(Por Analé Barrera y Lucas Castiglioni / TRAMAS Boletín) Recientemente circularon noticias relativas a la instalación de Amazon en el país. Específicamente en Bahía Blanca y Coronel Rosales. Considerando el peso de la firma, nos propusimos poner el anuncio en contexto, aportando elementos para el debate sobre el “capitalismo de plataformas”, el “futuro del trabajo” y los desafíos para la organización de lxs trabajadorxs.
Anuncio de Amazon. En las últimas semanas los diarios locales y nacionales se hicieron eco de la nota en Bloomberg, en la que se hacía referencia al plan de negocios de la empresa Amazon; que incluiría el “desembarco” en nuestro país. En el artículo del 3/10 se informa que “la compañía con sede en Seattle se está preparando para invertir alrededor de 800 millones de dólares durante 10 años y obtendrá considerables beneficios fiscales al ubicar el centro de datos en los distritos de Bahía Blanca y Coronel Rosales”.
La agencia especializada en finanzas asegura que Amazon optó por Argentina luego de iniciar estudios y negociaciones en Chile. Entre los elementos que habrían volcado la balanza para el lado de Argentina, se encontrarían los beneficios de la Ley de Economía del Conocimiento aprobada este año (exenciones de impuestos a la exportación, reducción del impuesto sobre la renta del 35% al 15% y “menores costos laborales”). Además, al ubicarse en la zona de libre comercio, Amazon no pagaría impuestos nacionales o provinciales sobre el consumo de energía.
Amazon Web Services (AWS, almacenamiento de información en la nube) es la unidad de negocios de Amazon especializada en servicios informáticos. En el artículo de La Política Online se resalta que “los hubs de datos consumen una impactante cantidad de electricidad” por lo que cuando AWS empiece a operar, “será una de las mayores usuarias de la red eléctrica”.
Sin embargo, el proyecto de Argentina no es definitivo y aún podría modificarse, señaló Bloomberg.
¿Qué es y qué hace Amazon? En el citado artículo en Bloomberg, se hace hincapié en Amazon Web Services, “el negocio más rentable de la compañía” con el cual disputa el mercado a Microsoft Corp. y Alphabet (Google). Por lo cual, el plan de inversión en Argentina contemplaría este punto: “La proximidad a un centro de datos de Amazon ayuda a las empresas a reducir costos y mejorar la velocidad de los datos en comparación con tener que depender de sitios fuera del país. Argentina alberga varios equipos en línea, incluida su empresa más grande, la empresa de e-commerce minorista MercadoLibre, que utiliza AWS para alojar sus plataformas”.
Sin embargo, no es la única actividad que realiza Amazon. Para poder adentrarnos en la estructura y dinámica corporativa así como contextualizar el desarrollo y crecimiento de este tipo de empresas; retomamos la noción de “Capitalismo de plataformas”.
¿De qué estamos hablando? Nick Srnicek, el economista canadiense, autor del libro “Capitalismo de plataformas” (2018) –reseñado por Julián Tylbor-, define a las plataformas como “infraestructuras digitales que permiten que dos o más grupos interactúen”. El nuevo modelo de negocios que las mismas proponen, se sustenta en la extracción de datos como materia prima; cuya fuente natural serían las actividades de lxs usuarixs. Las plataformas dependen además de los “efectos de red”: más usuarixs = más valor. Aunque se presenten como intermediarias neutrales, controlan las reglas del juego. Este control se esconde detrás de algoritmos y del discurso de la “economía colaborativa”.
A partir de esta definición, Srnicek distingue cinco tipo de infraestructuras digitales: “a) plataformas publicitarias (Google, Facebook), que extraen información de los usuarios, la procesan y luego usan esos datos para vender espacios de publicidad; b) plataformas de la nube (Amazon Web Services, Salesforce), que alquilan hardware y software a otras empresas; c) plataformas industriales (General Electric, Siemens), que producen el hardware y software necesarios para transformar la manufactura clásica en procesos conectados por internet, lo que baja los costos de producción; d) plataformas de productos (Spotify, Rolls Royce), que transforman un bien tradicional en un servicio y cobran una suscripción o un alquiler; e) plataformas austeras (Airbnb, Uber, Glovo, Rappi), que proveen un servicio sin ser dueñas del capital fijo.”
Este último tipo representan “un nuevo boom” y prácticamente carecen de activos: Uber no tiene una flota de taxis, Airbnb no tiene departamentos y Rappi no tiene bicis.” Al respecto, en Tramas n° 1 escribimos sobre la instalación de Pedidos Ya en Bahía Blanca.
