el trabajo y gestión de la compañera Mirta Bertolli, quien, entre otras cosas, consiguió la pared que generosamente facilitó su dueña Mabel R.

Entre algunas de las “canciones lesbianas” que pasaron por la tarde encontramos  “Mar y Luna” y “Sirenas del Río de la Plata” (interpretadas por Abreu), “Soy Pecadora” (Régoli), “Mujer contra mujer” (Régoli y Galassi), “, “Tortas de miel” y el estreno de “Higui” (Silvia Palumbo), “Honrar la vida” y “Puerto Pollensa” (Gaby “la voz sensual del tango”), “Tu vestido” y “Madre baile” (Surcando Coplas). Con “La protagonista”, “Las impresentables” y “Pepa” (Ensayo de Señoronas) se iba apagando el día para terminar encendidas y a puro baile con las “señoronas” y las “surcando coplas”, en un enganchado cuartetero que, seguramente, la “Pepa” nos hubiese enseñado a bailar.

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(Por Giuliana Crucianelli) ¡Chicas vamos a hacer corrida! ¿Cómo corrida? Es imposible, ¡mira la gente que hay! No se puede correr. Uno, dos, tres, ¡CORRIDA! Y una cantidad de mujeres imprevista corrió la última cuadra y media de marcha.

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Empapadas en la espera, porque este 8 de marzo llovió todo lo que no llovió durante el año. Casi al borde de una crisis generalizada en el movimiento de mujeres porque no se iba a poder instalar el sonido, ni la tarima ni todo lo que habíamos pensado que podía hacerse. Bajo paraguas nos concentramos en las escalinatas de la municipalidad, con una bronca inmensa porque habíamos laburado mucho para que esto no se diera.

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“El documento se lee igual, como sea”, fue la premisa que sostuvo la lectura en tiempo y forma del texto preparado por las diferentes organizaciones que durante un mes se juntaron a debatir y pensar acciones para este Paro Internacional de Mujeres.

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Más de 50 países pararon, miles de ciudades, Bahía Blanca también. Con un panorama desolador nos encontramos cuando llegamos a la Plaza Rivadavia. Poca gente. Con todo lo que laburamos, no puede ser. Bueno. Leamos el documento. Empezamos a leer y el cielo, increíblemente (o no tanto), se despejó. Paró de llover y cuando levantamos la vista la plaza estaba llena. Todas listas para marchar.

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Paseamos por todo el centro de la ciudad haciendo temblar las veredas y los edificios. Cerramos la marcha con los relatos de Mónica Cid, la mamá de Micaela Ortega y Wanda Banegas, la prima de Katherine Moscoso. Ambas víctimas de femicidio. Pero también pudimos celebrarnos y festejarnos al ritmo de las tamboras Desbandadas, cantando a los gritos y en ronda el arroz con leche feminista.

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PARO INTERNACIONAL DE MUJERES
Bahía Blanca, 8 de marzo de 2017
 
Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras.
 
ESTE 8 DE MARZO, LAS MUJERES PARAMOS EL MUNDO.
 
