(Por Paula Ércoli) “Santiago Maldonado, la demolición del Estado de Derechos”, así se tituló la charla organizada por la Asociación de Docentes de la UNS y La Watu, agrupación universitaria del Departamento de Humanidades. Una instancia necesaria en los tiempos que corren, que tuvo como principal exponente a José Schulman, Secretario General de la Liga por los Derechos del Hombre.
Durante 2 horas realizó un minucioso análisis del caso Santiago Maldonado, de la situación actual de los proyectos de las izquierdas, de las derrotas de aquellos que se consideraban vencedores y de los que supuestamente vencieron. Ejes de discusión que no han aparecido en las páginas de los grandes medios de comunicación.
Comenzando por la necesaria valoración de todo el esfuerzo que las organizaciones han hecho, el expositor precisó que “son momentos para elevar la autoestima”. Por lo tanto, como primera afirmación positiva, destacó que la historia de Santiago Maldonado haya sido construida como un caso, que ha conmovido al país, donde buena parte de América Latina siguió su desarrollo; “no pudieron desaparecer al desaparecido”.
“Eso no en todos lados ocurre. Sepan ustedes que en Colombia desaparece un Santiago Maldonado por día. Desde que se firmó la paz matan a un dirigente social -en promedio- por día y no hay conmoción. Sepan que en Chile los mapuches están siendo perseguidos por un gobierno progresista como el de Bachelet aplicando la ley antiterrorista”.
Como segunda afirmación positiva, el Secretario General de La Liga resaltó que en nuestro país hay una construcción de memoria diferente a la que puede haber en otros lugares, porque es constitutiva de los movimientos populares. “Esto obligó a la dictadura a buscar ´un camino propio´: el de los NN, el de la capucha, el de los centros clandestinos, donde fueron ellos los que fracasaron”.
“En Argentina los desaparecidos tienen presencia cotidiana, son una fuerza política mensurable que cuando se los convoca y ocupan las calles, producen gestas como la del 10 de mayo contra el 2×1. Y producen actos que son incomprensibles para la derecha, quienes no entienden por qué no pueden lograr lo que sí hacen en otros campos, incluso en lo electoral. Sencillamente, si no pudieron borrar la memoria de Luciano Arruga, de Julio López, de los 30.000 mil desaparecidos, ¿por qué razón van a lograr borrar la memoria de Santiago Maldonado? A veces la derecha también tiene utopías reaccionarias que no tienen ningún fundamento”.
Para José Schulman los tiempos que corren exigen mucha acción y reflexión, particularmente si se pretende construir un primero de noviembre en unidad y sin sectarismos, enmarcado en un escenario donde no se puede continuar la lucha con viejos esquemas conceptuales. “Creo en la continuidad del pensamiento crítico, pero es crítico si piensa y encuentra solución al momento. Si no, no es crítico. Nada más grotesco que pretender enfrentar a un enemigo que tenemos hoy con las armas del pasado. Ése es el camino de la derrota y hay que decirlo con toda la voz porque nosotros queremos triunfar”.
“La primera exigencia es entender lo que pasa, estamos desafiados e interpelados por la historia”
El caso de Santiago concluye en un balance de los proyectos políticos de las izquierdas y del momento actual. En este sentido, para José, estamos viviendo el traspaso de un modelo de dominación a otro. Nos encontramos en un momento límite pero no terminal. “Estamos pasando de un modelo de democracia formal -en referencia los últimos 12 años-, de un gobierno que más o menos respetaba las normas constitucionales y se comprometía a la igualdad formal (nunca real) a gobiernos autoritarios con máscara democrática. Esto no es lo mismo”. Respecto al primer momento histórico, Schulman realizó una analogía con Uruguay, para luego asociar el autoritarismo antidemocrático a la situación actual de Méjico, aseverando que si no enfrentamos con decisión el presente de nuestro país vamos camino a la gestión de Enrique Peña Nieto.
