(Astor Vitali) El poder económico está dispuesto a avanzar hasta las últimas consecuencias en el camino de la destrucción de los derechos laborales. La reforma laboral -en un sentido estructural- es la próxima gran batalla que enfrentará Argentina. En Brasil, el movimiento obrero ha sido momentáneamente derrotado. No se trata solamente de una cuestión de ingresos o de estatus social: se trata de una cuestión cultural de fondo.

La primera herramienta que el poder económico tiene en sus manos es la desesperación. En el medio de una situación económica que altera la vida de cualquiera, los grupos de construcción de ideas del establishment argumentan que el problema no es el modelo económico que se va adoptando sino que los países no cuentan con herramientas legales adecuadas para enfrentar las nuevas tendencias y los nuevos modos de producción. La reforma laboral otorgaría a los estados las herramientas para competir en el marco de los nuevos empleos que serían en torno las nuevas tecnologías.

El segundo elemento con el que cuentan es profundizar la gran campaña antisindical que vienen llevando adelante hace años. La estigmatización de los sindicatos como cuasi mafias es exitosa. Es menester señalar que para que esa estigmatización resulte exitosa ha contado con la colaboración repudiable de numerosos dirigentes sindicales que de trabajadores hace rato no tienen nada y comparten con los promotores de la campaña su condición de clase: son empresarios. El movimiento obrero organizado se debe un gran debate para asumir de una vez por todas que las dirigencias que conforman buena parte de las estructuras deben ser condenadas al más puro rechazo por traidores y por ser partícipes necesarios de la utilización de los gremios como herramienta de contención de los y las de abajo en lugar de haber impulsado las asociaciones gremiales como espacios de poder popular en los que pudiera crecer la organización de base y con ello las condiciones para dar la pelea contra un enemigo que tiene todo. La ética y la dignidad son las únicas cosas con las que cuentan los sectores populares para fijar sus cimientos. Cimiento a partir de los cuales obtendrán las otras cosas para las luchas por venir.

En este relato en el que Argentina necesitaría una reforma laboral para adaptarse a los supuestos nuevos desafíos de la época, se supone que la aceptación de las nuevas condiciones de trabajo haría de cada quién una persona en la feliz competencia por jornadas de trabajo flexibles y una vida financiada en cómodas cuotas.

Sin embargo, esta fábula no tiene correlato con la realidad. Por empezar, hablamos de un país que no capacita a su pueblo para esos supuestos empleos. Hablamos de un estado que ha desfinanciado a los espacios de investigación, con lo cual no se explica cómo se desarrollarían esas nuevas tecnologías si se ha expulsado a la materia gris. Por otra parte, las famosas inversiones son de otros países cuyos intereses no son beneficiar a la Argentina sino producir con sus conocimientos patentados a bajos costos.

Si tenemos en cuenta todo esto, una reforma laboral de esas características lo único que dejaría es la flexibilización y salarios más bajos, tal como ha ocurrido en Brasil. Además, en el país vecino se ha desfinanciado a las herramientas gremiales y con ello quitado toda posibilidad de lucha para cuando las empresas deciden a su antojo.

Uno de los asuntos más mentados en sentido positivo de esa reforma es la famosa “bolsa de horas”. Ésta implica que un trabajador o una trabajadora se comprometen a cumplir una cantidad de horas semanales. Pero no en un horario fijo sino a necesidad del patrón, cuando al patrón se le cante, con un límite de doce horas diarias (siglo XXI). Para el pequeño macrista ilustrado, esto resulta una ventaja ya que otro día trabajará menos. Pero más allá del sinrazón de no disponer de estabilidad horaria, es decir, de la propia vida, es claro que estos mecanismos lo que facilitan es una herramienta para eliminar de las faz de la legislación laboral y de la realidad contractual las horas extras. Son unos vivos bárbaros. Sobre todo, bárbaros.

En las últimas semanas, todos los medios de comunicación hegemónicos han dedicado columnas y programas enteros al tema. La idea es instalar lo “inevitable” de estas reformas. Lo hizo Lanata en el programa publicitario PPT. Lo hizo Durán Barba en dos columnas consecutivas en Perfil. Y puede verse en casi todas las publicaciones de gran tirada. Están decididos a instalar el tema.

No cabe duda de que las nuevas tecnologías proponen desafíos a cada uno de los estados. Pero esos desafíos implican inversión pública en educación y en la propuesta programática de un plan de desarrollo tecnológico sostenido. La flexibilización laboral no es sinónimo de actualización económica. Esa es la fábula que construyen. El único plan de modernización de los maleantes capitalistas es la flexibilización. No se le conoce a la burguesía argentina atisbo alguno de capacidad de desarrollo; sólo sus tentáculos especulativos. Si Argentina quiere extirpar las sanguijuelas que la subyugan, ha de empezar por la única clase social que jamás aportó nada a su salud económica, al menos desde Martínez de Hoz.

Esta decisión de los sectores de poder de avanzar a paso firme hacia la reforma laboral debe ser tenida en cuenta en todos los planos: electoral, social, gremial y cultural. ¿Cómo ese expresan las fuerzas electorales sobre este tema? Los espacios en los que el pueblo se organiza deben tomar en serio esta gran batalla puesto que los flexibilizadores ya están armados y han lanzado sus primeros proyectiles.

(Por Astor Vitali) Finalmente, este domingo tendrán lugar las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). Ya no se pueden difundir encuestas y las cartas están echadas. Hay quienes buscan resultados que influyan en las elecciones generales y hay quienes intentarán alcanzar el mínimo para seguir en ruedo.

En perspectiva, hay que decir que las paso 2019 han perdido su razón de ser porque todas las fuerzas políticas han resuelto sus internas puertas adentro. Por lo tanto, la ciudadanía no está convocada a votar en el espíritu original de esta competencia, basado en que pudieran dirimirse las candidaturas de cada espacio de puertas abiertas a la comunidad.

Esta circunstancia abona al desinterés general. Si bien son obligatorias, el nivel de sufragio en general suele ser unos puntos menos en las PASO que en las generales. Es por esto que todos los candidatos han realizado esfuerzos para convocar a las urnas: necesitan demostrar que la balanza se inclina hacia la fuerza que los llevó a sus candidaturas.

En otro orden de cosas, el desinterés aumenta por el carácter superfluo de las campañas. El vuelo de la política es tan bajo que los temas de la campaña 2019 asemejan bastante a los de 2015: “la grieta”. La revolución cultural macrista frente al “populismo” versión Alberto Fernández. Los núcleos duros de cada espacio no sólo están consolidados sino que militan con vehemencia sobre la importancia de la victoria de uno u otro proyecto. La “vuelta del pasado” versus una “economía con inclusión”. Esos núcleos duros son minorías muy activas pero no son las masas.

En el medio, hay una amplia capa de votantes que no se ha manifestado y a los que las encuestas no alcanzan a percibir. Se trata del llamado “voto sorpresa”. El mito de la reflexión política indica que en una sociedad con índices educativos aceptables, este núcleo fluctuante de votantes debería expresarse en función de su situación económica en favor del proyecto que beneficie a las mayorías o al menos el que menos lo perjudique. Sin embargo, elementos como el odio de clase y el impacto del pensamiento neoliberal sobre masas asalariadas ha sido determinante en la elección anterior. Este voto tiene nervioso a más de uno.

En el pago chico se dice que los números dan a Héctor Gay victorioso sobre Federico Susbielles. Como sea, el primero se basa en los actos de gobierno para hacer una fría campaña confiado en el espíritu conservador de la Tierra del Diablo y el segundo ha venido desarrollando un trabajo muy serio, concentrado en escuchar a distintos sectores, hacerse conocer y generar nexos. Sin embargo, no reunió los consensos necesarios con el lopesismo, que retiró su candidato ubicado en noveno lugar.

La izquierda trotskista intenta profundizar su proyecto y llegar al Concejo buscando afianzar la confianza en que a diferencia de los políticos del sistema la izquierda “es confiable” y se va a “parar contra el ajuste”. El resto de las propuestas por derecha buscan un voto rancio de anti derechos que se ven reflejadas en figuras abominables del presente histórico como Jair Messias Bolsonaro.

Si las líneas de este comentario editorial parecen desapasionadas es porque el carácter general de esta campaña es de esta calaña. En el momento en que se supone que la sociedad debería estar movilizada discutiendo ideas y proyecto de país, la calle muestra una sensación desapegada de lo político y los protagonistas son publicistas que hasta ahora confeccionado spots de campaña con ideas base muy pobres: ratificar “el cambio” (o sea el rumbo de este liberalismo salvaje) o una economía menos atroz sin grandes rupturas con la corriente internacional.

El escenario electoral deja por fuera cualquier tipo de planteo político que proponga una perspectiva anticapitalista y antipatriarcal. Vaya nonovedad: el socialismo no está en agenda. Al menos no para la presidencial, más allá de la posible presencia de la izquierda en el parlamento.

El único tema de fondo que podría dividir aguas es la reforma laboral. Tema verdaderamente serio y de peso político elocuente. Ni unos ni otros profundizan sobre este aspecto: el macrismo no la reivindica a viva voz (como en otro momento y por asesoría consciente) por pianta voto y el fernandismo no la rechaza con los tapones de punta para conservar su modo moderado y no ser atacado por los medios masivos que han tomado la reforma laboral esta semana como un asunto de estado para los próximos tiempos calificándola de “inevitable”.

