(Por Astor Vitali) Dicen desde oriente que la mente debe ser como el agua y adaptarse a los cursos de la montaña para vencer los obstáculos. A uno se le ocurre que la cultura, tal vez, sea como el aire. De esta forma introdujimos la conversación con el artista y docente Juan Falú, quien transmitió a FM De la Calle los conceptos que guiarán su gestión en la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería argentina, cargo público en el que transitará los próximos años.
Cuando pusiste la zamba, Como el aire, y dijiste que el tema de la cultura también sea como el aire, yo asocié con algunas experiencias que yo tuve como músico en otros lugares del mundo. He tocado una zamba, pero también tocando una milonga o una vidala, en definitiva música de raíz de nuestra tierra, recordé que en algunos momentos se dieron situaciones de una comunicación y de una devolución del público que para mí fueron las experiencias más gratas de esos viajes, que fueron muchos. Consistía en que alguien del público se arrime y me diga: usted me hizo conocer su tierra, su país. Eso tienen un valor impresionante porque uno no está mostrando el país desde el estereotipo o desde la expectativa que se tiene de un determinado país sino sobre lo que no está visibilizado. Y si eso puede emocionar y eso puede ser una carta de presentación de las múltiples expresiones culturales de un país, bienvenida sea.
Lo que estoy contando es como una metáfora que me guía a mí como un norte en cualquier accionar, sea ocupando un cargo o tocando. Esta es mi carta de presentación.
Es un país con diversidad cultural, ritmos, matices que el mercado en general ya no registra. ¿Eso implica una complejidad?
Sí, hay pertenencias que no las registra el mercado pero están registradas en el colectivo de nuestros pueblos. Están ahí, son marcas muy fuertes, son huellas de la memoria y están vivas esas pertenencias. Desde el estado hay que hacer todos los esfuerzos para que, si el mercado no lo pone visible y en valor, lo va a tener que hacer el estado.
En otras épocas había una industria discográfica que editaba y exportaba determinada cantidad de producciones de raíz folclórica y hoy no. Recuperar ese rol del estado resulta fundamental, sobre todo en un continente donde hubo progresismos que no siempre repararon en la cuestión cultural como una cuestión de primer orden.
Yo la comparto porque nosotros tenemos una marca extraña cultural. Lo que se refiere a la tradición fue apropiado por la derecha y el conservadurismo. Y el progresismo se encargó de la modernidad pero se olvidó de la tradición. Ahí hay un tema muy serio sobre el cual es necesario debatir y reflexionar porque para mí no se puede aspirar a transformaciones sociales y objetivo libertarios ignorando los orígenes de la cultura, de los territorios, de los tiempos, de los pueblos. Es algo muy inimaginable para mí. Pero también sé que apegarse a la tradición de un modo conservador, defendiendo el estatus quo de la tradición, que no se mueva, eso tampoco es un camino transformador, menos aún.
Entonces ese es un dilema de la cultura nacional. El progresismo yo creo que adolece de una cierta ignorancia y el tradicionalismo se ha apropiado de las pertenencias, las usa como símbolo, las defiende, pero al defender eso defiende lo viejo y se opone a todo lo nuevo. Así que es un tema muy serio de la cultura nuestra. Hay que pararse en un lugar donde se puedan establecer términos de unidades, síntesis, a partir de valores que sean indiscutibles.
Yo me imagino en esta gestión, si una va defender un federalismo o visibilizar las culturas provincianas –no como un eslogan, porque yo eso lo defiendo en serio y además incluyo a la provincia de Buenos Aires y a la ciudad de Buenos Aires con un fuerte protagonismo en la cultura nacional, por supuesto-, va a tener que hacerlo desde la excelencia. Y hay mucho ejemplos que uno puede dar y no sólo de la música porque mi obligación va a ser velar por todas las manifestaciones. Yo te puedo mencionar escritores admirados en el mundo y que acá no son conocidos como Daniel Moyano. Para citar un ejemplo, hay mucho más. Ni hablar de los poetas que están por todos los rincones de la patria, de los pintores, del teatro.