En Bahía Blanca también paramos: nos sumamos al Paro Internacional de Mujeres porque estamos convencidas de que somos la primera línea de resistencia frente a la explotación patriarcal y capitalista y articulando con movimientos de mujeres en más de cincuenta países vamos a la vanguardia contra todo tipo de opresión.
En 1910, durante el II Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas, Clara Zetkin propuso instaurar un día de homenaje a las mujeres trabajadoras que habían dado su vida peleando por mejores condiciones laborales. Durante los años anteriores habían tenido lugar numerosas huelgas obreras tanto en Estados Unidos como en Europa. En el año 1908 murieron carbonizadas 129 obreras textiles en el interior de una fábrica de Nueva York a causa de un incendio provocado por los patrones como respuesta a las demandas que incluían mejoras salariales y reducción de la jornada laboral. En recuerdo de estas mujeres que habían muerto es que el día 8 de marzo es el Día Internacional de las Mujeres.
Este 8 de marzo paramos porque no queremos ser un engranaje más de este sistema de violencia. Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras.
Este 8 de marzo paramos porque en Bahía Blanca y la zona nos faltan: Micaela Ortega, Katherine Moscoso, Luciana Moretti, Leticia Cayuli, Ivonne Gallardo, Irina Montoya, Dolores Sánchez, Ruth Utriera, Daiana Méndez, Silvana Rietti, Sofía Díaz, Carmen Flores, María Luisa Montagna, Viviana Aguilera, Jessica Elías, Luisa Peralta, Eudes Bazán, Claudia Godoy, Leonela Costa, Stella Gottau, Alejandra Galicio, Melina Saavedra, María Silva, Andrea Esnaola, Liliana Díaz.
¿Por qué paramos?
1- Paramos porque los estados nos empobrecen y explotan y que esa opresión siempre recae más duramente sobre los cuerpos de las mujeres.
2- Paramos porque existe una brecha salarial: en Argentina, los hombres ganan en promedio 27% más que las mujeres por el mismo trabajo y además la precarización laboral afecta principalmente a las mujeres, quienes ocupan el 54% de este universo laboral.
3- Paramos porque las mujeres por un lado tenemos el trabajo asalariado precarizado y mal pago fuera del hogar que en muchos casos es concebido como mera extensión del “rol doméstico” de cuidado y reproducción que se nos impone, generando a la vez la idea naturalizada de que existirían trabajos que son “de mujeres” y trabajos que son “de hombres”; y por el otro, tenemos el trabajo no reconocido, invisibilizado y naturalizado que se nos impone dentro del hogar. Hoy encontramos muchos ejemplos de lucha y resistencia por parte de las mujeres desde estos MISMOS espacios: docentes y auxiliares en todo el país, las trabajadoras de Ciencia y Técnica y CONICET, las trabajadoras textiles de Neuquén, trabajadoras de las fábricas recuperadas como Zanón, la resistencia del Bauen, o “Las Leonas” (comisión de mujeres y familiares de AGR-Clarín).
4- Paramos porque esta situación se agrava con las medidas de ajuste implementadas por el gobierno de Macri-Cambiemos, por las gobernaciones, el massismo, el PJ y algunos sectores del FPV que votan los presupuestos de ajuste, lo cual nos coloca en una posición de vulnerabilidad mucho mayor. Los procesos de recesión económica se apoyan principalmente en las mujeres que son quienes garantizan todo aquello de cuya cobertura el Estado se ha corrido: salud, alimentación, educación, vivienda, etc.
5- Paramos porque la desigualdad y falta de autonomía económica, muchas veces, nos retiene en situaciones de violencia y nos vuelve aun más vulnerables ante el machismo, cuyo último eslabón de expresión son los femicidios.
6- Paramos porque en Argentina muere una mujer cada dieciocho horas víctima de femicidio, y en muchos casos familiares y amistades de la víctima pueden ser también afectadas por la violencia machista en lo que llamamos “femicidios vinculados”.
7- Paramos porque se invisibilizan los crímenes de odio hacia las identidades disidentes (lesbianas, gays, trans, travestis, intersexuales, bisexuales). En Bahía Blanca, aún sigue impune el caso de Alejandra Galicio, quien fue asesinada por ser trans hace ya doce años. Ayer, 7 de marzo, se cumplieron siete años de la muerte de Natalia “Pepa” Gaitán, asesinada por ser lesbiana por el padrastro de su novia. Así también denunciamos el cruce entre justicia patriarcal, lesbofobia y desigualdad de clase en el caso de Eva Analía de Jesús, conocida como “Higui”, quien se encuentra presa por defenderse de sus agresores. Exigimos su libertad y castigo a los culpables.