“Está terminando un ciclo histórico largo (…) y durante todo este tiempo el capitalismo intentó, prometió o logró en parte, unir capitalismo con democracia, bajo un orden jurídico que durante muchos años dio un marco a los que intentaban que se respeten los derechos de las personas. Esto empezó a terminar con el fin de la Unión Soviética en 1990, siguió terminando en 1994 con la organización del Tratado del Atlántico Norte y la OTAN en el transcurso de la Guerra de los Balcanes, invadiendo a cualquier país sin pasar por las Naciones Unidas. Y van a empezar a desarrollar algo que es lo que está explotando ahora, que es la construcción de -el derecho de enemigo-“. Schulman hizo referencia a este concepto acuñado por el alemán Günther Jakobs, donde los que “atentan” contra la democracia no tienen derecho a ser defendidos; razón por la cual se puede explicar los fenómenos Trump en EEUU, Temer en Brasil, Macri en Argentina, Le Penn en Francia y los nazis en el mundo, no como aparentes casualidades exóticas sino como una corriente profunda del capitalismo sin regulaciones, que vuelve a sus inicios sin falsas promesas.
“Este capitalismo considera a la población que no consume” como población “sobrante y sencillamente la mata. Esto es el capitalismo real de estos días. Si no luchamos en todo el mundo no habrá más Naciones Unidas. Lo que ocurre con Santiago Maldonado es una expresión de ese mundo. Por eso Venezuela es una victoria y el hecho de que nuestros políticos no hablen de Venezuela muestra el carácter provinciano de estos políticos. Durante 12 años hablaron de la Patria Grande, de la integración latinoamericana pero cuando hubo que defender el proceso venezolano se borraron. Ellos se borraron pero el movimiento popular fue solidario”.
El dirigente apeló a la necesidad de construir una defensa por los derechos humanos internacionalista, es decir, asumirnos en principio descendientes de los Pueblos Originarios, de las ideas de San Martín y no de los Anchorena, los Braun o de los que han usurpado nuestra Patria.
“Macri representa este momento histórico donde el imperio va por más”
“Estamos pasando por un momento de debilitamiento institucional de los proyectos populares en América Latina, por lo tanto al enemigo respeto, no subestimación”. Dada la convocatoria de la charla sobre Santiago Maldonado como punto de inflexión, Schulman intentó responder a la pregunta que desestabiliza a todos y a todas: la reacción indiferente, y en estas circunstancias violenta, por parte de un sector del pueblo argentino.
“La historia de lo que hoy somos es la historia de pueblos que fueron objeto de violencia extremas, que en términos conceptuales se llaman genocidios. La América resultante de la conquista cambió. El exterminio de los Pueblos Originarios, el sojuzgamiento de su cultura produjo un nuevo sujeto que va a ser el sujeto colonial. Ese sujeto es el resultado de aquella barbarie, no de la civilización como nos dijo Sarmiento”.
Para analizar la violencia actual, según Schulman, se debe pensar en los elementos que fundaron las colonias. Uno de ellos fue la Inquisición, cuyo mayor logro fue que el pueblo considere la violencia como un espectáculo y al hacerlo lo convirtieron en un cómplice. “Es un truco muy viejo, muy duro de aceptar, pero que funciona”.
“Lo que hay que entender es que el sentido común en estas tierras se construyó sobre las bases del racismo. No nos asustemos tanto ahora ¿quién se levantó contra la Campaña del Desierto? Nadie. ¿Quién se levantó contra el exterminio de los paraguayos? Nadie. No es cierto que vengamos de una historia glamorosa de progresismo (…). Sepamos que hemos avanzado mucho, pero entendamos que la violación de los Derechos Humanos siempre tiene un discurso justificador y que esos discursos son como capas de cebolla. Cuando se funda el discurso del exterminio, la expresión fue el racismo; pero después va a ser el discurso del progreso, que no niega el del racismo, y después va a ser el discurso del anticomunismo en todas sus variadas formas”.
Para finalizar Schulman apeló a comenzar a hablar de la unidad de los vencidos desde la humildad. Comprender, por un lado, la dominación cultural expresada en doctrinas momentáneas y. por otro lado, aquella que tiene que ver con lo cotidiano: con el egoísmo, el individualismo, la soberbia y el patriarcado. “Si a todo esto no se lo combate en las condiciones ampliadas del pensamiento del capital, reproduce pensamientos de derecha”.
“Ellos sí quieren destruir el estado de derechos. Nosotros lo podemos defender, no para idealizarlo, sino para ponerlo en cuestión, para construir una democracia verdadera. Queremos lo mismo que San Martín cuando iba a cruzar los Andes, queremos creer que la dignidad humana puede ser una bandera de unidad para todos los que luchamos por este sueño que alguna vez encarnó el Watu, que defendió Santiago y que estoy seguro que todos vamos a defender. Lo vamos a llevar a la victoria aunque, como diría Neruda, ellos no creen que la gente sencilla vayamos a vencer”.