“Damos por concluido el debate, el tribunal comienza su etapa de deliberación”, afirmó esta mañana Roberto Amábile, presidente del Tribunal Oral subrogante que juzga a cuatro ex integrantes de la Triple A bahiense.

La lectura del veredicto será el lunes 2 de agosto a las 9, con modalidad presencial, en Colón 80. Raúl Roberto Aceituno, Juan Carlos Curzio, Héctor Ángel Forcelli y Osvaldo Omar Pallero son los imputados por integrar la asociación ilícita a la que se le atribuyen más de dos decenas de secuestros, torturas y asesinatos.

Este jueves tuvieron oportunidad de decir sus palabras finales, “última expresión posible de autodefensa”. Todos se remitieron a lo dicho por el abogado Gustavo Rodríguez durante el alegato de la defensa oficial.

“Agradezco a las partes por la colaboración prestada para el desarrollo del juicio a pesar de los avatares de público conocimiento, hemos empezado de manera presencia, tuvimos que suspenderlo y retomar de este modo”, dijo Amábile sobre el final de la videoconferencia.

En su alegato, el fiscal Pablo Fermento reclamó condena de prisión perpetua para Aceituno por haber integrado la asociación ilícita y como coautor del homicidio de David “Watu” Cilleruelo. El resto está acusado solamente por el primero de los delitos, por lo cual, requirió 10 años de cárcel.

Fermento pidió al tribunal que todos los actos sean considerados crímenes de lesa humanidad constitutivos de genocidio, que se revoque la prisión domiciliaria de Aceituno y se ordene la detención de los otros tres represores.

En cuanto a la reparación simbólica, planteó que se declaren insalvablemente nulas un conjunto de resoluciones del ex interventor de la UNS, Remus Tetu, y del ex secretario general técnico, Julio César Lemos, y se encomiende a las autoridades actuales que notifiquen a los destinatarios de las cesantías y expulsiones ocurridas en 1975.

Además, acompañó la propuesta de la Comisión por el Reconocimiento Académico post mortem de Cilleruelo y solicitó que las universidades del Sur y del Comahue y las delegaciones de Bahía Blanca y General Pico de la UTN coloquen en espacios de circulación pública referencias históricas sobre la puesta a disposición de sus instalaciones y recursos al servicio del funcionamiento de grupos paraestatales armados y la publicación de la sentencia definitiva de la causa.

Adhirieron desde la querella Mónica Fernández Avello, en representación de la agrupación H.I.J.O.S., y Francisco Fuster por la UNS.

Por su parte, Leandro Aparicio, abogado de la familia de Luis Jesús García, pidió una nueva investigación respecto a “otras personas y otras responsabilidades” y que la sentencia destaque que “que la práctica de amenazar, asesinar y desaparecer adversarios políticos no comenzó el 24 de marzo del 76 sino que se pergeñó e instrumentó a través de distintos documentos durante el gobierno de Juan Domingo Perón y su sucesora María Estela Martínez”. Además, solicitó que el Ministerio de Educación incorpore como efemérides la fecha del 21 de noviembre como recordatorio de las víctimas de la violencia paraestatal, en referencia al atentado sufrido por el ex senador Hipólito Solari Yrigoyen ese día de 1973.

La defensa oficial propuso la absolución de los cuatro imputados y la inmediata libertad de Aceituno, dado que el resto se encuentra excarcelado. Respecto a la acusación por el homicidio de Cilleruelo, requirió subsidiariamente se condene a Aceituno como «cómplice secundario» a la pena máxima de 3 años de prisión en orden al delito de amenazas calificadas por uso de armas y se tenga por purgada la pena con la prisión preventiva que cursa desde 2015.

Con motivo del décimo aniversario del inicio del primer juicio de lesa humanidad en Bahía Blanca -el cual condenó a 18 represores cuyos crímenes fueron enmarcados “en el genocidio sufrido en nuestro país durante la última dictadura cívico militar”- FM De la Calle comparte las siguientes reflexiones de sobrevivientes y militantes por los derechos humanos.

Adriana Metz, su madre Graciela Romero y su padre Raúl Eugenio fueron detenidos y continúan desaparecidos al igual que su hermano Raúl, nacido en cautiverio en La Escuelita y apropiado por los terroristas de Estado

Las Madres Marcela García y Celia Korsunsky junto a Adriana.

Junio del 2011 un rato antes de la primera audiencia me enteraba de que tenía que declarar. En la calle me crucé con Hugo Cañón y me dijo que Bahía empieza a ser algo más justa. Cuánta razón tenía. Fue la primera condena por la apropiación de un bebé, mi hermano, sin que él haya recuperado su identidad. Se pudo comprobar que nació y alguien se lo llevó. 44 años después, lo seguimos buscando. La justicia citó a un civil, Massot, y a un cura, Vara. No solo lo decían familiares, las Madres, las Abuelas, los Hijos, quedó demostrado en la justicia que fueron desaparecidos por razones políticas. Falta mucho pero se hizo bastante, vamos a seguir, no queda otra.

Marita Aure, integrante de la Comisión de Apoyo a los Juicios

El inicio de los juicios fue un momento muy especial cargado de grandes expectativas, de mucho trabajo previo en lo inmediato de los organismos de derechos humanos en pos de su consecución y con mucho acompañamiento de la sociedad en general.

Pasaron seis años del comienzo de los juicios a nivel nacional hasta que se logró su realización en la ciudad por las reticencias y trabas del Poder Judicial local que se rehusaba a ser parte del juzgamiento. Todos los integrantes del Tribunal Oral Federal han sido de otras jurisdicciones, con la excepción de un representante local en la actual conformación.

En estos diez años se han llevado a cabo varios juicios a Ejército, Armada y actualmente a la Triple A. Aún quedan otros por hacer. Mucho se ha caminado, develado, aportado a la verdad histórica. Se han logrado condenas ejemplares y otras que no lo han sido. Siempre se pidió Justicia por los crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado. Siempre hemos dicho que la justicia tardía tiene poco de Justicia. Con los juicios estamos algo más cerca. De todos modos, ¡seguimos exigiendo su cumplimiento!

Walter Larrea, abogado querellante por la APDH y la Comisión de Desaparecidos de Río Negro y Carmen de Patagones

Hace diez años comenzó un proceso demorado por distintas normas que trabaron el proceso de verdad jurídica. El juicio estaba previsto para meses antes pero hubo que recusar a los magistrados porque en los días previos a la audiencia se conoció la noticia de que los jueces de l tribunal oral se habían reunido con los procesados a tomar café en un club de la ciudad. Eso demoró hasta el mes de junio.

Pasaron cientos de testimonios cruentos, la satisfacción de saber que se inició un camino que había llevado muchos años de impunidad, merced a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final pero que finalmente la democracia argentina comenzaba a saldar una deuda con desaparecidos, familiares y con la sociedad toda.

Emociona cumplir 10 años y el deseo que la justicia avance en la culminación de todos los procesos porque el tiempo atenta contra la posibilidad de brindar justicia. El juicio tuvo una importancia trascendental, pero los procesos de memoria, verdad y justicia no deben anclarse únicamente en procesos judiciales, sino en políticas públicas de no repetición y memoria. Y para que sobrevivientes, familiares y la sociedad toda podamos tener la posibilidad de procesar aquel tiempo y postular que ni en la Argentina ni el mundo, el terror como práctica estatal, la dictadura como método de gobierno, la desaparición forzada, tortura y muerte no puede ser jamás una acción política.

Fortunato Mallimaci, sociólogo e investigador del CONICET. Estudió en la UNS hasta que su exilio en 1975

Me parece importantísimo hacer memoria, verdad y justicia y recordar muy fuerte al fiscal Hugo Cañón, que hizo de su vida un esfuerzo para que estos juicios lleguen a Bahía Blanca; a los organismos de derechos humanos que se movilizaban cuando pocas personas se movilizaban; y a la UNS, que prestó sus dependencias. A partir de ahí comenzó un proceso de condenar a los responsables del terrorismo, de la Triple A, los crímenes que se cometieron del 74 al 83. Hacer memoria, verdad y justicia ayuda para que ese Nunca Más siga presente en Bahía Blanca.

Por último, recordar a las víctimas que sufrieron el terrorismo de Estado en Bahía y que transformaron su sufrimiento en testimonio y permitieron condenar a los responsables. Gran homenaje a ellas y ellos porque nos permiten mirar lejos, tener esperanza y mostrar que ese sufrimiento se ha transformado en condena.

Ángeles Prádanos, hija de Juan Carlos, profesor universitario y técnico del INTA Ascasubi

Gracias por mantener viva la memoria a través de los juicios que se dictan en todo el país, les agradezco a todos los que participan y han participado, quienes están en la justicia, ex militantes, sobrevivientes, los medios y la sociedad que acompaña. No ha sido fácil que haya juicios, es algo que jamás me imaginé. Lamento que muchos ya por impunidad biológica no estén y tantos casos que les han dado domiciliaria. Es una enseñanza para la sociedad y las generaciones futuras, Argentina es un ejemplo. Espero que la justicia llegue a todas las víctimas.

Enrique Gandolfo, secretario general de la CTA

Destacar las emociones que recorrían las calles y el edifico de la UNS, en todas las personas que nos habíamos congregado para celebrar el inicio de aquellos juicios. Habían pasado 35 años de los reclamos por, en primer lugar, la aparición con vida y, luego, por el juicio y castigo a los culpables de los crímenes cometidos.

La cantidad de personas en aquella manifestación y acto estaba atravesado por esa idea de haber alcanzado algo por lo que tanto se había luchado. Y ahí estaban también las memorias presentes de tantos y tantas compañeras que habían dado la lucha desde el comienzo acompañando a los organismos de derechos humanos.

También, es parte de la verdad histórica, era necesario una decisión política que era anular las leyes de la impunidad. En esta ciudad, que en tantos lugares se habla del conservadurismo, también la lucha debería reflejarse, para llegar a ese día hubo un cúmulo de lucha obrera y popular presente. Recordé a Miguel Loyola y a Enrique Heinrich.