Los grandes ganadores de la campaña son los vaciadores de ideas. Ojalá hacia el mes de octubre la cosa tome estado político.

Que parezca una campaña.

 

Imagen: Mané Perez Tápias

(Por Astor Vitali) Algunos editorialistas argentinos sostuvieron durante el período de los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández que no había nada a la izquierda del kirchnerismo. A la izquierda del kirchnerismo, en términos de las organizaciones con capacidad de disputa de gobierno, estaba “la pared” (Aliverti), según estos analistas.

Por derecha, uno se pregunta cuáles son los límites que determinan el tope del pensamiento antipopular y conservador. ¿Qué hay a la derecha del macrismo? Nuevamente, hablando de las fuerzas políticas con capacidad de disputa electoral, es decir, excluyendo a los showmans patéticos del tipo Milei y sus segundas marcas.

El macrismo es una fuerza política que se caracteriza por ser efectiva en el marco de la batalla cultural. El emprendedurismo, o lisa y llanamente el individualismo, es su marca de época. No se trata del apuntalamiento de un encumbrado grupo de intelectuales para operar en la cultura en sentido restricto. Por el contrario, el macrismo requiere en el ámbito intelectual de un hato de nombres más o menos conocidos con elucubraciones seudo intelectuales de bajo vuelo. Necesita un pensamiento pobre para empobrecer el pensamiento general.

Esta virtud de su apuesta va en coincidencia con una práctica sistematizada: hacer experimentos para ver hasta dónde puede correr los límites de su discurso por derecha. Busca constatar hasta qué grados de brutalidad antisocial logra sumergir a amplias capas de la población. En buena parte de los casos, lo ha hecho de manera exitosa. Puede encontrarse en la resistencia del movimiento popular organizado algún capítulo que anote en favor del pensamiento social, como el freno a la reforma laboral y previsional. Pero en términos generales el macrismo tiene éxito. Patricia Bulrich representa con claridad el corrimiento de los límites de lo socialmente aceptable.

En esta táctica, no ahorran en esfuerzos propagandísticos y buscan instalar sentido común. Por ejemplo, a través de la publicidad oficial. “La prohibición de ‘trapitos´ y limpiavidrios ya es ley”, reza una publicidad que pudo leerse en los diarios porteños durante el fin de semana. La leyenda está estampada en una página en blanco. Sobre el margen inferior izquierdo se imprimió “Vivir mejor es ley” y en el lado derecho el logo de la legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El mensaje es claro y abrumador. Nueve palabras dejan en claro que para el gobierno –y este considera que para la mayor parte de la ciudadanía que los ratificaría a través del sufragio- la eliminación a través de la fuerza del estado de ciudadanos en situación de pobreza e indigencia que se la rebuscan para vivir es uno de sus mayores méritos.

Quien impute a esta observación un carácter exagerado deberá detenerse en que al macrismo le costó esta ley más de diez años de militancia ininterrumpida. Antes no había podido obtener acuerdo y hasta Macri, en su carácter de jefe de gobierno porteño, vetó una norma que intentaba regular la actividad.

Quien suscribe tiene en claro que hay sectores organizados en las grandes urbes que hacen de las penurias de los desposeídos sistemas de recaudación que asemejan mafias (aunque, vamos, si buscamos combatir las mafias comencemos por el narcotráfico y sus vínculos con quienes detentan el poder). Esta normativa, en lugar de enfrentar los problemas concretos elimina de un plumazo la posibilidad e llevar adelante una actividad de rebusque. En lugar de eliminar la pobreza el macrismo busca eliminar a los pobres. Al menos eliminarlos de la vista de sus votantes.

Para quienes deseamos vivir en una sociedad en la que todo ser humano tenga lugar y derechos, encontramos la mayor preocupación del proyecto político Cambiemos en que avanza a paso firme a mano derecha y su andar no encuentra pared.

(Por Astor Vitali) Este domingo me distraje y salí tarde a comprar los diarios. Tengo por hábito comprar la mayor cantidad de diarios impresos que me permita el bolsillo. A veces resigno otros hábitos para sostener éste.

No se trata de una postura conservadora acerca del consumo de diario de papel: estoy actualizado como cualquiera que se aboque a esta tarea a través de los medios digitales también. No, no es eso. Claro que algo de cultural tiene esta costumbre. Los papeles sobre la mesa, el anotador, recortar, el olor a tinta impresa, los colores, el trabajo periodístico profesional organizando las ideas… Todo esto alcanzaría para sostener la costumbre.

Pero hay algo más. Los medios impresos conservan con mayor evidencia la tarea del editor. Aunque las plumas que escriben artículos noticiosos sean de menor agudeza que las de hace unos pocos años, alguien organiza el pensamiento en los diarios impresos. Lo que el piano es a la música constituye el medio gráfico al periodismo. Do, re, mi, fa, sol, la, si… Una nota al lado de la otra en un mapa perfecto que te permite “mirar” la música en su estructura.

No son estas líneas un elogio a la labor de los editores en la actualidad. Más bien uno cree que han dejado de lado el vuelo literario y se han dejado consumar por la cultura de la imagen y de la noticia web. El espíritu literario que emulaban los editores de antaño se topa hoy con un pretendido ingenio sin vuelo. Aun así, la tarea de organizar el pensamiento en un medio gráfico sigue siendo una tarea necesaria para la propia confección del periódico.

Además, los medios impresos organizan toda la literatura política de coyuntura. Leer lo que escriben unos y otros editorialistas es saber qué línea van a bajar durante la semana los canales de televisión y las radios de esas empresas de manera machacante y hostil. Las mismas cosas que los asesores dirán a los dirigentes están publicadas. Conocerlo ayuda a anticiparse. Leer los artículos suelos en la web no es lo mismo porque la manera de organizar el pensamiento y los tiempos en que deciden publicar es diferente.

Los suplementos de cada periódico arrojan también señales para comprender hacia dónde se orientan ciertas tendencias económicas, sociales y culturales. No se encuentra esa orientación en lo que dicen los suplementos sino identificando con qué intereses publican lo que publican.

Aunque no sea novedad, cabe mencionar que a diecinueve años de comenzado el siglo XXi a la ciudad de Bahía Blanca los matutinos llegan cerca del mediodía, evidenciando un sistema de distribución que desdeña a la población del “interior”, como gustan en llamar desde los “exteriores” metropolitanos.

Como decía al comienzo de este comentario, este domingo me distraje y salí tarde a buscar los diarios. Mi quiosquero amigo habrá sentido recelo de mi olvido puesto que ya no estaba cuando decidí salir. Caminé cuatro quilómetros buscando un quiosco de revistas abierto. Todavía no eran las dos de la tarde.

Finalmente, me topo con un quiosco de revistas de larga data en una esquina universitaria. ¿Qué tal? Buen día. ¿Cómo están? Pido cinco periódicos. Me miraron con sospecha. “Tenés para entretenerte”, dijo la comerciante. Luego hablamos del país y de que “no se sabe a quién votar” porque no se sabe “quién no te va a hundir” .

“Yo voté a Macri”, me dijo. “Estamos pensando en cerrar porque nos piden cosas para las que este quiosco no da”.

Las pilas de diarios no parecían haber disminuido demasiado su volumen. “Hoy no es un buen día”, agregó la vendedora adivinando mi intención.

¿Cuántos diarios de Buenos Aires se venden en un buen día?, le pregunté. “Y… en un buen día de domingo vendemos unos 10 diarios. Cuando empezamos con el quisco, hace treinta años, vendíamos 50 ediciones de cada uno”.

Para la quiosquera el problema es económico porque “hay quienes quieren seguir leyendo pero tienen que elegir una vez por mes o cada tanto porque no pueden pagar $80 cada vez que tienen que comprar un diario”.

Yo ya sé que me van a decir que la cosa es un problema general porque ahora se lee por internet. Sin embargo, no hay fenómeno que pueda explicarse de manera unicausal. Fijate que la sensación de la quiosquera es que “hay gente que quiere leer” pero no puede pagar.

Si en ese quiosco, uno de los más importantes, se venden apenas diez diarios porteños, podríamos sospechar que en una ciudad de trescientos mil habitantes no se venden en quiscos de revista (multiplicándolos por la cantidad existente) más de –con suerte- doscientos o trescientos ejemplares porteños.

En otras palabras, si el fenómeno de la casi nula venta de diarios de papel de tirada nacional se explicara por la tendencia mundial a la lectura web, la cosa no reflejaría más que la expresión de un problema mundial. Problema que encierra otros problemas que no abordaremos en esta columna, como el drama de los algoritmos, cuando los artículos que leemos nos llegan vía redes y cadenas y con ello no es la persona la que sale a buscar críticamente sino que recibe más de lo mismos, es decir, cero estímulo intelectual y pura comodidad ideológica.

Pero cuando “no se puede leer”, informarse, acceder a derechos básicos porque hay que elegir entre el puchero y leer, nos encontramos en una sociedad cuya pobreza afecta directamente a su capacidad de desarrollar a sus partes individuales en su aspecto humano y espiritual.

Es posible que no nos demos cuenta porque estos temas no son tapa.

 

Foto: 0800

 

(Por Astor Vitali) El 28 de junio una serie de mecanismos de control que deberían haber garantizado los responsables de la gestión de la empresa Dow no funcionaron. Como consecuencia, una explosión sacudió la tranquilidad de gran parte de la población bahiense. Los organismos de control oficial dieron las “explicaciones” de siempre –tarde- y el jefe político de la ciudad relativizó la cosa.