8- Paramos porque nos faltan las víctimas de las redes de trata y explotación sexual, de las cuales la policía, el Estado y sus funcionarios son cómplices y forman parte.
9- Paramos porque el Poder Judicial en muchísimos casos es un elemento más para la vulneración y la victimización de las mujeres que recurren legítimamente a él, y que en su lugar encuentran el reforzamiento de la ley patriarcal que las culpabiliza y desprotege.
10- Paramos porque la Iglesia, con complicidad y aval del Estado, tiene una responsabilidad histórica y persistente en la restricción de nuestras libertades y en la opresión de nuestros cuerpos.
11- Paramos porque pronunciamos contra la violencia simbólica que ejercen los medios de comunicación, la cristalización de los estereotipos de género, la estigmatización de nuestras decisiones y la invisibilización de nuestras luchas.
12- Paramos porque los territorios ancestrales de los pueblos originarios están siendo violentados y explotados, con la misma ideología patriarcal que tiene al cuerpo de las mujeres como tierra conquistable. Las mujeres originarias vivimos no solo la violencia machista sino también racista y capitalista que siguen asesinando a las mujeres originarias que se oponen a la invasión de los megaproyectos en las comunidades.
¿Por qué luchamos?
1- Luchamos por los derechos de las mujeres trabajadoras. Basta de precarización laboral. Igual salario por igual trabajo. Guarderías en todos los lugares de trabajo. Licencias especiales por violencia de género, familiar enfermo/a y extensión de las licencias por maternidad y paternidad. No al ajuste. No a los despidos y suspensiones. Reconocimiento del trabajo doméstico. Cupo laboral trans y trabajo genuino.
2- Luchamos porque no queremos ni una muerta más por violencia machista. Exigimos ¡NI UNA MENOS! Reglamentación total, y cumplimiento real de la Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres con control de las organizaciones de mujeres. Ejecución de partidas presupuestarias destinadas al incremento del número y la calidad de refugios sin requisitos burocráticos para mujeres en situación de violencia y para sus hijos. Apoyo económico, planes de vivienda, asesoramiento legal y asistencia integral a cargo del Estado y las patronales para las víctimas.
3- Luchamos contra toda forma de violencia hacia las mujeres. Basta de justicia patriarcal. Basta de violencia institucional. Basta de femicidios. Respeto y cumplimiento de la Ley de Identidad de Género. Basta de discriminación y criminalización a nuestras compañeras trans. Basta de travesticidios.
4- Luchamos por el reconocimiento y acción sobre la responsabilidad de los medios de comunicación hegemónicos en la reproducción de contenidos que fomentan comportamientos discriminatorios y misóginos.
5- Luchamos por el Tratamiento y aprobación del proyecto de ley de la Campaña Nacional por el
Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir. En 2016, la movilización social logró la libertad de Belén, presa por ser acusada de realizarse un aborto. Se trata de un tema central para el movimiento de mujeres y una gran deuda de la democracia con las mujeres. Por el cumplimiento de la Ley 25.929 de Parto Humanizado.
6- Luchamos por un Estado y una educación laica y no sexista. Separación de la iglesia del Estado. Implementación real de la Ley de Educación Sexual Integral en todos los ámbitos educativos, para formar en la igualdad y para una vida libre de discriminación y violencia machista.
7- Luchamos por justicia y aparición con vida de todas las mujeres víctimas de las redes de trata. Desmantelamiento de las redes de trata y explotación sexual, comenzando por la participación de policías, jueces y funcionarios del Estado.
8- Luchamos, como mujeres originarias, por nuestro derecho a la Identidad y llamamos a un despertar identitario para que el Buen Vivir como derecho sea realidad.
9- Luchamos por el reconocimiento a la lucha de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, juicio y castigo a los responsables militares, civiles y eclesiásticos de la última Dictadura Militar, y restitución de nietos y nietas. ¡Treinta mil compañeros y compañeras desaparecidxs, presentes!
10- Luchamos contra la criminalización de la protesta social. Libertad a Milagro Sala y a todas las presas políticas. Derogación de la ley antiterrorista y los protocolos represivos del Estado. Abajo el DNU antiinmigratorio. Basta de persecución por raza, género, clase y nacionalidad.
Este 8 de Marzo unimos nuestra lucha con la lucha de las mujeres de todo el mundo.
 