Fue el inicio de este proceso de juicios que hoy tiene otro eslabón en crímenes que se cometieron antes, como son los de la Triple A, para los que algunos tienen desmemoria y es necesario refrescar todos los días. Fueron 24 asesinatos entre el ’74 y ’75 y buena parte de las víctimas era militantes del movimiento social, obrero y estudiantil. Llama la atención que el presidente y vice del PJ se olviden que también en esa época se cometieron crímenes y que había responsables y que están identificados en el juicio.

Hay una continuidad en la lucha por la memoria y en no dejar en el olvido a estos crímenes que intentaron acallar las voces que no se resignaban a un presente de explotación, sometimiento y saqueo y llevaron adelante una lucha. Recordamos a los y las compañeras, no por las determinaciones que llevaron a su asesinatos sino por sus actos de vida en la militancia y de creer en los sueños que tenían.

Julia García, sobreviviente del terrorismo de Estado y hermana del “Negrito” Luis Jesús García, asesinado por la la Triple A

Recordar todas las luchas y esfuerzos que se pusieron para llegar a ese punto. Recordar todo lo que fue, habían pasado 35 años del golpe, la lucha del pueblo argentino fue incansable, comenzó con los familiares de las víctimas y la búsqueda de desaparecidos. Un camino que no solamente significó el dolor por las desapariciones, torturas y muertes sino una lucha en contra del propio Estado, de diferentes gobiernos.

Rescatar el Juicio a las Juntas, el informe de la CONADEP, pero no se debe olvidar la ley de Obediencia Debida y la de Punto Final, el indulto de Menem. En Bahía en particular, a pesar de estar vigente estas leyes, se pudo avanzar con los Juicios por la Verdad y tuvimos la suerte de que hubiera miembros del Poder Judicial comprometidos como Hugo Cañón y Abel Córdoba. Este juicio y todos los posteriores son una clara muestra de la organización, de la búsqueda de la verdad y de la información. No me quiero olvidar de ustedes por su presencia y compromiso en la difusión, la otra voz de lo que significó la complicidad de La Nueva Provincia en el genocidio.

Telma Alonso, ex consejera universitaria, militante por los derechos humanos e impulsora del juicio académico a Gloria Girotti

Nos parecía que no llegaba nunca la iniciación del primer juicio por delitos de lesa humanidad pero finalmente llegó. Cuando pienso, no sin una mezcla de alegría y de nostalgia, en ese día histórico me viene a la memoria el recuerdo de gente muy valiosa que nos acompañó, algunos ya no están, como el querido Hugo Cañón o Eduardo Hidalgo, otros siguen en su camino de lucha como Adolfo Pérez Esquivel, Nora Cortiñas, Marcela, la mamá del Negrito García, José Schulman, el colectivo H.I.J.O.S., los militantes de los distintos campos comprometidos con los derechos humanos. Este hecho fue la demostración más cabal de que es necesario apostar con mucha fuerza al proceso de verdad, memoria y justicia. Se lo debemos a los 30 mil compañeros que están siempre presentes con nosotros y a todas las víctimas de esta nefasta dictadura genocida.

Diez años transcurrieron desde la fría mañana del 28 de junio de 2011 en la cual comenzó el primer juicio por crímenes de lesa humanidad en Bahía Blanca. Era el primer tramo de la causa Ejército con 17 represores sentados en el banquillo y una multitud manifestándose frente al rectorado universitario y colmando el Aula Magna de Colón 80.

Quince meses después, llegaría el día de justicia para parte de las víctimas del terrorismo de Estado con condenas a cadena perpetua a 14 imputados, de 17 años y medio de prisión para dos de ellos y 18 para el restante. Sus crímenes fueron enmarcados “en el genocidio sufrido en nuestro país durante la última dictadura cívico militar”.

También se ordenó investigar la posible comisión de delitos por parte del diario La Nueva Provincia a partir de las publicaciones que sustentaban las versiones de enfrentamientos fraguados por el V Cuerpo de Ejército y la complicidad de integrantes de la Iglesia Católica y el Poder Judicial.

Pablo Fermento, fiscal auxiliar a cargo del debate oral de la causa Triple A, por aquel entonces estaba “en la trinchera”, había ingresado al equipo de la Fiscalía cuando Hugo Cañón entregó la posta a Abel Córdoba, y participó de los preparativos del juicio.

-¿Qué significó ese primer juicio?

Era avanzar sobre tierra virgen, no había nada reconocido, así que muchísima ansiedad. Estamos en una jurisdicción de alguna manera tardía en lo que era el desarrollo de los trámites respecto a otras ciudades, en La Plata ya había sentencia desde hacía varios años, en Neuquén también, en Bahía costó un poco más, se trataba de que por primera vez la justicia declarara la existencia de La Escuelita, de los centros clandestinos, de un plan criminal sistemático en la región, muchísimos desafíos. Hubo un prófugo antes de arrancar el juicio, además del antecedente de (Oscar “laucha”) Corres. Muchísimo trabajo, el equipo a full, muy movilizante, algo que te supera por todos lados, técnica, profesional y emocionalmente, fue un juicio fantástico.

-A diferencia del que hoy está en curso acumulaba años de aportes e investigaciones judiciales, de la Conadep, de los organismos de derechos humanos…

Exactamente, el primer juicio fue la consolidación de un trabajo de tres décadas, arrancando desde los habeas curpus que se metieron en la fecha en cuanto a registro documental, los primeros esfuerzos de familiares, de compañeros, de la comunidad en la búsqueda de verdad y justicia; los procesos en sede militar; la 11/86 que fue el Juicio a las Juntas versión Bahía Blanca ya con la presencia de Hugo (Cañón); posteriormente los Juicios por la Verdad; y todo ese bagaje fueron los pilares sobre los que se construyó aquella sentencia.

Hubo personas como Hugo, (Luis) Cotter, Mirta Mántaras, en ese momento la secretaria de Fiscalía era Haydée Hernández, Pirucha para los conocidos, que venía de hacer los Juicios por la Verdad, era una interacción generacional super interesante. Estaba Eduardo (Hidalgo), ya se había ido (Ernesto) Malicia. Abrió caminos, en Bahía fue el primero de los ocho que vamos, fue para nosotros los más jóvenes, parte de un proceso que se tenía que dar y se iba a dar, pero para la gente más grande era ver concretado algo que pensaron que tal vez nunca iba a pasar.

-¿Qué decían los testigos luego de declarar por primera vez ante un tribunal? ¿Cómo les impactaba?

Fue totalmente nuevo para todos. Mi mirada en ese momento también era la de alguien que recién iba acercándose a todo eso. Con el tiempo fui comprendiendo más un montón de situaciones, pero para mí también fue la primera vez que vi declaraciones de víctimas de estos delitos en juicio, yo no había seguido los Juicios por la Verdad, cuando empezamos a trabajar sí vi los videos pero verlos ahí por primera vez y escuchar a los chicos de la ENET, que ya no eran chicos pero que de alguna manera lo seguían siendo porque era como volver a su infancia, a su adolescencia, ellos ya habían declarado dos o tres veces, con esa carga y ese compromiso, era fuertísimo. Escucharlo a Eduardo a quien uno veía como representante de la APDH, un militante, contar su historia, te partía al medio. Y para ellos también era el compromiso de declarar en esas condiciones de estar todo por decirse, no porque en los otros juicios esté todo dicho pero, de alguna manera, ya hay reconocimientos sobre los que se continúa. Hay hechos que consideramos notorios y que se establecieron en ese juicio.

-Luego la sentencia no solamente implicó penas importantes para los represores que estaban en juicio sino que abría investigaciones sobre los sectores civiles. ¿Cuánto esperaban y cuánto se pudo trabajar a partir de ese fallo?

Fue el puntapié para investigar a los civiles. Antes del fallo ya habíamos realizado la imputación a los secretarios federales (Hugo Sierra y Gloria Girotti), se había solicitado el allanamiento de La Nueva Provincia sin imputación, que fue rechazado, pero lo que fue la investigación a los directivos de LNP salió de ahí en base a lo que se había exhibido entorno a los enfrentamientos fraguados, cómo se habían presentado en el diario cuando habían sido fusilamientos.

Siguió con investigaciones al juez (Francisco) Bentivegnia. Ya habíamos hecho la imputación a (Guillermo Federico) Madueño, el juez federal, que estuvo prófugo y falleció al poco tiempo de ser capturado y al capellán (Aldo) Vara. Y en 2015 iniciamos este juicio que está terminando a la Triple A bahiense.

-¿De aquella sentencia están confirmadas las condenas salvo en un caso?

Queda pendiente tratar por la Corte el recurso de Walter Tejada, los demás recursos fueron rechazados. Hace unos días nos corrió traslado el tribunal para la ejecución de las penas, deja de ser prisión preventiva y pasa a ser cumplimiento efectivo de condena.

-¿En aquella sentencia se comenzaba a realizar reparaciones simbólicas?

En Armada I, en 2015, se ordenó la publicación de la sentencia en LNP. En Bayón se solicitó la reparación civil, que no nos hicieron lugar, y en Sticker -que fue en 2013- se solicitó la anulación de un Consejo de Guerra, más allá de que no producía un efecto concreto, esos consejos fueron utilizados para blanquear los cautiverios en La Escuelita y la continuación de esos cautiverios en la cárcel nunca se habían anulado esas condenas y consideramos necesario repararlos simbólicamente.

Triple A: cerca de la sentencia

Juan Carlos Curzio, uno de los cuatro imputados en la causa Triple A.

Este martes la Fiscalía replicará el alegato de la defensa de los cuatro imputados por haber integrado la Triple A. “Vamos a contestar algunos planteos sobre el tratamiento de los hechos y la valoración de la prueba, después hubo planteos técnicos que tiene que ver con cuestionar la imprescriptibilidad de la acción, la incostitucionalidad de la asociación ilícita, del pedido de perpetua y otras que trataremos de desarrollar brevemente para no dilatar más el proceso”, explicó.