Esta mañana, el presidente Macri y la gobernadora Vidal inauguraron el Parque Eólico Pampa III y luego visitaron el Dow Center. Se trata de un mega espacio para deportes de alto rendimiento.

Invitada por la empresa periodística de los ganadores del modelo económico, la gobernadora hizo los deberes y pasó de visita. Su diatriba giró en torno de un país que estaría recuperando la capacidad de generar energía. Defendió la obra pública como herramienta de creación de empleo. Según la mandataria está todo bárbaro y nada de lo que de negativo ocurre en la provincia tiene que ver con sus cuatro años de gestión.

Pero lo que más impacto genera en el hecho político del día es cómo las principales referencias de la dirigencia democrática local debieron bajar el copete ante el soberano: ¿el pueblo? No: Dow.

No se trata de cuestionar la importancia del proyecto para el desarrollo del deporte en la ciudad. Se trata de que las necesidades de la comunidad deben ser atendidas por medio de políticas públicas con presupuesto genuino en lugar de permitir la legitimación de empresas contaminantes a través de su injerencia en la vida social y deportiva. Si se les debe cobrar para un proyecto social en función de todas las grandes ganancias que se llevan pues que se les cobre en nombre del estado argentino. No por ello cabe regalarle tremendo cartel. Es el “mimo” del violento. Nos compra un regalo costoso y después nos golpea mediante la inseguridad diaria a la que nos somete.

Allí estaban los candidatos del oficialismo (país, provincia, local) y el principal candidato de la oposición en un diálogo cordial, institucional, en torno de los objetivos de la empresa transnacional. Dow Center no es una obrita que se les cayó de la galera como para blanquear un mango. Dow Center es uno de los proyectos centrales de la empresa trasnacional en su política de legitimación social absolutamente necesaria para generar las condiciones que le permiten funcionar sin solucionar los problemas de fondo.

El presidente de la república Argentina, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, el intendente municipal y su principal opositor se encontrar allí brindando institucionalidad democrática a una corporación extranjera. No queda claro si son los representantes del pueblo –ahora “La república” está de moda- visitando una empresa o los representantes de las empresas brindando su imagen al pueblo.

A su vez, durante la recorrida por el Dow Center, el presidente Macri en un “videoselfie” de la mano de nuestro intendente hizo la siguiente declaración: “Impresionante lo que hicieron acá. Me siento muy orgulloso de lo que se ha hecho en Bahía Blanca. Me alegra enormemente. Bahía tiene su personalidad y cada vez tiene más actividades. Bahía entra en una etapa maravillosa”.

¿De qué habla? En serio: ¿de qué habla? ¿Cuáles son esas “más actividades”? ¿En qué elementos se funda esta nueva “etapa maravillosa”? Hay que hacer un gran esfuerzo para no sentir esas declaraciones a la pasada como una tomada de pelo a la ciudadanía.

Mientras tanto, los términos “pindonga” y “cuchuflito” ocupan el primer lugar de la agenda periodística también en nuestra ciudad. De lo ocurrido en Dow, ni una palabra.

(Por Astor Vitali) “Para mí occidente no es más que otro nombre del capitalismo. Nos ahorramos muchos malos entendidos si partimos de este hecho”. ¡Pa! Esto lo dijo el escritor Roberto Fernández Retamar entrevistado por Atilio Borón para un ciclo televisivo. ¿Claro, no? “Occidente no es más que otro nombre del capitalismo”. Sí, claro.

¿Qué hace este tipo introduciendo la muerte de un poeta y escritor cubano en el contexto de un editorial diario? Es posible que te hayas hecho esa pregunta.

Si mirás la cobertura de los medios en torno de esta noticia –la muerte de una gran personalidad de la cultura latinoamericana- observarás que suele reducirse a la simple evocación de su tarea intelectual y política o el recuerdo afectivo de quienes lo quisieron. O sea, se habla del pasado.

Yo miro esta muerte de una manera azorada: ha muerto un intelectual claro, militante, revolucionario, poeta. Una persona posicionada en el arco ideológico en la izquierda revolucionaria de Latinoamérica. Y lo que expresaba está, en apariencia, muriendo también.

Claro que Fernández Retamar tiene derecho a morir. Es que, precisamente, no estoy hablando de él cuando a él me refiero. No me hace ruido su silencio sino el silencio de los vivos. Digamos así, más que el silencio, la utilización banal de la palabra en un periodismo y una intelectualidad pacata que no hace honor a la obra, vida y militancia de los Fernández Retamar –por más que lo reivindiquen en sus contratapas-.

Sé que todo esto es un poco antipático. Lo sé bien. ¿Y qué? Ahí tenés: como parte de esta generación de bajas calorías (graciosa paradoja la composición grasosa del cerebro humano) uno ya se puso a pensar en que tal vez la forma de comunicar va a “sonar un poco chocante” y entonces hay que “bajar de tono” y tratar de decir lo que uno cree que hay que decir desde una perspectiva crítica pero “sin decir” lo que hay que decir ni herir susceptibilidades.

¡Pero qué actividad del pensamiento es esta! ¡Pero desde cuándo el marketing opera como categoría de análisis del pensamiento crítico!

¡Claro que va a caer mal! Y es razonable que así ocurra: el papel de la intelectualidad y el periodismo crítico en la actualidad es penoso. Una parte encerrada en universidades sin contacto con ningún barro, es decir sin ninguna organicidad (todo el mundo habla de Gramsci y el “intelectual orgánico de la clase”), y otra parte jugando a la industria del entretenimiento con videítos pelotudos que sólo generan contenidos para las empresas más concentradas del planeta (ahí estás filósofos, historiadores, etc.).

Por supuesto que ni quien suscribe ni nadie seriamente va a negar el rol importante que pueden tener los medios de comunicación y las nuevas tecnologías a la hora de desenvolver nuestro proyecto contra hegemónico. Pero: ¿dónde está ese proyecto y quién está trabajando con las organizaciones populares más allá de las tareas de difusión y la maquinaria pasatista de la imagen? O sea, más allá de hacer un comunicado o publicar en IG.

La verdad es que la muerte de estos tipos de vida tan inspiradora hace ver lo que estamos viviendo como una etapa de baja estofa, bastante miserable pero colorida y sazonada con distracciones de todo tipo. Se agradece Maestro Fernández Retamar todo su trabajo, enormemente.

Pero más agradecida sería una actitud que recogiera su labor para algo práctico, más allá del “like” a la publicación y el emoticón triste con su lágrima virtual. ¡Si nos da tristeza pues hagamos algo! ¿Qué es esta virtualidad horrenda en la que mueren grandes hombres y mujeres reales y los vivos respondemos con frases e inacciones virtuales?

Eso no va para ningún lado. Para constituir el pensamiento crítico hacen falta personas pensando críticamente en función de las luchas populares y de sus prácticas. En esencia, la tarea de pensar es más o menos la misma siempre. Pasa que para que eso ocurra es posible que debas apagar el celular al menos un rato.

(Por Astor Vitali) Un periodista situado a esta altura del año y a esta altura del siglo recibe la noticia de que los/as candidatos/as a ocupar el cargo de intendencia municipal aceptarán entrevistas. Lo harán en contexto electoral aún cuando las hayan negado a ese mismo periodista en otras circunstancias.

Un periodista situado a esta altura del año y a esta altura del siglo, salvo que tenga algún tipo de incentivo extra a la profesión, no debería entusiasmarse demasiado visto el nivel de debate político imperante por estas épocas.

El periodista en cuestión, deberá entones comenzar con el trabajo de armado de preguntas: ¿cuál será su cuestionario? Para encarar esta tarea, el periodista podrá recurrir a datos económicos, los últimos presupuestos, notas de prensa, búsquedas biográficas, reclamos de los distintos sectores sociales, la labor legislativa, los programas de gobierno y otros elementos para confeccionar dicho cuestionario. Por supuesto, en el caso de que el intendente en funciones se presentase nuevamente a la contienda electoral, tomará nota de sus promesas de anterior campaña y lo cumplido al momento de culminar la misma.

Un elemento fundamental para este periodista es la preparación para repreguntar. Se sabe que en período electoral los/as candidatos/as tienen el discurso armado y preparado. “El flagelo de la droga”; “la inseguridad”; “la grieta”; “la educación”; “el futuro de nuestros jóvenes”; “el progreso” y una aburrida y vacía lista de etcéteras.

Además de esto, el periodista en cuestión sin lugar a duda estará atento a la pauta publicitaria que suene en su medio y a las promesas laborales de los candidatos (claramente esto sucede, a no rasgarse las vestiduras). Porque no necesariamente la censura se aplica hoy de modo brusco en el sentido de que alguien vaya y le diga al periodista de qué hablar y qué no pero la autocensura, entendida como “guarda cómo trato al que pone los morlacos”, es un mecanismo que sigue funcionando al día. Todo el mundo mira quién publicita para saber cómo trata determinado tema.

A esta altura del año y del siglo, el periodista debería indagar entonces en qué pregunta hará distintiva su entrevista y con qué elementos debería contar para que ello ocurra.

Para responder a esta pregunta hay dos fuentes centrales: la honestidad intelectual y la consulta a las organizaciones de base. Si un periodista quiere saber qué ocurre en su comunidad no tiene más que hilar los datos concretos. Nótese: datos concretos. No nos referimos a los partes policiales o las comunicaciones oficiales. Con contar lo que ocurre, alcanza.