En la misma línea, Alejandro Galliano y Hernán Vanoli en Revista Crisis identifican la retórica de la economía digital como la continuación del neoliberalismo por otros medios. En este sentido, el capitalismo de plataformas comparte los límites y la inestabilidad de la economía neoliberal en general. “Sólo Amazon parece haber desarrollado un modelo de negocios sustentable: servicios por suscripción y, sobre todo, logística, mano de obra barata, infraestructura” afirman los autores.
Se trata de la empresa que la empresa que más invirtió en Investigación y Desarrollo (I + D) en el último año, como así también es la compañía en la que la que el apartado I + D más fuerte creció en el último lustro. Así puede observarse en el gráfico.
¿Quién es el dueño de Amazon? El CEO de Amazon, según el último ranking Forbes, es la persona más rica del mundo. El estadounidense Jeff Bezos, CEO de Amazon, quien declaró poseer 131.000 millones de dólares en este año. En el boletín del GT de CLACSO sobre Crisis y Economía Mundial se marca cómo la empresa con casa matriz en los Estados Unidos, amasó sus fortunas a fuerza de explotación de lxs trabajadores (mediante formas de precarización y medidas antisindicales) y evasión impositiva. Este año, declaró ganancias por 11.200 millones de dólares mientras que por segundo año consecutivo no pagará impuestos federales (e incluso, mediante el reembolso fiscal, obtiene una tasa efectiva de impuestos de -1%). Al mismo tiempo, Bezos anunció en septiembre el recorte a la cobertura médica en su cadena de supermercados Whole Foods; medida que afectará a 1.900 trabajadorxs.
Futuro por pasado. Amazon, Uber, Rappi, PedidosYa, Glovo, Mercado Libre… Las plataformas digitales van ganando protagonismo en la economía y en la vida cotidiana, presentándose como un anticipo del futuro que vendrá.
La incorporación de la automatización y la inteligencia artificial han generado cambios en las formas de producción e intercambio; cambios que han sido caracterizados como parte de una “cuarta Revolución Industrial”. Sin embargo, la novedad viene siendo atada en general a un modelo de empleo flexible que pretende volver atrás la rueda de la historia; desconociendo derechos laborales elementales conquistados por el movimiento obrero.
¿Con qué argumentos? Con retórica futurista, se plantea la gastada asociación entre éxito individual y emprendedurismo con autoexplotación.
Particularmente en el sector de comercio y servicios, las plataformas digitales aparecen como simples intermediarias, permitiendo que se encuentren oferta y demanda en una plataforma virtual. En este esquema, lxs trabajadorxs son usuarixs o socixs, que entrarían “libremente” en un contrato para su beneficio.
¿Quiénes trabajan en las plataformas digitales? Los grupos de la población que generalmente sufren en mayor proporción las condiciones precarias de trabajo es la que nutre las filas de lxs trabajadorxs de plataformas. De acuerdo a un artículo de la economista e investigadora Sofía Scasserra, se distinguen cuatro perfiles: -mujeres, que buscan trabajo por fuera del hogar al tiempo que sostienen la carga de las tareas domésticas y de cuidados; -migrantes, que se encuentran al llegar al país que lxs recibe con un mercado de trabajo hostil y con dificultades para obtener la documentación necesaria para acceder a un empleo formal; -disidencias sexuales, que no deben pasar por entrevistas de trabajo en las que podrían sufrir discriminación y –jóvenes, para quienes el empleo en plataformas es, frecuentemente, el primer empleo.
¿Quién utiliza a quién? Las empresas se presentan como facilitadoras para que se efectúe el intercambio, “herramientas” para que lxs usuarixs lleven adelante sus emprendimientos. Pero… ¿es sólo eso? Como sostiene Scasserra en el artículo publicado por la revista Nueva Sociedad, éstas determinan las formas y el tiempo de pago, las condiciones de búsqueda, la forma de entrega, los estándares de calidad, los montos que se pueden cobrar. Además, tienen la potestad de sancionar y desvincular a lxs trabajadorxs a su antojo: “se apropian de la oferta de bienes y servicios, manipulan la demanda y gestionan los precios. Las plataformas hoy son el mercado.”
Aunque no se vea, el lugar del patrón siempre está: blandiendo el látigo de las calificaciones y observándolo todo con sus ojos de GPS.
Organización. El desconocimiento de derechos de trabajadorxs se condice con el encubrimiento de una relación de dependencia. Encubrimiento que la incipiente organización de lxs trabajadorxs en el mundo empiezan a desarmar.
Como en los inicios del capitalismo, lxs trabajadorxs de plataformas digitales ensayan nuevas experiencias sindicales y cooperativistas.