Agregó que en su alegato “la defensa en lo general trató de establecer un contexto diferente del que existió y planteamos nosotros, que este escenario previo a la dictadura ya formaba parte de la maquinaria del terrorismo. Y sobre el homicidio de Watu (Cilleruelo) intentó deslizar la duda razonable entorno a la intervención de Aceituno: acepta que fue Jorge Argibay quien disparó y la presencia de su hijo Pablo y sostiene que no habría sido Aceituno sino Sañudo el tercer ejecutor. Es uno de los puntos que vamos a tratar mañana”.

Luego tendrá la opción de replicar la querella a cargo de la dra. Mónica Fernández Avello y de hacer su dúpica la defensa oficial.

Cumplida dicha instancia, restarán las palabras finales de los acusados -Raúl Roberto Aceituno, Juan Carlos Curzio, Héctor Ángel Forcelli y Osvaldo Omar Pallero- y la lectura del veredicto del tribunal.

Tras cinco jornadas, terminó este mediodía el alegato de la defensa en la causa que juzga a ex miembros de la Triple A de Bahía Blanca. El 29 de junio desde las 9 se dará lugar a las réplicas de las partes.

La estrategia consistió en resumir los crímenes a “luchas sectoriales entre bandas dentro del peronismo y en algunos casos por fuera de él”, la negación del control de los hechos por parte del Estado y, por lo tanto, la descalificación de los mismos como delitos de lesa humanidad y genocidio.

La intervención, a cargo de Gustavo Rodríguez y Cintia Bonavento, culminó con el pedido de absolución para los cuatro imputados por haber integrado la asociación ilícita que cometió más de una veintena de crímenes de lesa humanidad.

La defensa pública pidió la inmediata libertad para Raúl Roberto Aceituno y que se mantenga la excarcelación de Juan Carlos Curzio, Osvaldo Omar Pallero y Héctor Ángel Forcelli.

En el caso de Aceituno, respecto a la acusación por el homicidio de David “Watu” Cilleruelo, requirió subsidiariamente se lo condene como “cómplice secundario” a la pena máxima de 3 años de prisión en orden al delito de amenazas calificadas por uso de armas y se tenga por purgada la pena con la prisión preventiva que cursa desde 2015.

La abogada Mónica Fernández Avello, en representación de la Agrupación H.I.J.O.S., solicitó penas de prisión perpetua para Raúl Aceituno y de diez años de cárcel para Juan Carlos Curzio, Osvaldo Pallero y Héctor Focelli.

Es por haber integrado la asociación ilícita Triple A, la cual cometió decenas de crímenes en nuestra ciudad durante los meses previos al golpe de Estado de 1976. En el caso de Aceituno, se le imputa, además, participación directa en el homicidio de David “Watu” Cilleruelo.

“Por los 30 mil, por la Memoria, la Verdad y la Justicia, las compañeras y compañeros víctimas de la Triple A y sus familiares, señores jueces, les solicito que se haga justicia”, concluyó.

El 3 de mayo continuarán las audiencias con los alegatos de Leandro Aparicio y Francisco Fuster, en representación de la familia de Luis “Negrito” García y la Universidad Nacional del Sur, respectivamente.

La querella no computó ningún tipo de atenuantes. “Es obvio que no existieron condicionamientos de edad, de educación, de miseria o dificultad para ganarse el propio sustento que los hubiera compelido a cometer los hechos”. Sí sumó agravantes, “principalmente respecto a la extensión del daño causado y a la ausencia de arrepentimiento”.

Por otro lado, adhirió a los pedidos de reparación simbólica realizados por la Fiscalía y requirió que se revoquen las excarcelaciones de Curzio, Pallero y Forcelli y la detención domiciliaria de Aceituno.

La abogada cerró con una cita de la testigo Gladys Haydé Elvira:

“Para que una sentencia sea justa debe ser reparadora. (…) Hay que reparar los 45 años de demora, el medio siglo que pasó con los asesinos impunes. Esta gente ni siquiera se cambió de vecindario, nos obligaron a convivir por medio siglo a las víctimas y a los familiares con los asesinos. (…) Espero de este tribunal una sentencia ejemplificadora, aleccionadora, que acabe con la impunidad para siempre (…), aun así, con los 45 años de impunidad. Quiero decir que José, Julio, Gabe, los 30 mil no son solo Memoria, son, por sobre todas las cosas, convicciones que levantaron los pañuelos blancos, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y que en este presente todavía sin justicia, levantan los hijos, las hijas, los nietos y nietas”.

Fernández Avello agregó: “Por los testigos fallecidos durante este juicio. Maffo Pereyra, que durante su declaración se quedó sosteniendo la cabeza de su amigo Watu. Esa gran mujer que fue la compañera de Gini, Marta Fabini. Eugenio Navarrete, Víctor Basterra y Jorge Bernardi. También Luis Ángel ‘el Turko’ Salomón, quien tomó registro de todos los juicios en Bahía Blanca. Y por ese gran luchador contra la impunidad en Bahía Blanca, Eduardo Hidalgo”.

La abogada Mónica Fernández Avello avanzó esta semana en su alegato contra cuatro ex miembros de la Triple A bahiense. Afirmó que negar la existencia de la banda parapolicial «es un insulto a la inteligencia».

Fue al considerar lo dicho por los testigos de la defensa y, en particular, por el presidente y el vice del Partido Justicialista Mario Simón y Hugo Álvarez.

«La única conclusión lógica y razonada es que dicen desconocerla porque no solamente apoyaban su ideología sino también apoyaban sus métodos. Más que una declaración ha sido una confesión y desde esta punto de vista solicito se valoren», dijo.

Los imputados son Raúl Roberto Aceituno, Juan Carlos Curzio, Osvaldo Omar Pallero y Héctor Ángel Forcelli. La letrada sostuvo que «la responsabilidad de la sociedad es decir Nunca Más» y la del tribunal «es la de sentenciarlos con la máxima pena que corresponda al delito que cometieron».

La audiencia del martes terminó de manera abrupta por un corte de internet. Su exposición continuará con el análisis de las responsabilidades penales de los acusados el próximo 26 de abril desde las 9.

«¡Están mintiendo!»

La representante de H.I.J.O.S. destacó la «falta de credibilidad absoluta de todos los contemporáneos a los hechos que manifestaron desconocer lo que era la Triple A. No solamente por la magnitud que tuvo esta organización criminal -estamos juzgando una parte de los hechos porque la realidad es que son alrededor del doble- sino porque era imposible vivir en Bahía Blanca y no haberse topado uno o sus conocidos en algún momento con estos delincuentes».

La militancia política no era necesaria para saber lo que hacían: «Andaban en la vía pública haciendo ostentación de armas, en bares, en whiskerías, en restaurantes, cafés. Eran visibles para todos nosotros aunque no supiésemos sus nombres o no los pudiésemos identificar por su cara. ¿Cuál es la valoración que hago de esos testimonios? ¡Están mintiendo!».

La querellante se preguntó por el motivo de estas declaraciones que se podrían haber amparado en el señalamiento de represores que murieron impunes. «Hasta podrían haber dicho ‘yo estaba de acuerdo con la ideología de la Triple A pero no con sus métodos’. Pero ¿desconocer qué existían? Es un insulto a la inteligencia».

«La única conclusión lógica y razonada es que dicen desconocerla porque no solamente apoyaban su ideología sino también apoyaban sus métodos. Más que una declaración ha sido una confesión y desde esta punto de vista solicito se valoren».

Fernández Avello recordó que en el debate «vimos la declaración del presidente y del vicepresidente de un partido democrático», en referencia a los líderes del Partido Justicialista local Mario Adalberto Simón y Hugo Héctor Álvarez.

«Repito: acá no solamente estamos juzgando casos lejanos y pensamos que nunca más van a ocurrir. No, señores jueces, esto puede volver a ocurrir. Ya he explicado cómo el gobierno anterior comenzó este circuito de inteligencia nuevamente para espiar y perseguir, incluso a mis patrocinadas, H.I.J.O.S. Bahía Blanca. ¿O acaso no vimos todos y todas por televisión en una manifestación bolsas de polietileno negro, simulando mortajas con nombres, entre otros el de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo? ¿No vimos en una manifestación anterior que iban con horcas? ¿O acaso no hay una guerra judicial que ha destruido el Código Penal y la Constitución?».

La querellante advirtió que «en cuanto se les da una mínima oportunidad comienzan a rearmarse» y que no es una cuestión de nombres: «López Rega no está, Ponce no está, pero dejaron sus retoños».

Un único objetivo

Fernández Avello precisó que, a diferencia de los militares que intentaban excusarse en el cumplimiento de tareas ajenas al terrorismo de Estado como la hipótesis del conflicto con Chile, el único objetivo de la Triple A fue la eliminación de enemigos políticos. «Pertenecer era formar parte de los ejecutores porque, como ha quedado probado, la inteligencia correspondía a distintos organismos del Estado».

«Si bien es verdad que salvo el caso de Aceituno -que se lo ubica caminando con los Argibay cuando asesinaron a Cilleruelo- el resto solo va por la asociación ilícita, para esta querella todos y cada uno son responsables de todos los homicidios, privaciones ilegítimas de la libertad, torturas, robos, amenazas y daños ocurridos en aquella época porque con su aporte a la organización criminal permitieron que estos delitos se hagan posibles», afirmó.

Lesa humanidad

La abogada sostuvo que la tesis principal de la causa es que los hechos «son delitos de lesa humanidad porque la Triple A recibió el aporte del Estado para realizar sus crímenes. Esto lo vemos claramente porque cuando este aporte cesó, cesaron los crímenes de la Triple A que pasaron a manos de las fuerzas armadas».

«Digo Estado en un sentido amplio del término, sea de las fuerzas de seguridad con sus zonas liberadas, de la justicia no investigando, las fuerzas armadas haciendo inteligencia, la Universidad Nacional del Sur pagándoles un sueldo y permitiéndoles usar sus vehículos», concluyó.