Y si un periodista quiere saber qué ocurre por abajo debe necesariamente consultar a las organizaciones de base.

Estamos ya muy cerca de las elecciones PASO en las que en rigor no se dirimirá demasiado en cuanto a procesos internos. Ante la posibilidad de la realización de entrevista allí y en primera vuelta uno comienza a preguntarse esto: ¿qué hará distintivas las entrevistas? No en términos de cómo se “luce” cada periodista sino en términos de la utilidad social de la entrevista periodística. Es decir, esa oportunidad que tiene le periodista de preguntar al potencial funcionario público tiene un fin social.

Quedan esta preguntas latentes: ¿cuál será la fuente a la que prestar atención a la hora de armar ese cuestionario? Señalamos al menos dos: honestidad intelectual y consulta a las organizaciones de base. Y posteriormente: ¿qué rol asignarle a la repregunta?

(Por Astor Vitali) El 9 de julio en Bahía Blanca se vivió con prácticas antidemocráticas, violentas y repudiables. Durante el acto oficial, el intendente Héctor Gay sostuvo:

“Es muy bueno que estemos aquí convocados por un desfile cívico militar que nos une como sociedad y que apunta a fortalecer el acercamiento de todos los sectores de la comunidad, factor imprescindible para construir el país que todos queremos. Este desfile que hemos recuperado para la ciudad es una muy buena ocasión para rendir homenaje a quienes dejaron sus vidas en aquellas luchas por la independencia pero también en combates posteriores como la guerra de Malvinas de hace apenas tres décadas. Belgrano decía que le hervía la sangre observar tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera más interés por la patria. Ser independientes significa que nuestro futuro depende de nosotros. Que nos comprometamos y trabajemos con pasión pero que decidamos ser protagonistas. Y también que entendamos que aislados y enfrentados no llegamos a ningún lado. Ojalá que este cumpleaños de la patria sea punto de partida en la búsqueda de la unidad y trabajar juntos para que nos vaya mejor a todos los argentinos. ¡Viva la patria!“.

Es menester destacar el valor que el jefe comunal asigna al acto cívico militar como un lugar central en la construcción de unidad ciudadana. Está orgullo de haber “recuperado” el desfile. No sorprende dada su reivindicación del discurso del “enemigo interno” allá por el 25 de mayo de 2016.

Pero lo que ocurrió al medio día, cuando policías de civil comenzaron una secuencia de hostigamiento hacia estudiantes que reclamaban por el cumplimiento de una ley y la posterior detención arbitraria y sometimiento a vejámenes, de los que se da cuenta en la denuncia rubricada el jueves, y en la conferencia de prensa donde se mencionan hechos de violencia física y verbal y abuso sexual, es de una gravedad inusitada.

Sin embargo, ninguna autoridad local abrió la boca hasta el momento. Teléfono para el secretario de Seguridad, Emiliano Álvarez Porte, quien está al frente además de un partido, la UCR, que se jacta de su tradición democrática. No se puede negar el carácter político del hecho dado que se da a doscientos metros del acto oficial, de las manos del operativo de seguridad de ese mismo acto.

Otro tanto merece mencionarse del parte policial, haciendo gala del uso de prácticas setentistas, en el que expresan que, según ellos, les pibes tenían un claro objetivo de irrumpir en el escenario del acto. Hecho que nunca ocurrió. Nos retrotrae inmediatamente a las versiones de “enfrentamientos” cuando había fusilamientos por parte de las fuerzas estatales o paraestatales. La metodología de la comunicación es idéntica: la diferencia es que la realidad hoy es absolutamente constatable en los videos publicados casi inmediatamente.

Es menester destacar que la democracia no ha logrado o las fuerzas políticas que han gobernado no han querido construir fuerzas de seguridad de la democracia.

Hubo incluso comunicadores que, teniendo en sus manos los videos donde claramente se ve a policías de civil abusando de su poder ante una protesta pacífica en la que ni siquiera cortaba la calle, prefirieron difundir la versión policial o contraponerla asignándole un grado de verosimilitud imposible.

A todo esto hay que sumarle que en el Honorable (¿?) Concejo Deliberante, durante la sesión de hoy, no sólo no se votó ningún pedido de informe ni proyecto alguno respecto del asunto sino que hubo apenas una intervención, del concejal Walter Larrea (Unidad Ciudadana), en Homenajes y Manifestaciones. Y chau.

¿Por qué es de rigor político este tema? Primeramente porque está claro que el hostigamiento de los policías de civil no se lleva adelante si no hay autorización para operar. Ratifica esta percepción el hecho de que ninguna autoridad municipal salió a cuestionar la violencia ejercida sobre los jóvenes.

Hablamos de la posibilidad de que un milico cualquiera, vestido de civil, sin que estés cometiendo ningún delito te meta en cana y cague a palos o abuse de vos. Esto ocurrió el martes y seguirá ocurriendo en la medida de que no exista un rechazo unánime político y social.

Podés mirar para otro lado, claro. Pero también podés ser el próximo.

(Por Astor Vitali) Este fin de semana la comunidad bahiense se vio burlada nuevamente por la acción irresponsable de las autoridades en materia cultural. Durante las últimas horas un conjunto de fotografías donde puede verse a dos modelos posando a modo de promoción de piezas indumentarias circuló por las redes sociales.

Sinceramente, durante los primeros minutos tendí a pensar que se trataba de algún tipo de operación orquestada en el contexto de alguna interna, que la estupidez no podía ser de tal magnitud y me dispuse, como corresponde a la tarea periodística, a consultar a diversas fuentes respecto de la verosimilitud de esas imágenes.

Todo fue confirmación. Luego de que el intendente municipal, Héctor Gay, de la mano del director del Instituto Cultural, Ricardo Margo, decidieran cerrar el teatro “por tiempo indeterminado” basado en estudios preliminares de la UTN; luego de mudar todas las actividades artísticas y culturales, realizando un perjuicio a asociaciones históricas (como Artistas del Sur) o mudar sin condiciones trabajos de mucho tiempo como el taller de luthería; luego de decirle al conjunto de la ciudadanía que el teatro debía permanecer cerrado porque había riesgo para cualquiera que ingresara; después de haber instalado esta idea y, sumado a eso, evidenciado su profundo desdén por la suerte del teatro en el la circunstancia concreta de que no hay ningún tipo de indicio de que se lleve adelante refacción alguna sobre el edificio (no se sabe si habrá alguna promesa de carácter proselitista, al menos): las autoridades del ámbito cultural deciden abrir el teatro público para uso privado, sin más.

Además del desdén por el conjunto de la comunidad que demuestra este tipo de conductas arbitrarias, también dan cuenta del carácter chabacano de quienes ocupan espacios de poder en el ámbito público, su falta de preparación y su absoluto desinterés por el cuidado de la imagen de una de las salas más prestigiosas del país. “Sí, vení pasá”, habilitó alguna autoridad a los interesados en desarrollar las fotografías, como quien hace pasar al quincho de su casa a un par de visitantes interesados en mirar los trofeos y sacar unas imágenes.

No se trata de caer sobre dos o tres irresponsables de baja estofa sino de observar en este evento un síntoma de una ciudad cuya dirigencia política es poco menos que superficial, carente de todo conocimiento de la importancia de las expresiones artísticas para los pueblos que deberían representar.

Otro tema es por qué este asunto nos interesa sólo a unos cuantos y a unas cuantas que nos movemos en el ámbito específico del arte. Evidentemente la cuestión cultural no solamente está fuera de la agenda política en los escenarios palaciegos sino que, como trabajadores y trabajadoras de la cultura hemos perdido terreno (cedido también) en la palestra ideológica.

La idea de “entretenimiento” ha ganado lugar en la batalla cultural en el sitio de la cultura. Y esto es parte de un proceso político bastante más complejo pero es el que habilita que un hato de irresponsables que cobran salario público puedan llevar adelante este tipo de tropelías sin que se les mueva un pelo y, en rigor de verdad, sin que mueva el amperímetro social a gran escala.

Es bueno que nos escandalicemos ante atropellos absolutamente injustificados y por los que deberían rendir cuentas. Mejor sería que quienes nos desenvolvemos en el ámbito de las artes y el trabajo cultural seamos capaces de crecer en organización de base (más allá de grupos de WhatsApp y uso de redes sociales de catarsis insustancial e improductiva) y modificar esas condiciones de base que nos limitan a movernos en el círculo pequeño de esta calesita demacrada y sin luces cobijada por la indiferencia.

(Por Astor Vitali) El Artículo 22 de nuestra Constitución (“El pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes”…) tiene mayor vigencia que nunca. Más allá de herramientas formales, no vinculantes, no hay lugares de participación ciudadana con injerencia en las decisiones estructurales del ámbito político. Los presupuestos participativos son acotados a temas prefigurados y actúan más como herramienta de propaganda de gobierno que como herramienta de organización social.

Cada vez que una persona despierta a la conciencia política, es decir, se da cuenta de que puede jugar un rol en el devenir histórico, esboza la siguiente pregunta: “¿Qué puedo hacer?”. A partir de allí, se pregunta esto: ¿qué puedo hacer? Entonces vas e intentás una cosa. Te entusiasmás. Después te das cuenta de que no pasa nada. Te avivás de que la caridad es hasta ahí, es caridad. Te despabilás de la gilada comparable al pensamiento mickyvainillesco de “ayudo a los pobres”. Te das cuenta que también hay un sistema de contención de la pobreza y que la cosa no se cambia por ahí.