Adhesiones: SUTEBA, CTA, Colectivo Pueblo en Lucha, Corriente Comunista David Watu Cileruello, Pan y Rosas, Emancipación Sur, Socorristas en Red, Cardumen, Comisión gremial interna de trabajadorxs Credicoop, FM De la Calle, Orgullo Disidente Bahía Blanca, Bahiensas Feministas, G83, Puño y Letra, Desbandadas, ATE, Artistas por la No Violencia, Juntas y a la Izquierda, Acciones Feministas, Mujeres Originarias por el Buen Vivir, Plenario de Trabajadoras, PTS, Tesis XI, La Marrón, Artistas con el FIT, CeHum, El Grito Movimiento desde Abajo y Mujeres Independientes.

(Por Giuliana Crucianelli) Mujeres del barrio La Poderosa, se organizaron y concurrieron a la marcha por el Paro Internacional de Mujeres.  “Aunque pare de llover, igual nosotras no podemos salir del barrio porque se inundó todo. Volver de noche con las calles así es una locura”, comentó Celeste Kees, colaboradora del merendero del barrio, minutos antes de que comience la movilización.

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Hasta último momento no supieron si iban a poder. Las calles del barrio, que se encuentra al costado de la estación Spurr, estaban intransitables, completamente inundadas. “Hay mamás que están con los nenes, ya está todo inundado, es un riesgo salir así. “El barrio ya estaba inundado con la lluvia de la noche anterior. Iban a ir más chicas pero se les inundó la casa y no quisieron irse por si volvía la lluvia. De las que fueron hubo dos que cuando volvieron tenían la casa repleta de agua”.

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“Apenas paró la lluvia y quisieron ir”. Nada pudo con ellas que entre en barro y el agua, salieron a tomarse el colectivo, que después de 40 minutos las dejó cerca de la marcha.

En la previa mediante reuniones, las mujeres del barrio se habían juntando a debatir y pensar qué significaba este paro para ellas y elaboraron un texto denunciando todas las expresiones de violencia machista “como resultado de una sociedad ausente que nos abandona por ser mujeres y además nos abandona por ser pobres. Alimentadas por un estado que no urbaniza las villas, que repletas de basura quedan sin transporte público”.

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“Ante un sistema de salud que no nos ve, que no nos cura. Visitando oficinas judiciales que no nos explican nuestros derechos como madres, como mujeres y como ciudadanas. Denunciando ante una policía inoperante que nos manda  a casa golpeadas y deprimidas, sin respuesta ni solución. Cansadas de ser blanco del trabajo en negro. De patrones que nos hablan de injusticias mientras nos explotan”.

Muchas de ellas dejaron a lxs hijxs con sus maridos, “no es común que dejen a los chicos con los padres, existe un sistema de dominación muy fuerte. Incluso a uno de los maridos tuve que ir a pedirle permiso yo”, dijo Celeste.

Tuvieron la iniciativa, buscaron frases, armaron carteles y una bandera. Se informaron sobre qué era lo que estaba pasando y hasta se vistieron todas de negro con un lazo violeta para seguir la convocatoria.

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“Pusieron en riesgo su comodidad, enfrentaron a sus maridos que las controlan al extremo para poder ir a la marcha”, cerró Celeste.