“Hicieron lo que hicieron por la connivencia de políticos, fuerzas armadas, jueces y fiscales. O sea, el Estado puso a disposición de estos asesinos gran parte de su aparato”, dijo Mónica Fernández Avello en la primera jornada de su alegato.

La representante de la agrupación H.I.J.O.S. continuará lunes y martes desde las 9 su exposición en el juicio contra cuatro ex integrantes de la Triple A bahiense acusados de integrar una asociación ilícita que cometió 24 homicidios.

“Todos sabíamos quién era Ponce y su patota, el terror que nos producía la fiambrera y la certeza de que la justicia no nos iba a dar ninguna respuesta ante el atropello de estos asesinos”, afirmó.

La semana pasada la Fiscalía pidió pena de prisión perpetua para Raúl Roberto Aceituno y de 10 años de cárcel para Juan Carlos Curzio, Osvaldo Omar Pallero y Héctor Ángel Forcelli.

Fernández Avello recordó que en los noventa, década en la cual nació la agrupación H.I.J.O.S., “existía la absoluta impunidad” y el discurso oficial sostenía la teoría de los dos demonios. “Se pretendía equiparar a las víctimas del terrorismo de Estado con los genocidas. Eso lo estamos viendo en este juicio ante la insistencia de la defensa para hacer ver los hechos como una simple disputa interna dentro de un partido que se arreglaba a los tiros, cuando la Triple A en ese momento definía todo en esta ciudad, en la CGT, en la universidad, en la justicia y en la iglesia”.

Destacó que el accionar de la asociación ilícita que integraban, entre otros, los imputados en el juicio “se dedicó a matar a un montón de gente en Bahía Blanca y la zona dentro de un plan criminal macro que estaba establecido en todo el país”.

“No estamos nutriéndonos solamente de prueba testimonial, no nos valemos de testimonios únicos, aislados, huérfanos y carentes de sustento. Cada uno está refrendado por muchos documentos, por elementos de convicción como, por ejemplo, las notas periodísticas de la época y por los informes de inteligencia, refrendados a su vez por las causas penales en las que surge palmariamente la connivencia del Poder Judicial”.

Impunidad y reciclaje

En aquel clima de impunidad menemista surgieron los escraches. “Se encontraban las víctimas y los victimarios. Ellos: asesinos, torturadores, violadores y robadores de bebés, andaban por las calles, en algún café, en cualquier kiosco o en la esquina de una manifestación de derechos humanos”.

Eso permitió que muchos genocidas se reciclaran en la función pública. “En este juicio lo hemos visto claramente. Uno de los casos emblemáticos es el de Pablo Argibay, hijo de Jorge Oscar Argibay, a quien hemos escuchado nombrar hasta el cansancio como el jefe de los culatas”.

“Este señor actuaba conjuntamente con su hijo Pablo y formaba parte de la asociación ilícita Triple A, varios testigos los vieron en la UNS y en otros lugares, armados, amedrentando y también asesinando, como es el caso de Watu”.

Pablo Argibay murió impune días después que la Fiscalía lo incluyera en el pedido de detención e indagatoria al grupo que está siendo enjuiciado. Luego de su participación en el genocidio, estudió medicina, trabajó en el Hospital Italiano de Buenos Aires, fue asesor del Ministerio de Ciencia y Tecnología, investigador del CONICET. “Murió en 2015 como un gran señor lleno de honores por sus colegas. Una se pregunta: ¿por qué sucedió esto? Realmente sucedió por la impunidad”.

Otro ejemplo fue el del acusado Héctor Ángel Forcelli, quien al recuperar la libertad -de la que aún goza- concurrió al acto del Día de la Lealtad Peronista el 17 de octubre de 2018. “Nadie de los presentes reparó en él o repudió su presencia, cosa que sí hizo la agrupación que represento”.

“Ni que hablar de otro muy mencionado en este juicio, Rodolfo Ponce, quien fuera diputado de la Nación desde el 10 de diciembre de 1983 al 9 de diciembre de 1985”, agregó y subrayó “la distorsión moral que permitió que aquellos integrantes de hordas asesinas se transformaran en representantes del pueblo argentino”.

Acólitos de Montezanti

En otro tramo de su alegato, Fernández Avello se refirió a la demora que tuvo la justicia bahiense en dictar su primera sentencia sobre los crímenes del terrorismo de Estado respecto a otras jurisdicciones.

Arriba: Forcelli, Montezanti y Aceituno. Abajo: Chisu, Curzio y Pallero.

“No es casual que ocurra esto en un Poder Judicial que, hasta hace pocos años, tenía como integrante de la Cámara Federal a Néstor Montezanti, quien también fue profesor de la UNS formando futuros abogados. Este individuo está procesado por la asociación ilícita Triple A, la misma que estamos juzgando acá. Él no está más pero sus acólitos y los de la dictadura siguen estando en el Poder Judicial”, afirmó.

La persistencia del miedo

Para la abogada, esto explica el miedo de los testigos para declarar en la causa. “Tenemos a todos los procesados en libertad y uno solo con domiciliaria, en una ciudad chica como Bahía Blanca donde, como remarcaron varios testigos, todos sabíamos quién era Ponce y su patota, el terror que nos producía la fiambrera y la certeza de que la justicia no nos iba a dar ninguna respuesta ante el atropello de estos asesinos”.

Durante el debate se supo que Curzio llamó a una testigo antes de su declaración. “Pero claro, el tribunal no lo tomó como un acto intimidatorio y Curzio sigue en libertad. Esta es la respuesta que la justicia les da a las víctimas hoy. Y después quieren que los testigos no tengan miedo”.

“Me limité a decir lo que dije, si alguna vez la justicia me da seguridad yo voy a explicar esto”, sostuvo otro testigo a quien, luego de ser convocado en la instrucción, le quemaron la casa y un grupo -entre cuyos integrantes sospecha estaba Pallero- le dio una paliza.

Dijo Fernández Avello: “Señores jueces, hace once años que estoy como querellante en juicios de lesa humanidad pero nunca vi el terror de los testigues. Es más, muchos ni siquiera quisieron declarar”.

Más allá de las disculpas

“Hoy estamos juzgando hechos que ocurrieron hace 46, 47 años”, sostuvo la titular de la querella, “más allá de las disculpas que se puedan pedir a las víctimas y sus familiares, la asociación que represento no es culpable de esta situación”.

“Culpables son los que apoyaron o callaron ante las leyes de impunidad. Culpables son esos jueces que no investigaron, esa policía que dio zona liberada, esa prensa que mintió deliberadamente y, por qué no, esa parte de la sociedad que miró para el costado siendo la Triple A la antesala de los años más oscuros que vivió la Argentina y cuya influencia siguió hasta nuestros días”, sentenció.

La Fiscalía pidió condenas de prisión perpetua y de 10 años de cárcel para los cuatro imputados en la causa que juzga más de una veintena de homicidios cometidos por la Triple A en Bahía Blanca.

Son las penas más altas para los delitos que se imputan.

“Por la memoria de las víctimas y la dignidad de familiares y sobrevivientes, por la valentía de quienes prestaron testimonio y el silencio de quienes no pudieron hacerlo, por el fin de la impunidad y del miedo, que sea justicia”, afirmó Pablo Fermento.

Los acusados son Juan Carlos Curzio, Osvaldo Pallero, Héctor Ángel Forcelli y Raúl Roberto Aceituno. Todos imputados por asociación ilícita y en el caso de Aceituno, también por la coautoría del crímen de David Cilleruelo.

“Los hechos que estas personas cometieron siguen atravesando a la sociedad, la condena cumple una función reparadora ya que únicamente de esa manera se clausura el capítulo de impunidad”.

Fermentó solicitó que todos los actos sean considerados crímenes de lesa humanidad constitutivos de genocidio.

Reclamó que se revoque la prisión domiciliaria de Aceituno y se ordene la detención de los otros tres represores.

En cuanto a la reparación simbólica requirió que se declaren insalvablemente nulas un conjunto de resoluciones del ex interventor de la UNS, Remus Tetu, y del ex secretario general técnico, Julio César Lemos, y se encomiende a las autoridades actuales que notifiquen a los destinatarios de las cesantías y expulsiones ocurridas en 1975.

A las universidades del Sur y del Comahue y a las delegaciones de Bahía Blanca y General Pico de la UTN que coloquen en espacios de circulación pública de referencias históricas sobre la puesta a disposición de sus instalaciones y recursos al servicio del funcionamiento de grupos paraestatales armados y la publicación de la sentencia definitiva de la causa.

A 46 años del crimen se conformó la Comisión por el reconocimiento académico de Watu Cilleruelo. La Fiscalía sumó su apoyo y consideró que el dirigente “se convirtió en un símbolo por lo que fue, por lo que le hicieron y por cómo y para qué se lo hicieron”. Por ello, pidió que la UNS le entregue el título honoris causa al dirigente de la Federación Universitaria del Sur.

El fiscal Pablo Fermento avanzó con el alegato contra cuatro ex integrantes de la Triple A bahiense para quienes pedirá condenas en la audiencia del 8 de abril.

El lunes pasado continuó con la exposición de los hechos y las pruebas que dan cuenta de los homicidios que son juzgados.

Se refirió a Luis Jesús García, Alberto Noé Bayarsky, Carlos Dorñak, María Isabel Mendivil, Fernando Antonio Alduvino, José Manuel González, Angel Enrique Ogues, Ovidio Oscar Ancel, Carlos Anibal Nakandakare, Alberto Mario Pojomovsky, Víctor Eduardo Oliva Tronocoso, Hugo Norberto Ardiles, Orlando Walker, Manuel Santiago García y Salvador Julio Trujillo.

Luis Jesús “Negrito” García, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y del Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS). Al ser asesinado tenía 18 años y trabajaba en la empresa constructora Interamerican en Ingeniero White, donde había sido designado delegado de obra.