¡Claro! ¡El tema es la política! ¡Zas! Diste en la tecla. Entonces empezás a mirar las caripelas y los nombres de los partidos. Si no querés te caguen preguntas y hasta podés ir chusmeando la historia. ¡Vamos! Éste te convenció. Aparecés en un acto. Vas a las reuniones. Todas las personas te parecen admirables y hasta hay profesionales que brindan su precioso tiempo de bienestar bien habido para colaborar con el bien público.

Llegan las elecciones. Empezás a ver cosas que no te gustan. Ves que una cosa se dice arriba de la mesa y otra cosa se cocina por abajo. Hay una gran hornalla que funciona a billetes debajo de casi todas las mesas políticas y tiene llama color verde. Se cocina y se cocina. Te das cuenta de que nunca el más capaz es el que ejerce mayor cargo de poder. Te das cuenta de las agachadas. Te das cuenta de que lo que consideraste versatilidad de discurso ya no es inteligencia sino oportunismo de la peor calaña. Hasta llegás a fiscalizar creyendo en colaborar con la democracia y las elecciones y eso te hace sentir buen ciudadano.

Después de dirimirse el resultado electoral se van cerrando los locales partidarios. Tus aportes, que tan interesante resultaban, ahora “se están trabajando” en alguna oficina y parece que nadie te llama más que para que pedirte algún favor en tu trabajo. Tus amigos funcionarios están re ocupados y las promesas de campaña no se llevan a cabo porque ya “no es tan fácil como ser oposición, gobernar es otra cosa”.

Así la vuelta de la calesita de las buenas intenciones te volvió a dejar en el mismo lugar: ¿Qué puedo hacer? Sólo que con mayor desilusión. Y… ¿Sabés qué? Tenés razón. Estamos padeciendo una democracia que te usa para legitimarse y que no te da el mínimo espacio para convertirte en sujeto activo de las decisiones de tu tiempo. Una democracia tan limitada en la que ya todo el mundo sabe quiénes ponen la guita para las campañas y que las prioridades de los gobiernos responderán a eso y no a las necesidades de las comunidades que gobiernan.

El caso de la ciudadana Marta Beatriz Giordano, quien hizo uso de la Banca 25 durante la última sesión ordinaria en el Concejo Deliberante, es algo emblemático acerca de cómo la institucionalidad democrática, tal como está gobernada, puede dejar a un ciudadano sin el ejercicio de sus derechos y no hay mecanismo que lo resuelva. ¿Qué más le queda para que se le garantice su derecho a la vivienda?

O, en términos colectivos, el caso del pedido de Audiencia Pública por más de 80 organizaciones sociales de nuestra ciudad –de todo tipo- quienes solicitaron al Concejo Deliberante que cedieran el lugar para llevar adelanta dicha instancia. El presidente del Concejo Deliberante, Nicolás “Doble voto” Vitalini no sólo no articuló la audiencia pública sino que negó la posibilidad de utilizar las instalaciones públicas y dejó a todas las organizaciones populares sesionando afuera. ¿Qué pasa cuando los estamentos institucionales no garantizan los canales democráticos de una sociedad? ¿Qué pasa cuando no hay dónde recurrir?

La gravedad de este ejercicio pobre de los instrumentos democráticos, su peligro, es que genera las condiciones necesarias para que las castas políticas que actúen como políticos profesionales ejerzan desde lugares tan lejanos para la sociedad civil y ésta un día se encontrará absolutamente desinteresada de lo público. Ya está desinteresada de lo público y en un ejercicio práctico del pensamiento individualista. Pero puede haber un absoluto desinterés por la cuestión pública.

Es decir, genera las condiciones ideales para el ejercicio autoritario de los futuros gobiernos. Si la cuestión pública sólo va a estar en manos de dos o tres funcionarios políticos profesionales cuya financiación se origine en dos o tres corporaciones y el resto de la sociedad no tiene nada que ver con eso a lo que se le dice democracia, eso es un gobierno reducido en cuanto a su composición.

Pero además eso va a tender a explotar porque en algún lugar la sociedad civil organizada va a encontrar la manera de que sus reclamos sean satisfechos.

(Por Astor Vitali) La explosión ocurrida en la madrugada del viernes pasado en la planta de Dow evidencia una serie de elementos soterrados de los que nuestra sociedad prefiere no tomar nota. Son rasgos distintivos de una ciudad cuya piedra fundacional contemporánea es falsa: a Bahía Blanca le llegaría la hora de disfrutar de las mieles del desarrollo y del progreso.

Tal es la paradoja, que todo ocurre bajo la intendencia del principal lobbista de un sueño pequeño burgués que nunca llegó: Hector Gay. Más de tres décadas al frente del medio masivo más importante (en el anterior panorama de medios) repitiendo las virtudes de un progreso que nunca pasó del estadio de promesa y, además, fustigando a los sectores sociales críticos con una visión alternativa de desarrollo económico.

En el fondo, socialmente, hay dificultades para reconocer que este modelo basado en el derrame de un supuesto desarrollo ya ha fracasado y todas las promesas son repetidas y vacuas.

El factor más cercano –a toda persona- cuando ocurren incidentes de esta naturaleza es la inseguridad. Con la mano en el corazón, nadie cree ya absolutamente nada de lo que pueda decir el Comité Técnico Ejecutivo. Las declaraciones de Cesar Pérez se asemejan al sonido de un ruido continuo, un motor por caso, al que ya nadie le presta atención. “Se labraron las actas pertinentes y no superó los límites establecidos. Seguiremos investigando”.

Ahora aparece el plano de la Justicia que -el tiempo dirá- podrá actuar como un sector público activo velando por la salud de la comunidad o como una nueva pantalla para la articulación del libro de las excusas.

Por otra parte, no cabe duda que el sentimiento de inseguridad al que se ve sometido nuestro pueblo surge de una verdad comprobable: nadie sabe muy bien qué hacer, dicho en criollo: para dónde salir corriendo, en caso de que algo grave ocurre. No hay un plan de contingencia articulado por el estado de manera seria. ¿O es que a esta altura debemos considerar al serio al proceso APLLE? Vamos. ¿En serio me tengo que levantar a escuchar la FM de la radio pública?

Pero lo que subyace a todo este sentimiento de inseguridad pasa por la cuestión de fondo: el polo petroquímico y el modelo portuario bahiense no se limita a un modelo económico sino a un modelo de vida sobre el que se basó la construcción cultural y ciudadana de los últimos treinta años.

Se sigue esperando de estos dos sectores una suerte de sabia milagrosa de sus troncos de promesas. Sin embargo, esta claro que en cuento a beneficios ciudadanos no son más que dos troncos viejos, secos y cuyo único líquido vital emana de la putrefacción de sus desechos. Es lo que tienen para ofrecer. Putrefacción.

El problema central de esta ciudad reside en seguir esperando de ese modelo que nos vendieron los tipos que sí se enriquecen de él (por derecha o con prebendas) de seguir esperando de ese modelo algún tipo de bienestar ya sea económico, social o de progreso.

Podríamos invertir los términos y decir que no es cierto que las empresas como DOW no nos dan seguridad: por el contrario, tenemos la seguridad de que mientras las expectativas sociales giren en torno de su modelo productivo nada bueno podrá ocurrir en esta Bahía.

¿Y entonces, qué? ¿Es que no hay un modelo económico alternativo al que acudir? ¿Al menos uno al que ir esgrimiendo? ¿En serio? ¿Quién dice?

(Por Astor Vitali) En los últimos días el programa de educación especial Caballo de Troya fue noticia. El gobierno municipal decidió despedir a Florencia Chiaravalli, psicopedagoga del proyecto, especializada en trabajo con animales. Hace quince años que el municipio la contrata para tareas vinculadas a su profesión y hace siete que se desempeña en el mencionado programa. Lo primero que se le ocurrió a todo el mundo fue: bueno, es parte del ajuste. Sin embargo, no fue así.

Las autoridades informaron, a cuenta gota, que la profesional sería reemplazada. La lógica indica preguntarse: ¿será que la profesional no es idónea? Pero resulta que toda la comunidad educativa, las madres, los padres y los alumnos reivindican a la profesional públicamente. No sólo eso sino que se entrevistan con autoridades del poder ejecutivo responsable del asunto y piden explicaciones. No les dan. Se acercan al Concejo Deliberante para exigir en el mismo sentido y tampoco hay respuesta.

Acá hay un mecanismo que se repite en muchos ámbitos. En materia educativa durante esta gestión se borraron talleres de un plumazo y, en algunos casos, se quitaron profesionales sin mediar explicación. Profesionales cuya capacidad era probada.

En el caso de la Orquesta Infanto Juvenil del Barrio Miramar el encono de las autoridades con los docentes no tenía explicación racional alguna. Por capricho, los niños, las niñas y adolescentes perdieron tres años. Luego de someterse a concurso, el jurado ratificó la idoneidad de esos docentes. Tres años por caprichos de funcionarios sin ningún mérito profesional que se sintieron con autoridad para tomar decisiones para las cuales son total y completamente incompetentes. Ver sus currículums para verificar.

