“Efectos de los agrotóxicos en la salud infantil” es el nombre del informe que busca concientizar a la comunidad médica para abordar las enfermedades que se asocian a los herbicidas y funguicidas que se utilizan en los cultivos agropecuarios e impactan en la salud de los pueblos, en particular en una de las poblaciones más vulnerables como son los niños y las niñas.
Se trata de un trabajo de la Sociedad Argentina de Pediatría elaborado por su Comité de Salud Ambiental, a través de un equipo que reunió a doce profesionales.
“Es un hito porque hay varias cosas que suceden cuando se labura en territorito con poblaciones expuestas que vienen denunciando o pidiendo ayuda. Una de las que más se escucha es que no encuentran médicos que digan esto que te pasa puede ser por los agrotóxicos, se encuentran muy desamparados”, dijo a FM De la Calle Ignacio Bocles, médico y docente de la Cátedra de Embriología de la Facultad de Medicina de la UBA.
El coautor de uno de los capítulos del documento, agregó que “hace tiempo que Argentina se debía que una sociedad médica se plantara de esta manera y pusiera una posición respecto a una necesidad efectiva que es la de formar, capacitar y dar herramientas a los médicos que están en territorio para hacer una evaluación que involucre el carácter ambiental. Es algo que se tomó muchísimo tiempo”.
“Desde el 96 que tenemos este modelo en el agro pero la historia de extractivismo y de contaminación viene desde mucho antes. Es algo bienvenido, es necesario y se tiene que tomar en cada territorito para evaluar la situación de cada lugar, para ver qué medidas se necesitan”, dijo el investigador.
–¿Qué son los agrotóxicos?
La palabra agrotóxico se acuña desde las comunidades, hace referencia a los químicos y compuestos sintéticos que se utilizan en la producción agrícola. El uso del químico implica un riesgo y ese riesgo es tóxico y no debería llegar nunca a estar en contacto con el cuerpo de nadie. Cuando nos ponemos a hablar de lo socioambiental no debería destruir los ecosistemas.
Son químicos que tienen un poder biocida importante sea cual sea el objetivo que vayan a matar. Al mismo tiempo, mientras más se usa más resistencia se genera, con lo cual se tiene que usar más. Este modelo en los últimos años ha generado un crecimiento exponencial del uso que ha generado que incluso población urbana alejada de los campos tenga en su cuerpo estos venenos.
–¿Cómo nos afectan?
De muchísimas maneras, el pensamiento de la salud está formateado y se piensa como antes se pensaban a las infecciones, tal microbio genera neumonía y es eso lo único que puede generar.
Acá estamos hablando de químicos y con la contaminación en general sucede que se pueden producir múltiples afecciones, hasta anomalías congénitas, malformación en embriones, aumento de casos de cáncer, tienen impacto en la herencia, el impacto se puede dar en hasta 4 generaciones después, en aumentos en incidencia de diabetes, hipertensión, etcétera. No estamos expuestos a uno sino a un conjunto de químicos que que pueden tener muchas implicancias, con lo cual altera la forma en la que enfermamos, morimos y también la forma en la que vivimos.
-¿En la actualidad no se mira a la salud desde una perspectiva integral?
Hay una tendencia en todo el mundo en transformar cómo entender la salud y la vida, salir del pensamiento lineal de que una cosa genera otra. Estamos atravesados por muchas variables que hacen que las enfermedades se manifiesten de manera diferente en cada persona y distintos generadores de enfermedad generan distintos problemas.
En ese sentido se torna fundamental que los médicos adquiramos herramientas epidemiológicas de evaluación comunitaria. Si estoy enfocado en diagnosticar y tratar una enfermedad de alguien y no me pregunto si es o no más frecuente en la comunidad, lo único que hago es poner parches a un sistema generador de enfermedades. El punto es diagnosticar y tratar pero, al mismo tiempo, atacar lo que genera el problema, hacer ambientes más sanos que generen menos problemas.
–Para ello, ¿una propuesta sería la elaboración de una historia clínica socioambiental?
Es un primer paso para involucrar en la tarea cotidiana de los médicos la evaluación de la problemática ambiental. Es algo que antiguamente se hacía mucho en la medicina, en la industrialización de la medicina, en el sistema urbano donde el médico está en un consultorio y viene un paciente de muchos kilómetros y las formas de vida están borradas en las formas de ejercer la medicina. Es recuperar esto y ver de dónde vienen, a qué están expuestas las personas, si involucran agrotóxicos como pueden ser otros componentes.
–¿Qué pasa con las exposiciones crónicas y las normativas laxas? ¿Es más difícil evaluarlas medicamente?
Hay algunas cuestiones que son más ingenuas y algunas más perversas. En territorio hay instituciones del Estado que han entrado en prácticas aborrecibles. Por ejemplo, al instalar plantas de tratamientos de residuos en una comunidad, facilitando que esa población no va a pagar ciertos impuestos en retribución al daño que se generará a la salud en los próximos años por la presencia de esa planta. Hay cosas que son ingenuas desde el desconocimiento y otras realmente macabras respecto a instituciones que están dañando la salud sabiéndolo. Son cuestiones a problematizar.
-¿Qué podés contarnos en relación al capítulo que desarrollaste junto a Damián Marcov, “Efecto de los Agrotóxicos en el desarrollo embrionario y en el sistema nervioso infantil”?
Yo me aboqué más a la parte embrionaria y Marcov más a lo neurológico. Argentina está entre los países que más conocimiento producen porque es un problema muy presente. Se estudia en modelos animales porque te permite entender qué mecanismo pueden estar atrás de que aparezca un problema.
Los mecanismo son comunes en algunos animales, la forma en la que nos desarrollamos es parecida, los mecanismo para generarse son parecidos. Se ve que los agrotóxicos generan problemas muy marcados al interferir en la red de comunicación celular. Por lo cual hay muchísimos sistemas que se alteran, sobre todo lo que tiene que ver con desarrollo del sistema nervioso central, el cerebro en particular, y muchos efectos de la línea media, involucra alteraciones en el sistema digestivo que pueden ser funcionales, como intolerancias alimentarias en el niño que nace, hasta anatómicas que puede ser nacer con las viseras fuera del cuerpo.
Esto se ve en distintos sistemas porque no ataca a una parte del cuerpo sino que altera una forma de la comunicación entre los tejidos que organiza cómo se desarrollan. Al mismo tiempo se ve que cuando el animal adulto está expuesto se genera el efecto a varias generaciones después. No solamente su cría tiene problemas, sino que la cría de la cría y la cría de la cría de la cría tiene problemas.
En los animales se ven problemas con la formación de la placenta y con la implantación de embriones y eso se vincula con problemas en el parto. Esto tiene correlato con problemas que se denuncian en todos los pueblos fumigados respecto a cosas que ven más frecuentemente. Son correlatos de evidencias animales que acompañan y coinciden con lo que ven las poblaciones afectadas a muchísimo tiempo.
–¿Desde el Estado cambió algo en los últimos años en relacion a acompañar estas investigaciones?
Es cierto que hay un poco más de tensiones institucionalmente y que hay personas muy valiosas actuando desde allí, está la Red de Municipios por la Agroecología. La decisión política para abordar este tema brilla por su ausencia, en esas tensiones se beneficia el aumento de uso de estos agrotóxicos. Una de las cosas que se autorizó en pandemia es que se pudiera fumigar. Las personas estaban encerradas en sus casas y las fumigaciones se hacían con mucho menos reparo que se hacían antes. La verdad es que la tensión está inclinada para el sector agroindustrial y poco para el lado de la salud socioambiental.
Fotos Bocles: lavaca.org