De acuerdo con las pruebas señaladas por la fiscalía, en la madrugada del 22 de septiembre de 1974, un grupo de entre cuatro y cinco personas armadas ingresó violentamente en su domicilio alegando pertenecer a la policía. En el acto, procedieron a su secuestro, arrastrándolo y golpeándolo. Los captores se retiraron del lugar en dos vehículos. Por la mañana de aquel día, y luego de una intensa búsqueda por parte de familiares y compañeros de militancia, el cadáver de García fue hallado junto a un camino de tierra perpendicular a la ruta N° 3, cerca del paraje conocido como “El Pibe de Oro”.

Para la fiscalía, la realización de aquel operativo por parte de la asociación ilícita dirigida por el fallecido diputado provincial Rodolfo Ponce quedó acreditada –junto al patrón de actuación– por los testimonios que dieron cuenta de una tarea de “fichaje” por parte de la C.G.T. local, entre cuyos blancos se encontraba el propio García.

Pero el dato insoslayable resulta ser, según se indicó en el alegato, que tanto los captores como los vehículos utilizados para la concreción del secuestro fueron identificados por la madre y la hermana de la víctima como pertenecientes a la organización criminal conocida como Triple A. De acuerdo a las actuaciones judiciales de la época, el automotor fue hallado en el hall de la Universidad Nacional Tecnológica de la ciudad, cuyas instalaciones se encontraban por entonces bajo ocupación armada del mismo grupo paraestatal.

Otro aspecto destacado en la exposición fue la profusa actividad de inteligencia que se realizó sobre el acto de sepelio de García —según consta en archivos de la Dirección de Inteligencia de la Policía bonaerense que fueron expuestos en pantalla durante el alegato— en donde figuran los nombres y las banderas políticas de quienes asistieron. Tal es así que la gran mayoría de las personas apuntadas luego fueron víctimas del terrorismo de Estado.

Por otra parte, se expuso la prueba sobre una serie de crímenes cometidos por la misma organización criminal en la madrugada del 21 de marzo de 1975, en la que fue asesinado el sacerdote Dorñak, y secuestrados y posteriormente ejecutados Mendivil y Alduvino.

Esa misma madrugada, hicieron detonar además una bomba en el domicilio del militante universitario Jorge Riganti, atacaron con armas una escuela de Cáritas (en donde intentaron secuestrar a la hermana Norma Gorriarán) y tuvo lugar la tentativa de secuestro de Carlos Entraigas, también militante estudiantil.

A su vez, se analizó la prueba del caso de Alberto Mario Pojomovsky, quien en la madrugada del 29 de junio de 1975, al retirarse junto a su esposa en vehículo de la casa de unos amigos, fue interceptado por un grupo de personas armadas que se trasladaba en un Ford Falcón verde con techo blanco y una camioneta doble cabina, ambos vehículos propiedad de la Universidad Nacional del Sur.

Tras hacerlos descender del automóvil y pedirles que acreditaran la identidad, los agresores intentaron secuestrar a la pareja de la víctima, quien logró escapar corriendo, pero recibió un disparo en una de las piernas. Mientras se alejaba, escuchó los disparos efectuados a su marido.

Según el análisis de la fiscalía, Pojomovsky fue abandonado herido por los captores, junto a la camioneta que estos utilizaban, la cual un día más tarde fue reclamada a la policía por uno de los integrantes del grupo paraestatal en representación de la Universidad Nacional del Sur, bajo la cobertura de que el automotor había sido robado del rectorado la noche anterior. Antes de fallecer veinte días más tarde en el Hospital Municipal, la víctima llegó a manifestar a su familia que el Falcon que usaron los atacantes también pertenecía a esa casa de altos estudios.

La fiscalía enfatizó en el modo en que los casos de García y Pojomovsky ponen de manifiesto la práctica de utilización de los vehículos y recursos de las universidades, al servicio del accionar delictivo de la asociación ilícita. Por aquel entonces, el rector de la Universidad Nacional del Sur era Remus Tetu, señalado por la acusación como uno de los jefes de la Triple A bahiense.

Durante el desarrollo de los restantes casos analizados en la jornada, se exhibió en pantalla un volante de la época —aportado por un testigo— en el que compañeros de militancia de los trabajadores “Negrito” García, González, Ardiles, Walker, Trujillo y Santiago García apuntaban al sector de Rodolfo Ponce como el responsable de sus asesinatos. Cabe destacar que para la fiscalía el diputado nacional y secretario de la CGT Bahía Blanca era el otro de los jefes de la Triple A local.

El juicio continuará el 8 y 9 de abril a las 8.30. La fiscalía estima que en la primera jornada concluirá su exposición y formulará el petitorio de las penas para Juan Carlos Curzio, Osvaldo Omar Pallero, Héctor Ángel Forcelli y Raúl Roberto Aceituno, a quienes se acusa de haber pertenecido a la organización criminal y, en el caso de Aceituno, de ser uno de los autores del asesinato del estudiante y militante estudiantil David Hover “Watu” Cilleruelo.

1025 genocidas fueron condenados tras la reapertura de las causas de lesa humanidad hace 15 años y 165 personas fueron absueltas. En total, son 3490 las investigadas de las cuales solo un cuarto está privado de la libertad.

Según información de la Procuraduría de Crímenes de Lesa Humanidad, hay 618 procesadas, 623 solamente imputadas, otras 104 fueron sobreseídas y hay 169 con falta de mérito, es decir con una situación aún no definida.

Tampoco está definida la situación de otras 42 personas indagadas sobre las que aún no hubo resolución de mérito, mientras que suman 29 los prófugos y prófugas.

En la actualidad existen 626 causas en todo el país en las que se investigan los delitos del terrorismo de Estado: 278 se encuentran en etapa de instrucción, 254 obtuvieron sentencia, 73 están elevadas a juicio y 21 se encuentran actualmente con el debate en curso.

Entre febrero y marzo inicaron los debates de cinco causas y para abril se espera el inicio de otra. La situación de emergencia sanitaria influyó en la continuidad de los juicios: de los procesos iniciados antes de la cuarentena, doce tuvieron sentencia y diez aún continúan en trámite. Entre estos últimos, el debate de la causa Triple A de Bahía Blanca.

De los juicios que se iniciaron con posterioridad al decreto, once continúan en trámite y uno obtuvo sentencia.

A lo largo del proceso de verdad y justicia fallecieron 715 personas antes de que se dictara sentencia a su respecto.

De las 3490 personas investigadas por delitos de lesa humanidad desde la reapertura de las causas 1661 -es decir, un 47% del total- transitan los procesos en libertad, mientas que 859 -un 25%- se encuentran privadas de su libertad. De todas ellas, 636 cumplen el arresto en su domicilio. Esta modalidad de detención predomina desde 2016.

La Procuraduría destacó, además, que en relación al tiempo que insume la tramitación de estas causas, transcurren cinco años y dos meses desde el requerimiento de elevación a juicio hasta el último fallo de la Corte Suprema para que una sentencia quede firme.

Analizado ese lapso por tramos, el organismo estableció que en promedio transcurren cinco meses entre el requerimiento de elevación a juicio y la clausura de la instrucción; dos años y cuatro meses desde la elevación a juicio hasta el veredicto; y tres años y siete meses entre la sentencia y el fallo del último recurso ante la Corte Suprema.

En julio del 76 Guillermo Quartucci se fugó de los genocidas que lo habían secuestrado junto a un grupo de profesores. Corrió una fría noche por los campos pampeanos de Jacinto Arauz, caminó seis días y llegó a Bahía Blanca. Permaneció en la clandestinidad por tres meses y emprendió el exilio mexicano.

Juan Pablo Felix y el bahiense Esteban Garelli dirigen la película “Fuerzas vivas” en la cual relatan la historia del Operativo Arauz. Se podrá ver a partir de mañana en el festival del BAFICI de manera presencial en CABA y estará disponible online durante 72 horas.

“Conocí la historia de Guillermo hace mucho tiempo y siempre fue increíble. Fue secuestrado en el Operativo Arauz, logró fugarse y la fuga es un relato apasionante pero hay mucho más detrás de eso. Surgieron cosas muy interesantes, no solo sobre lo que pasó sino por qué sucedió ese operativo”, comentó Garelli a FM De la Calle.

Señaló que “Guillermo, antes de salir del país, estuvo clandestino tres meses, durante muchos años borró este episodio de su vida. Hasta que a principios del siglo, cuando se reabrieron los juicios, se metió de lleno en la investigación de lo que pasó con su detención. La película también cuenta cómo llegó a descubrir estas denuncias que hicieron las fuerzas vivas del pueblo”.

El largometraje se grabó en abril del 2018 y estuvo listo para estrenarse el año pasado pero la pandemia cambió los planes. Durante el rodaje “sucedieron muchas cosas fuertes”, dijo el director.

“Los profesores secuestrados de las aulas del colegio frente a sus alumnos fueron ocho. Algunos fueron liberados el mismo día, quedaron cuatro en un puesto caminero. Tres estuvieron presos blanqueados en Santa Rosa y Guillermo se escapó. Ninguno había vuelto a la escuela, Guillermo pudo volver, reconocer el aula de dónde fue sacado por los militares y hablar con los alumnos actuales del colegio. También pudo visitar el puesto caminero de la Ruta 35, en el límite entre Buenos Aires y La Pampa, donde estuve en cautiverio una tarde y de allí se escapó”.

1La historia de persecución estuvo oculta durante mucho tiempo: “Si se contaba era como una anécdota, pero nunca se iba a contar a fondo por qué pasó. Eso es lo que plantearon como querellantes, ir más allá, entender que los militares llegaron a ese pueblo con un operativo desmesurado a raíz de denuncias de vecinos que decían que en ese colegio se estaba contaminando las mentes de la juventud”.

“Hay diferencias en las visiones de acuerdo a las diversas generaciones. Ahora los chicos están recibiendo otra información sobre eso que pasó y están pudiendo construir una nueva mirada. Seguramente sigue habiendo resistencias a que se destape el tema, en la misma escuela y en el pueblo, hoy conviven familiares de denunciantes y de denunciados. Siempre fue difícil hablar del tema porque fue una herida abierta”.