Y cuando digo “se creyeron con autoridad” encuentro el fondo la cuestión: es el ejercicio de la autoridad arbitraria lo que mueve a estos ignotos funcionarios a tomar decisiones fuera de toda lógica pedagógica y de todo razonamiento de políticas públicas. Es su comportamiento autoritario el que somete a la ciudadanía a padecer situaciones de violencia institucional inauditas.

Volviendo al programa Caballo de Troya, hay que hacer un ABC. Si la profesional no deseó discontinuar su tarea; si los alumnos la quieren como profesional; si los padres y las madres manifestaron públicamente que desean su continuidad… ¿Qué hay que hacer? ¿Cuál es la medida que tiene que tomar cualquier demócrata? Ejecutar la voluntad popular. En cambio, estos advenedizos de la política deciden profundizar su capricho y hacer exactamente lo contrario de lo que pide la ciudadanía.

No se trata de un error. No se trata de un exceso de un funcionario. Se trata del ejercicio autoritario de sus facultades. Se trata, sin duda, del ABC del manual del mal gobierno. No se puede buscar un razonamiento lógico a la medida porque se explica lisa y llanamente a través de conductas miserables de pigmeos autócratas de subsecretarías.

Se trata de una conducta absolutamente inaceptable por la que nadie rinde cuentas. Alguna vez habrá que discutir una suerte de fiscalización de la función pública.

Si en nuestro país “el pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes”, también es cierto que se supone que quienes ejercen el poder, ante una expresión popular, mucho más en ciudades como las nuestras, deberían tomar medidas en el sentido que los estamentos comunitarios reclaman. Aquí ocurre lo contrario.

No hay errores. Hay funcionarios autoritarios a quienes no les da el piné para esbozar un concepto mínimo que fundamente sus decisiones. Esto ha sido una política continua en todos los programas sociales del municipio durante esta gestión.

Desde este lugar, mínimamente lo que podemos hacer señalar: funcionaria Juliana Cerritelli, asumida hace un mes en la sub Secretaría de Adolescencia y Familia pregona usted comportamientos autoritarios. Es evidente que la doctrina Rosselló hizo escuela. Me refiero a la funcionaria de educación responsable de cerrar aproximadamente cien talleres culturales en barrios.

El autoritarismo es el elemento identificatorio de la gestión social de Héctor Gay. Las ideas, la democracia y la política les quedan grandes. Por eso actúan a imposición limpia. La “nueva política” resultó lo peor de los viejos autoritarismos.

(Por Astor Vitali) Izquierdas y derechas nos sólo posiciones partidarias. Izquierdas y derechas son maneras de pensar y actuar en el mundo. No se piensa en abstracto: se piensa a la izquierda o a la derecha de algo.

Un elemento muy arraigado del pensamiento de derecha es que se “acabaron las ideologías”, que “ya no hay izquierdas ni derechas” y que a lo sumo se trata de una cuestión de ser honesto en la vida y de administrar mejor o peor.

La visita de Jair Bolsonoro evidencia que la vigencia del pensamiento en un sentido o en otro, de izquierdas y o de derechas no sólo están a la orden del día sino que justifican el minuto a minuto del devenir de la vida. Porque es precisamente con personajes como estos que se busca infundir el pensamiento de derecha en el “sentido común”.

Vamos a citar algunas aseveraciones del cruzado Bolsonaro -verificadas por el periódico Perfil- durante distintas entrevistas para ejemplificar esta operación:

“Estoy a favor de la tortura. Y el pueblo está a favor también”.

“No emplearía (hombres y mujeres) con el mismo salario. Pero hay muchas mujeres competentes”.

“Sería incapaz de amar un hijo homosexual. No voy a ser hipócrita aquí. Prefiero que un hijo mío muera en un accidente a que aparezca con un bigotudo por ahí”.

“Yo no soy violador, pero si lo fuera, no la iba a violar porque no lo merece” (en 2003 a la diputada del Partido de los Trabajadores María del Rosario, mientras se debatía una ley sobre la violación).  

“No corro ese riesgo porque mis hijos fueron muy bien educados” (2011, en entrevista en TV, al ser cuestionado sobre cómo sería su reacción si alguno de sus hijos se enamorase de una mujer negra).  

“No es una cuestión de colocar cupos de mujeres. Si ponen mujeres porque sí, van a tener que contratar negros también”.  

“El afrodescendiente más flaco allá pesaba siete arrobas (antigua unidad de medida). No hacen nada. Creo que ni para procrear sirven más” (2017, tras visitar un “quilombo”, reducto en donde viven personas de descendencia africana, y comparándolos con vacas).  

“Hay que dar seis horas para que los delincuentes se entreguen, si no, se ametralla el barrio pobre desde el aire”.   “Vamos a fusilar a la ‘petralhada’ aquí en Acre” (2018, en campaña en el estado de Acre, refiriéndose a los militantes del izquierdista Partido de los Trabajadores, PT).  

“El hijo empieza a mostrarse amanerado, gay, cambia su comportamiento, ¿verdad ?, ya oí de algunos aquí…, menos mal que me dieron unos chirlos de chico, mi padre me enseñó a ser hombre”.   “No voy a combatir ni discriminar, pero si veo a dos hombres besándose en la calle los voy a golpear” (2002, en entrevista).  

“No hacen nada. Más de mil millones de dólares al año estamos gastando en ellos” (sobre los brasileños con ascendencia africana).  

“Defiendo la pena de muerte y el rígido control de la natalidad, porque veo la violencia y la miseria que cada vez se extiende más por nuestro país. Quien no tiene condiciones de tener hijos, no debe tenerlos” (1993, durante una reunión del Congreso).  

“El pobre solo tiene una utilidad en nuestro país: votar. La cédula de elector en la mano es diploma de burro en el bolsillo. Sirve para votar por el gobierno que está ahí. Sólo sirve para eso y nada más”.   “El error de la dictadura fue torturar y no matar” (2016, durante una entrevista en una radio brasileña).  

“Deberían haber sido fusilados unos 30.000 corruptos, empezando por el presidente Fernando Henrique Cardoso” (1999, en entrevista).  

“Dios encima de todo. No quiero esa historia de estado laico. El estado es cristiano y la minoría que esté en contra, que se mude. Las minorías deben inclinarse ante las mayorías” (2017, en conferencia).  

“Es una desgracia ser patrón en este país, con tantos derechos para los trabajadores” (2014, entrevista en diario).  

“El 90% de los hijos adoptados (por parejas homosexuales) van a ser homosexuales y se van a prostituir, con seguridad” (entrevista en televisión).  

“Ella no merece (ser violada), porque ella es muy mala, porque ella es muy fea, no es de mi gusto, jamás la violaría. Yo no soy violador, pero si fuera, no la iba a violar porque no lo merece.” (A la diputada del PT, María del Rosario)  

 “A través del voto, no va a cambiar nada en este país. Solo va a cambiar, desafortunadamente, cuando nos partamos en una guerra civil”.

Un sujeto de claro pensamiento derechista gobierna el territorio más importante de Latinoamérica. Nuestro presidente es su aliado. Bolsonaro llamó a votar por su reelección. El proyecto ideológico, político y cultural de Bolsonaro se asemeja a lo que el macrismo quiere de vos y de mí como sociedad.

He aquí, el pensamiento Bolsonarista, es decir, la reivindicación del pensamiento de derecha, el mejor argumento para comprender por qué “Doña Rosa” debería patear con la zurda, en lugar de auto flagelarse a diestra y siniestra.

(Por Astor Vitali) Hace algunas semanas el presidente Mauricio Macri, por decreto (¿de cuál necesidad y de cuál urgencia?) definió que no habilitaría las listas colectoras. En las últimas horas, se definió lo contrario. Este nuevo capítulo demuestra la volatilidad de los principios en la política contemporánea. El grouchomarxismo es la corriente hegemónica y transversal de nuestro tiempo (por aquello de “estos son mis principios, si no le gusta, tengo otros”.

La cuestión desnuda que nadie está preocupado por el sistema electoral ni por su transparencia. Otro tanto ocurrió con el voto electrónico. Lo que subyace a todo el la lisa y llana especulación sobre los beneficios inmediatos de una modalidad u otra sobre lo electoral, no del beneficio de una por sobre otra para la ciudadanía.

Las encuestas van y vienen y es muy difícil determinar cómo incide este oportunismo desnudo en los electorados. ¿Cabe subestimar al elector suponiendo que nada lee ni nada retiene? ¿Cabe pensar que guardará estos mamarrachos ideológicos en su memoria? No hay manera de medirlo.

Está claro que la imagen positiva del presidente Macri se fue en picada en los últimos meses. Pese a las anteojeras del electorado gorila la situación económica y política es insoslayable. ¿A quién le va bien? Todavía las elecciones se ganan con mayorías y en esta Argentina macrista los sectores beneficiados son bien reducidos.

Fuera de la ficción a fuerza de deuda con el FMI de un supuesto orden de las cuentas fiscales y el endeudamiento, a nadie le pasa por el costado la pérdida de poder adquisitivo, el deterioro de los servicios públicos, el crecimiento de la pobreza y una cantidad de promesas electorales incumplidas.

A la realidad económica concreta no se le puede oponer ya el circo de los juicios, carpetazos, calidades institucionales que no son tales y sobre todo el fantasma del pasado que bien ridiculiza la frase popular “qué bien que nos iba cuando nos iba mal”. Al lado de la hecatombe económica macrista casi todo es bueno o al menos es mejor.