(Por Helen Turpaud Barnes) En su libro de memorias, la bailarina, directora de cine y fotógrafa alemana Leni Riefenstahl repasa entre otras cosas el período en que trabajó para el Ministerio de Propaganda durante el gobierno de Hitler. Reconocida como una de lxs grandes directorxs de cine de principios de siglo XX, al nivel de Eisenstein o Buñuel, su cercanía con Hitler le valió críticas y boicots. Sin embargo, Riefenstahl expresa innumerables veces que “no sabía” de los crímenes del nazismo. A comienzos de la Segunda Guerra Mundial, fue invitada a brindar una conferencia sobre cine en París, donde Riefenstahl recuerda haber dicho que se puede ser alguien que “no sepa nada de música” y sin embargo saber muy bien cómo musicalizar una película, y viceversa. Ni bien terminó la conferencia, un grupo de personas subió al estrado en lo que creía que era un homenaje para ella. Luego del evento, se enteró de que se trataba de un grupo de obreros comunistas cantando la Internacional como modo de protesta. Explica que su confusión fue producto de “no conocer” la melodía de la Internacional (un “no saber” musical que es más bien un “no saber político”), aunque admite lo poco equívoco de los puños en alto. ¿Qué es “saber” y de qué “saberes” nos hacemos cargo?
Fascinante construcción de un relato sobre el saber y el no saber para sortear las responsabilidades políticas: Riefenstahl afirma su saber como cineasta, incluso en contra de otros saberes (el musical o el político, por ejemplo). Y, en el contexto de su cotidiano contacto con Hitler, construye su relato de tal forma que “no conocer” datos fundamentales del contexto sociopolítico la eximiría de su responsabilidad ideológica, como si desconocer dicho contexto no fuera en sí mismo producto de una opción ética reprobable.
Poco después de rechazada la propuesta de “aumento” hecha por la gobernadora Vidal y convocado el paro docente nacional para los días 6 y 7 de marzo empezó a circular la noticia sobre posibles “voluntarios/as” para dar clases durante el paro. A las pocas horas se supo que era una campaña emanada del call center del PRO. Sea como fuere, responde a ciertas maneras de ver nuestra tarea docente que efectivamente circulan socialmente.
Por otra parte, el miércoles 8 de marzo se realizará en la Argentina y varios países más el Paro Internacional de Mujeres bajo la consigna “Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”.
La cercanía entre la medida docente y el paro de mujeres no es solo por las fechas. Muchas concepciones que circulan sobre la docencia y sobre el trabajo de las mujeres tienen puntos en común. La idea de que la docencia debe ejercerse por “vocación” obtura el reconocimiento de ella como tarea profesional e ideológicamente implicada. Se criminaliza la acción sindical hablando de tomar al alumnado “de rehén”. La discusión en los medios hegemónicos se torna una seguidilla de acusaciones moralistas, criminalizantes, culpógenas. Si se espera que la tarea docente responda a cuestiones emocionales (“amor”, “vocación”), los reproches también buscan apelar a lo emocional (evitando hablar del ajuste y sugiriendo que la satisfacción afectiva es en sí misma retribución suficiente). Lo profesional y lo ideológico se deja fuera. Así, si la docencia es solo una cuestión de “ganas” y de “amor¨, con un poco de “alegría” cualquiera puede ejercerla, logrando a la vez ubicarse en un pedestal moral por sobre aquellas personas que no querrían “cumplir” con su tarea. Dar clases no implicaría un “saber” sino un “querer”. ¿Se puede hacer de cuenta que “no se conoce” qué está pasando con el ajuste del macrismo?
A su vez, al modo de Riefenstahl, se sostiene la idea de que se puede “saber” hacer una determinada tarea (cine o docencia) sin que las razones ideológicas por las cuales se ejerce tengan nada que ver. Para quienes el supuesto voluntariado resultaba pensable, la obstaculización de la lucha docente no pareciera formar parte de los “saberes” transmitidos. Ni Riefenstahl ni el fascismo local se hacen cargo de su posicionamiento ideológico.
El trabajo de las mujeres en general también es visto como una tarea donde lo central sería la predisposición “natural” que tendrían las mujeres para “cuidar”, “dar vida”, “dar amor”, “ser abnegada”. Así, las tareas consideradas “femeninas” son aquellas vinculadas al área de salud, educación, trabajo doméstico, o los escalones menos jerarquizados de muchas profesiones (no tienen por qué estar en puestos de decisión o conducción, y si lo hacen se las tilda de “competitivas”, “masculinas”, “mandonas”, etc.). No por casualidad, gremios que tienen mayoría de mujeres son sin embargo conducidos por hombres: para “decidir”, “negociar”, “pelear” por los sueldos docentes, mejor los hombres.