El fiscal auxiliar Pablo Fermento comenzó esta mañana el alegato en el juicio por crímenes de lesa humanidad contra cuatro ex integrantes de la Triple A. “Nos acostumbramos a vivir sin justicia porque a las muertes naturalizadas, lo natural, valga la redundancia, es que no se las investigue y no se las juzgue”, afirmó.

La apertura de la exposición incluyó un pedido de disculpas por la demora de más de cuatro décadas y una reivindicación a una de las “primeras instancias institucionales en la que muchos de quienes vivieron la violencia y las muertes pudieron superar el silencio y el miedo”.

Fermento aseguró que la sentencia del juicio “va a ayudar a abrir caminos en el proceso colectivo de Memoria, Verdad y Justicia y en la recuperación del sentido histórico tanto en el país como en la comunidad bahiense”.

Los imputados son Juan Carlos Curzio, Osvaldo Omar Pallero, Héctor Ángel Forcelli y Raúl Roberto Aceituno. Las audiencias continuarán mañana y pasado desde las 9 con transmisión en vivo por el canal de youtube Audiovisuales UNS.

Fermento recordó que el juicio analiza el accionar de “una organización criminal a la cual se le atribuyen 24 homicidios que fueron cometidos en los años 74 y 75”.

“Uno de los testigos, Fortunato Mallimaci, dijo en la audiencia que se empezó a naturalizar la muerte. Estamos hablando de 24 asesinatos alevosos y con ensañamiento cometidos entre septiembre de un año y diciembre del siguiente, es decir, poco menos de dos muertes por mes”.

El fiscal manifestó que “casi medio siglo nos llevó como sociedad estar concluyendo este debate del juicio, por estos motivos adherimos al pedido de disculpas que realizó el tribunal por tamaña demora”.

Comentó que esta falta de respuesta a tiempo ” no es inocua, se perdió muchísima prueba en el camino, pero por sobre todas las cosas perdimos a las personas, víctimas, familiares, amigos, muchísimos testigos y también personas que deberían ser sindicadas como responsables y que murieron en la impunidad”.

Durante el debate fallecieron al menos cinco testigos: Marta Beatriz Fabini, esposa de la víctima Rodolfo Gini; Miguel Ángel Pereyra, Eugenio Ángel Navarrete, Víctor Melchor Basterra y Jorge Alberto Bernardi.

“Pero además se perdió algo fundamental como es el debate como sociedad sobre lo que sucedió en un período histórico muy doloroso, muy sentido del país y de la sociedad donde la justicia, que cumple un rol necesario, estuvo ausente durante muchas décadas”.

“Lo que quedó es el silencio y el miedo. Miedo que vimos atravesar cada una de las audiencias testimoniales porque, a pesar del medio siglo que sucedió, sigue vigente y se actualiza”, dijo.

Sin embargo, el fiscal alegó que “la justicia aunque tardía sigue siendo justa porque se la sigue reclamando y necesitando y continúa siendo un logro encontrar los canales institucionales para su realización”.

“Esta parte de la historia de la ciudad de Bahía Blanca que fuimos recorriendo es una parte censurada, porque así como el brazo genocida clausuró espacios sociales también se clausuraron las representaciones de lo sucedido”.

Aseveró que “de todo lo que escuchamos en las audiencias se supo y se sabe mucho, se habló y se habla muy poco aun en la actualidad. Este proceso de verbalización de lo vivido tuvo que ser un proceso privado de cada sobreviviente, de cada familia, porque no se habilitaron las instancias colectivas”.

“En este juicio estamos asistiendo a una de las primeras instancias institucionales, tal vez la primera en Bahía Blanca, en la que muchos de quienes vivieron la violencia y las muertes pudieron superar el silencio y el miedo y lo hicieron para poder contar su verdad y reclamar justicia con gran valentía y coraje”, reconoció.

Tras la introducción, Fermento destacó que la de la Triple A es “una historia compleja que tiene numerosas tramas” e inició el desarrollo de la primera de ellas: la alianza entre el diputado nacional peronista y secretario de la CGT de Bahía Blanca, Rodolfo Ponce, y la familia Massot, propietaria de La Nueva Provincia.

Este lunes a las 9 comenzará el alegato de la fiscalía ante el Tribunal Oral en el juicio que tiene como imputados a Juan Carlos Curzio, Osvaldo Omar Pallero, Héctor Ángel Forcelli y Raúl Roberto Aceituno.

Se los acusa de haber pertenecido a la organización criminal Triple A y, en el caso de Aceituno, de ser uno de los autores del asesinato del estudiante y militante estudiantil David Hover “Watu” Cilleruelo. Se llega a esta instancia luego de haber escuchado la declaración de más de 90 testigos.

En representación del Ministerio Público Fiscal interviene la Unidad de Asistencia para causas por Violaciones a los Derechos Humanos durante el Terrorismo de Estado, a través del fiscal general Miguel Ángel Palazzani, el fiscal ad hoc José Alberto Nebbia y el auxiliar fiscal Pablo Vicente Fermento.

Como partes querellantes actúan Hijos Bahía Blanca, la familia de la víctima Luis Jesús García y la Universidad Nacional del Sur (UNS).

Se estima que la exposición de la fiscalía requerirá al menos de las jornadas del lunes 15, el martes 16 y el miércoles 17 de este mes. Luego continuará en las que se establezcan con posterioridad.

El juicio oral y público por la actuación de la Triple A en Bahía Blanca se había iniciado en marzo del año pasado, pero fue postergado a raíz de la pandemia. Luego, en julio, se retomó con un sistema mixto: por un lado se llevaron a cabo las audiencias en el Aula Magna de la UNS a puertas cerradas -con el objetivo de cumplir el distanciamiento social entre las personas presentes-, y también hubo participación por conexión virtual remota para quienes integran grupos de riesgo.

Finalmente, se hicieron por un sistema totalmente virtual. En este marco, la fiscalía había señalado la necesidad de asegurar la transmisión pública de las audiencias, en vista de la importancia simbólica que estos procesos mantienen en función de los intereses generales y comunitarios comprometidos en su realización. Es por ello que las audiencias del debate oral se pueden seguir a través del canal de YouTube de la Universidad.

Durante el debate, la generalidad de los testimonios se refirieron a la existencia de la organización criminal que los acusados integraban, a la que aludieron como la Triple A o la patota del diputado nacional Rodolfo Ponce y, en el ámbito universitario, del rector interventor Remus Tetus. Se describieron distintos aspectos de su accionar, tales como el patrullaje en la “fiambrera” -un Fiat 125 azul- y otros vehículos, las prácticas de intimidación en los edificios universitarios, diferentes episodios de agresión e intimidación armada y los asesinatos cometidos.

Las declaraciones también graficaron distintas situaciones que dieron cuenta de los vínculos del grupo paraestatal con el Estado, y del marco de impunidad con el que operaba.

El homicidio de David “Watu” Cilleruelo

El 3 de abril de 1975, la víctima fue asesinada de un disparo en la cabeza en un pasillo del ala de Ingeniería de la Universidad Nacional de Sur, mientras se encontraba junto a otros compañeros convocando a alumnos para la asamblea de delegados de Centros de Estudiantes, con el fin de revalidar las autoridades de la Federación Universitaria que él mismo presidía.

Durante el debate, distintos testimonios refirieron que los responsables del homicidio se dirigieron en el vehículo del Rectorado hasta el lugar donde se encontraba Cilleruelo, lo ultimaron y se retiraron inmediatamente en el mismo automóvil. Diversos testigos señalaron que Jorge “Moncho” Argibay fue quien le disparó a la víctima, y que junto a él estaban su hijo Pablo -ambos fallecidos- y el propio Aceituno.

Fuente: fiscales.gob.ar

El 15 de marzo será el turno del alegato del fiscal Pablo Fermento en el juicio contra cuatro ex integrantes de la Triple A de Bahía Blanca. También habrá audiencias los días 16 y 17.

Esta semana terminaron las testimoniales de la defensa de los imputados Raúl Roberto Aceituno, Osvaldo Pallero, Héctor Ángel Forcelli y Juan Carlos Curzio.

El lunes declaró la tía política de Aceituno. La docente jubilada Élida Natol recién mencionó el parentezco ante la pregunta de la Fiscalía. Previamente había manifestado que lo conocía “de vista” de “la matiné de Ing. White” y del Club Comercial “por amigos comunes”.

Afirmó que en la década del 70 estudiaba ingeniería civil en la UNS y hacía trabajos esporádicos, uno de ellos como administrativa en la UOCRA.

Sostuvo que conoció a David “Watu” Cilleruelo “porque invitaba a reuniones” y que estaba en el edificio de Alem 1253 el día de su asesinato. Fue la única testigo que dijo que el tercero de los sicarios que acompañaban a Jorge Argibay y a su hijo Pablo era Roberto Sañudo y no su sobrino Aceituno.

Por otra parte, a pesar de las numerosas testimoniales que destacaron la ostentación de armas y la actitud amenazante de la banda en los ámbitos estudiantiles y sindicales, Natol aseguró que “no había ninguna presencia intimidatoria en la universidad”.

Ayer se presentó Silvana Flores, ex tesorera de un jardín de infantes con el que colaboró Osvaldo Pallero hace 25 años. La mujer aclaró que no tiene referencias sobre la vida del imputado en la década del 70 y que lo considera un “gran amigo, buen compañero, solidario”.

Por otra parte, el rectificador mecánico Carlos Balbuena pidió declarar porque considera que Juan Carlos Curzio debería ser enjuiciado por “ñoqui”. La línea defensiva no es novedosa, pretende sostener que Curzio fue contratado por la UNS “simplemente para cobrar un sueldo” y financiar su actividad como corredor de speedway.

Según el testigo, Curzio era concuñado del secretario de la Junta Nacional de Granos, Alberto de la Fuente, “quien le consiguió ayuda económica, entre ellas, creo que era sereno en calle Rondeau la primera cuadra. El Departamento de Agronomía lo manejaba la JNG pero pertenecía a la UNS. Yo sé que cobraba un sueldo en ese lugar para ayudarlo deportivamente. Fue cuando Ponce pasa a ser secretario de la CGT y después diputado”.