Pero además, esta muestra de oportunismo supino de haber deshabilitado y habilitado las colectoras por decreto da cuenta de que se toman medidas y se hace política con las encuestas en la mano en lugar de con las propuestas bajo del brazo.

Está claro que hay un proyecto político macrista que es este que vivís a diario y ninguna más que este. Pero a la hora de dar los debates políticos en contexto electoral, ya no habrá ningún tipo de debate inspirado en ideas ni ideologías: sólo habrá timoneo sobre las encuestas.

Este mismo motivo abona a la crisis de representación institucional, a la credibilidad general de las dirigencias y tal vez explique por qué, habiendo tanto en juego, será este proceso electoral uno de los más desapasionados de la Historia. Probablemente habrá fuegos de artificio y grandes escenarios. Pero lo habrá en un contexto de vacío total de política y de ideas.

No hay programa alguno que explique cómo virar el rumbo de esta situación. Porque ese programa debería afectar los motivos profundos de las desigualdades. Y, hasta el momento, con la mirada puesta en las encuestas, no hay fuerza política con capacidad de disputar la presidencia que tengo en la gatera este objetivo básico de la política.

Administrar el desastre es la tarea. Nunca tanta pobreza de ideas nos sacudió el desánimo.

(Por Astor Vitali) Primeramente, quisiera señalar que hasta el momento y en tanto no se pudra todo “el pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes” y desde hace 20 años la proporción de mujeres en el Congreso se mantiene aproximadamente en un 34%. Es decir, que quienes tienen que legislar sobre cuestiones de género ya se encuentran en una situación material asimétrica.

Por otra parte, cabe señalar que sólo el 16% de los partidos han contado con mujeres como cabeza de lista. Se infiere de ello que, más allá de las acciones de demostración de lo políticamente correcto, de las fotitos, de la “comprensión” de los varones que dirigen los partidos, en general, es cháchara y pose.

Hoy se da en el país un fenómeno de manifestación masivo. De los pocos fenómenos de manifestación masivos que hay. A unos pocos días del cierre del plazo para presentar listas y a unas horas de haber transitado tres elecciones provinciales, el protagonista central de la agenda de este tres de junio sigue siendo el movimiento de mujeres y los feminismos.

Movimiento en disputa, con claros objetivos sobre la violencia machista y contraculturales que ninguna de las vanguardias políticas logra hegemonizar. La transversalidad del reclamo está vinculada al carácter temático. El único riesgo de cooptación que el movimiento podrá potencialmente enfrentar es el de un posible estado con discurso de ampliación de derechos, como se enfrentó en su momento el movimiento de derechos humanos.

Por lo demás, la Historia ya no corre igual. Desde el primer Ni una menos hasta hoy, el estado argentino comenzó a elaborar estadística sobre femicidios y violencia machista. Concretamente, un fenómeno del que todos sabían pero nadie quería reconocer es ahora innegable. Eso sí es visibilización. Bravo por esta lucha.

En la publicación de datos actualizados elaborado por la Corte Suprema en su Informe de Femicidios en Argentina, se afirma que los crímenes por violencia de género que llegaron al sistema judicial aumentaron en más de un 10% con respecto a 2017.

Se identificaron 278 víctimas letales de crímenes de violencia de género. Se distinguen en la publicación los femicidios de los femicidios vinculados.

Por otra parte, casi 3.000 mujeres, una cada 32 horas, fueron víctimas de femicidios y más de 3.500 hijos e hijas perdieron a sus madres como consecuencia de estos asesinatos, el 64% menores de edad en los últimos 11 años, según un informe difundido ayer por la Asociación Civil Casa del Encuentro.

Con menos presencia en los medios masivos de comunicación, con la violencia machista en igual intensidad pero visibilizada, este 3j ratifica un movimiento que está dispuesto a avanzar por sus derechos y busca modificar raigambres profundas en el machismo aberrante que se cobra vidas y calidades de vidas.

Una vez más, nos toca participar de un proceso histórico abierto. Algo de esto también depende de vos. ¿Dónde estás?

(Por Astor Vitali) Ayer fue jornada de paro nacional. Además se dio en el contexto de conmemoración de los 50 años del Cordobazo. Primeramente quiero explicarte por qué estamos aquí en el aire, es decir, trabajando. Y esto se explica con una pregunta básica: ¿Cuál es el objetivo de un paro general?

Por estos años se ha levantado el discurso pretendidamente inteligente de que la clase obrera ya no es tal cosa –y a veces se atreven a decir que no existe más. Esto se debería a una configuración diferente del trabajo, no sólo en cuánto a la división internacional del mismo sino en de forma cualitativa. Los cambios que introdujo el capitalismo, según estas posturas, implicarían que el proletariado industrial de antaño ya no es tal cosa y por ende la clase trabajadora como tal se modificó sustancialmente.

Está claro que hubo profundas modificaciones en el mundo del trabajo, sobre todo de la mano de la financierización de la economía y el mundo de los servicios. Pero esto no quiere decir que el trabajo en sí mismo haya desaparecido ni mucho menos. Por el contrario, todo (todo todo) está mediado por el trabajo. Todas las pantallas que miramos a diario emanan del trabajo. Desde quienes explotan los recursos primigenios hasta quienes diseñan, ensamblan, venden, transportan, etc.

Para que haya riquezas y bienes (del tipo que fueran) hace falta quienes los generen. Todo es trabajo. Lo que cambió sustancialmente nuestra conciencia, la conciencia de quienes trabajamos de lo importante que somos para la sociedad. Nos han hecho creer que la gente importante anda de saco y corbata. Esa gente que se dice importante no produce nada. Esa gente que siente importante vive del trabajo de los demás.

Aún en el caso del trabajo calificado, que hoy cobra muchísima importancia (las especializaciones), también son trabajadores y trabajadoras. Hay quienes creen que pertenecer a otra clase, media o media alta por el hecho de tener hábitos culturales diferentes. ¿Y cuánto ganan muchachos y muchachas? ¿Y qué capacidad de ahorro tienen?

¿Qué les hace diferentes al resto si, en última instancia, trabajan para vivir? Es decir, dependen de un salario para su supervivencia.

Por esas complejas cosas de los cambios culturales –que por supuesto exceden ampliamente las posibilidades de análisis de un comentario editorial- se da el fenómeno de la identificación de laburantes con quienes están del otro lado de maquinaria (como hemos charlado con el investigador Pablo Becher), con quienes se quedan con parte de la riqueza que generan. Todo el mundo prefiere verse de saco y corbata que con overol (para poner un lugar común).

Después se verá si esas masas trabajadoras están ocupadas o desocupadas. Son dos mangos aparte. Siguen siendo personas que necesitan de un salario para vivir. Es decir, tienen más en común con el mundo del trabajo que con quienes tienen capital.

La organización gremial entonces es simplemente una decantación de la forma natural de organización de las mayorías que, acéptese o no, son trabajadoras. Si vos sos laburante y tu primer espacio en donde encontrarte con iguales debería ser tu sindicato.

Sin embargo, los vicios de la tradición sindical argentina hicieron que muchos trabajadores y trabajaras no sientan a su organización como algo propio. A lo sumo como una mutual o un lugar para preguntar dónde se puede ir a vacacionar.

Claro. Ciertos dirigentes quedan lejos. El dirigente sindical que hace 30 años está en el mismo lugar –por caso, los sacrosantos secretarios generales- queda muy lejos de las personas que recién empiezan a trabajar. Te voy a contar una conversación que tuve con un dirigente gremial muy honesto. Observando estas dificultades existentes, me decía: “es muy difícil que un pibe que recién empieza desde abajo sepa que yo hice lo mismo que él, que empecé como delegado, que estuve a punto de perder el trabajo, que si hacía falta tomar medidas duras por necesidad política las tomábamos, que ayudábamos a quienes no tenían para pagar el servicio. El pibe que recién entra me ve en reuniones, viajando, en mesas, en la revista gremial y en la tele… Le quedo muy lejos. En algo nos equivocamos para no poder transmitir”.

Hay una interrupción generacional, además, que complica demasiado las cosas.

Pero sobre todo hay una desconfianza social hacia la dirigencia gremial que tiene dos problemas: una, que buena parte de la dirigencia gremial -sobre todo la que encarna en el espíritu claudicante del triunvirato de la CGT- se ha ocupado de construirla. Muchos que comenzaron como trabajadores y delegados y han devenido empresarios que ya no representan en espíritu a su clase (sí representan en términos de que han ganado elecciones). Por otro lado, la lejanía con que se encuentran en relación a quienes ingresan al mundo laboral.

Por otra parte, buena parte de la dirigencia política argentina, incluidos los sectores que se reclaman progresistas, ven en el movimiento obrero una competencia indeseada. El progresismo alfonsinista planteó en su momento una reforma de las normas sindicales, por ejemplo. Y ven una competencia no deseada porque conocen en el fondo el potencial que tiene el movimiento obrero cuando es capaz de discutir un proyecto político. No les gusta que las personas organizadas no vayan a ellos a pedirles favores en oscuras oficinas y que sean capaces de levantar un programa de manera autónoma.

Entonces, comenzábamos preguntándonos: ¿Para qué sirve un paro general? Depende de lo que esté discutiendo la clase trabajadora. Esa misma competencia indeseada que sienten los “políticos profesionales” es el poder -hoy mudo y sordo- que tiene la clase trabajadora.