De este modo, las tareas que generalmente ejercen las mujeres se ven rodeadas de un halo desprofesionalizante muy fuerte. A pesar de que la mayoría de quienes estudian carreras terciarias y universitarias son mujeres (y son además quienes obtienen mejores calificaciones), persiste esta mirada. Y en el caso de las mujeres que no optan o no acceden a la formación académica, la precarización laboral es aun mayor.
Las docentes mujeres, especialmente quienes no dictamos en el nivel terciario y universitario, somos constantemente nombradas por colegas y estudiantes con términos relativos a lo doméstico, lo emocional, lo no profesional. En los sectores pobres de la población, nuestro alumnado casi siempre llama a las docentes mujeres “señorita” (en inicial o primaria) o “señora” (en el nivel secundario), mientras que los docentes varones son nombrados como “profe” (incluso quienes dictan en el primario y se nombran a sí mismos como “maestros”). En los sectores medios y/o altos, el “señorita” persiste como modo de nombrar a la maestra/profesora de inicial o primaria, y solamente luego de un período de “transición” pasa en el secundario a ser “profe” o a ser llamada por su nombre.
Una lamentable y muy clasista jerarquización de la preparación que se requiere para los distintos niveles educativos implica que ser maestra/o es “menos” importante que ser profesor/a (y que ser docente de nivel universitario requeriría “más preparación” que ser docente de los demás niveles). Por esto, sabemos que negarle a las docentes mujeres el nombre de “profe” cuando a los varones se los llama casi siempre así indica que aunque hagan el mismo trabajo, una mujer maestra es siempre “menos” que un hombre maestro.
Diferencias de clase y de género: la docente llamada “señora” no es reconocida como perteneciente a los sectores pobres (es la misma palabra con la que en estos sectores se designa a la “patrona” en una casa o un negocio, lo cual explicaría quizás el que los sectores medios denominen a las docentes del secundario con palabras que sí les reconocen su rol profesional o bien con su nombre: es que para el sector medio, la docencia es todavía una tarea “propia”). El “señorita” se empezó a usar en épocas en que solo podían dar clases las mujeres solteras y –por lo mismo, dios no permita otra cosa- vírgenes. Ya lo dijo hace años la pedagoga Alicia Fernández en “La sexualidad atrapada de la señorita maestra”: es un término que desexualiza, infantiliza y desprofesionaliza a las docentes de nivel inicial y primario. Cualquier intento de cuestionar este modo tan arcaico y desprestigiante de llamar a las docentes de niños, niñas y preadolescentes es contrarrestado con una apelación al sentimentalismo de “pero es un término cariñoso” (un modo de extorsionar afectivamente). Reivindicar nuestro lugar de trabajadoras y de profesionales de la educación parecería entonces una especie de traición afectiva. La descalificación de la docencia se ve facilitada y reforzada por el cruce entre la explotación capitalista por la cual los sueldos del sector trabajador son constantemente atacados y los estereotipos machistas que implican desprecio por lo que se considera “femenino”.
En verdad, el sistema de división sexual del trabajo no solo refuerza sino que en sí mismo construye las divisiones por género, lo cual implica que una subversión de tal sistema de división laboral sería fundamental para ayudar a terminar con estos modos de segregación. Es decir que las categorías de “hombre” y “mujer” son en parte consecuencia y no causa de una división entendida como “biológica”. Cambiar el sistema de trabajo sería no solo cambiar roles sino también identificaciones muy fuertes.
En este contexto, el Paro Internacional de Mujeres en el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras y con su lema enfocado en la producción relocaliza las tareas realizadas por mujeres como “trabajo”, como tarea productiva y no necesariamente re-productiva. El denunciar los femicidios, la vulneración de los derechos de las mujeres indígenas, el acoso sexual, la trata y los estereotipos de belleza en este contexto nos recuerda que la violencia machista tiene un costado económico que es fundamental para sostener el capitalismo. La vida de las mujeres “vale” no solo como afirmación de una dignidad humana inherente a todo sujeto, sino también porque se trata de cuerpos cuyo trabajo exige ser reconocido.
Vale aclarar que en modo alguno lo emocional y lo profesional son cosas opuestas o mutuamente excluyentes. En verdad, la separación de ambos ha sido establecida por el capitalismo patriarcal: la idea de la maestra como “segunda mamá”, respondiendo a la “natural inclinación femenil” por los niños y niñas vs. el maestro varón que es “profe”, “tiene más autoridad”, es más apto para alumnado adulto, etc. Por lo tanto, la idea de emoción vs. profesionalismo es una falsa oposición que hay que combatir en aras del reconocimiento profesional de una tarea ejercida especialmente por mujeres y para cortarla con la extorsión emocional a la cual nos pretenden someter cada vez que vamos al paro.