Balbuena fue afiliado del PJ y dijo que pertenecía “siempre a la izquierda”. “En mi facebook pueden ver que pongo cosas de política, cómo me visto, traje cosas para que vean, si no van a decir este vino disfrazado del Che Guevara. Amo al Che Guevara, leo al Che Guevara”. Mencionó que quince días atrás firmó “una planilla” en solidaridad con un grupo de jubilados que se manifestaba en Córdoba.

La abogada Mónica Fernández Avello le marcó la contradicción entre el “ñoqui” que “levantaba quiniela” para vivir y el corredor exitoso que ganaba de a millones. “El deporte es caro y él viajaba a Europa, a Australia… Fue en 76, 77, antes tenía que juntar la plata, él vivía de eso”, respondió.

Contó que su padre militaba en el Partido Comunista y tenía un taller mecánico. Allí conoció en su infancia a Curzio. Dijo que la Triple A “perseguía a los comunistas” y que “no cree” que el corredor la haya integrado. “Nunca supe de una afiliación política de él. Por ahí me carga y me dice zurdito”.

Balbuena dijo que era un “infiltrado” en el SMATA: “A los de izquierda no nos querían pero uno estaba ahí” y cuando hacían huelgas “la patota nos patoteaba”. Consultado por los integrantes de la banda aseguró que “los más famosos que estaban con Ponce son los Argibay, padre e hijo, despues se nombraba, me acuerdo porque fui amigo de él, un Chisu”. Sostuvo que “la fiambrera la manejaba gente de los Bustos” y aseguró que una vez vio bajarse de un Torino en pleno centro al corredor Juan Carlos Belongini armado con una itaka.

Afirmó además que tuvo “un amigo montonero” al que identificó como Chiche Ruiz Vera y respondió que la línea interna de los Bustos en el peronismo “era opuesta a la de Ponce”. El secretario de la CGT estaba “muy a la derecha” y los hermanos Bustos “a la izquierda”.

“Parece muy poco creíble que alguien de la edad de estos dirigentes no haya conocido lo que fue la patota de Triple A, la patota en la UNS encabezada por Remus Tetu, el accionar de Ponce al frente de la CGT. Es imposible no conocer que el accionar de la patota de Tripla A constituye un eslabón y antecedente inmediato e insoslayable de lo que fue el andamiaje represivo de la dictadura a partir del 24 de marzo”, dijo Walter Larrea a FM De la Calle.

El concejal se refirió así a las declaraciones de Mario Simón y Hugo Álvarez, presidente y vice del PJ, en el juicio contra cuatro ex miembros de la banda. Los dirigentes fueron convocados por la defensa de Héctor Forcelli y Osvaldo Pallero y aseguraron que no conocieron la existencia de la Triple A en la década del 70 ni la conocen en la actualidad.

Larrea afirmó que los dichos le provocaron “desazón y rechazo” y agregó que “la Triple A no fue una banda de forajidos que tenía una conducta criminal, fue una banda parapolicial financiada desde el Ministerio de Bienestar Social que comandaba López Rega y que acá tuvo su expresión. Espero y confío que este juicio arroje las sentencias que esperamos en cuanto a probar la participación en la asociación ilícita y del crimen de Watu”.

“Los juicios son importantes pero tienen que servir como disparadores del debate y la discusión pública de este período tan nefasto de la historia. Que a un tipo de 70 y pico de años le den cadena perpetua está bien pero que esto sirva para la cultura de la no repetición, la sanción del crimen tiene que generar que el cuerpo social asuma que esto ha sido una mancha, un accionar delictivo que afectó a las víctimas y al conjunto social”.

El abogado recordó a otros testigos “desmemoriados” que han declarado en las causas: “Un ex concejal de la UCR, luego delegado de Cerri, Alberto Sangre, cuando se le consultó porque él estaba haciendo la conscripción prácticamente salió con una exculpación de las autoridades y efectivos del ejército. EL dr. (Carlos) Massolo cuando cuando fue a declarar, eran colegas, dijo que no le constaba las torturas de Benamo. A lo mejor no le consta porque no las vio presencialmente pero esto va más allá de ser testigo directo, es expresar una postura política sobre el accionar del terrorismo de Estado”.

“Es un debate que nos falta, hay reticencia a revisar algunas conductas que han tenido a quienes nos han antecedido en la dirigencia sindical. Cuando la basura se guarda debajo de la alfombra, capaz que no se ve, pero después empieza a echar olor”, sentenció Larrea.

Mencionó que “Argentina, por una decisión de política de Estado que recoge la lucha de los organismos, decidió enfrentar este pasado, ahora hay que trasladar este debate a la sociedad, esto nos va a permitir construir una sociedad más vivible”.

Consultado respecto a si las declaraciones del PJ habían sido analizadas en el espacio del Frente de Todos en el Concejo Deliberante, aseguró que “en general es una postura del bloque, lo que no estoy al tanto es qué va a asumir la estructura del Partido Justicialista”.

Las declaraciones

El presidente del Partido Justicialista de Bahía Blanca, Adalberto Mario Simón, declaró en defensa de Héctor Ángel Forcelli, uno de los cuatro ex integrantes de la Triple A juzgados por crímenes de lesa humanidad.

Afirmó que sabía «muy poco» sobre la actuación de la banda parapolicial que cometió decenas de homicidios de militantes políticos y que atemorizaba a la población patrullando la ciudad y haciendo ostentación de armas en ámbitos sindicales y universitarios.

Escuchá este resumen:

Hugo Héctor Álvarez, vicepresidente del PJ y dirigente local y nacional del gremio de la AFIP, declaró en el juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos por la Triple A. Convocado por la defensa de Osvaldo Pallero siguió el mismo camino del desmemoriado titular del justicialismo, Adalberto Simón

Embanderado en el “ejemplo” de José Ignacio Rucci afirmó que -aún hoy- no podría explicarles a sus hijos qué fue la Alianza Anticomunista Argentina que funcionó durante el gobierno de Juan Domingo Perón y María Estela Martínez.

Pallero es un ex militante de la Juventud Sindical Peronista e integrante de la seguridad de Remus Tetu. Según el ex interventor de la UNS, integró la primera tanda de represores contratados porque “habían enfrentado los ‘problemas subversivos’ en la UTN y, en tal carácter, se habían postulado espontáneamente para hacer lo propio en la UNS”.

Álvarez conoció al imputado en las colonias de Maldonado durante su infancia. Según manifestó, entre 1973 y 1976 no lo frecuentó. “Yo seguí la carrera de técnico automotor, teníamos taller a la mañana y clases a la noche. En el mediodía mi padre, que era ferroviario, se iba a Darregueira y yo tenía que encargarme de unas vacas”.

Tras la vuelta de la democracia se reencontraron en la militancia en distintas líneas del peronismo aunque no recordó a cuál pertenecía el acusado. Dijo que Pallero trabajaba en la Junta Nacional de Granos y que no le consta que haya sido empleado de la Universidad del Sur.

Respecto a la banda parapolicial comandada por Rodolfo Ponce y Remus Tetu, el dirigente afirmó que “lo que uno veía es lo que mandaban los diarios, no estaba en eso (…) Decían que había una Triple A y las cosas que decían los periódicos en ese momento. No le podría especificar”.

Recordó que José López Rega “fue ministro” aunque no sabe si se lo vinculaba con la organización paraestatal. Ignora si Pallero participó en algún grupo violento: “Nunca lo vi armado ni me contaron”.

Con el correr de los años tampoco conoció más que “lo que llegaba en los diarios” sobre los crímenes que hoy son juzgados. Dijo que eso no se habla “en nuestro ámbito de militancia”.

Consultado si en alguna ocasión se enteró de la vinculación de Ponce con grupos armados declaró: “Le tengo que contestar lo mismo, tenía una edad diferente en ese momento, ellos eran más grandes, no lo conocía a Ponce, lo que decían los medios lo decían los medios”.

“Si lo tuvo ni me acuerdo tampoco”, dijo cuando el fiscal le preguntó si el diputado nacional del FreJuli  y secretario de la CGT bahiense había ocupado algún cargo.

Rodolfo “Fito” Ponce.

-¿Hoy tiene algún conocimiento, si le tuviera que explicar a sus hijos, sobre qué era la Triple A?, preguntó la querella.

-No.

-¿Escuchó hablar de la patota de Ponce?

-Por los diarios, que había una patota, que había un Falcon verde.

-¿Qué actividad tenía?

-No me acuerdo.

En cuanto a los crímenes de militantes en la época dijo: “Me acuerdo en la universidad, lo que decían los diarios es que parece que estaban repartiendo volantes, vino alguien y le pegó un tiro”. No sabe si Remus Tetu tenía guardia de seguridad o alguna relación con Ponce.

Álvarez afirmó que José Ignacio Rucci es “un ejemplo” para él aunque desconoció si Ponce tenía la misma línea política que el ex jefe de la CGT nacional.

El presidente del Partido Justicialista de Bahía Blanca, Adalberto Mario Simón, declaró esta mañana en defensa de Héctor Ángel Forcelli, uno de los cuatro ex integrantes de la Triple A juzgados por crímenes de lesa humanidad.

Afirmó que sabía “muy poco” sobre la actuación de la banda parapolicial que cometió decenas de homicidios de militantes políticos y que atemorizaba a la población patrullando la ciudad y haciendo ostentación de armas en ámbitos sindicales y universitarios.

“Hablar de eso sería mentirle”, dijo al tribunal y manifestó que desconoce “totalmente” que haya funcionado una célula en Bahía Blanca. Consultado por el jefe de la patota, Rodolfo Ponce, quien fuera diputado nacional del FreJuLi y secretario general de la CGT en la época, respondió: “Creo que fue legislador nacional”.

Este viernes declara el vicepresidente del PJ, Hugo Álvarez, convocado por la defensa de Osvaldo Pallero.