Yo me acuerdo de la gloria que tenía el teatro de Tucumán, con unas figuras tan extraordinarias. La plástica que yo vi en mi provincia con maestros como Spilimbergo, Alonso, Timoteo Navarro enseñando allí, formando.
Es un país de una diversidad cultural que hay que aprovecharla. Me parece que la diversidad entre las regiones nuestras tienen, al mismo tiempo, una semejanza con culturas de países vecinos. El nordeste forma parte de una unidad cultural con Brasil y Paraguay, parte de Uruguay. Ni hablar de nuestro noroeste con todas las culturas andinas. Me parece que más allá de lo que uno pueda hacer, esas cuestiones son cuestiones muy serias, muy importantes, que tienen que estar en la agenda no solo de una dirección de cultural de una cancillería sino de la clase política.
¿Tomaste contacto con tu antecesor, Sergio Baur? ¿Qué balance hacés?
Muy positivo, muy amable. Con una disposición absolutamente solidaria para recibirme y yo tengo que retribuir en ese sentido diciendo que hay profesionales en serio en esa área con una vocación por valorizar y defender la cultura nacional. Yo espero apoyarme en esas capacidades y al mismo tiempo ir sugiriendo algunas líneas que tienen que ver con lo que estamos conversando.
En general estos cargos los ocupan quienes hacen la carrera diplomática. En tu caso se trata de alguien que viene de la práctica cultural
Las expectativas no son que, como tituló un medio, venga un ´folclorista´ –yo a esto me lo imagino con comillas- a ocupar un área que pareciera que requiere de un glamur especial. Es como si hubiese un estatus en las manifestaciones artísticas. ¿Qué viene a hacer un folclorista donde se espera un cineasta, un plástico, un especialista en arte que se consideran más aptas para hacer vitrina de un país ante el mundo? Cuando uno elige qué pone en la vitrina también está dirimiendo ahí cómo lo vive al país, cómo le duele, cómo lo siente, cómo lo conoce. Yo estoy ahí para llevar mis vivencias, mis pensamientos y no voy a generar tensiones con lo que se hizo sino que voy con una idea de sumar a lo que se viene haciendo. Una mirada de poner en valor todo lo que se pueda poner de un país tan rico culturalmente.
No estás desligado de la militancia política ni de la gestión con eventos como Guitarras del mundo, la carrera docente, el trabajo en el Fondo Municipal de las Artes.
Ya lo vengo pregonando y haciendo. En ese sentido me siento absolutamente jugado en determinados roles. Lo más parecido a lo que voy a encarar ahora ha sido en todo caso integrar el directorio del Fondo Nacional de las Artes, que lo hice durante once años. Yo renuncié cuando ganó el macrismo las elecciones, a pesar de que me habían propuesto que continúe. Decidí renunciar, no es necesario explicar por qué.
Fueron once años en una institución de cultura que se parece bastante solo que esta otra muestra al afuera lo que hay adentro y el fondo muestra hacia adentro lo que hay adentro. Pero hay una dirección común que es fomentar, poner en valor, visibilizar, dar oportunidades, igual en derechos a las ayudas del estado a toda la población que está trabajando en el campo de la cultura. Espero poder coordinar con el fondo algunas cosas.
Ya estoy pensando en algunas propuestas que las tengo que conversar con el ministro de Cultura. Yo sé que vamos a tener un buen diálogo, no me cabe la menor duda de eso. Pero también sería bueno abrir esos diálogos a los organismos de cultura de las provincias y de los municipios para ver si podemos encolumnarnos a través de algunos ejes temáticos de tal manera que las políticas sean más certeras y tengan mejores resultados.
Con los municipios también…
Sí, yo creo que hay que hacerlo. Por lo menos trasladar las inquietudes y las propuestas. Yo tengo mucho respeto por los organismos de cultura que se debaten generalmente en tremendas limitaciones presupuestarias y están a cargo de personas muy comprometidas del quehacer cultural. Terminan siendo militantes en cargos públicos y haciendo muchas cosas importantes.
Me parece que hay que, en medio de la crisis o de las limitaciones económicas, lo mínimo que habría que hacer es establecer esas comunicaciones.
Foto de portada: Telam