(Por Astor Vitali) Ni una menos 2018 tiene menos presencia en el ámbito de los medios masivos. El impacto que tuvo en sus orígenes obligó a profesionales de la comunicación a abordar el tema desde distintas perspectivas. Hay quienes sintieron la interpelación de un movimiento político que logró tomar fuerza suficiente como para poner en jaque la lógica hegemónica del machismo entonces imperante. Hay quienes simplemente se posicionaron en lugares políticamente correctos. Hay quienes salieron a provocar y a construir la defensa del patriarcado.
De cualquier manera, es indudable que el impulso que tomó el movimiento cambió todo y nos cambió a todos y a todas. Quienes nos encontramos detrás de un micrófono tenemos que pensar dos o más veces los términos que vamos a utilizar y bienvenido sea el problema. Porque nos obliga a trabajar creativamente con nuestra materia prima: el lenguaje. Nuestras audiencias nos escribieron, nos llamaron y nos dijeron: la “x” representa una falta de ortografía, entre otras cosas, mostrando que les altera más los “malos” usos y costumbres en el lenguaje que lo que implica en la realidad política el hecho de que se violen las normas del lenguaje sexista para que no se viole la dignidad humana.
Las dirigencias gremiales se vieron obligadas a replantear cosas. Lo que el varón dirigente sindical festejaba como “chiste” para “las chicas” primero fue objetado, luego reprochado y hoy no es tolerado. Porque si es violencia simbólica es un tipo de violencia y la violencia no se tolera. Si no les gusta: que se adapten. Millones tuvieron que adaptarse a los abusos sistemáticos tanto en términos de desigualdad laboral como en carácter de acoso y persecución. Y los dirigentes van a aprendiendo que si se combate la injusticia social también hay que practicar la justicia en todos los sentido.
El Ni una menos incomodó a todos los hombres y mujeres machistas. Por más progre que seas, en algún punto te incomodó. ¿Y cómo no iba a hacerlo si fuimos maleados bajo la imagen y semejanza del “pecado original”? Y es bueno que te siga incomodando porque eso significa que tenés que replantearte cosas. Implica que si se te señala que algo está mal ya no podés mirar para otro lado y tenés que hacerte cargo de tu machismo, micro o macro. Implica que tenés que pensar y actuar poniendo en duda lo que habías aprendido y ejercías. Implica que te duele el ego y te dolés vos porque te reconocés en el error y en la capacidad ser productor y reproductor de injusticias. El discurso feminista implica que te hagas cargo de que sos capaz que hacer daño. Tan progre que eras.
Aún cuando una parte de la militancia feminista y del movimiento de mujeres actúa como una mlitancia parcial al estilo posmoderno, el Ni una menos es, en términos de historia reciente, el movimiento político más importante. No hubo discurso proveniente de partidos políticos, de asociaciones o centrales gremiales, de iglesias ni de organizaciones sociales capaz de sacudir y movilizar a la sociedad como este movimiento, incluso en la micropolítica.
Esto habla de la capacidad del movimiento feminista organizado, por un lado, y de la pobreza de iniciativa de la política tradicional, por otro.
Hoy movilizarán millones y se volverá a discutir el tema en todas las mesas. Pero aunque eso no se diera así ya ocurrió lo más impactante que puede hacer una acción política que es su capacidad de transformar a la sociedad en todos sus niveles.
Para adelante resta hacer lo de siempre, exigir al Estado legislación en la materia y que la haga cumplir; lograr que la justicia viaje al siglo XXI; disputar en las organizaciones sociales y políticas y toda institución en sentido feminista, etc. Queda hacer lo que siempre se hace para cambiar algo: militar. Pero el impacto político del Ni una menos hizo que esa militancia parta de otra base y que el sentido hegemónico haya sido corrido. Porque ahora nadie –salvo rémoras de un pasado horrible- reivindica la violencia machista, ni en chiste. Porque ahora el “sentido común” no tolera sornas, risas ni burlas a favor de esa violencia machista.
Ni una menos es una clase abierta de política en tiempo real en un aula sin fronteras.