Simón comentó que a Forcelli se lo presentó Ezequiel Crisol en el marco de la campaña que proponía al dirigente de Empleados de Comercio como candidato a intendente a principios de la década del 90. Comiendo en el Club Olimpia sellaron su amistad: “Si hubiese llevado armas no sería amigo mío”.

El ex legislador provincial se afilió al Partido Justicialista en 1971. Durante el período de acción de la Triple A era empleado de Entel y militaba en el gremio telefónico. “Nunca me enteré de todo este tema, de esta patota, nada”.

Supo que entre las filas del peronismo hubo víctimas del terrorismo de Estado, “un compañero y una compañera, pero no recuerdo sus apellidos”.

Desde 2018 Simón transita su tercer período como presidente del peronismo bahiense. Ya había ocupado el mismo cargo en 1991 y en 2003. Sin embargo, apenas escuchó hablar de Ponce, nunca registró alguna vinculación del ex secretario de la CGT con las patotas, ni supo ni sabe de la existencia de líneas internas en su partido durante la década del 70.

A René Bustos, referente del peronismo enfrentado a Ponce, lo conoció “porque fue concejal conmigo en 2003”.

Por último, el presidente del PJ respondió a la abogada de H.I.J.O.S., Mónica Fernández Avello, que mantuvo “dos o tres reuniones” con integrantes de la agrupación. “Hubo un acto del 17 de octubre por el Día de la Lealtad en la plaza del Noroeste, Forcelli participó y tuve algunos reclamos de los sectores de izquierda. Desde el partido les explicamos que fue un acto a puertas abiertas y Forcelli podía participar como afiliado al peronismo”.

El hecho ocurrió en 2018 luego que la justicia federal otorgara la excarcelación al represor por el vencimiento del plazo de prisión preventiva.

https://youtu.be/WU8RhCLVFGM?t=8026

El periodista Néstor Busso declaró en el juicio a cuatro integrantes de la Triple A bahiense a partir de un informe realizado por el Servicio de Documentación e Información Latinoamericana sobre el asesinato del sacerdote Carlos Dorñak y la persecución a sectores católicos progresistas.

“El clima de Bahía Blanca era de terror, pánico, miedo. Principalmente de los sectores cristianos comprometidos con los más humildes, de la comunidad salesiana”, dijo el ex director del Sedipla y agregó que, en ese contexto, la actitud del arzobispo Jorge Mayer fue “lamentable y claramente de complicidad con el poder”.

Busso dedicó su testimonio a la memoria de Eugenio Navarrete, presidente de la Asociación de Presos Políticos de Rio Negro, quien declaró en el juicio en diciembre y falleció en Viedma el 29 de enero.

El Servicio de Documentación e Información Popular Latinoamericano (Sedipla) surgió a principios de la década del 70 como iniciativa de un grupo de matrimonios vinculados a la Pastoral de la Conferencia Episcopal.

Su objetivo era difundir “la presencia de la Iglesia Católica en la realidad de la Patria Grande y el compromiso de los cristianos con los más pobres”. Dicho espíritu era fruto “del Concilio Vaticano II, la Conferencia Latinoamericana de Obispos en Medellín y su concreción en Argentina que tuvo como resultado el documento de San Miguel”.

Anoticiados del incremento de la violencia en Bahía Blanca y del asesinato del cura salesiano Carlos Dorñak, Néstor Busso viajó a nuestra ciudad junto a Alberto Aguirre el fin de semana del 25 de mayo de 1975.

“Entrevistamos a distintas personas, volví a La Plata y redacté el texto que fue publicado en la revista en junio. Fue un viaje muy intenso en un clima de mucha tensión y de gran terror”, recordó ante el tribunal.

Afirmó que “en Bahía Blanca solo estaba el padre Del Col. Santecchia y Stochetti se habían ido por las amenazas y los hechos sucedidos en marzo. Ingresé al lugar donde asesinaron a Dorñak y saqué fotografías. Era un zaguán con un hall al que daban varias habitaciones, estaba destruido, con rastros de un incendio, se veían las marcas de disparos”.

En los paredones del centro bahiense vio inscripciones con la sigla de la banda paraestatal y le llamó la atención “una leyenda en la fachada del Instituto Juan XXIII que decía ‘las AAA son nuestros compañeros, que sigan reventando zurdos’”.

“Varias personas me hablaron del trabajo de la religiosa Norma Gorriarán en Villa Nocito donde lideraba una escuela que, además, brindaba asistencia a los vecinos y vecinas. La hermana ya se había ido a causa de las amenazas y ataques que había recibido ese lugar”.

El informe del Sedipla de junio de 1975 destacaba que en aquel clima de terror “todos los entrevistados pidieron no ser identificados”. Busso mencionó que le “hablaban de la patota de Ponce y la patota de Remus Tetu”.

“Grupos armados que circulaban por la ciudad a los cuales se le atribuía los hechos de violencia. Se sumaba la presencia muy fuerte de la Marina. (…) Además de a Dorñak, esa noche asesinaron a Marisa Mendivill y a Fernando Alduvino. El padre José Zamorano, estaba en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, también fue atacado y unos días antes habían asesinado a un militante cristiano con mucha participación en la iglesia, José ‘Pepe’ González”.

El periodista dijo que “en aquel momento no había diferenciación entre las patotas y se las vinculaba con la Triple A, que tenía un discurso de defensa de la patria, anticomunista y atacaba especialmente a sectores religiosos que ellos calificaban de izquierdistas, zurdos, subversivos”.

Para justificar los crímenes estaba La Nueva Provincia: “Acusaba a las víctimas de ser los originantes de esos asesinatos y esa violencia, quienes pensaban de determinada forma debían ser eliminados”.

“Era evidente que esos hechos, ese desfile de patotas portando armas de las que muchos me hablaron, no podrían haber sucedido si no hubiera habido un ‘permiso’ de parte de las fuerzas del Estado. En el caso de Dorñak llegaron los bomberos y luego la policía apenas miró el lugar, no tengo noticias que haya habido investigaciones judiciales”.

La complicidad de Mayer

Mayer y Juan Pablo II. Foto: LNP

Busso aseguró que la actitud del arzobispo Jorge Mayer, a quien entrevistó para la publicación del Sedipla, “fue lamentable y claramente de complicidad con el poder. Muy diferente a la actitud anterior de monseñor Esorto quien había acompañado a sus sacerdotes amenazados y mantenía dialogo con las comunidades cristianas de los barrios populares”.

A Mayer lo esperó en la puerta de la Catedral un domingo de misa. “Se bajó de un auto importante vestido al estilo que usaban los obispos años antes, con una ornamentación particular. El diálogo que reproduce la revista fue tenso y al mismo tiempo respetuoso”.

“Le pregunté por qué no los protege, él hablaba de enfrentamientos, le dije que las víctima estaban de un solo lado, son los sacerdotes comprometidos con los sectores populares, las religiosas de los barrios, los grupos de jóvenes. No tuve respuesta. Supe también de sus vínculos con la Marina y La Nueva Provincia”, manifestó.

Por otro lado, Busso sostuvo que una de las entrevistas “más reveladoras” fue la que realizaron al padre Hugo “Coco” Segovia en Punta Alta. “Fuimos con mucho miedo porque se consideraba un lugar peligroso. Me contó el proceso que estaban viviendo de amenazas y ataques a Zamorano que ya se había ido, él vivía con su mamá, habían baleado su casa, estaba haciendo esfuerzos por quedarse ahí. Supe que después se trasladó a Mar del Plata”.

La carta de Pepe

En otro tramo de su declaración, el ex secretario de Derechos Humanos de Rio Negro se refirió al homicidio del obrero e integrante de la comunidad de la Parroquia San Roque, José González.

Busso recibió una carta suya en el monasterio benedictino de Los Toldos. “Me la entregaron como testimonio de un cristiano que había sido asesinado y que le mandó una carta a su amigo que poco antes había ingresado al monasterio. Me impresionó, se declaraba militante cristiano y demostraba no solo una importante formación teológica sino profundas convicciones fundadas en su fe”.

“Firma ‘Pepe’ y habla de su militancia citando textos bíblicos y del magisterio de la iglesia para fundamentar un cambio personal y de estructuras para vivir una sociedad más justa, equitativa, solidaria y fraterna. Me resulta conmovedor cómo una persona, a partir de su fe, puede entregar su vida al servicio de la comunidad”.

El testigo afirmó que “los sectores de la derecha del poder económico y del privilegio siempre pretendieron usar la fe religiosa como un justificativo de su ideología y defensa de sus intereses. En la CNU, la Triple A y los jerarcas de la dictadura estaba muy presente el discurso religioso y el odio a quienes provenían de comunidades religiosas y los consideraban subversivos o izquierdistas”.

El Sedipla y el propio Busso sufrieron amenazas del CNU. “Iba con mi esposa Olga y mi hijo mayor que tenía unos meses, me crucé en Diagonal 80 de La Plata con un señor que amenazó al bebé: a estos zurditos hay que reventarlos antes que crezcan así que tené cuidado”.

El último número de la revista se editó en marzo de 1976. En agosto, el Ejército ingresó al local, secuestró a Busso y robó los archivos del centro de documentación.

En distintos centros clandestinos de detención y torturas del Circuito Camps el periodista fue interrogado sobre la labor de Sedipla. Un par de meses después de su detención ilegal pudo salir del país y vivir en el exilio hasta 1983.

En la audiencia del miércoles 3 de febrero declaró también Raquel Barabaschi, militante por los derechos humanos y víctima del terrorismo de Estado en La Pampa. Este jueves lo hicieron Roberto Adrián Grill, Hugo Alberto Moreno y Víctor Susca en defensa del represor Juan Carlos Curzio y mañana lo harán José Manuel El Alabi, Roberto Armando Ferri y Juan Carlos Ibáñez en favor de Raúl Roberto Aceituno.

Foto cabecera: Va con firma.

Imágenes Revista Sedipla: gentileza Néstor Busso.