Lxs trabajadorxs de Amazon, como relevamos en el primer número de Tramas en julio de este año, realizaron huelgas durante el #primeday2019 en reclamo por sueldos dignos, trabajos seguros, derechos sindicales y negociación colectiva.
En Minnesota (EEUU), por ejemplo, el área metropolitana combinada de sus dos ciudades más importantes (Mineápolis y St. Paul, “Twin cities”) se ha convertido en un epicentro del activismo sindical. Soltz, uno de lxs trabajadorxs que organizaron la medida de fuerza, hizo referencia a la grave situación que atraviesan los trabajadores y trabajadoras de Amazon, sintetizando: “Somos seres humanos, no robots. Nos están tratando como si fuéramos máquinas.”
En Alemania, el segundo mercado de Amazon después de los EEUU, lxs trabajadorxs vienen haciendo una experiencia de organización sindical, en reclamo por mejores condiciones laborales, desde el 2013. Akman, especialista en comercio del Sindicato Unido de Servicios alemán (Ver.di), sostuvo: “Los salarios en Amazon ya no pueden ser determinados al estilo de un señor feudal.”
En septiembre de 2019, se llevó a cabo la primera reunión transfronteriza de Amazon en Leipzig, Alemania. En el Boletín Tramas nº 11, dimos cuenta de dicho evento.
Más allá de las experiencias de lxs trabajadorxs de Amazon en el mundo, en Argentina se está desarrollando una nueva experiencia sindical: la Asociación de Personal de Plataformas. Como relata La Izquierda Diario en una crónica sobre su emergencia, su primera medida de lucha fue el año pasado cuando lxs trabajadorxs empezaron a notar que las promesas de “ser tu propio jefe” eran una farsa y que estaba operando “algo así como una mano invisible del algoritmo: los mensajeros nuevos recibían los mejores viajes (para “engancharlos”), mientras los más experimentados se quedaban con los más largos y poco redituables; si rechazaban un pedido, luego no les entraban nuevos por un largo rato, y otros amañamientos”. Estos castigos digitales se dan a condiciones de ultra-precarización, marcadas por las extensas jornadas, el trabajo “en negro” o con monotributo, sin seguro por accidentes. Además, lxs trabajadorxs usan sus propias bicicletas o motos, sus celulares y no se les provee cascos o rodilleras.
Con lxs trabajadorxs de Rappi a la cabeza, APP organizó el primer paro contra una plataforma en el continente con la siguiente consigna: “si nos consideran como independientes, que no nos controlen. Si nos controlan, que nos paguen como trabajadores dependientes”. El método: juntarse en horario pico en determinados puntos de la ciudad de Buenos Aires, activar la app, pero no tomar pedidos. La medida fue un éxito, pues la plataforma en cuestión se saturó de demanda y no pudo responder en tiempo y forma a todos los pedidos. Ello les valió una reunión con los directivos de la plataforma en donde les acercaron un pliego de demandas.
Así fue que hace un año se inscribió en la Secretaría de Trabajo de la Nación el primer sindicato de plataformas digitales del subcontinente. En su documento fundacional, APP sostenía: “Si esta es la economía del futuro, ¿cómo puede ser que trabajemos en condiciones tan precarias? Si este es el futuro de la economía, vamos a tener que construir los sindicatos del futuro.”
Así como emergen nuevas experiencias sindicales, están naciendo también cooperativas que nuclean a trabajadorxs que hacen entregas por bicicleta, a través de plataformas digitales. CoopCycle es la federación que las nuclea en Europa. Según la presentación en su sitio, “está abierta a empresas de reparto por bicicleta que tienen un proyecto cooperativo y desean trabajar con empresas sociales y ecológica” y está “Gobernada democráticamente por las cooperativas” que la integran. Sobre la base del principio de solidaridad, se reducen costos a través de la mutualización de los servicios y se pretende crear una “fuerza colectiva para negociar, y para defender los derechos de lxs repartidorxs.”
Preguntas. Las nuevas tecnologías suelen erigirse en opresoras en las fantasías sobre el futuro, que se expresan en productos culturales que van desde Terminator a Black Mirror. Le tenemos desconfianza: esas máquinas -desde la máquina de vapor a la inteligencia artificial- ¿qué peligros encierran?, ¿vienen a reemplazarnos?
Pero antes y ahora, las maquinarias son aparatos inertes si no hay una mano y una mente humana que aprete el botón de encendido. Antes y ahora, no se trata de tecnologías sí o no, sino cómo y para qué.
¿Qué pasaría si en el centro del debate en torno a los usos de las nuevas tecnologías estuviera la calidad de vida y las necesidades de las personas, en lugar de las ganancias de un puñado de empresas?, ¿qué haríamos con más tiempo libre? ¿Qué futuros nos animamos a imaginar?