Un paro general en el contexto del aniversario del Cordobazo tiene muchísimos significados. Qué hizo cada sindicato en ese contexto da respuesta del estado de conciencia de esos gremios y de los objetivos de sus dirigencias? Hay quienes levantaron las banderas de la autonomía política de la clase trabajadora, de la posibilidad de sostener un programa que reivindique social, cultural, económica y políticamente a las mayorías y de poder ejercerlo. Eso puso en escena el Cordobazo. Agustín Tosco es una figura que planteó, junto con muchas otras menos conocidas, que todas las subestimaciones de las clases dominantes hacia la trabajadora pueden ser refutadas y que un obrero de overol, un trabajador de oficina, una docente, una artista (lo que fuere) tienen la potestad como ciudadanía activa y como laburantes de discutir entre pares y en igual de condiciones un proyecto de sociedad.

Ese Cordobazo es el que despertó el terror de las clases dominantes y es aquel proceso político al cual la Triple A y el Terrorismo de estado vino a amansar. Las ruinas de esos debates están intentando articularse para ver cómo seguir adelante.

¿Cuál es el objetivo de un paro general, entonces? El paro general, en este contexto, cuando es activo, intenta apelar a sus compañeros, a sus compañeras, a las cabecitas de cada una de las personas involucradas diciendo: despabílate, fíjate que vos tenés algo que ver con el curso de la Historia, a ver si nos hacemos cargo en conjunto.

Del otro lado del mundo gremial hay quienes hicieron una comidita para compartir en un contexto electoral con el simple objetivo (válido, por supuesto) de pegarle a un gobierno que está llevando adelante todas las medidas antipopulares que son de público conocimiento.

Difiere enormemente de la escuela gremial que intenta construir herramientas para cambiar la sociedad y para vivir una vida que merezca ser vivida. En última instancia, la potestad de un movimiento obrero organizado es de cambiar las cosas para dejar de hablar de la actual supervivencia, en cuotas, y pasar a hablar de una salida de fondo.

Por eso estuvimos al aire en el paro general. Intentando aportar con estas líneas al objetivo de un paro general. En principio es decir a los de en frente “ojo, que tenemos la capacidad para cambiar las cosas” pero principalmente a los pares, a quienes estamos en un plano de igualdad, a los trabajadores y a las trabajadoras: “prestá atención que la cosa también de depende de nosotros, también depende de nosotras”.

 

Imágen: El cuarto estado (Giuseppe Pellizza da Volpedo)

(Por Astor Vitali) Ayer se presentó por octavo año consecutivo el proyecto de ley que busca regular la Interrupción Voluntaria del Embarazo (Ley I.V.E). Como parte de un proceso complejo de concientización social, con muchas campañas en contra impulsadas por instituciones de peso (que otrora reivindicaran figuras como la tortura y la esclavitud), el movimiento de mujeres y los feminismos logaron poner en el centro de la escena la hipocresía que subyace al tema: la práctica del aborto existe, el problema es si las mujeres podrán acceder al derecho al cuidado de su salud a través del sistema público o libradas a su suerte cultural, social y educativa.

Nadie debería hacerse el distraído. Las personas que se oponen al aborto y dicen defender la vida deberían hacer el ejercicio de mirarse al espejo y hablarse con sinceridad. Todo el mundo conoce, sabe o le tocó. Todo el mundo sabe de “la partera” que por unos miles de pesos “te resuelve el problema”. Si viviste en barrio Pacífico seguramente te acordás de “la señora” de calle Juan Molina al 700. En cualquier barrio todo el mundo puede acordarse de quien “se ocupaba del tema”. Todo el mundo sabe de la cantidad de pibas que terminaban en los hospitales públicos padeciendo sepsis y muriendo dolorosamente por infecciones generalizadas. Todo el mundo sabe que ninguna ley va a tener como resultado que “se hagan abortos” porque los abortos ya se hacen pero, si no fuera por la militancia de las redes de profesionales locales o las brigadas socorristas, entre otros esfuerzos individuales, esos abortos clandestinos, oscuros, estigmatizados son escenarios de tortura física y sicológica.

La ley viene a asignar el derecho humano de cualquier mujer de acceder a la salud pública.

Luego, hay una cantidad de argumentos cientificistas acerca del inicio de la vida humana y una caterva de argumentos que en rigor no interesan a ninguno de los opinadores de café porque de fondo se trata del ejercicio del poder de una sociedad machista, patriarcal e hipócrita sobre el cuerpo de las mujeres. Someter a alguien a hacer algo con su cuerpo contra su voluntad es tortura. No tiene otro nombre.

A esta altura de la civilización, discutir si un ser humano está facultado por el derecho para decidir sobre su cuerpo debería aparecer como una postura al menos retrógrada. Lo que subyace es otra cosa y es cultural.

No sean hipócritas. Senadores putañeros de doble moral, de sábado de merca y fiesta y domingo en misa. Empresarios que fundan sus fortunas un poco en negocios declarados y otro poco usufructuando cuerpos de mujeres. “Jefes de familia” cuyo éxito familiar burgués en general ha dependido siempre de que alguien hiciera las cosas.

A ninguno de ustedes les interesa más vida que la suya y caen en la bajeza de condenar a una muerte segura e infecta a miles de pibas con tal de no bajar a su Cristo de la Cruz. Cruz a la que ustedes nunca son clavados, ni arrastrados, ni apedreados. Ustedes no quieren para sus hijas lo que buscan imponer a millones de mujeres.

El otro tema es la influencia de las iglesias en este asunto. Como en todo hay de todo en todos lados. Pero muchos de sus referentes inspiran un clima de oscurantismo puertas adentro, de represión y de violencia cobijados bajo el manto de vendedores de paz en cómodas cuotas. ¿Desde qué altura moral levantan la voz con la moralina? Ustedes son los que pagan costosas intervenciones… pero en silencio.

No se puede desvincular este debate del de la hipocresía de una clase dominante que dice una cosa y hace otra.

Cualquier persona con un sentido de justicia y con los prejuicios de lado, observando una simple realidad que lleva mucho tiempo y que padecen las mujeres en sus cuerpos, debería sumarse con firmeza al grito de: ¡Aborto legal, ya!

(Por Astor Vitali) Por estos días, los medios masivos de comunicación están dando cuenta de una gran cantidad de maniobras y especulaciones acerca de tres grandes sectores y su posible suerte electoral: el macrismo, el kirchnerismo y una alternativa peronista a la fórmula Fernández&Fernández. Se da cuenta de declaraciones y se infieren posibles posicionamientos. A esto se suma la figura de un Massa que espera los últimos números para decidir dónde apostar sus fichas.

Jamás tal vacío de política. Fórmulas sin programas. Nombres sin ideas. Esquemas sin contenidos. Esta es la triste nomenclatura que tiene como eje transversal toda la discusión política argentina.

En este contexto, hay dos sectores del electorado bien definidos: los que quieren que no continúe la trituradora macrista y aquellos que son capaces de poner la mano en la “máquina de cortar boludos” (citando a Tato) con tal de no votar una opción de apariencia peronista.

En este juego, las opciones socialdemócratas y de izquierda, hasta el momento, parecen aspirar sólo a cosechar legisladores para las futuras luchas. No parece haber lugar para más fórmula que la continuidad de este espanto social o una fórmula que logre romper dicha continuidad.

En ese contexto, más allá de la figura de Alberto Fernández, que nada tiene de progresista, no están claros los programas. Sólo hay generalidades de oposición a las actuales políticas aberrantes.

Para saber lo que viene es necesario conocer la opinión de las fuerzas que se proponen alternativas sobre algunos temas clave. ¿Qué plan tienen entre manos para enfrentar el feroz endeudamiento? ¿Cómo se generará trabajo? ¿Se dará continuidad a la timba financiera o se gravará al sector financiero? ¿Qué se hará con las tarifas? ¿Habrá plan para recuperar los servicios estratégicos o sólo se buscará subsidiar a quienes nada han invertido? ¿Ser recuperará el salario de los jubilados? ¿Se recuperará el salario? ¿Se enfrentará al narcotráfico? ¿Qué política de derechos humanos habrá? ¿Se impulsará el Ministerio de Cultura? ¿Qué tipo de modelo laboral se estipula? ¿Y la reforma laboral? ¿Y la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo?  Sin chamuyos: ¿qué harán con la salud y la educación públicas? ¿Y con el campo?

Son preguntas que hasta el momento nadie responde porque todos los sectores especulan con las encuestas en la mano en lugar de con sus ideas en un texto. Es muy difícil para la política contemporánea tener que adivinar qué harán los candidatos, en general por portación de apellido y apariencia, ya que hace rato que en la política argentina y en esta pegajosa pos modernidad casi nadie dice lo que piensa por temor a cuánto mide y si mide mal dice lo contrario.

Aquella trillada frase de Groucho Marx respecto de que “tengo mis principios y si no le gusta también tengo otros” es la triste bandera de una dirigencia política más preocupada por su continuidad laboral que por la conducción real y el ejercicio del bueno gobierno.

Seguridad. Hace falta seguridad. Para votar a alguien necesito que me diga qué piensa, qué va a hacer y cómo. Seguridad. Esta nube gris de resultados de focus group no es la política. Seguridad. Seguridad. Seguridad. El candidato que pueda con esto estará haciendo política.

Es esto o la fe ciega en las creencias propias. En cada altar cada quien pone la figurita del santo que le place. Pero aquí no hay lugar para milagros.

 

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